Sobre este tema, el editor de la
revista “The Occult Rewiew”, Ralph Shirley, escribió el siguiente texto:
Un artículo que aparece en la
edición de abril de la National Review
de la pluma del capitán Humphries, una vez más llama la atención sobre el tema
de la aparición en forma visible de animales fallecidos. El capitán Humphries
tiene varias historias que contar que han llegado a su conocimiento personal, y
son historias en varios casos que pueden tener un paralelo con los registros ya
dados en números anteriores de esta revista.
Gatos fantasmas
Tomemos por ejemplo la siguiente
historia de la aparición a un niño de su gato mascota:
« El siguiente caso autenticado ocurrió en Inglaterra en el
condado de Midland, en una casa donde el escritor iba a visitarla con
frecuencia, y desde la observación personal puedo confirmar cada detalle, y
también esta historia puede ser avalada por la madre y el padre del
muchacho.
El niño tenía cuatro años y pasaba
gran parte de su tiempo en compañía de un gran gato blanco que compartía sus
alegrías y placeres. El gato murió, pero su fallecimiento fue cuidadosamente
ocultado al niño, sin embargo algunas semanas después el niño preguntó por qué
era que su gato solo venía a verlo por la noche, y eso inmediatamente después
de acostarse. Al ser interrogado, dijo: “Se ve muy parecido, solo que más
delgado. Supongo que dado que se va todo el día, no ha sido alimentado
adecuadamente". »
Y el capitán Humphries precisó que
esto se prolongó a intervalos durante unos cuatro meses.
Y un caso parecido a esta historia
se encuentra en el número de julio de 1905 de esta revista, siendo la narradora
la difunta Sra. Nora Chesson, y a continuación les transcribo una parte de lo
que ella relató:
« Tenía una pequeña gatita muy linda que no necesitaba el
regalo del habla, ya que sus elocuentes ojos esmeralda eran fuentes de
pensamiento, y los toques de su cabeza acariciante y su pata suplicante eran
naturalmente tiernos y persuasivos.
Una enfermedad me había mantenido en
mi habitación durante una semana, y me preguntaba por qué mi gatita Minnie no
había venido a verme como de costumbre, pero yo explicaba su repentina
indiferencia por un posible reflujo de devoción maternal, ya que ella acababa
de tener unos gatitos, ahora de unas seis semanas de edad.
La primera mañana de mi convalecencia,
la puerta del dormitorio que estaba entreabierta, se abrió un poco más y entró
Minnie. Ella me frotó su bonito pelaje en un afectuoso saludo y ella apretó mi
mano con sus patas extasiadas en un bonito gesto de cariño que era típicamente
el suyo, luego ella lamió mis dedos y sentí su garganta blanca palpitar con su
fuerte ronroneo, y luego se volvió y se alejó trotando.
- "Minnie por fin
vino a verme", le dije a nuestra empleada domestica cuando trajo mi
almuerzo. "¡Me pregunto por qué se mantuvo tanto tiempo alejada de
mí!"
Pero
la empleada me miro asustada y me contestó:
- "Minnie ha
estado muerta y enterrada desde hace varios días, vuestra madre no le quiso
informar hasta que se sintiera mejor porque sabía que usted la quería mucho a
su gatita y ella temía que esa noticia le afectara en vuestra
recuperación."
Cuando me levanté verifiqué que sin
duda Minnie estaba muerta y enterrada, y una piedra de la rocalla de nuestro
jardín estaba apilada en el lugar donde la habían enterrado, pero yo sé que
Minnie vino a verme y darle la bienvenida a mi regreso a la salud. ¿Es esto
explicable? Yo sé que si la vi y que lo que les cuento es verdad. »
De vez en cuando han aparecido en
esta revista otros informes de apariciones de gatos, y uno de ellos bien
autenticado procedente de Blackheath.
Y aunque el gato tiene la reputación
de ser un animal especialmente psíquico, las historias de apariciones póstumas
del mundo animal no se limitan de ninguna manera únicamente a los gatos, y de
hecho los perros fantasmas han sido más frecuentemente vistos que los gatos,
tanto en los registros antiguos como en los modernos
Perros
fantasmas
Por ejemplo el poeta escocés Walter Scott en su
poema “La balada del último
juglar” escribió.
