EL VERDADERO TRABAJO OCULTISTA TEOSÓFICO


Alfredo Puig Figueroa fue un miembro importante de la Sociedad Teosófica de Cuba durante la segunda mitad del siglo XX, y sobre el tema del “trabajo oculto” que se practica en la Sociedad Teosófica, él escribió la siguiente reflexión:
 
« A través de los años, en algunas ocasiones, se ha escuchado a un miembro nuevo, después de su ingreso, expresar sorpresa al constatar que no se hacía “trabajo oculto” en las Logias Teosóficas, como él o ella lo esperaba.
 
Frases tales como “hacer un trabajo oculto”, “recibir enseñanzas secretas”, “obtener la clarividencia”, “desarrollar la kundalini”, “despertar los chakras”, etc., representan el reflejo de un anhelo vago e indefinido por encontrar algo misterioso, algo completamente diferente al ritmo de nuestras vidas rutinarias y aburridas.
 
Muchas veces se conciben con la imaginación cuadros mentales donde se espera participar en ceremoniales especiales, con personajes revestidos con largas túnicas y sentados en círculo, reunidos en alguna camara secreta y efectuando actos de magia donde vamos a ser “iniciados”.
 
Pero estas concepciones significan un enfoque erróneo por parte de las personas, las cuales están persiguiendo la búsqueda de “cosas especiales” que las emocionen y cautiven.
 
Sin embargo, la mayoría de nosotros algunas veces puede no darse cuenta de la maravillosa magia colectiva que es posible hacer aquí y ahora, en nuestra propia Logia Teosófica, en favor de toda la Humanidad, si es que verdaderamente queremos hacerlo.
 
Algo que tenemos que tener presente siempre es que venimos a la Sociedad Teosófica para dar y no para recibir, a diferencia de la actitud común que predomina en el mundo externo. Sabemos que esa es ley de la vida, que dando es como verdaderamente se recibe.
 
Algunos piensan que tienen poco conque contribuir, se sienten débiles y hasta desamparados. Pero si consideramos que cada uno de nosotros es un teósofo sincero que, a pesar de sus limitaciones y debilidades personales, está tratando de superar sus deficiencias y que tiene el propósito firme y sincero de convertirse en un servidor de aquellos Santos Seres que nos han traído a Su Sociedad, entonces nuestro enfoque es diferente y más real
 
Recordemos que un grupo de nosotros (a partir de siete miembros) constituye una Logia Teosófica, la cual tiene sus reuniones generalmente una vez a la semana y cuando miramos el uso horario que rige al mundo, sabemos que cuando en un país es de noche en otro es de día.
 
Como los teósofos trabajamos en grupos, en las respectivas Logias Teosóficas, mantenemos el flujo de una corriente constante de pensamientos, constituidos de vibraciones elevadas de ideales espirituales y de propósitos fraternales, lo cual tiende a mejorar la atmósfera mental del mundo y a elevar a aquellos que son capaces de responder a esta influencia especial.
 
¿Acaso no puede considerarse una oportunidad y un privilegio el que se nos brinda de contribuir con nuestro “arroyuelo” de pensamientos de buena voluntad a esa poderosa corriente que colectivamente proyectamos sobre el mundo para fortalecer todo propósito noble, todo ideal elevado, toda obra justa?
 
Por lo tanto tratemos de utilizar nuestro poder de visualización e imaginemos el lugar donde se encuentra cada teósofo en el mundo; viviendo una vida de servicio, esforzándose por no hacer daño a nadie, no infligiendo crueldad, socorriendo al desvalido, confortando al atribulado; lleno de amor en pensamiento, emoción, palabra y obra por propia convicción, y no por simple obediencia.
 
Los teósofos debemos ser personas que nos entreguemos en alma y corazón, con todas nuestras energías disponibles, a una vida dedicada enteramente a los Maestros de Sabiduría y Compasión, como un sacrificio gozoso y un servicio desinteresado.
 
Y aunque tengamos diferencias de puntos de vista sobre asuntos determinados, aunque nuestro nivel de desarrollo no sea igual, sin embargo, aquí y ahora, en el trabajo de la Sociedad Teosófica, estamos estrechamente unidos en un poderoso ideal común que es el de la Fraternidad Universal de toda la Humanidad.
 
