Sobre
este tema, en su libro “Principios de
salud y curación”, Max Heindel escribió lo siguiente:
« Todos sabemos que cuando tomamos una
batería galvánica médica y colocamos un electrodo dentro de una vasija de agua,
manteniendo el otro en la mano, el flujo de electricidad a través del cuerpo es
mucho más fuerte que cuando ponemos nuestra otra mano en el agua o si
sostenemos ambos electrodos sin contacto con el agua.
Cuando
se evapora el agua se rompen sus moléculas y cada fragmento queda encerrado en
una envoltura de éter que actúa como cojín y es la base de la elasticidad del
vapor.
Cuando
se produce la condensación, el exceso de éter desaparece y el agua se torna
incomprensible, como una piedra sólida.
Pero
el agua tiene una gran atracción por el éter, aunque no puede tomarlo del aire,
de la misma manera que nosotros no podemos absorber el nitrógeno aunque lo
aspiramos continuamente.
Los
fluidos son volátiles en proporción a la cantidad de éter que contienen, y tenemos
un buen ejemplo de la intensa ansia que el agua siente por el éter en la avidez
con que absorbe el amoníaco anhidro, un fluido tan volátil que hierve a 26
grados bajo cero.
Esto
muestra la causa por la que el agua provoca un flujo tan voluminoso entre el
electrodo de la batería galvánica y el cuerpo, y explica muchos fenómenos,
entre otros, por qué la humedad ayuda materialmente a transmitir el buen magnetismo,
el fluido vital del médico a su paciente, así como a extraer el mal magnetismo
del cuerpo del segundo.
Y
también esto nos demuestra la necesidad de lavarse en agua corriente, de manera
que el éter emponzoñado del cuerpo vital del paciente no sea causa de molestias
para el médico. »
(Capítulo
15)
OBSERVACIÓN
Desafortunadamente lo que dijo aquí Max Heindel es falso porque
en realidad los éteres no existen debido a las razones que explico en este otro
capítulo.
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