Sobre
este asunto, William Atkinson en su libro “La
vida después de la muerte”, relató lo siguiente:
« Una
de las características más tristes de la vida terrenal es que nos encontramos
incapaces de expresar al máximo el impulso creativo, el impulso artístico, el
esfuerzo del genio que hay dentro de nosotros para desarrollarse. Y después de
pasar un cierto grado en la escala de la vida, el alma en evolución encuentra
dentro de sí misma el impulso siempre presente del algo interno que se esfuerza
por expresarse y desplegarse en una manifestación objetiva.
Puede
ser el anhelo de expresarse a través del arte, la música, la literatura, la invención;
o puede ser el deseo insistente de trabajar remodelando los asuntos del mundo para
que se adecúen más a los deseos del alma. Y en todos estos casos es realmente
el impulso creativo el que trabaja esforzándose por "hacer cosas" en
forma objetiva, de acuerdo con el patrón o modelo dentro del alma. Y hacia tal
expresión, la cabeza, el corazón y la mano están ansiosos por laborar.
Pero
desgraciadamente muy pocos son capaces de realizar en la vida terrenal un
diezmo de lo que sueña el alma. El instinto artístico está siempre hambriento
de expresión perfecta, y sin embargo se le da sólo las migajas que caen de la
mesa. El alma está siempre sedienta de progreso y logro, y sin embargo se le
dan las pocas gotas que gotean de la fuente.
Si
esta única vida fuera todo, si estos anhelos, deseos y el hambre y la sed del
alma, dependieran sólo de las posibilidades de esta única vida terrenal,
entonces ciertamente se justificaría el gemido de los pesimistas y el lamento
de los desanimados. Porque de hecho, estos deseos y antojos no son más que el
impulso de la semilla que se esfuerza por romper sus vainas para que pueda
producir tallo, rama, flor y fruto. Y la semilla apenas puede esperar alcanzar
la flor y el fruto mientras está en la tierra.
Pero
como el ocultista avanzado sabe muy bien, estos deseos de semillas no son más
que la promesa de la flor y el fruto futuro. Y el hecho mismo de su existencia
es una prueba de tal posibilidad (aunque no la certeza) de su realización. Sin
embargo, lejos de ser una causa de desánimo, deben considerarse como una
profecía de logros y realización futuros, ya que bien se ha dicho que "en
toda aspiración habita la certeza de su propia realización".
Estas
palabras parecen una burla para muchos, y de hecho serían una burla si la
posibilidad de realización se limitara a esta única vida terrenal en particular
en la que se manifiestan. Pero para el alma que ha avanzado por el sendero del
logro lo suficientemente alto como para poder mirar hacia atrás y hacia abajo
en los planos de la vida, ve que estos esfuerzos del genio por expresarse no
son sino los “dolores de parto espiritual” que debe preceder al futuro
nacimiento del fruto del genio.
Y
en el plano astral estas semillas de genio brotan tallo y rama, y están
preparadas para la flor y el fruto de las encarnaciones que se avecinan.
En
el estado altamente concentrado de la mente, en ciertas fases de la vida
astral, los talentos y el genio del individuo crecen y se desarrollan muy
rápidamente, y la siguiente encarnación encuentra al individuo listo y
preparado para manifestar el poder que ha generado durante su estancia en el
Astral. Por lo que se puede decir que el alma recibe y almacena energía
mientras está en el Astral, lo que le permitirá manifestar capacidades nunca
antes soñadas en la próxima vida terrestre.
Un
ejemplo conocido es el del niño que está aprendiendo a patinar y descubre que
progresa poco durante el día. Pero luego se va a dormir esa noche y se olvida
por completo del arte del patinaje, y cuando vuelve a esa actividad al día
siguiente, descubre que ha logrado un progreso maravilloso. Y la mayoría de
nosotros hemos tenido experiencias similares con respecto a nuestras pequeñas
tareas en la vida y descubrimos que algo nos sucede cuando estamos dormidos que
nos permite avanzar al día siguiente.