. . . sin voz,
espantado y pálido.
Como aquel a
quien la historia se le ha contado.
Quién habló del
sabueso fantasma en el Man.
Esta referencia esta basada en un
perro negro fantasma que solía aparecer en la sala de guardia de los soldados
en la ciudad de Peel en la Isla de Man, y que permaneció como un visitante
reconocido por algunos tiempo sin ser molestado, hasta que en una ocasión un
soldado borracho lo persiguió fuera de la puerta, jurando que descubriría si
era un perro o un diablo.
La historia no cuenta lo que sucedió
en el encuentro, ya que el soldado después de su regreso, como cuenta la
estrofa ya no pudo volver a hablar y murió en agonía al final del tercer día,
según cuenta la historia.
Y el capitán Humphries de Irlanda
cita un caso doble de un fantasma canino:
« Una mujer que vive en el condado de Roscommon, en Irlanda,
veía constantemente las huellas de lo que ella describió “un perro de buen
tamaño” en una de las habitaciones de su casa. Ella nunca vio al animal en
forma material o fantasmal, pero su madre sí, y esta indicó que era de color
marrón con dos patas blancas; y la vez que lo vio caminó un poco cojo con una
pata trasera hasta una silla cerca de la chimenea, miró a su alrededor, olió el
suelo, y luego salió de la habitación por una ventana lateral.
Los ocupantes de la casa solo habían
estado allí unos dos años y la aparición del perro no se vio durante los primeros
seis meses, pero esto pudo explicarse por el hecho de que era verano y la
familia que vivía en la vieja mansión durante generaciones nunca había estado allí
durante el verano.
Al mencionar sobre esta aparición a
una anciana habitante del pueblo vecino, ella dijo que el difunto Sir A. tenía
un perro de ese color, el cual recibió un disparo accidentalmente y desde
entonces cojeó.
El animal se dedicó a su amo, quien
se sentaba mucho en una silla cerca del lugar al que la madre había indicado.
Los actuales dueños de la casa no poseían perro. Y en ese mismo condado con
frecuencia también se veía un perro negro en la avenida cerca de un árbol junto
al camino principal, y los caballos de los carruajes casi siempre se asustaban,
particularmente al anochecer, y en más de una ocasión se negaron a pasar por ese
camino. »
Quizás la historia más dramática
registrada de un perro fantasma es la que se cuenta en el artículo “Fantasmas y
leyendas familiares” de la Sra. Catherine Crowe, que se reimprimió en la
publicación de mayo de 1908 de esta revista con el título de "La historia del general holandés" en donde se menciona la historia de de un perro
fantasma llamado Mungo, un gran Terranova, negro con una raya blanca en el
costado, que había sido el perro mascota de un regimiento holandés, y después
de su fallecimiento se propuso despertar a los centinelas dormidos en sus
puestos.
Un comandante escéptico del ejército
decidió dispararle al perro si alguna vez tenía la oportunidad de hacerlo. Y finalmente
aprovechó una oportunidad favorable, pero con el resultado de que la bala mató
también a un soldado, y en consecuencia fue juzgado por un consejo de guerra y
condenado a muerte.
Esta historia es lo suficientemente
emocionante y espantosa, pero no tanto como la historia reproducida en
beneficio del público interesado en lo oculto por el Sr. Andrew Lang en su
libro titulado “Sueños y fantasmas”.
En este caso, el interés aumenta por
el hecho de que hubo numerosos testigos de los hechos, y el registro original
está escrito a mano por el obispo Rattray, quien tenía pleno conocimiento de
las circunstancias que rodearon el incidente.
Quizás al obispo le resultó más
fácil convencerse por el hecho de que había leído con tanta frecuencia en la
iglesia la evidencia relacionada con los poderes de conversación del asno de
Balaam. En cualquier caso, el punto notable de esta historia es que se trata
del relato de un animal que como su predecesor en la historia israelita,
mantuvo una conversación en forma inteligible con un ser humano.
