Sobre
este segundo sueño, William Atkinson en su libro “La vida
después de la muerte”, relató lo siguiente:
« Uno
de los muchos aspectos que se imprimen en la mente del estudiante de esoterismo,
es el hecho que la naturaleza es consistente y uniforme con sus métodos. Y en
los diversos planos del ser, la Naturaleza tiene algunos métodos o hábitos
fundamentales de manifestación que el estudiante pronto aprende a buscar en sus
investigaciones, y que siempre encuentra si continúa su búsqueda el tiempo
suficiente y con el necesario cuidado y vigilancia.
Uno
de estos métodos constantes que se perciben en los hábitos de la naturaleza es
aquel por el cual ella siempre pone un período de descanso, pausa, sueño o
recuperación entre el final de un período de actividad y el comienzo de otro período
de actividad.
En
el plano físico tenemos muchos ejemplos de esto, desde la pausa momentánea del
péndulo entre su oscilación hacia adelante y hacia atrás; la pausa entre la
inhalación y la exhalación durante la respiración; el sueño entre el final de
un día y el comienzo de otro; el período de descanso del feto entre su período
formativo y su nacimiento en el mundo, etc.
Y
en el mundo astral encontramos el mismo fenómeno del sueño del alma que se da
entre lo que llamamos la muerte y el comienzo de la nueva existencia en el plano
astral.
Y
razonando por analogía, naturalmente podríamos esperar que se nos informara de
que existe una fase o período similar entre el cierre de las actividades del
alma en el plano astral y su paso hacia las esferas superiores de la vida espiritual.
Y de hecho, tal período existe y forma una característica muy distinta de la
existencia del alma en "el otro lado". Tal fase o período es conocido
por los ocultistas como el "segundo sueño del alma" o letargo.
El
segundo sueño del alma está precedido por un estado de transición de actividad
y conciencia en declive gradual, y un correspondiente deseo de descanso por
parte del alma. Los procesos naturales en el plano astral acercándose a su fin,
el alma comienza a experimentar un sentimiento de lasitud y cansancio, y anhela
instintivamente el descanso y el reposo.
El
alma descubre que ha vivido la mayor parte de sus deseos, ambiciones e ideales,
y en muchos casos también los ha superado. Le llega ese sentimiento nostálgico
de haber cumplido el propósito de su destino, y una premonición de la llegada
de una nueva fase de la existencia.
El
alma no siente dolor al acercarse el segundo sueño, sino que por el contrario
experimenta la satisfacción y la felicidad por la llegada de algo que promete
descanso y recuperación. Y como el viajero cansado que ha escalado los senderos
de la montaña y se ha deleitado con las experiencias del viaje, el alma siente
que bien se ha ganado un descanso reparador, y al igual que ese viajero, ella espera
lo mismo con anhelo y deseo.
El
alma puede haber pasado sólo unos pocos años, o quizás cien o mil años de
tiempo terrestre en el plano astral, según su grado de desarrollo y
desenvolvimiento.
(Esto es falso ya que los maestros precisaron que después de fallecer,
el humano permanece en el plano astral hasta que termine el lapso de tiempo que
normalmente iba a vivir en el plano físico. Por ejemplo, si murió a los 50 pero
tenía previsto vivir hasta los 90, entonces permanecerá 40 años en el plano
astral.)
Pero
sea su estancia corta o larga, la sensación de cansancio lo alcanza por fin y
como muchas personas ancianas en la vida terrestre, siente que su trabajo ha
terminado y por lo tanto quiere seguir adelante.
Tarde
o temprano, el alma siente el deseo de adquirir una nueva experiencia y de
manifestar en una nueva vida física algo del avance que le ha llegado a causa
de su desenvolvimiento en el plano astral.
Y
por estas razones, y también por la atracción de los deseos no vividos ni
desechados que han estado ardiendo en su interior, y posiblemente influenciados
por la nostalgia de algún ser amado en un plano inferior, el alma está lista
para encarnar, y entonces cae en una corriente que la dirige hacia el
renacimiento y la selección de los padres adecuados y circunstancias y entornos
ventajosos.
Como
consecuencia de ello, el alma vuelve a caer gradualmente en un estado de sueño,
y así cuando llega el momento, "muere" en el plano astral, como lo
hizo antes en el plano material, y avanza hacia el renacimiento en la Tierra.
Pero
hablando estrictamente, el alma continúa en una condición de letargo parcial
incluso después de haber renacido en la vida física, porque no se despierta de
inmediato en el cuerpo del niño recién nacido y en cuya forma ha reencarnado. Sino
que por el contrario se despierta gradualmente durante la primera infancia y la
juventud del niño.
Este
es un hecho muy interesante de la ciencia oculta, y poco conocido incluso por
muchos estudiantes cuidadosos. Y hemos hablado de ello de la siguiente manera,
en un trabajo anterior:
« El
alma no se despierta por completo de su segundo sueño inmediatamente después
del renacimiento, sino que permanece en un estado de sueño durante los días de
la infancia, y su despertar gradual se evidencia por el crecimiento de la
inteligencia del bebé y el cerebro del niño al ritmo de las demandas que se le
hacen.
En
algunos casos, sin embargo, el despertar es prematuro, y vemos casos de niños prodigios,
niños genios, etc., pero esos casos son más o menos anormales e insalubres.
(Esto es falso y en realidad esos casos si son beneficiosos y se
dan cuando el humano desarrolló mucho alguna actividad en su vida anterior.)