El
secreto de los fenómenos antes mencionados es que durante el sueño, la mente
subconsciente o instintiva ensaya la tarea hasta que ha logrado mucho en la
dirección de dominarla, y al día siguiente pone en práctica lo que ha aprendido
durante la noche, pero la mente consciente no se da cuenta del proceso de ese aprendizaje.
Hay
profundidades de la mente que asumen estas tareas nuestras, y que mientras
estamos dormidos y nuestras facultades conscientes objetivas descansan,
arreglan los asuntos problemáticos de la ejecución, y practican las tareas que
deben realizarse el día siguiente.
Y
de la misma manera, las facultades súperconscientes (no las subconscientes) de
la mente del alma se entrenan y así se vuelven más competentes para esas
actividades en la próxima reencarnación. Pero con la diferencia que en el
astral el alma es plenamente consciente del funcionamiento de las facultades súperconscientes,
y de hecho, experimenta el mayor gozo en el trabajo de desarrollo y logro.
El
mundo celestial de aquellas almas que poseen el deseo de "hacer
cosas" —crear, realizar, hacer, etc.— es en verdad un reino de
bienaventuranza. Porque allí el alma se encuentra capaz de manifestar las cosas
que estaban más allá de ella durante la vida terrenal, y puede expresarse en
una medida casi más allá de los sueños y esperanzas más entrañables del alma en
la Tierra.
Y
esta expresión y manifestación se realiza desde el amor mismo por la actuación,
desde la alegría del trabajo, el éxtasis del logro creativo, más que desde la
esperanza de una recompensa.
En
el plano astral el alma solo puede encontrar las condiciones que se describen
en las líneas de Kipling:
“Y solo el Maestro
nos alabará,
Y solo el Maestro nos
culpará;
Y nadie trabajará por
dinero,
Y nadie trabajará por
la fama;
Pero cada uno por la
alegría del trabajo,
Y cada uno en su
estrella separada,
Dibujará la cosa como
la ve
Para el Dios de las
cosas como son.”
Y
lo mismo ocurre con el buscador de conocimiento, o sea el hombre para quien el
ejercicio del intelecto es el mayor gozo. Alguien así encuentra los libros del
conocimiento abiertos por muchas páginas más allá de aquellas en las que se vio
obligado a hacer una pausa durante su vida terrestre.
El
filósofo, el científico, el metafísico, el naturalista, todos ellos encuentran
pleno ejercicio de sus facultades en el plano astral. La biblioteca del Cosmos
—los laboratorios del Universo— están a su disposición y allí se les da la
bienvenida.
Los
humanos encuentran cumplido el deseo de su corazón en las oportunidades que se
les brindan en el plano astral, y posteriormente regresan a la vida terrestre
cuando llega el momento de la reencarnación, con un intelecto estimulado y un
mayor poder de razonamiento. Y lo que ellos han desarrollado durante su
estancia en el astral aparece en la próxima vida física como
"intuición".
Es
un hecho bien conocido por el ocultista avanzado que grandes inventores, como
Edison, grandes filósofos como Hegel o Herbert Spencer, grandes científicos
como Darwin o Huxley, todos ellos manifestaron tener un conocimiento intuitivo
de los temas en los que sobresalieron, y esto fue la manifestación en el plano físico
de lo que ellos ya habían adquirido en el Astral como fruto de los deseos e
intentos hechos en las encarnaciones anteriores.
Es
la experiencia común de tales genios, como se relata en sus memorias, que la
mayoría de sus mayores descubrimientos les llegaron repentinamente como si
vinieran de un cielo despejado. Pero es una regla de la naturaleza que no hay
flor o fruto sin la semilla precedente, y esto es cierto tanto en el plano
mental como en el físico. Siempre hay una "causa" para el
"efecto", en estos casos.
Es
más, el humano que siente que podría ser un genio si lo que está dentro de él
solo pudiera expresarse, ese humano tendrá su oportunidad en el Astral, y si la
semilla está bien plantada en los ricos suelos del alma, entonces en la próxima
encarnación aparecerán la flor y el fruto.
Y
podemos llevar esta idea con nosotros, quizás un poco más claramente, si
hacemos la siguiente comparación:
1. La vida terrestre es
como la fase de la oruga rastrera que siente en sí misma algo que no puede
expresar y que apenas comprende.
