WILLIAM ATKINSON ASEGURA QUE EN REALIDAD NO EXISTE LA MUERTE


 
Sobre este asunto, William Atkinson en su libro “La vida después de la muerte”, señaló lo siguiente:
 
« La humanidad se encuentra hipnotizada por la idea de la muerte, pero en realidad el uso común del término refleja la ilusión. Escuchamos a aquellos que deberían saber mejor hablar de personas que son: "abatidas por la parca", "cortadas en su mejor momento", "sus actividades terminaron", "una vida ajetreada se extinguió". etc. Y la idea que se quiere expresar detrás de todas esas frases es que un humano ha sido borrado de la existencia y reducido a la nada.
 
Y en el mundo occidental este concepto es particularmente fuerte, aunque la religión dominante del Occidente enseña las alegrías del “más allá” en términos tan intensos que parecería que todo creyente agradecería la transición; aunque bien podría suponerse que parientes y amigos se vestirían con ropas alegres y se engalanarían con flores brillantes en señal del paso del ser querido hacia una esfera de existencia más feliz y brillante. Pero vemos exactamente la manifestación opuesta.
 
La persona promedio (y a pesar de su fe y credo) parece temer la proximidad del “ángel de la muerte”, y sus amigos se cubren con túnicas negras y muestran un gran dolor por haber perdido para siempre al ser amado. Por lo que a pesar de sus creencias (o expresión de sus creencias) la gente siente un gran terror hacia la muerte que aparentemente no pueden vencer.
 
Pero para aquellos que han adquirido conciencia de la ilusión de la muerte, para esos humanos estas espantosas emociones se han desvanecido. Para ellos, aunque naturalmente sienten el dolor de la separación temporal y la pérdida de la compañía de sus seres queridos, ellos están conscientes que sus seres queridos simplemente han pasado a otra fase de la vida, y que nada se ha perdido, nada ha perecido.
 
Existe una fábula hindú muy antigua en la que se cuenta la historia de una oruga que sintiendo el acercamiento de la languidez que presagiaba el final de su etapa de rastreo como gusano y el comienzo del largo sueño de la etapa de crisálida, llamó a sus amigos a su alrededor y les dijo:
 
-      “Es triste pensar que debo abandonar mi vida, llena de tantas promesas brillantes de logros futuros. Siendo cortado por la parca en mi mejor momento, soy un ejemplo de la crueldad de la Naturaleza. Adiós mis buenos amigos, adiós para siempre. Mañana ya no estaré más aquí."
 
Y acompañado por las lágrimas y los lamentos de sus amigos que la rodeaban en su “lecho de muerte”, la oruga “falleció”.
 
Y otra oruga comentó con tristeza:
 
-      “Nuestro amigo nos ha dejado, y su destino es también el que nos espera a nosotros. Uno a uno seremos cortados como la hierba del campo por la guadaña del destructor. Por la fe esperamos resucitar, pero tal vez ésta no sea más que la voz inspirada por una vana esperanza. Ninguno de nosotros sabe realmente sobre la otra vida. Lamentamos el destino común de nuestra raza."
 
Y después de lo cual, tristemente partieron.
 
 
Todos percibimos claramente la siniestra ironía de esta pequeña fábula y sonreímos al pensar en la ignorancia que acompañó a las orugas que confunden su aparente destrucción con su transformación en una forma superior de vida representada en la fábula en la forma de una mariposa.
 
Pero no se sonrían, amigos, ante la poca comprensión de las orugas, porque igual están las personas, y es que el narrador hindú de hace siglos ha representado la ignorancia y la ilusión humana a través de esta pequeña historia. Y todos los ocultistas reconocen en las etapas de transformación de la oruga, luego crisálida y luego mariposa, una imagen de la transformación que le espera a todo hombre y mujer mortal.
 
Porque la muerte para el ser humano no es más la terminación de una etapa, igual que el sueño de muerte de la oruga. Pero en ninguno de los dos casos la vida cesa ni por un solo instante, la vida persiste mientras la Naturaleza obra sus cambios.
 
Por lo que aconsejamos a cada estudiante que lleve consigo la lección de esta pequeña fábula, contada hace siglos a los hijos de la raza hindú, y transmitida por ellos de generación en generación.
 
 
Estrictamente hablando, desde el punto de vista oriental, no existe la muerte, esa palabra es una mentira, y ese concepto es una ilusión que surge de la ignorancia. No hay muerte, no hay nada más que Vida. La vida tiene muchas fases y formas, y algunos hombres ignorantes llaman “muerte” a algunas de esas fases. Pero en realidad nada muere, aunque todo experimenta un cambio de forma y actividad.
 
Como lo expresa tan bellamente Edwin Arnold en su traducción del "Bhagavaad Gita":
 
-         “Nunca nació el espíritu y tampoco nunca dejará de ser. El fin y el comienzo son sueños. Sin nacimiento, sin muerte e inmutable, permanece el espíritu para siempre; la muerte no lo ha tocado en absoluto, por más muerta que parezca su hogar.”
 
 
Los materialistas frecuentemente plantean como argumento en contra de la permanencia de la vida más allá de la etapa de la muerte, el supuesto hecho de que todo en la naturaleza sufre fin, disolución y destrucción. Pero si realmente fuera tal hecho, entonces sería razonable argumentar la muerte del alma como una conclusión lógica.
 
Pero en verdad, nada de este tipo ocurre en la naturaleza. Nada muere realmente. Lo que se llama muerte, incluso de la cosa más pequeña y aparentemente más inanimada, es simplemente un cambio de forma y condición de la energía y las actividades que lo constituyen.
 
