Es
raro que un Maestro se aparezca con su doble astral a alguien que no sea un
discípulo avanzado u otro Adepto. Y es más raro aún que se presente en persona
con su cuerpo físico. Por lo tanto relato el testimonio de tres miembros de la
Sociedad Teosófica que tuvieron la oportunidad de ser visitados personalmente
por el Mahatma Kuthumi (K.H.) a las afueras de la ciudad de Lahore (actualmente
en Pakistán).
TESTIMONIO DE OLCOTT
El
coronel Olcott era en ese entonces el presidente de
la Sociedad Teosófica, y en marzo de 1883 entamó una larga serie de giras en
India para difundir la enseñanza teosófica y curar a muchos enfermos. (Ya que era un
gran sanador mesmérico, cuya capacidad se incrementó enormemente cuando en su
viaje del 15 de julio de 1882, recibió un mechón de cabello del Maha Sahib, o sea el
Maestro Serapis). Recorrió miles de millas por ferrocarril, barco de vapor, lanchas, en palanquín, a caballo y sobre elefantes, viajando a veces de noche y otras de día.
En su diario cuenta que:
«
La noche del 19 de noviembre de 1883, me encontraba durmiendo en mi tienda de
campaña, cuando, al sentir una mano sobre mi cuerpo, volví precipitadamente de
regreso a la consciencia externa. Estando situado el campamento en una planicie
abierta y fuera del alcance de la protección de la policía de Lahore, mi primer
instinto original fue de protegerme a mí mismo de un posible asesino fanático
religioso [recuerden a Gandhi], así que agarré los brazos del intruso y le
pregunté en indostaní: ¿quién era y qué quería? Todo ocurrió en un instante,
mientras mantenía con fuerza al hombre sintiéndome en peligro de ser atacado en
cualquier momento y tener que defender mi vida. Pero al siguiente momento una
voz dulce y amable dijo:
-
“¿Qué no me conoces? ¿No me recuerdas?”
Era
la voz del Maestro Kuthumi. Al instante me sentí avergonzado y solté sus brazos.
Junté las palmas de mis manos en saludo reverente [Namaste] y quería saltar
fuera de la cama para mostrarle mi respeto, pero su mano y su voz me detuvieron. Después de intercambiar unas cuantas palabras, él puso mi mano izquierda en
la suya, juntando los dedos de su mano derecha en la palma de su mano
izquierda, y permaneciendo en silencio junto a mi catre, desde donde yo podía ver
su rostro divinamente benigno, por la luz de la lámpara que ardía sobre una
caja de embalaje detrás de él.
Luego
sentí una substancia suave que se formaba en mi mano y al siguiente minuto, el
Maestro puso su benévola mano sobre mi frente, pronunciando una bendición y
dejando la mitad de la tienda de campaña que yo ocupaba, para visitar a Sr.
Brown que dormía en la otra mitad, detrás de un lienzo que dividía la tienda en
dos cuartos. Cuando tuve tiempo para poner atención en mí mismo, me encontré
sosteniendo en mi mano izquierda un papel doblado envuelto en un paño de seda.
Naturalmente mi primer impulso fue ir a la lámpara, abrirlo y leerlo. »
(Viejas
hojas del Diario, Tomo III, p43)
Presento
el texto de esa carta, cuyo original se encuentra en los Archivos de Adyar.
«
Desde el comienzo de tu término probatorio en América, has tenido mucho que
hacer conmigo, aunque tu imperfecto desarrollo te haya hecho confundirme
frecuentemente con Artya, y repetidamente hayas imaginado que era el trabajo de
tu propia mente cuando en realidad era la mía que trataba de influenciar y
hablar con la tuya.
