Sobre
este asunto, Max Heindel en su libro “Principios
de salud y curación”, relató lo siguiente:
« Cuando fuimos llevados [astralmente] al
Templo de la Orden de los Rosacruces en Alemania, nos sorprendió encontrarnos
con un hombre que habíamos conocido en la Costa del Pacifico; esto es, a quien
habíamos visto unas cuantas veces allí, aunque nunca habíamos hablado con él.
En
ese tiempo parecía gozar, en la sociedad con la que estábamos vinculados, de
una posición muy por encima de la nuestra, y nunca habíamos sido presentados a
él. Sin embargo, me saludó calurosamente y parecía como si estuviera muy al
tanto de mi vinculación con esa sociedad, acerca de nuestro encuentro con ella,
etc.
Al
volver a América esperábamos obtener mucha información de este hermano, si
teníamos la fortuna de volverlo a encontrar en el Oeste. Y cuando llegué a la
ciudad en que él residía, algunos amigos comunes nos dijeron que él nos estaba
esperando, y sentimos mucho deseo de verlo.
Por
lo tanto, tan pronto como nos encontramos, nos dirigimos sin vacilar hacia él y
le dimos un caluroso apretón de manos. Él también pareció reconocernos y nos
llamó por nuestro nombre, y todo parecía indicar que él sabía lo que nos había
ocurrido a ambos mientras nos encontrábamos fuera del cuerpo.
Además,
nos había dicho en el Templo que recordaba todo cuanto le ocurría mientras se
encontraba fuera de su cuerpo, lo cual creímos sin vacilación alguna, puesto
que nos constaba que tenía un grado mucho más elevado que el primero, en el que
acabábamos de ser recibidos.
En
el día de nuestro encuentro físico, después de conversar unos momentos, dijimos
algo que le hizo mirarnos como si estuviera confundido. Nos habíamos referido a
cierto incidente ocurrido en nuestro encuentro en el Templo, y él parecía como
si nada supiera al respecto.
Sin
embargo, ya habíamos dicho tanto, que nos vimos obligados a decir más, pues de
lo contrario habría parecido tonto, y le recordarnos que él había afirmado que
recordaba todo.
Entonces
negó esto último, y al final de la entrevista me pidió insistentemente que
tratara de descubrir por qué si él era un hermano lego de la Orden de los Rosacruces,
no podía recordar lo que le ocurría cuando estaba fuera del cuerpo.
Él
había estado, como me constaba, en varios oficios del Templo y había tomado
parte en ellos, aunque cerebralmente ignoraba en absoluto lo que había
ocurrido. Pero el misterio se develó poco después, cuando supimos por él mismo
que fumaba cigarrillos y usaba otras drogas que le obscurecían el cerebro hasta
tal punto que le era imposible recordar nada de sus experiencias psíquicas. »
(Capítulo
7)
OBSERVACIONES
El profundo charlatanismo
que mostró tener Max Heindel me hace dudar mucho que esta historia sea real y
me inclino más a considerar que se trata de otra de sus numerosas mentiras.
Pero además lo que él dice aquí es falso porque tanto Blavatsky como el maestro
Morya eran muy aficionados al tabaco, y en ninguna parte se menciona que ellos
no recordaran lo que habían hecho durante sus desplazamientos astrales, sino
que por el contrario, los testimonios indican que ellos dominaban grandemente
el desdoblamiento astral.
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