Incluso el cuerpo no muere, en el sentido estricto de la palabra. El cuerpo no es una entidad, porque es simplemente una agregación de células, y estas células son simplemente vehículos materiales para una cierta forma de energía que las anima y las vitaliza. Y cuando el alma sale del cuerpo, las unidades que componen al cuerpo manifiestan repulsión entre sí, en lugar de la atracción que antes las mantenía unidas. La fuerza unificadora que los ha mantenido unidos retira su poder y se manifiesta la actividad inversa.
 
(Esto no es cierto, lo que sucede en realidad es que el humano ya no puede mantener funcionando su cuerpo y por consiguiente sus células fallecen.)
 
Y como bien ha dicho un escritor: "El cuerpo nunca está más vivo que cuando está muerto".
 
(Aquí William Atkinson confunde los microorganismos carroñeros con las células del cuerpo.)
 
Y como ha dicho otro escritor: "La muerte no es más que un aspecto de la vida, y la destrucción de una forma material es sólo el preludio de la edificación de otra".
 
Así que el argumento del materialista realmente carece de su premisa principal, y por lo tanto todo razonamiento basado en creencia materialista debe ser defectuoso y conducir a una conclusión falsa.
 
(Yo soy más comprensivo con los materialistas porque con tanto charlatanismo, es lógico que sean muy desconfiados.)
 
Pero el ocultista avanzado, u otra persona espiritualmente desarrollada, no necesita considerar seriamente el argumento de los materialistas, ni lo haría aunque estos argumentos fueran cien veces más lógicos. Porque tal persona ha despertado en su interior las facultades psíquicas y espirituales superiores por las que puede saber realmente que el alma no perece cuando el cuerpo se disuelve.
 
Cuando uno es capaz de dejar atrás el cuerpo físico y viajar en las regiones del "otro lado", como en el caso de muchos individuos avanzados, cualquier discusión o argumento puramente especulativo sobre la realidad de la "vida después de la muerte" adquiere la apariencia de un gran absurdo y futilidad.
 
Si un individuo que todavía no ha alcanzado la etapa de discernimiento psíquico y espiritual por el cual se le otorga la evidencia del sentido superior sobre la cuestión de la supervivencia del alma, ese individuo encuentra que su razón exige algo parecido a una "prueba", dejen que gire su mirada mental hacia adentro en lugar de hacia afuera, y allí encontrará lo que él busca.
 
Porque al final, como nos enseña toda la filosofía, el mundo de los fenómenos internos es mucho más real que el mundo de los fenómenos externos. Y de hecho, el hombre no tiene un conocimiento real de lo externo debido a que todo lo que él tiene es el informe de lo interno sobre las impresiones recibidas de lo externo.
 
El hombre no ve el árbol que está mirando, sino que percibe la imagen invertida de ese árbol representada en su retina. Es más, su mente ni siquiera ve esa imagen, pues sólo recibe el informe vibratorio de los nervios cuyos extremos han sido excitados por esa imagen. Así que no debemos avergonzarnos de hacer un balance mental de los recovecos internos de nuestra mente, porque muchas de las verdades más profundas están registradas allí.
 
 
En las grandes regiones subconscientes y súperconscientes de la mente se encuentra el conocimiento de muchas verdades fundamentales del universo. Y entre esas verdades más fuertemente impresas, se encuentran estas dos:
 
1)   La certeza de la existencia de un Poder Universal Supremo, debajo, detrás y apoyando al mundo fenoménico.
2)   Y la certeza de la inmortalidad del Ser Real: ese algo dentro del cual el fuego no puede destruir, el agua no puede ahogar, ni el aire puede volar.
 
El ojo mental que se vuelve hacia adentro siempre encontrará el "yo", con la certeza de su imperecebilidad. Aunque es cierto que este es un tipo de prueba diferente al requerido con respecto a los objetos materiales y físicos, pero ¿qué hay de eso?
 
La verdad buscada es un hecho de la vida interior espiritual y no de la vida exterior física, y por lo tanto debe buscarse dentro y no fuera del alma misma. El intelecto objetivo se refiere únicamente a los objetos físicos, mientras que el intelecto subjetivo o intuición se refiere a los objetos psíquicos y espirituales. Uno es el cuerpo de las cosas, mientras que el otro es el alma de las cosas.
 
Por lo tanto dejen que el alma hable por sí misma, y ​​encontrará que su canción sonará clara, fuerte y gloriosamente:
 
-         “¡No hay muerte, no hay muerte, no hay muerte, no hay nada más que la Vida, y esa Vida es Vida Eterna!"
 
Tal es el canto del alma. Escúchalo en el Silencio, porque solo allí sus vibraciones pueden llegar a tus ansiosos oídos. Es la Canción de la Vida que siempre niega la Muerte. No hay Muerte; no hay nada más que Vida Eterna, por los siglos de los siglos y por los siglos. »
(Capitulo 2)
 
 
 
 
 
 
 
OBSERVACIÓN
 
Concuerdo en gran medida con lo que dijo William Atkinson en este capítulo, pero también percibo que él lo simplifica demasiado, porque cuando se profundiza más en este asunto, uno descubre que la muerte finalmente si existe, ya que nada que tenga una existencia es eterno, y todo al final termina por extinguirse. Pero mientras que el cuerpo físico solo dura unos cuantos años, en cambio el alma dura muchos miles de millones de años. Y es por eso que los humanos tienen que estar reencarnando una y otra vez, debido a que una vida física no es suficiente para que el alma pueda desarrollarse y así se convierta en un ser elevado que podrá vivir durante una cantidad descomunal de años en el mundo divino. Y todo esto se los explico más profundamente en este otro artículo (link).
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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