Desde
luego y de acuerdo a tus propios cánones de evidencia, hasta ahora no has sido un
testigo completamente calificado, dado que (de acuerdo a tu conocimiento) nunca
nos hemos encontrado previamente de manera física. Pero te informo que finalmente
lo eres, y uno de los objetivos que tenía en mira al hacer mi viaje desde el
Ashram hasta Lahore era el de darte esta última prueba substancial. Ahora, tú no
solamente me has visto y conversado conmigo, sino que también me has tocado, y mi mano ha
apretado la tuya y al K. de hecho también.
Tu
acción escéptica, llegando frecuentemente al conservatismo extremo (quizás el
único rasgo que nadie, sin prestar atención, habría sospechado de ti) ha impedido
seria y constantemente tu desenvolvimiento interior. Esta te ha hecho desconfiado –
a veces cruelmente también – de Upâsikâ [Blavatsky], de Borg, de Djwal Khul,
incluso de Damodar y D. Nath, a los cuales amas como hijos. Este encuentro de
nosotros debe cambiar radicalmente ese estado de tu mente. Si no lo hiciese así,
tanto peor para tu futuro: la verdad nunca viene como un bandido, a través de
ventanas con rejas y puertas con láminas de hierro.
Vengo
a ti no solamente de manera espontánea y por mi propio deseo, sino también por
órdenes del Mahâ Chohan, para cuya percepción interior, el futuro yace como un
libro abierto. En Nueva York pediste de M. una prueba objetiva de que la visita
que te hacía no era una mâyâ [una ilusión] y él te la dio [ver apariciones del Mahatma Morya]
sin que me la pidas, te doy la presente prueba y aunque salga de tu vista, esta
nota será para ti el recordatorio de nuestras entrevistas.
Ahora
voy con el joven Sr. Brown para probar su intuición. Mañana en la noche cuando
el campamento esté tranquilo y lo peor de las emanaciones de tu audiencia se
haya ido, te visitaré de nuevo, para una conversación más larga, ya que debes
de ser prevenido en contra de ciertas cosas en el futuro.
No
temas ni dudes, como temiste y dudaste en la cena, la última noche: el primer
mes del año próximo de tu era, habrá apenas asomado cuando dos más de los
“enemigos” habrán muerto. Permanece siempre vigilante, fervoroso y juicioso, ya
que recuerda que la utilidad de la Sociedad Teosófica depende en gran medida de
tus esfuerzos y que nuestras bendiciones siguen a sus sufrientes Fundadores
y a todos los que ayudan en su trabajo.
K.H. »
Olcott
relata que la noche siguiente él, Brown y Damodar estaban discretamente esperando
en la tienda de campaña, cuando a las 10 p.m. se apareció un Hindú de estatura
alta (era Djwal Khul, el principal discípulo de K.H.) informándoles que el
Maestro se presentaría pronto. Cuando apareció el Maestro, lo saludaron respetuosamente a
la manera hindú (Namaste). Tuvo una conversación por separado con él, con
Damodar, y se retiró.
TESTIMONIO DE WILLIAM TOURNAY BROWN
Fue
un esmerado buscador, entró a la Logia de Londres, pero quería involucrarse más
y decidió embarcarse el 25 de agosto de 1883 para la India para ayudar a sus Fundadores. Allí fue calurosamente recibido por Blavatsky y Olcott
quien le explicó en una carta las oportunidades y peligros de su decisión. Por el 10 de octubre se unió a la comitiva que acompañaba al coronel Olcott en la gira por la India que estaba efectuando. Su
experiencia la narró en un panfleto intitulado Mi Vida [My Life] del cual
presento un extracto:
«
El día 19 de noviembre de 1883, en Lahore vi a un hombre que me dio la impresión de ser el Maestro Kuthumi, y en la madrugada del día 20 me desperté por la presencia de alguien en mi tienda
de campaña. Una voz me habló y cuando abrí los ojos, encontré una carta en un pañuelo de seda dentro
de mi mano. Estoy consciente de que la carta y el pañuelo no fueron colocados
en mi mano como se hace de la manera habitual, sino que crecieron “a partir de la nada”. Sentí una corriente de
magnetismo y de repente se materializaron.