No pido a mis lectores que acepten
la buena fe de esta historia, pero sigo los pasos del Sr. Andrew Lang al citar
un evento, cuyo asombroso carácter casi puede pasarse por alto, debido al
aparente aire de buena fe del narrador y a la circunstancialidad del acontecimiento.
El obispo narró dirigiéndose a su
corresponsal:
« Le he enviado un relato de una aparición muy sorprendente,
como no había oído antes, y que considerando todas sus circunstancias, no deja pienso
yo, ningún motivo de duda de su veracidad.
La persona a quien se le apareció es
un tal William Soutar, un inquilino de Balgowan que vive en el Middle Mause, a
media milla de este lugar al otro lado del río, y que se encuentra a la vista
desde nuestras ventanas del Craighall House. El hombre tiene unos 37 años y
tiene esposa e hijos.
El siguiente es un relato de su
propia boca, y como hay algunas circunstancias adecuadas para ser tomadas en
cuenta a medida que avanza, las he dado con una referencia al final para no
interrumpir el relato ni agregar nada.
Pues bien, el hombre comenzó
diciendo:
“En el mes de diciembre del año
1728, hacia la puesta del sol, yo y mi criado, con varios otros que vivían en
el pueblo, oímos chillidos y llantos, por lo que seguimos el ruido hasta un
poco a las afueras del pueblo. Yo y mi empleado pensamos que vimos algo que
tenía la apariencia de un zorro, por lo que enviamos los perros hacia él, pero
no quisieron seguirlo."
William Soutar continuó declarando
que se encontró con el animal nuevamente a intervalos en varias ocasiones. Y la
cuarta vez fue el segundo lunes de diciembre de 1730, y en esa ocasión él afirma
que estaba en el mismo lugar donde lo había visto anteriormente, a punto de
ponerse el sol.
Después de haber pasado junto a él
en esa ocasión, cuando se estaba perdiendo de vista, dijo que escuchó en voz
baja “dentro de ocho o diez días haz o muere” y entonces el animal desapareció.
Y luego William Soutar continuó
contando:
El sábado siguiente estando yo en
mis propios catres y atendiendo mis ovejas, se me apareció de nuevo ese animal poco
después del amanecer, entre el día y el tragaluz, y dijo estas palabras:
- "Ven a la mancha
del suelo en media hora", y luego desapareció.
Entonces
volví a mi propia casa, tomé un bastón y también una espada de la cabecera de
la cama, y fui directamente al lugar donde antes solía aparecer ante mí; y
después de haber estado allí unos minutos y haber dibujado un círculo a mi
alrededor con mi bastón, el animal se me apareció.
Y
le hablé diciendo: "En el nombre de Dios y de Jesucristo, ¿qué eres
tú?"
Y
me respondió: “Soy David Soutar, hermano de George Soutar. Maté a un hombre
hace más de treinta y cinco años, cuando usted era un recién nacido, en un
arbusto al este de la carretera al entrar en la isla".
Y
entonces le dije: "Pero David Soutar era un hombre y tú pareces un
perro".
Entonces
me habló de nuevo, diciendo: "Lo maté con un perro, y como castigo se me
hace hablar con la boca de un perro, y lo traje a usted aquí para decirle que
debe ir a enterrar los huesos de ese hombre que maté".
Tras
esto, fui directamente a ver a mi hermano a su casa y le conté lo que me había
sucedido, quien a su vez se lo contó al ministro de Blair.
Él
y yo fuimos a ver al ministro el lunes siguiente, cuando este se encontraba en
la casa de un vecino en el mismo pueblo donde yo vivía. Y el ministro, con mi
hermano, yo y dos o tres más, fuimos al lugar donde la aparición dijo que
estaban enterrados los huesos. Luego Rychalzie se encontró con nosotros
accidentalmente, y el ministro le contó a Rychalzie la historia en presencia de
todos los que estaban allí reunidos, y él le pidió la libertad de romper el
suelo para buscar los huesos.
