En
un inicio los Roerich eran muy anticomunistas ya que por culpa de los
bolcheviques ellos habían tenido que exiliarse de su patria Rusia, pero
posteriormente ellos cambiaron de opinión y se volvieron grandes defensores del
comunismo y admiradores de Lenin.
A
principios de 1925, los Roerich viajaron a París para ver a Leonid Krasin,
quien era el comisario de comercio exterior del pueblo soviético. Uno de los
objetivos de la visita de los Roerich era obtener concesiones para la minería y
la agricultura en la región de Altai, en el sur de Siberia, que era uno de sus
pasos para elaborar “el nuevo país budista comunista” que los Roerich querían
fundar.
Sin
embargo, Krasin no se ocupaba únicamente de cuestiones de comercio e industria,
sino que junto con el comisario del pueblo Lunacharsky también encabezó la
comisión encargada de la planificación y construcción del mausoleo que iba a
contener los restos mortales de Lenin, quien había fallecido el año anterior.
Según
Konstantin Melnikov, el arquitecto que proyectó el sarcófago de Lenin, Krasin,
fue el primero en plantear la idea general de preservar el cuerpo de Lenin de
forma permanente y mostrarlo a la posteridad.
Una
semana después del funeral de Lenin, Krasin escribió en el periódico del gobierno
soviético, Izvestiya, que la tumba de
Lenin tendría un significado para el mundo que superaría a La Meca y a
Jerusalén.
Fue
Krasin quien propuso convertir el mausoleo en una tribuna del pueblo donde los
sucesores de Lenin hablarían a las generaciones futuras. Quizás Krasin pensó
que el propio Lenin aparecería allí en una forma resucitada porque ya en 1921
Krasin estaba convencido de que los futuros avances científicos “permitirían
por medio de los elementos vitales de un hombre, reconstruir el propio hombre
físico”.
Pues
bien, los Roerich en su afán de atrae la simpatía del gobierno soviético
también contribuyeron al culto de Lenin a través de varias formas.
Como
evento, el principal fue yendo a Moscú el 13 de junio de 1926, y una vez ahí
ellos pretendieron que los Maestros de Shambala les habían encomendado homenajear
a Lenin entregando tierra santa del lugar del nacimiento de Buda para
depositarla en la tumba de Lenin.
Esa
tierra se encontraba dentro de un pequeño cofre que tenía una inscripción que
decía: "De parte de los Mahatmas para la tumba del Mahatma ruso".
Y
también los Roerich le entregaron al comisario del pueblo para asuntos
exteriores, Gueorgui Vasílievich Chicherin, una carta supuestamente escrita por
los Maestros transhimaláyicos que al final decía: “Enviamos tierra para la
tumba de nuestro hermano el Mahatma Lenin. Recibe nuestro consejo y nuestro
saludo”.
Y
también los Roerich le dieron dos pinturas a Chicherin, y una de ellas mostraba
a Lenin:
Esta
veneración de los Roerich hacia Lenin también se plasmó en su enseñanza principalmente
en su libro “Comunidad”, el cual fue
publicado por primera vez en 1927 en Urga (actual Ulan-Bator), Mongolia.
_ _ _
Esta
contribución por parte de los Roerich al culto de Lenin muestra lo ignorantes
(o indiferentes) que eran los Roerich hacia la verdadera naturaleza de Lenin
porque contrario a lo que los comunistas han tratado de persuadir, Lenin en
realidad fue un verdadero monstruo (ver link).
Pero
extrañamente la veneración de los Roerich hacia Lenin desapareció a principios
de la década de 1930.
Las
nuevas publicaciones de los libros de los Roerich fueron modificadas para
borrar las antiguas alabanzas que ellos le habían hecho a Lenin, y el cuadro de
Lenin que fue llevado a Moscú en 1926 fue posteriormente retirado de la
colección de los quince cuadros de Nicolás Roerich que se exhiben en Riga,
Letonia.
La
admiración de los Roerich hacia Lenin dejó de existir cuando ellos vieron que
los dirigentes rusos no los iban a ayudar con su proyecto de fundar un país
budista-comunista en Asia Central, lo que demuestra que esa “admiración” por
Lenin solo había sido una artimaña por parte de los Roerich para tratar de
granjearse a los dirigentes soviéticos.
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