William
Judge escribió una serie de artículos para el periódico Kate Field’s Washington, y en el artículo 19, él habló sobre el Devachan diciendo lo siguiente:
« En
el capítulo X del Libro Egipcio de los
Muertos, se describe un lugar donde después de la muerte, las almas al
dejar su cuerpo permanecen en diferentes grados de perfección. Y algunas se las
ve tomado trigo de tres codos de alto, mientras que otras solo se les permite
recoger el trigo que está tirado.
Dice
ese libro:
- “él [alma] recolectó
los campos de Aanru [el Cielo]”.
Y
es así como algunos gozan de la beatitud espiritual en un alto grado, mientras
que otros alcanzan solamente los grados menores de ese lugar o estado en donde
el alma recibe la justicia divina.
Devachan
es la región celeste de la recompensa; el territorio de los efectos. Y esa
palabra se refiere al hecho de no tener cuerpo, por lo que solo debe usarse
como algo relativo respecto a nuestra existencia material. Y los cristianos
demuestran esto por el medio ambiente material de su cielo.
Sin
embargo en la Doctrina Secreta, Blavatsky se precisa que:
- “La muerte misma es
incapaz de liberar al hombre [de la existencia en este planeta], dado que la
muerte es simplemente la puerta por la que el humano pasa a otra vida en la
Tierra, después de un periodo de descanso en su umbral: el Devachan.” (v.I,
p.39)
En
el sistema hindú es etimológicamente el lugar de los dioses, y el regente del
cielo es Indra, quien les da a aquellos que pueden alcanzar su reino, regalos
de felicidad y dominio que perduran por largo tiempo.
Y
la Bhagavad-Gita señala que:
- “Después de gozar de
la felicidad por innumerables años en las regiones de Indra, el humano nace de
nuevo en la tierra.” (X, 20-21)
La
división post-mortem de nuestra constitución septenaria enseñada por la
Teosofía es exacta. Ella muestra las bases de la vida, la muerte y la
reencarnación. Ella muestra al hombre como un ser compuesto, en analogía con esa
otra entidad mayor que es la naturaleza. Y ambos son una unidad en la
diversidad. Y el humano, suspendido de la naturaleza, como ella, se divide y se
reúne.
Entonces,
siendo Devachan un estado de prolongada felicidad subjetiva después de la
muerte del cuerpo, corresponde claramente al cielo Cristiano, pero con una
diferencia. Es un cielo hecho posible por las leyes de la creación y no por
simples creencias, ya que el cielo mismo debe de estar en concordancia con las
leyes divinas proyectadas sobre la naturaleza.
Y
esto lo podemos percibir con lo que nos sucede todas las noches, puesto que así
como el dormir, nos libera del cuerpo y durante ese lapso tenemos sueños, pues
bien de la misma manera la muerte es una completa separación y liberación del
cuerpo, después de la cual en Devachan soñamos hasta que volvemos a reencarnar
en un nuevo cuerpo en la Tierra, y volvemos de nuevo en lo que llamamos la
existencia despierta.
Sin
este reposo, el alma humana se fatigaría y se hastiaría de la incesante ronda
de renacimientos, si no existiera un lugar o estado en el que pudiese obtener
un descanso; y en donde las aspiraciones en germinación (restringidas por la
vida terrestre) puedan tener su pleno desarrollo.
Además,
ninguna energía puede ser aniquilada, y menos aún la energía psíquica que se
genera en la vida; y por lo tanto esta energía debe de encontrar su desfogue en
algún lugar, y este lugar lo encuentra en el Devachan. Y esta realización es el
descanso del alma. Allí el alma goza de sus deseos más profundos y de sus
necesidades más elevadas. Allí cada esperanza florece en una flor plena y
gloriosa.
Y
para prolongar este estado de beatificación, los libros del Indostán contienen
muchos encantamientos y proporcionan innumerables ceremonias y rituales, todos
teniendo como fin y meta una larga estancia en el Devachan.
Y
el cristiano hace precisamente lo mismo, puesto que él añora el cielo, y para
que pueda ir allí, le reza a su Dios y le ofrece todo tipo de ritos
propiciatorios y actos que le parecen lo mejor para lograr ese propósito.
La
diferencia es que el cristiano no lo hace ni la mitad de metódicamente como lo
hace el hindú, debido a que este último es más vívido en su concepción de este
cielo, de lo que lo es el cristiano.
El
hinduismo postula muchos lugares y condiciones adaptadas a las diferencias
energéticas y cualitativas que existen entre las almas. Y Kama-Loka y otros
estados, es donde los deseos concretos, restringidos por la vida en el cuerpo,
tiene su plena expresión, mientras que es en el Tribhuvana en donde los pensadores abstractos y benévolos absorben
los gozos del pensamiento más elevado.
En
cambio el cielo ortodoxo de los cristianos no tiene tal variedad de estados. Y
también el cristianismo ignora el hecho de que una monotonía predeterminada de
existencia celeste tal como la relatan los eclesiásticos, agotaría al alma, lo
cual equivaldría a un estancamiento y no a un crecimiento.
Mientras
que la vida devachánica es un desarrollo de aspiración, pasando a través de
varias faces parecidas a la vida terrestre de: gestación, nacimiento,
crecimiento acumulativo, disminución del ímpetu y finalmente partida a otra
condición. Pero a diferencia de la Tierra, en el Devachan todo enraizado en la
alegría.