Rychalzie
tuvo algunos escrúpulos para permitirnos romper el terreno, pero dijo que nos
acompañaría a Glasclune; y si le avisaban, permitiría que se hiciera la
búsqueda.
En
consecuencia fue directamente junto con mi hermano, yo y James Chalmers, un
vecino que vive en el poblado montañoso de Mause, y le contó a Glasclune la
historia que les he narrado anteriormente; y este le aconsejó a Rychalzie que
permitiera que se realizara la búsqueda, tras lo cual dio su consentimiento.
Al
día siguiente, siendo viernes, reunimos a unos treinta o cuarenta hombres y
fuimos a la isla, y rompimos la tierra en muchos lugares buscando los huesos,
pero no encontramos nada.
El
miércoles 23 de diciembre, como a las 12 en punto, cuando estaba en mi cama,
escuché una voz pero no vi nada, y la voz me dijo: "Venid".
Al
oír esto, me levanté de la cama, me puse el abrigo y fui a la puerta, pero no
vi al fantasma. Y entonces dije: "en el nombre de Dios, ¿qué quieres
ahora?"
Respondió:
"Ve por esos huesos"
A
lo que contesté: "¿Cómo conseguiré esos huesos?"
Y
él respondió de nuevo: "Al lado de un arbusto seco y sólo quedan siete u
ocho"
Entonces
le pregunté: "¿Hubo más culpables de esa acción aparte de ti?"
Él
respondió: "No"
Y
le pregunté de nuevo: "¿Cuál es la razón por la que me molestas?"
Respondió:
"Porque eres el más joven"
Entonces
le dije: "Apártate de mí y dame una señal para que pueda conocer el lugar donde
se encuentran los huesos y dame tiempo"
Al día siguiente, siendo jueves, fui
solo a la isla para ver si podía encontrar alguna señal, e inmediatamente vi
tanto el arbusto que me había indicado, que por cierto era un arbusto pequeño
en donde el palo más grande tenía el grosor de un bastón y estaba marchito
aproximadamente a la mitad; y también vi la señal que estaba situada como a un
pie de la zarza.
La señal era una cruz exacta, cada
una de las dos líneas medía aproximadamente un pie y medio de largo y cerca de
tres pulgadas de ancho, y más de una pulgada más profunda que el resto del
suelo, como si hubiera sido aplastado, porque el suelo no estaba cortado.
Al día siguiente fui y le dije a mi
hermano de la voz que me había hablado, y que había ido y había visto el
arbusto al que me había dirigido y el letrero mencionado anteriormente.
Y al día siguiente mi hermano y yo
fuimos junto con siete u ocho hombres con nosotros a la isla. Y sobre el
amanecer todos vimos el arbusto y la señal en él, y al romper el suelo justo en
el arbusto, encontramos los huesos, es decir, los dientes de chaft (dientes de
la mandíbula, molares), uno de los huesos del muslo, uno de los omóplatos y un
hueso pequeño que supusimos que era una clavícula, y otros dos huesos pequeños
que pensamos que eran huesos de un brazo.
Cuando desenterramos estos huesos,
se reunieron unos cuarenta hombres que también los vieron, y el ministro y
Rychalzie llegaron al lugar y los vieron también. »
Para abreviar la historia, los
huesos fueron reunidos y debidamente enterrados, y William Soutar relata que
hubo casi un centenar de personas en el entierro. Y el obispo agrega su comentario
al final de esta narración diciendo que lo había escrito como lo declaró
William Soutar en presencia de Robert Graham, hermano del laird de Balgowan, y
"de mis dos hijos, James y John Rattray en Craighall".
Aparentemente, la historia es que el
hombre fue asesinado por su dinero y que era un conductor de las Highlands en
su viaje de regreso desde el sur. El hombre llegó tarde por la noche al Mains y
pasó la noche ahí, pero salió temprano a la mañana siguiente acompañado de
David Soutar con su perro, quien se ofreció a mostrarle el camino, pero posteriormente
que con la ayuda del perro asesinó al hombre y se llevó su dinero en el lugar
mencionado.