2. La vida astral es
como la fase de la crisálida en la que se está formando la futura mariposa
hermosa, y en la que las alas de colores ya existen en forma astral.
3. La vida terrestre
reencarnada es como la fase de la mariposa, en la que el ideal deseado en la
primera etapa, y experimentado mentalmente en la segunda etapa, se vuelve
plenamente manifiesto y activo.
La
Ley del Karma realiza gran parte de su trabajo en el plano astral, pues allí el
único material es plástico y no resistente, ya que están ausentes las toscas
envolturas del cuerpo físico. Y esta ley es exacta e infalible en sus
operaciones y siempre hace que la semilla fructifique, y cada semilla produce
solo su propio fruto apropiado:
"Karma, todo ese total de un alma
Que es lo que hizo, los pensamientos que
tuvo
El ‘yo’ que tejió con la trama del tiempo
sin vista
Cruzado sobre la urdimbre invisible de los
actos.
Antes de empezar y sin fin
Como espacio eterno y como certeza segura,
Se fija un Poder divino que mueve al bien,
Solo sus leyes perduran.
Lo que siembras, cosechas. Ver esos campos
El sésamo era sésamo, el maíz
La vida más allá de la muerte fue el maíz.
El silencio y la oscuridad lo conocieron;
Así nace el destino de un hombre.
Viene, segador de lo que sembró,
Sesamum, maíz, mucho echado en el pasado;
Y tanta hierba y veneno, que estropean
Él y la tierra dolorida.
Si trabaja correctamente, arraigando
estos,
Y sembrando plantones sanos donde
crecieron,
La tierra será fecunda, hermosa y limpia,
Y rica la cosecha debida."
»
(Capítulo
12)
OBSERVACIÓN
Aquí
William Atkinson sigue diciendo mentiras porque para comenzar, él sigue
asegurando que los humanos después de fallecer se encuentran despiertos y activos en el plano
astral, llevando a cabo todo aquello que más quisieron efectuar durante su vida
terrenal, pero que no lo pudieron realizar mientras estuvieron viviendo en
el plano físico.
Pero
esto es falso porque los maestros precisaron que la inmensa mayoría de los
humanos pierden la conciencia después de morir y se encuentran dormidos en el plano
astral.
Y
si bien es cierto que los maestros añadieron que durante el sueño post-mortem,
las almas pueden experimentar y desarrollar aquello que más desearon pero que
no pudieron realizar durante su vida terrenal, también ellos precisaron que eso
se efectúa en el Devachan y no en el Astral (el cual es solo una zona de
transición entre el mundo físico y el mundo divino).
Y
también William Atkinson comete el error de declarar que la Ley del Karma
realiza gran parte de su trabajo en el plano astral, porque el maestro Kuthumi
precisó que cuando un humano muere, el karma negativo se detiene temporalmente
y espera a que ese humano vuelva a reencarnar para posteriormente volverlo a acechar,
ya que el mundo físico es el lugar para la acción, mientras que el Devachan es
el lugar para el reposo.
Y
seguramente William Atkinson le copió estas mentiras a Charles Leadbeater quien
las estuvo divulgando al público como lo muestra el siguiente extracto que aparece en el
capítulo tres de su libro “La vida
después de la muerte y como la
teosofía lo revela”:
«
En el plano astral el hombre tiene la libertad de hacer lo que le guste y
emplearse por completo en su ocupación predilecta. Supongamos un apasionado por
la música, pues bien, el plano astral le deparará oportunidades de oír con
mucha mayor agudeza que antes las músicas terrenas y podrá incluso regalar a su
oído nuevas y desconocidas armonías. Y el enamorado de las bellezas artísticas podrá
escoger entre las inefables hermosuras que le ofrezca este mundo más elevado. Y
si la ciencia o la historia son el objeto de su predilección, puede
aprovecharse sin cortapisa de todas las bibliotecas, archivos, museos y
laboratorios del mundo. »
Este
libro se publicó en 1912, pero Leadbeater estuvo enseñando esto desde mucho
tiempo antes a través de las conferencias que impartió en sus giras
internacionales.
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