No
hay nada en el mero hecho de la muerte, que vuelva de nuevo a modelar un alma.
Sin embargo, el cielo debe de tener algo en común con este grupo de energías
psíquicas que sobreviven, ya que de otra forma,
¿Por qué deberían
gravitar allí?
Hay
tanta diferencia entre las almas en el cielo, como las hay entre los hombres en
la tierra. Por lo tanto, en el Devachan cada quien recibe el grado de beatitud
que puede asimilar, y es su propio desarrollo quien determine ese grado en su
recompensa.
En
cambio los cristianos ponen a todo el mundo en el mismo nivel, tanto el hombre
corriente como las almas más elevadas, hundiendo así a los genios al nivel de
la masa mediocre. Mientras que los hindúes le dan a las almas una infinita
variedad de niveles y existencias, teniendo así una visión más acertada de lo que
en realidad sucede.
Pero
nadie se sienta en el lugar que no quiere, nadie canta salmos que nunca le
gustaron, ni tampoco vive en una ciudad que lo entristezca y que lo obliguen a
caminar por siempre en calles de perla.
(Nota:
aquí William Judge está haciendo referencia a como el clérigo dice que es la
vida en el cielo.)
Las
leyes de causa y efecto impiden que Devachan sea monótono, debido a que los
resultados son proporcionales a las energías antecedentes.
El
alma oscila entre el Devachan y la Tierra, encontrando en cada región, las condiciones
apropiadas para su desarrollo continuo, hasta que a través del esfuerzo,
alcance una perfección en la que deje de estar sujeto a la ley de acción y
reacción. Y en vez de eso, llegue a ser un colaborador consciente de la
Creación.
Devachan
es un sueño, pero solo en el sentido en el que la vida objetiva puede también
ser considerada como un sueño. Y ambos duran hasta que karma está satisfecho en
una dirección y comienza a trabajar en la otra dirección.
El
devachani (o sea el humano que se encuentra en el Devachan) no tiene idea del
espacio ni del tiempo, excepto el que él mismo crea con su pensamiento. Él
mismo crea su propio mundo. Él está allí, con aquellos que más amó, no en una
compañía corporal, pero si en una compañía que para él es real, intima y
beatifica.
Cuando
el humano fallece, su cerebro es el último que muere, La vida aún está activa en
ese órgano, aún después de que la muerte ha sido anunciada por los médicos. El
alma hace una revisión secuencial de los acontecimientos pasados. Toma la suma
total, y sobresale la tendencia promedio. Se ve la esperanza imperante, y su
aroma final forma la nota tónica de la existencia devachánica.
La
distribución devachánica está gobernada por el motivo imperante del alma. Y las
condiciones positivas (que sean objetivas o subjetivas) solo se pueden alcanzar
a través de un impulso positivo. »
(Ecos
del Oriente III, p.41-43)
Muchas gracias Cid.
ResponderBorrarCid insisto leete del cielo y del infierno de imanuel swenderborg este hombre esta en consonancia con lo que enseña la teosofia y no sabes como amplia el conocimiento del devanchan el avitchi y lo que son en realidad los angeles, gracias por todo el conocimiento del blog
ResponderBorrarBuenos días Cid y Serapeum,sé que me desvío del tema central pero tengo una interrogante. Cuando estoy meditando en Anapanasati y me concentro siento la sensación de que caigo al vacío , también mi respiración se acorta y mi tórax se hincha como el de una rana,y hay una gran presión en el tórax pero,no necesito respirar,cuando me sigo concentrando empieza a emerger de mí un sonido,que proviene de mi interior y al dejar la concentración este sonido desaparece,mi pregunta es: ¿Que son estos fenómenos? ¿A qué se deben?
ResponderBorrarBuenos días.
BorrarNo comprendo bien a que se refiere cuando dice que al meditar siente caer en un vacío ¿Podría explayarse un poco más al respecto?
Por otro lado, si su tórax se hincha y hay presión intratorácica entonces le recomiendo que suspenda la práctica. Durante la meditación, y sobre todo en Anapanasati, no debe existir este tipo de presión en el tórax. Cuando la respiración se vuelve sutil, es decir, cuando se hace extremadamente lenta y deviene más bien en una especie de respiración interna no hay una retención voluntaria. Posiblemente sea la retención forzada y voluntaria lo que provoque esa presión intratorácica que siente y esto es contraproducente, tanto para la salud como para la meditación.
Estos sonidos son percibidos cuando la mente se calma, no se puede decir exactamente que surgen sino que siempre “están ahí” (después de todo son la vibración cósmica) lo que sucede es que no siempre lo percibimos a causa del ruido mental.
Tras haber alcanzado la concentración siento como si todo a mi alrededor desaparece y cayera desde una gran altura,mi tórax se hincha de forma involuntaria,es como si no necesitará respirar.Muchas gracias por responder
BorrarEs algo extraño lo que le sucede durante la meditación, nunca he experimentado algo parecido ni tampoco he escuchado de alguien que tenga ese tipo de vivencia. De todas maneras le recomendaría que tenga precaución, por lo de la acción involuntaria del tórax, no debería de ocurrir.
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