Sobre
este asunto, en su libro “Principios de
salud y curación”, Max Heindel escribió lo siguiente:
« Desde el punto de vista oculto, es
evidentemente erróneo tratar de curar un hábito, como el de la bebida, con el hipnotismo.
Contemplados
desde el punto de vista de una sola vida, los sistemas empleados por los
curanderos del llamado Movimiento Inmanuel, etc., parecerían producir muchísimo
bien. Se sienta al paciente en una silla, se lo hace dormir y se le imparten ciertas
sugestiones. Luego se pone de pie, ya curado de su mal hábito; de borracho se
convierte en un ciudadano respetable, que cuida de su esposa y de su familia, y
según todas las apariencias, el beneficio obtenido es innegable.
Pero,
si contemplarnos las cosas desde un punto de vista mucho más profundo, el del
ocultista, que ve esa vida como una entre tantas, y que toma en consideración
el efecto causado en los vehículos invisibles de esa persona, entonces el caso
es completamente distinto.
Cuando
se sumerge a una persona en el sueño hipnótico, el hipnotizador hace pases
sobre ella, los cuales expulsan el éter de la cabeza del cuerpo denso,
substituyéndolo por el éter del hipnotizador bajo el dominio del otro; carece
de libre albedrío y por lo tanto, las así llamadas sugestiones son, en
realidad, órdenes que la víctima no tiene más remedio que obedecer.
Además,
cuando el hipnotizador retira su éter y despierta a la víctima, no puede
sacarlo del todo. Para usar un símil, diremos que así como una pequeña parte
del magnetismo infundido en una dínamo eléctrica queda siempre, con el cual
puede ser nuevamente puesto en marcha después, así también quedan unos pequeños
residuos del cuerpo vital del hipnotizador en la médula oblongada del sujeto,
que viene a ser como el asidero que el hipnotizador mantiene sobre su victima
toda la vida.
A
esto se debe que las sugestiones que haya dado en un momento sean cumplidas
mucho después, cuando la víctima está completamente despierta.
Así
pues, resulta que la víctima de un hipnotizador no vence al mal hábito por sí
misma, sino por la fuerza, igual como si estuviera encerrada en una cárcel, y
aunque en su vida diaria parezca un buen ciudadano, cuando regrese a la Tierra
en una nueva encarnación, tendrá las mismas debilidades y se verá obligada a
luchar consigo misma hasta vencerse. »
(Capítulo
13)
OBSERVACIÓN
Desafortunadamente lo que dijo aquí Max Heindel es en
gran medida falso porque en realidad los éteres no existen debido a las razones
que les explico en este otro capítulo.
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