Y como lo pueden constatar, algunas
de estas historias de perros fantasmas son muy sugerentes de la antigua teoría
de la metempsicosis, y en algunas de ellas se menciona que el animal al mirar
hacia arriba posee los rasgos de un rostro humano.
Caballos
fantasmas
Ahora bien, uno o dos de los
registros del capitán Humphries hacen referencia a un tipo de visitante
espectral menos común, el caballo fantasma.
Una de estas historias proviene de
la India.
« “Una señora”, dice el escritor, “muy conocida por mí estuvo
presente en esta ocasión junto con su hermana”. Ellas dos junto con su tío, un
alto funcionario del gobierno y su esposa, viajaban de servicio en la India con
varios sirvientes.
Durante varias noches tuvieron que
dormir en tiendas de campaña, y al detenerse una noche cerca de un templo en
ruinas con varias capillas adyacentes, se decidió hacer de estos el lugar para
dormir en esa ocasión, y los sirvientes se retiraron a cierta distancia bajo
una lona.
Los nativos se opusieron
enérgicamente a elegir ese lugar, ya que ellos consideraban que los recintos
del templo estaban encantados, pero sus advertencias fueron ignoradas por los
occidentales.
Cuando empezó a caer la noche, tres
perros que estaban con el grupo huyeron a un cerro cercano y se negaron a
regresar y allá pasaron la noche. Poco después de que se apagaran las luces,
una de las sobrinas sintió una extraña sensación sofocante, como si una red le
cubriera la cara, y la hermana también sintió lo mismo. Entonces el ruido de
los cascos de un caballo se oyó claramente alrededor de la parte central.
El general se levantó pensando que
debía de haber entrado un caballo y prendiendo un fuego salió para sacarlo,
pero no se veía nada. Su esposa también lo escuchó, y una de las muchachas se
ofreció a salir a ayudar a su tío. Esto se repitió varias veces.
Todos estaba ahora tan despiertos
que parecía imposible seguir durmiendo, y se decidió sentarse hasta el amanecer
en una de las pequeñas capillas. Por la mañana se podían ver claramente las
huellas de los cascos alrededor de la tumba.
Al interrogar a los nativos, ellos no
expresaron sorpresa y sabían lo que había sucedido. Su historia fue que cada
noche se veía un caballo negro entrar al templo. La tumba estaba sobre los
restos de un conocido nativo local que fue enterrado allí mucho después de que
el lugar se convirtiera en ruinas.
Ese hombre estaba muy apegado al
animal y había ordenado que inmediatamente después de su propia muerte, el
caballo fuera sacrificado y enterrado en una colina cercana a la vista de su
propio lugar de descanso. »
Otro registro de caballos hace
referencia a una yegua castaña que murió después de una enfermedad prolongada,
dejando un potro de unos cinco meses. El hecho tuvo lugar en la propia casa del
autor, y por lo tanto tiene todo el derecho a ser considerado seriamente por
motivos de autenticidad.
« Un viejo criado de la familia que visitaba a intervalos
prolongados los escenarios de su antiguo lugar de trabajo y que no había oído
hablar de la muerte de la yegua, le dijo al escritor un día cuando estaba rondando
por los establos:
- "¿La yegua aún sigue
viva?"
Cuando
le dijeron que estaba muerta y enterrada, él expresó una profunda sorpresa y comentó:
- "Vaya, la vi no
hace diez minutos entrar en su viejo palco hacia su potrillo y oí relinchar a
este último".
Estas apariciones habían sucedido antes
y después, ya que a menudo se escuchaba al potrillo dar el sonido de bienvenida
cuando aparentemente estaba solo, y se encontraba sujeto a intensos ataques de
depresión y solíamos comentar cómo nunca parecía olvidar a su madre. »
Animales
fantasmas que anuncian muertes de personas
Es curioso la frecuencia con la que
las apariciones de animales se asocian con la muerte de seres humanos. Por
ejemplo, una señora que conozco me contó que a la muerte de su abuelo apareció
un perro negro en la casa, y al tratar de acariciarlo, le mordió al niño y luego
desapareció. Y a pesar de todos los intentos por descubrirlo, y el hecho de que
todas las puertas estuvieran cerradas, no pudo encontrarse ningún rastro de él
después.