La influencia que puede irradiarse de un grupo colectivo constituido de este modo, cuando cada uno de los corazones de sus integrantes está impregnado de un ideal de amor, de unidad, de paz y de servicio, se vuelve una fuerza tremenda que el mundo necesita precisamente ahora más que nunca.
 
Con nuestro egoísmo, odio y crueldad fortalecemos los elementales del mal, que se utilizan como fuerzas dañinas. Pero con nuestro amor, desinterés y servicio fortalecemos los elementales del bien, que se utilizan como fuerzas constructivas para auxiliar a los humanos y las naciones en el cumplimiento de sus destinos y así contribuimos a “elevar un poco del pesado Karma que agobia al mundo”.
 
Nosotros, como teósofos, en nuestro trabajo colectivo en una Logia Teosófica, creamos en los mundos internos una Entidad de enorme poder, a la que llamamos el Deva de la Logia, quien irradia su fuerza bienhechora sobre todo el mundo. Y si imaginamos lo que significaría unir a todos los Devas individuales de las Logias Teosóficas del mundo, como para formar el Deva internacional de la Sociedad Teosófica.
 
Entonces no es difícil comprender que a pesar de lo pequeño que somos cuantitativamente, un puñado de miles de hombres y mujeres en un mundo compuesto aproximadamente por siete mil millones de habitantes, sin embargo, cualitativamente somos una fuerza enorme para el bien, para la justicia y para la fraternidad.
 
Y para eso se requiere, en lo individual de una comprensión plena del poder creativo de que disponemos, y en lo colectivo de un estrechamiento de los lazos de amistad y de unidad que nos unen en el trabajo común de cada Logia Teosófica.
 
Es menester recordar constantemente el ideal común que todos compartimos, vivir cada día con mayor fidelidad, ajustados a este ideal para que se refleje cada vez con mayor fuerza aún en las tareas más humildes y sencillas de nuestras vidas diarias, no importa cuan monótonas parezcan ser.
 
Los miembros de la Sociedad Teosófica tenemos un rasgo característico que nos distingue y es que disponemos de una visión amplia sobre la importancia que representa el primer objetivo de nuestra organización, y que es: “Formar un núcleo de la Fraternidad Universal de la Humanidad, sin distinción de raza, creencia, sexo, casta o color”.
 
Es cierto que algunos de nosotros ya hemos tenido un vislumbre de esta Verdad, aun antes de llegar a la Sociedad Teosófica, y es posible que incluso la hayamos tenido desde vidas anteriores, lo cual se manifiesta como la corazonada de percibir una verdad que nos es familiar y ya conocida como tal.
 
Pero esta visión de comprender el objetivo de trabajar por la Fraternidad tiene que convertirse en un acicate en nuestras vidas diarias, así como en una entrega personal cada vez mayor. En este proceso, si queremos verificar si vamos por el camino correcto, sin desviarnos de la meta que nos hemos trazado, un elemento de la mayor importancia es conocer nuestra motivación. La motivación siempre es muy importante, y en nuestro caso la motivación debe ser siempre la de dar y no la de recibir.
 
Mientras más nos vamos elevando o adentrando, paso a paso, hacia las grandes verdades espirituales, debemos distinguirnos cada vez más por el hecho de que nos vamos entregando al servicio cada día en mayor y mayor medida, sentir de forma pujante la necesidad de entregarnos completa y desinteresadamente al servicio de los Maestros de Sabiduría y Compasión.
 
De este modo, vemos que una característica que se acentúa día a día en nuestras vidas es la de olvidarnos de nosotros mismos y de todo lo que nos concierne en lo personal: ambiciones, deseos, descanso, etc. En cambio se comienza a destacar de modo prominente el sentimiento del deleite que viene a nuestra existencia por nuestra entrega total al servicio, nuestra decisión de colaborar con el Plan Divino.
 
Por lo tanto, aún en los niveles inferiores cualquier motivación que contenga algún elemento personal frenará nuestro desarrollo, mientras que toda motivación que comprenda pureza de intención, altruismo total, dedicación abnegada, nos auxiliará en nuestro desenvolvimiento, y por ello son de una importancia esencial.
 