Como me doy cuenta que mi visitante ya se había ido, me levanto para leer la carta y
examinar el pañuelo. El pañuelo es blanco de la más
fina seda, con las iníciales “K.H.” marcadas en azul. La carta también está en
azul con letras bien delineadas a mano. Su contenido es el siguiente:
“Lo
que Damodar te dijo en Pune [ciudad al este de la India] es cierto. Nosotros nos
acercamos progresivamente más y más a una persona a medida que ella misma se va preparando para
lo mismo. Tú primero nos viste en visiones, luego en formas astrales, aunque
muy frecuentemente sin reconocerlas, luego en cuerpo a una corta distancia
de ti. Y ahora me ves en mi propio cuerpo físico (es decir, me hubieses visto
si hubieras volteado la cabeza) pero aun así me percibiste tan cerca de ti para permitirte dar a tus
compatriotas la seguridad de que por conocimiento personal estás tan seguro de
nuestra existencia como lo estás de la tuya propia.
Sin
embargo y sin importar lo que ocurra, recuerda que serás vigilado y recompensado en
proporción a tu fervor y trabajo por la causa de la Humanidad que se han
impuesto sobre ellos mismos los Fundadores de la Sociedad Teosófica. Dejo el
pañuelo como testimonio de esta visita. Y Damodar es lo suficiente competente
para hablarte acerca del Asociado de Rawal Pindi.
K.H.” »
Como
les mencioné es algo muy raro, así es que no es de extrañar que a la mañana
siguiente hayan ido a “cacarear” el acontecimiento y éste haya aparecido en una
nota en el siguiente número de la revista de la Sociedad Teosófica:
«
Ya no es necesaria la evidencia secundaria. El 20 de noviembre a las 10 a.m.
recibimos dos telegramas fechados en Lahore. Uno del coronel Olcott quien nos
notifica que fue visitado en persona por el Mahatma K.H. la noche precedente. Y
el otro del Sr. William T. Brown, M.S.T. de la Logia de Londres, el cual dice lo
siguiente: “¡Visitado temprano esta mañana por Mahatma K.H. quien me dejó un pañuelo de seda como memorial!” … »
(The
Theosophist, Vol. V, No. 3(51), December 1883, p6)
Posteriormente,
el joven Brown comentó otro encuentro que tuvo con el Maestro Kuthumi poco
tiempo después:
(Some
Experiences in India. London Lodge of the Theosophical Society, 1884, p15-17)
«
No puedo comprender por qué Brown haya sido tan favorecido. ¡Qué rayos habrá
hecho él tan sagrado y tan bueno! Todo
lo que sé es que esta parece ser la segunda visita que K.H. le hace
personalmente. »
(Cartas
de H.P. Blavatsky a A.P. Sinett, p105)
No
te ofusques Blavy, seguramente tenía karma bueno a su favor, resultado de vidas
pasadas. Desafortunadamente no es suficiente para avanzar en el sendero iniciático. También hay que desarrollar cierto temple, carácter, discernimiento y
mucha tenacidad. Y la prueba es que a pesar que fue plenamente advertido de las
dificultades del camino que deseaba emprender, en enero de 1884, Brown tomó apresuradamente
la resolución de presentarse a probación para volverse un discípulo, y al igual
que muchos otros postulantes, falló. Al respecto, el coronel Olcott narra:
«
Él era un “sentimentalista emocional, totalmente inepto para la vida practica
en el mundo”. Había andado “picando” aquí y allá antes de venir con nosotros, y
ha continuado haciendo esto desde entonces, de la misma manera. La última
noticia que tuvimos de él, fue que se convirtió al catolicismo [supongo que inicialmente
era protestante por su origen escocés], tomando la sotana y llevándola solamente por
unos días, para convertirse de nuevo después en laico. »
(Viejas
hojas del Diario, Tomo III, p326)
TESTIMONIO DE DÂMODAR
¿OTRO TESTIGO?