De
vez en cuando, el alma soñadora del niño se despierta a medias y nos sorprende
con alguna observación profunda o comentario o conducta... Los raros casos de
niños precoces y genios infantiles son ilustraciones de casos en los que el
despertar ha sido más rápido de lo habitual.
Por
otro lado, se conocen casos en los que el alma no se despierta tan rápidamente
como la media, y el resultado es que la persona no muestra signos de plena
actividad intelectual hasta casi la mediana edad.
Y
se conocen casos en los que los hombres parecen “despertar” cuando tienen
cuarenta años, o incluso más, y luego adquieren una actividad y energía
renovada, sorprendiendo a quienes los habían conocido antes. »
Pero
ahora nos interesan principalmente las etapas iniciales del segundo sueño del
alma, las etapas que se pasan en el plano astral. Y en estas primeras etapas,
el alma dormida atraviesa una etapa peculiar de lo que podría llamarse
"digestión y asimilación espiritual".
Así
como durante su primer sueño, el alma digirió los frutos de su vida terrenal y
asimiló las lecciones y experiencias de la misma, así en este segundo sueño el
alma digiere y asimila las maravillosas experiencias que vivió en el mundo astral.
Porque, recuérdese, el período en el plano astral no ha sido sólo de retrospectiva
y manifestación de poderes latentes. Sino que también ha sido un período de
reconstrucción y desarrollo.
Muchas
cosas se han vivido y experimentado en el Astral, y el alma sale del Astral
como una entidad muy diferente de la que entró en él. Pero, y recuerden esto
también, el cambio siempre es para mejor.
Muchas
características indeseables han sido quemadas por los fuegos del
arrepentimiento y el remordimiento, y muchas características deseables se han
desarrollado en el rico suelo espiritual de los planos superiores, con la ayuda
del Sol del Espíritu que envuelve el alma en los planos superiores.
Sin
embargo todavía se necesita un proceso de “balance y reajuste” de las
condiciones mentales y preparación espiritual para la nueva vida, y esto se
proporciona durante las primeras etapas del segundo sueño del alma.
Así
como el niño o el adulto, reciben la energía necesaria para el trabajo del
nuevo día, cuando se encuentran envueltos en el sueño al final del viejo día; de
la misma manera el alma dormida recibe la energía del Suministro Único, para
que pueda afronta la nueva reencarnación con vigor y poder.
Y
en este libro no entraremos en los detalles de ese proceso recuperativo, ya que
deseamos evitar todo tecnicismo. Basta decir que el alma recibe un nuevo ímpetu
de energía, y también se le da el "patrón psíquico" de su nuevo
cuerpo físico, durante su segundo sueño.
Y
también al alma se le permite experimentar el poder de atracción de sus lazos
kármicos que la conducen hacia el canal del renacimiento de acuerdo con el
carácter de su naturaleza. "Lo semejante atrae a lo semejante", ese
es el axioma que expresa estos procesos.
Cada
alma va a donde pertenece en razón de lo que ella es. No está sujeta a los
dictados arbitrarios de ningún ser en el cielo o en la tierra, pero la ley
absolutamente justa y equitativa del Karma opera en todos los casos.
No
hay favoritismo, ni existe la más mínima posibilidad de que la más mínima
injusticia sea el destino de cualquier alma. No importa cuán humilde o arrogante
haya sido. Tanto el más bajo como el más alto de los humanos están sujetos a la
misma ley porque todos son hijos del mismo padre, todos los niños pequeños en
el jardín de la infancia del Absoluto. Todos están en el Sendero (lo sepan o
no) y su ignorancia no interfiere en el destino que cada uno se crea.
En
el último capítulo de este libro, hablaremos de una clase de almas que se
elevan por encima del ciclo de las reencarnaciones en la vida terrestre y
ascienden a planos y etapas de existencia muy por encima de todo lo que la Tierra
puede ofrecer.
Los
señalamos aquí simplemente para decir que incluso esas almas más avanzadas deben
pasar por el segundo sueño del alma del plano astral antes de que puedan
continuar. Y en tales casos, mientras duermen pierden todo lo que queda de las
envolturas confinadas del deseo terrenal, y desechan todos los frutos de la
acción terrenal, excepto lo que se llama: Liberación y Libertad.
Tales
almas nunca más se despiertan en la Tierra, ni regresan a ella, a menos que
decidan volver a visitar la Tierra voluntariamente en épocas posteriores como
grandes maestros o líderes. Y en tales casos ellas usan el atuendo de los
hombres de vez en cuando a lo largo de las edades, pero siempre han sido mucho
más que hombres en todo, menos en su forma.
Hay
planos de existencia más elevados que el de la Tierra o su plano astral. Y bendita
en verdad es el alma que despierta del segundo sueño y se encuentra incluso en
el más humilde de estos estados exaltados. E incluso el sabio más sabio inclina
la cabeza con reverencia ante la mención de tales esferas de existencia que
trascienden incluso la imaginación humana. »
(Capítulo 18)
OBSERVACIÓN
Lo que dijo William
Atkinson en este capítulo son elucubraciones suyas que él se inventó, debido a que
los maestros explicaron que después de morir, la inmensa mayoría de los humanos
pierden la conciencia y se la pasan durmiendo y soñando durante prácticamente todo
su viaje post-mortem (tanto en el plano astral, como en el plano kámico, como
en el plano mental). Y es solo cuando los humanos vuelven a reencarnar que
vuelven a despertar su conciencia. Por lo tanto no existe “un segundo sueño en
donde el alma recuerda las actividades que efectuó durante su vida en el plano
astral” como lo pretende William Atkinson.
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