Recordemos que el Maestro Hilarión nos señala en una nota, en el libro La Luz en el Sendero de Mabel Collins, lo siguiente:
 
“El artista puro que trabaja por amor a su obra, está algunas veces más firmemente colocado en el verdadero camino que el ocultista que se imagina haber apartado de sí el interés propio, pero que en realidad sólo ha ensanchado los límites de la experiencia y del deseo, y ha transferido su interés a cosas relacionadas con su mayor expansión de vida.”
 
 
Todos conocemos que se puede llegar al camino que conduce hacia la meta por medio de dos senderos: a uno se le llama el sendero directo y al otro se le llama el sendero indirecto.
 
El sendero indirecto es el que recorre el hombre que todavía no es perfecto y que tiene sus debilidades y fallos, pero que sin embargo también puede ser utilizado en cierta medida para el trabajo de los Maestros y que llega a la perfección por medio del trabajo que se hace.
 
El sendero directo es el que muchos han escogido, es el Sendero del Discipulado, pero no para llegar al mismo por medio de la contemplación todo el tiempo de un ideal de perfección y de concentrarse solamente en eso, sino más bien poniendo la atención en el hecho de que somos parte de la Humanidad y que ella está necesitada de toda clase de ayuda, y que por modesta que sea nos anima una gran compasión para aliviar el sufrimiento de todas las criaturas.
 
Por ello, a pesar de nuestras debilidades, nos entregamos con amor al trabajo de instruir a los demás con la miel de la Sabiduría Divina, para brindarles comprensión y consuelo, y para hacer que las tinieblas en el mundo sean menos densas y que la luz divina brille con mayor fulgor “...la Luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene al mundo”. (San Juan, 1:9)
 
Y ese es el camino de la Sociedad Teosófica y el camino del ocultismo verdadero. Si podemos definir el ocultismo verdadero con palabras, esas son: servicio, sacrificio y renunciación, porque el verdadero ocultista es aquel que siempre está trabajando y que tiene ocupado todo su tiempo, que busca todo tipo de enfoque, toda clase de virtudes que puede cultivar, pero siempre con el objetivo de estar cada vez más capacitado para realizar un servicio más amplio y mejor.
 
Ese tipo de trabajo útil y desinteresado que hemos descrito, es la nota clave de la Sociedad Teosófica. Mientras que usemos esas palabras claves: servicio, sacrificio y renunciación, podemos afirmar que la Sociedad Teosófica es como un taller, como una escuela o como un laboratorio, en el cual se nos capacita para que podamos ser más eficientes en todo tipo de trabajo.
 
 
Si la palabra “servicio” es una nota clave, debemos añadir que el servicio no se puede efectuar aislada o personalmente, sino preferentemente en grupo, en equipo, y siempre bajo la inspiración de los Maestros de Sabiduría y Compasión, Quienes son los grandes ejemplos de ofrecer un servicio coordinado en favor del mundo.
 
De manera que una tarea difícil que tenemos que aprender es la de trabajar colectivamente y bajo la inspiración del Maestro, para lo cual la búsqueda de nuestro Bendito Maestro se convierte en un elemento esencial de nuestro crecimiento oculto, porque verdaderamente sólo encontramos al Maestro por medio del servicio que realizamos en su nombre.
 
Y la forma más rápida de ponernos en comunión con el Maestro es tratando de hallar los medios para hacernos más perfectos y más dedicados en el trabajo que debemos desenvolver, para poder cooperar con la parte del Plan Divino que corresponde a cada uno de Ellos.
 
Cuando efectuamos un trabajo noble y desinteresado, en favor de un gran ideal de servicio, es como si encendiéramos una luz en medio de la oscuridad y el Maestro la distingue en las tinieblas del mundo; y siempre que hagamos un trabajo como una ofrenda en su nombre, él la acepta y la aprecia; él puede ayudarnos más ofreciéndonos una visión más amplia del trabajo que tenemos que hacer y una mayor simpatía a medida que lo hacemos.
 
Algunas veces la respuesta del Maestro a nuestro trabajo es inesperada, como por ejemplo cuando hemos completado un buen trabajo, y se nos ofrece como premio una tarea aún mayor a realizar, lo cual constituye una lisonja de su parte.
 