En
el mismo número de la revista The
Theosophist aparecieron dos artículos mencionando a un Brahmachari (quien es un joven monje que
estudia las escrituras sagradas para volverse un sacerdote hinduista) el cual narró
un suceso extraordinario que vivió en un reciente viaje que había hecho al Tíbet:
«…en
su viaje de regreso de peregrinación del monte Kailash se encontró a un grupo de Sadhus [ascetas que
renuncian a la sociedad para buscar la iluminación]. Ellos estaban descansando
en una pequeña tienda que habían armado para alojarse. Él se dirigió a ellos
para mendigar algo de comida, ya que no había tomado alimento durante los
últimos dos o tres días, excepto algunas hojas de árboles y pasto.
Vio
a un viejo Sadhu leyendo los Vedas y pensó que él sería su jefe. Al preguntar
el nombre de este Sadhu, algunos le dijeron que su nombre era Kuthumpa y otros
Kauthumi. Él esperó hasta que este caballero hubiese terminado de leer y
después de intercambiar los saludos acostumbrados, el Sadhu ordenó a sus chelas
[discípulos] que le dieran algo de comer al brahmachari. Un chela trajo
un trozo de boñiga que colocó frente a su gurú, el cual con un soplido lo encendió.
El
brahmachari se quedó ahí por una o dos horas y durante ese intervalo vio a una
o dos personas, que sufrían de alguna u otra enfermedad, acudir allí para solicitar sanación. El jefe les dio algo de arroz después de exhalar sobre él y habiéndolo
comido, se fueron curados. …» (p98)
El
testimonio de ese brahmachari es muy interesante, ya que se trataba de un joven
vedantico quien por cierto jamás había escuchado de la Teosofía o de los Hermanos Himâlayicos, por lo tanto es un testigo totalmente desinteresado. Pero
es más interesante la respuesta que escribió Blavatsky en una nota al final del
artículo:
« Este testimonio muestra que existen en el Tíbet hombres conocidos por el
nombre de Kuthumpa que en tibetano significa “los hombres de Khutum” [ya que la
costumbre en el Tíbet era llamar a los discípulos de acuerdo al nombre de su gurú].
Por lo tanto deben de haber sido chelas del Mahatma Kuthumi. Y conste que
nosotros no inventamos el nombre. Sin embargo, muy probablemente la persona que
vio el brahmachari era Tendub Ughien, el Lama que le sigue al Mahatma, es el jefe
y guía de los discípulos cuando el Maestro está de viaje. Él es un hombre de
edad avanzada y un gran “ratón de biblioteca”… Nota:
mientras que el Mahatma no se ve “viejo” cualquiera que sea su edad. [Me imagino que se
deberá porque ya alcanzó la quinta iniciación mayor]. » (p99)
cid... un maestro de un amigo mio "adepto o dicipulo" no se muy bien que es le dijo que me dijiera que buscara el
ResponderBorrarlibro "antigua magia luz" o "los origenes de la magia luz" o "antigua magia blanca" o algo asi xq no se acuerda el
nombre ni el autor pero se dijo que me serviria mucho y aun no lo encuentro u.u , es triste pero pensaba que era
ese libro de chopra, supongo que me ilusione -.- aunque es raro porque buscaba mucho ese lirbo con la ilusion
chopra (imagen llave titulo luz) y guala pero nunca lo abri ni lo lei de echo ahora lo borre :V si sabes cual es
te lo agradeceria xcierto muy buena la de no leerse tales libros me sacastes mas sonrizas o.O supongo que es para
reirse a carcajadas xD pero soy mas serio que cualquier cosa :v
Tal vez sea “Ayúdese con la Magia Blanca” de Al G. Manning, pero no te podría opinar al respecto porque todavía no he leído ese libro.
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