A
esta pregunta, William Atkinson en su libro “La vida después de la muerte”, contestó lo siguiente:
« Una
de las preguntas más frecuentes que se hacen las personas cuando reflexionan
sobre la vida y la muerte, es:
¿Cuál es la
experiencia del alma inmediatamente después de que deja el cuerpo?
Y
es algo lamentable escuchar las respuestas que dan a esta pregunta muchas de
las supuestas autoridades en la materia. Por lo que tiene mucha razón el
proverbio que dice: "un poco de conocimiento es algo peligroso".
(Desafortunadamente William Atkinson también tenía muy poco
conocimiento sobre este asunto.)
La
persona promedio imagina que el alma simplemente sale del cuerpo físico y entra
inmediatamente en un nuevo mundo de actividad: un país de las maravillas de escenas
extrañas y misteriosas.
Para
muchos existe la esperanza de ser recibidos en la otra orilla por todos los
seres queridos que se han ido antes y así tener un gran reencuentro. Y si bien
hay algo que corresponde a esto, también hay una condición completamente
diferente que debe experimentar el alma inmediatamente después de que sale del
cuerpo.
Consideremos
la experiencia del alma inmediatamente antes e inmediatamente después de morir,
para que podamos tener una luz más clara sobre este tema.
La
persona que se acerca a la etapa generalmente llamada "muerte", pero
que es simplemente una etapa de transición entre dos grandes planos de la vida,
experimenta un embotamiento gradual de sus sentidos físicos. La vista, el oído
y el sentimiento se vuelven cada vez más tenues, y la "vida" de la
persona parece como una llama parpadeante que se acerca gradualmente hacia la
extinción total.
En
muchos casos, este es el único fenómeno que acompaña a la proximidad de la
muerte. Pero en muchos otros casos, mientras los sentidos físicos se debilitan,
los sentidos psíquicos se vuelven cada vez más agudos, y es frecuente que las
personas moribundas tomen conciencia de lo que está ocurriendo en otra
habitación u en otro lugar.
La
clarividencia acompaña frecuentemente el acercamiento de la muerte, y en
algunos casos es asistida también por la clariaudiencia, siendo el moribundo
consciente de visiones y sonidos en lugares distantes.
Y
también hay muchos casos registrados en los anales de las sociedades de
investigación psíquica, y muchos más relacionados en la intimidad de las
reuniones familiares, en donde el moribundo ha podido proyectar con tanta
fuerza su personalidad que amigos y familiares a distancia lo han visto
realmente aparecerse ante ellos, y en
algunos pocos casos incluso han podido conversar con él.
Y
una cuidadosa comparación del tiempo muestra que estas apariciones, en casi
todos los casos, han aparecido antes de la muerte real de la persona, y no
después de ella. Por supuesto hay casos en los que un fuerte deseo del
moribundo le ha llevado a proyectar su cuerpo astral en presencia de alguien
cercano a él, inmediatamente después de la muerte, pero estos casos son mucho
más raros que aquellos que les he señalado arriba.
En
la mayoría de estos casos, el fenómeno es causado por un proceso de
transferencia del pensamiento con un elevado grado de poder, al punto que la
persona visitada queda impresionada con la conciencia de la presencia del amigo
o pariente moribundo, incluso cuando el alma de este último todavía permanece
en el cuerpo.
(Esto es falso y en realidad lo que sucede es que la persona que
está falleciendo, al encontrarse menos atada a su cuerpo, le es más fácil
proyectarse hacia aquellos que desea ver antes de morir.)
En
muchos casos, también, la persona moribunda adquiere conciencia psíquica de su
cercanía con sus seres queridos que han fallecido antes. Sin embargo, esto no
significa necesariamente que estas personas estén realmente presentes en la
escena, ya que deben de recordar que las limitaciones del espacio se eliminan
en gran medida en el plano astral, y que uno puede entrar en una estrecha comunicación
con el alma de otro aunque exista un gran espacio que los separe.
En
otras palabras, si bien las dos almas pueden no estar una junto a la otra,
pueden no obstante disfrutar de la relación más cercana en mente y espíritu.
Aunque es muy difícil para alguien que todavía está acostumbrada al mundo
físico a darse cuenta de esto debido a que en el plano material, por supuesto,
gobiernan las leyes del espacio.
La
telepatía nos da la clave de los fenómenos que suceden en el "otro
lado". Dos personas pueden estar en lados opuestos del mundo y sin embargo
comunicarse por medio de la telepatía como si estuvieran hablando frente a
frente. Pues bien, de la misma manera dos almas pueden disfrutar de la comunión
y comunicación en el más allá sin que se cuestione el asunto de la cercanía
espacial.
Y
como hemos dicho, el moribundo entra con frecuencia en la comunión del alma y
la comunicación con los que ya están del otro lado, y por eso se anima mucho. Y
este es un hecho hermoso que acompaña a lo que llamamos "muerte",
este hecho de que realmente ocurren esos hermosos reencuentros de seres
queridos, y de los que el buen pueblo habla con tanta esperanza. Pero no de la
manera que esta buena gente suele imaginarlos.
(Esto también es falso ya que usualmente los seres queridos que ya
han muerto, se encuentran dormidos, y en la inmensa mayoría de las veces en que
las personas creen que se comunican con sus seres queridos que ya han
fallecido, se debe porque: lo están soñando, o porque alguna entidad del astral
se esta haciendo pasar por sus seres queridos.)