El Maestro puede también responder a nuestro trabajo haciéndonos más fuertes para enfrentar nuestro Karma personal. Aunque muchos han luchado denodadamente durante años, a veces les puede parecer que han logrado poco desde el punto de vista oculto.
 
Sin embargo, si han sido capaces de mantenerse firmes en sus puestos de trabajo en las Logias Teosóficas, tal vez llegarán a darse cuenta de que esa firmeza, esa sensibilidad, ese sentimiento de fidelidad, todos esos elementos en conjunto constituyen los resultados de la respuesta del Maestro al trabajo que se ha llevado a cabo en su nombre.
 
Y otra de las formas en que el Maestro responde a los esfuerzos que se hacen es cuando se nos brinda una visión más amplia de las posibilidades que existen dentro del propio trabajo. Él facilita poder disponer de una imaginación más amplia, de una intuición que indique el camino correcto.
 
Así que cuando se conciben nuevas líneas de trabajo teosófico, cuando uno se siente inflamado de iniciativas en la Logia Teosófica, es que el Maestro ha ampliado nuestros horizontes mentales para que su trabajo se haga de una manera más eficiente y satisfactoria.
 
Por eso es que vemos fácilmente esas nuevas oportunidades, porque realmente con esa visión llega una ofrenda cada vez mayor de trabajo que viene del Maestro, esa es su respuesta.
 
 
Finalmente, hay que estar siempre vigilantes para no procurar ningún tipo sutil de recompensa. Si pudiéramos afirmar que existe solamente un pecado para el teósofo, diríamos que ese pecado es el de buscar alguna recompensa, algún reconocimiento al trabajo que se realiza.
 
No debemos sentirnos desanimados ni descorazonados cuando nadie reconoce ni toma en cuenta la labor desinteresada que se está realizando, porque nada pasa inadvertido para el Maestro y lo que resulta importante es que él sabe lo que cada uno hace.
 
Si estudiamos cuidadosamente lo qué es un Maestro de Sabiduría, cuál es su trabajo, como es inclusive su vida, tendremos la certeza de que el Maestro está detrás de todo trabajo que llevamos a cabo en su Nombre.
 
Por eso es indispensable acostumbrarse a que el corazón se deleite en la realización de todo trabajo impersonal, sin preocupaciones de ningún tipo de cuáles serán los resultados, sólo entonces se desvanecerá la ansiedad de considerar necesaria una recompensa o de estar a la procura de un reconocimiento.
 
Observemos si es que con el servicio que se presta, por humilde que sea, se ha podido aliviar algo el sufrimiento del mundo, se ha sido capaz de ayudar por acá y por allá, se han hecho más felices a un anciano o a un niño, se ha llevado consuelo a un enfermo, se ha dado un consejo amoroso al que sufre. Toda esta labor de la que se está rodeado debe servir para estar llenos de inspiración, porque estos son los lineamientos generales de todos los verdaderos ocultistas.
 
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Con frecuencia se ha señalado que la Sociedad Teosófica, en general, y cada Logia Teosófica, en particular, constituyen un canal para el uso de los Maestros de Sabiduría y Compasión, son un vehículo de la Jerarquía Oculta, de la Gran Fraternidad Blanca.
 
¿Acaso no ha llegado ahora el momento de que comprendamos qué es lo que realmente significa esta afirmación?
 
Porque...
 
¡Ese es el verdadero trabajo ocultista teosófico!
 
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2 comentarios:

  1. Cid, pero entonces ¿Somos o no ocultistas los teósofos? Pregunto esto porque alguna vez, en la logia en la que estoy, una persona dijo que en definitiva nadie de nosotros lo es. De ahí mi duda. Y es que hay tanta ambigüedad en las respuestas que casi siempre se dan por parte de los miembros de la ST, que uno a veces se confunde.

    Gracias de antemano.

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    1. Depende lo que entiendes por ocultismo. Se puede decir que los teósofos son ocultistas porque estudian la enseñanza esotérica que durante mucho tiempo estuvo oculta, pero no son ocultistas ya que no buscan practicar las disciplinas que usualmente se asocian con el ocultismo (magia, alquimia, etc.).

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