Y la aparición del perro se
sincronizó con el momento de la muerte del abuelo, quien, se puede agregar,
había vivido una vida salvaje e imprudente y gozaba de una reputación muy
malvada.
Y varios relatos parecidos se narran
en un libro titulado “Más extraño que la
ficción”, y uno de ellos es el siguiente:
« Hace unos años, cierta señora Hudson se fue a vivir cerca de
la pequeña ciudad de Gales del Sur. Un día poco después de su llegada, ella y
una amiga salieron a caminar por la carretera principal que se encontraba cerca
del pueblo y en su camino tuvieron que pasar por una cantera a la que se
llegaba por una puerta y un camino que salía de la carretera.
Justo después de que las dos damas
hubieran pasado esa puerta, la Sra. Hudson escuchó un fuerte jadeo detrás de
ella, por lo que se detuvo y mirando hacia atrás vio a un gran perro negro que
salía corriendo de la cantera por el camino hacia la puerta.
Entonces
ella le preguntó a su compañera: "Me pregunto de quién es ese perro y por
qué se encuentra en la cantera".
- "¿Que
perro?" preguntó su amiga mirando en la misma dirección, "yo no veo
ningún perro".
- "Pero hay un
perro", dijo la Sra. Hudson,"¿no lo ves parado ahí en frente de
nosotras mirándonos?"
Sin
embargo la amiga no podía ver nada, por lo que la Sra. Hudson con cierta
impaciencia siguió caminando convencida de que el perro estaba allí, y
sorprendiéndose de que su amiga no lo viera ni oyera sus jadeos.
Poco
después de esto, al encontrarse con su cuñado que era un antiguo residente del
vecindario, ella le preguntó quién era el dueño de un perro negro
particularmente grande, describiendo dónde lo había visto. Y el cuñado después
de escucharla con una expresión bastante extraña, respondió:
- "¡Así que has
visto a ese perro! Entonces según la tradición usted o su amiga morirán antes
de que pasen los seis meses. Ese perro que viste es un perro fantasma que se
les ha aparecido a varias otras personas antes, y siempre presagia la
muerte."
La Sra. Hudson no prestó mucha
atención a lo que ella consideró una explicación muy supersticiosa de un hecho
trivial, sintiéndose perfectamente segura de que lo que había visto era un
animal real. Pero con un sentimiento de horror recordó posteriormente esa
explicación cuando seis meses después de la fecha de esa caminata, su amiga
murió inesperadamente.
Y el punto curioso de esta historia
es que el perro fantasma solo fue visible para una de las dos mujeres, y no
para quien estaba destinada esa advertencia. »
Y también son muy curiosas las
historias narradas en relación con los perros fantasmas y los zorros fantasmas.
La tradición de Doneraile Park y la aparición del viejo Lord Doneraile con su
jauría de perros en pleno grito ya ha sido contada en esta revista.
Pero otro registro de carácter
similar también aparece en el libro de Miss Lewes mencionado anteriormente y se
relaciona con la experiencia de una dama galesa que se llama Miss Johnson y que
se encontraba durante el invierno de 1874 con algunos parientes en una casa en
el oeste de Inglaterra.
« Un domingo por la tarde, alrededor de las seis, cuando la
señorita Johnson y la familia estaban sentados en silencio en el salón, de
repente se escuchó un gran ruido, exactamente como perros en pleno llanto.
Parecía como si la manada pasara por las ventanas del salón, doblara la esquina
de la casa y entrara al patio de atrás.
Las perreras de la caza local
estaban a sólo cuatro millas de distancia, y en los días de caza los perros a
menudo se encontraban o corrían en dirección hacia la casa. Pero ser perturbada
por el grito de los perros un domingo por la noche era algo tan inaudito que la
señorita Johnson y sus amigos se encontraban petrificados de asombro.
Casi de inmediato el mayordomo llegó
corriendo a la habitación y exclamó: “¡Los perros deben haberse soltado! Los
escucho a todos en el patio trasero".