El
cuerpo astral de la persona moribunda se libera gradualmente de su contraparte
física. El cuerpo astral como probablemente el estudiante sepa, es una
contraparte exacta del cuerpo físico, y durante la vida los dos viven juntos en
la mayoría de los casos. El cuerpo astral sin embargo abandona el cuerpo físico
a la muerte de este último y forma la cubierta del alma durante algún tiempo.
Realmente
es una forma de sustancia material de un grado tan fino que escapa a las
pruebas que revelan la materia ordinaria. Y al momento de morir el cuerpo
astral en realidad se desliza del cuerpo físico y solo queda conectado con él
por un delgado hilo o cordón de sustancia astral.
Y
finalmente este hilo se rompe y el cuerpo astral se aleja flotando, habitado
por el alma que ha dejado atrás el cuerpo físico. Pero este cuerpo astral ya no
es el alma que era el cuerpo físico que acaba de dejar. Y tanto el cuerpo
físico como el cuerpo astral son meramente envolturas temporales para el alma
misma.
(A ese hilo astral se le suele llamar “el cordón de plata” y el
alma no solo sigue utilizando su cuerpo astral, sino también su cuerpo
energético, su cuerpo emocional, y su cuerpo mental inferior. Así que la
explicación que da Atkinson está muy incompleta.)
El
alma que abandona el cuerpo físico, en el cuerpo astral se sumerge en un sueño
profundo o estado de coma que se asemeja a la condición del feto durante varios
meses antes del nacimiento.
El
alma se está preparando para renacer en el plano astral y requiere de tiempo
para adaptarse a las nuevas condiciones y ganar la fuerza y el vigor necesarios para su nueva fase de
existencia.
La
naturaleza está llena de estas analogías: el nacimiento en el plano físico y en
el plano astral tienen muchos puntos de semejanza, y ambos están precedidos por
este período de coma.
Durante
esta etapa parecida al sueño después de morir, el alma habita en el cuerpo
astral que le sirve de cubierta y protección, así como el útero sirve de
protección para el niño que se acerca al nacimiento físico.
(Esto que dice Atkinson en parte es falso y detallo las razones
en el capítulo siguiente.)
Sin
embargo, antes de continuar, debemos detenernos a considerar ciertos rasgos de
la vida del alma en esta etapa. Por lo general el alma duerme en paz, sin ser
molestada y es protegida de las influencias externas. Sin embargo hay dos causas
que tienden a crear una excepción, y son:
1) El deseo intenso que
llena la mente de la persona moribunda, como amor, odio o tareas o deberes no
cumplidos;
2) Los fuertes deseos y
pensamientos de los que quedan atrás, siempre que estas personas estén en una
relación lo suficientemente estrecha con el alma difunta, debido al amor u
otros vínculos fuertes.
(Esto también en parte es falso y también lo detallo en el
capítulo siguiente.)
Cualquiera
o ambas de estas causas tienden a producir una inquietud en el alma dormida y
tienen una tendencia a atraer al alma de regreso hacia las escenas de la
tierra, ya sea en un tipo de comunicación telepática de ensueño, o en algunos otros
casos, aunque muy raros, por algo que se aproxima al estado de sonambulismo que
se experimenta en la vida física.
Estas
condiciones son lamentables, pues perturban el alma y retrasan su evolución y
desarrollo en su nueva fase de existencia. Y consideremos esto con un poco más
de detalle, antes de continuar.
Una
persona que pasa del plano material al plano astral en un estado mental
pacífico rara vez se ve perturbada en su sueño astral. En cambio, vive
naturalmente a través del estado de coma y luego evoluciona fácilmente a la
nueva fase de existencia con tanta naturalidad como el desarrollo del capullo
en la flor.
Pero
es diferente con el individuo cuya mente está llena de fuertes deseos con
respecto a la vida terrenal, o con un fuerte remordimiento, odio o gran amor y
ansiedad por los que quedan atrás.
En
este último caso, la pobre alma es a menudo atormentada por estos lazos
terrenales, y su sueño astral se vuelve febril e inquietante. Y en tales casos
a menudo también se hace un intento involuntario de comunicarse o de aparecer
ante personas que todavía se encuentran en el plano material.
Y
en los casos extremos, incluso puede sobrevenir un estado parecido al sonambulismo,
y la pobre alma dormida puede incluso visitar sus escenarios anteriores. Y en
tales casos, cuando la aparición es visible para los hombres, se notará que hay
una actitud y un aire medio despiertos acerca de la aparición, algo que faltaba
y que estaba presente en la vida terrestre.
La
historia de los “fantasmas” confirma esta afirmación, y la explicación que se
acaba de dar es la única que realmente arroja luz sobre este tema. Sin embargo,
con el tiempo, estas pobres almas ligadas a la tierra se cansan y finalmente se
hunden en el sueño bendito que les corresponde.
Así
como inversamente los fuertes deseos de los que se quedan atrás a menudo sirven
para establecer una condición de relación entre esas personas y el alma
difunta, lo que hace que se vuelva inquieta e incómoda. Por lo que muchas
personas bien intencionadas han actuado para retardar los procesos naturales
del plano astral en relación con algún ser amado que ha fallecido, y han negado
al alma cansada el descanso que ha merecido. »
(Capítulo
5)
OBSERVACIÓN
El hecho que William
Atkinson solo considere el cuerpo astral y no los otros cuerpos sutiles que
también componen al humano, hace que su explicación sobre los fantasmas que se
aparecen y los espíritus que se comunican sea muy incompleta y en varios
aspectos falsa.
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