- "¿Pero cómo
pudieron entrar?" preguntó alguien, "las puertas no se pueden abrir a
esta hora del domingo".
El mayordomo se marchó bastante
desconcertado y bastante asustado, y la señorita Johnson entró en el pasillo
donde encontró a su perro collie —usualmente un animal muy tranquilo y gentil— pero
esta vez ladrando y corriendo en un estado de intenso frenesí.
Por lo que abrió la puerta principal
y el collie salió corriendo, ladrando y gruñendo salvajemente; dio un gran
salto en el aire como si se abalanzara sobre alguien o algo, luego de repente
se hundió encogido en el suelo y se arrastró gimiendo hacia el lado de su ama.
Una búsqueda exhaustiva no reveló
ninguna señal de sabuesos o de perros callejeros en el lugar, y la señorita
Johnson y sus parientes se fueron a la cama esa noche sintiéndose muy
desconcertados por el extraño incidente. Pero al día siguiente llegó la noticia
de que un pariente cercano de la señorita Johnson había muerto repentinamente
la noche anterior a las seis. »
Estas apariciones generalmente
parecen estar asociadas con muertes de la familia y existe una tradición
similar con respecto a una de las familias más antiguas de Irlanda, los
Gormanston. Se dice que cuando muere el jefe de esta casa, desde unos días
antes los zorros abandonan todas las coberteras vecinas y se recogen en la
puerta del castillo.
« Este extraño fenómeno (dice el capitán Humphries) ocurrió
cuando el duodécimo vizconde Garmanston murió en 1860, y nuevamente en 1876
cuando el decimotercer vizconde falleció también. El decimocuarto poseedor del
título murió en 1907 y luego se hizo una investigación para probar la verdad o
no de esta extraña leyenda. Lady Gormanston afirma que no se mantuvo ningún
registro hasta que murió Jenico, el duodécimo vizconde.
Ella señaló en un artículo publicado
en ese momento que durante su enfermedad y en su muerte se prestó especial
atención a que los zorros entraban por la casa ladrando y haciendo muchos
"ruidos extraños y espeluznantes". Y los visitantes de la capilla
también dan testimonio de estos hechos.
Cuando murió el decimocuarto de su
línea, el hijo comentó en otra carta que se publicó en el mismo periódico (The
New Irish Review) que cuando en la capilla observando los restos de su padre
antes del entierro, escuchó ruidos afuera como de un perro olfateando la
puerta. Y al abrir la puerta había un zorro adulto cerca de los escalones y
varios más alrededor de la iglesia. Y el cochero confirma la presencia de los
zorros y también otro criado familiar.
La hija del decimotercer sucesor
escribió diciendo que, tras la enfermedad de su padre, los zorros se sentaban
en parejas debajo de las ventanas del dormitorio aullando y ladrando toda la
noche, y si se alejaban, luego regresaban. De hecho el escudo de la familia es
un zorro corriendo. »
Estos relatos muy curiosos sugiere
que hay más en esta historia que una simple superstición, y confirma la
creencia que subyace en toda la filosofía del ocultismo, que la naturaleza, en
cualquier forma, ya sea en la vigilia o en el sueño, en la vida o en la muerte,
se repite, ilustra e interpreta en forma simbólica a lo largo de la
interminable gama de sus variados fenómenos.
(Occult Review, mayo
de 1911, p.241-250)
OBSERVACIÓN
Muchos de estos
fenómenos se explican por el hecho de que los animales, al igual que los
humanos cuando están desencarnados, en algunas circunstancias logran
materializar su cuerpo astral, y este cuerpo sutil se vuelve visible para las
personas que están en el mundo físico.
Tenia una Perrita, Carola tenia 12 años, me fui de viaje de 2 años Cuando volvi, me dijeron que ella Habia muerto en un accidente, estube un poco melancolico en mi Habitacion una Tarde estube por la escaleras, les juro que escuche unos aullidos pero no Habia perros en la casa, no se si le era mi Perrita pero lo escuche en las escaleras donde estaba yo en ese momento,
ResponderBorrarGracias por el post n.n