La Lamasería es un edificio situado en
Nueva York donde Blavatsky vivió de junio de 1876 a
diciembre de 1878, y a
continuación les pongo los testimonios que he encontrado sobre los fenómenos
que ella produjo en ese lugar:
WILLIAM JUDGE
William Quan Judge fue
el principal colaborador de Blavatsky y sobre este asunto él comentó los
iguiente:
« Fue ahí donde se escribió y terminó la obra Isis Develada. Y allí habían ocurrido
tantos fenómenos extraordinarios que se necesitaría de varios volúmenes para
describirlos.
Por ejemplo ahí se escuchaba muy a
menudo la “música y campanas astrales”, que los autodenominados sabios críticos
han asumido que eran producidos por una sirvienta que caminaba de un lado a
otro del pasillo con un instrumento. Lo cual es un absurdo para aquellos que,
como yo, estuvieron allí y escuchamos tales sonidos.
Ahí, en la esquina de la habitación
sobre la Octava Avenida, también había un búho disecado que estaba de pie y a
veces, parpadeaba. »
(Path, noviembre de
1893, p.237-239)
DAVID CURTIS
El
periodista David A. Curtis fue miembro de la primera Sociedad Teosófica, y él
narró el siguiente relato cuando en una ocasión Blavatsky estaba intercambiando
historias de fantasmas con la condesa Paschkoff:
« Un silencio cayó sobre el pequeño
grupo que estaba sentado fumando en una de las cámaras internas de la Lamasería
en 302, West 47th street, en la esquina de la Octava Avenida. Era más bien una
calma reflexiva que se parecía a la de la esfinge en miniatura sobre la repisa
de la chimenea de la misteriosa cámara egipcia.
Además de los
divanes en los que se reclinaba el grupo, había pocos muebles en la habitación,
pero una enorme bola de cristal estaba suspendida en el centro por una cuerda
invisible. Desde el interior de este globo brillaban imágenes extrañas de
desiertos y pirámides y cosas fijadas allí por algún arte astuto que, por lo
que sabe el reportero, puede haber sido magia.
Las paredes
estaban sombrías, pero el vestíbulo era luminoso y bañaba la habitación con una
especie de pálido crepúsculo. El té, las conversaciones y el tabaco de Arabia
entretuvieron al grupo, y las fragantes nubes azules se convirtieron en
fantasmas a medida que la extraña conversación se volvía tenebrosa. »
(The Theosophist, abril de 1884,
p.167-169)
ISABELLE MITCHELL
Isabelle Olcott
Mitchell fue la hermana del coronel Henry Steel Olcott, y sobre este asunto
ella dijo lo siguiente:
« Para quien tienen fe en el Ocultismo, en el Poder
Psíquico y en la Magia, me parece bastante fácil creer en los impresionantes
poderes de esta maravillosa mujer; pero confiar incluso en lo que el ojo y el
oído dictan al cerebro no siempre es fácil para alguien que ha sido educado en
una total incredulidad acerca de lo sobrenatural.
Durante nueve meses [entre 1876 y
1878] ocupé un apartamento en el mismo edificio que Madame Blavatsky (la
"Lamasería" situada en Nueva York) y por el contacto diario y la
asociación estoy quizás bastante capacitada para expresar mi opinión sobre esta
mujer.
De las muchas exhibiciones de sus poderes que observé durante mis nueve
meses de intimidad con ella, es algo difícil seleccionar los elementos de mayor
interés, pero les comentaré brevemente algunos de ellos:
Un collar misterioso
Un día ella me mostró un collar de cuentas esféricas perfumadas hechas
de arcilla marrón y estampadas con figuras.
Al ver que yo las estaba admirando mucho, me preguntó:
- "Querida, ¿te gustaría también tener
unas?"
Y al decirle que si, ella me las trajo. Las cuentas estaban ensartadas
en una especie de cordel suave, pero como no podía usarlas así, ella luego
compró un collar de oro y unido a las cuentas había un trozo de metal que las
acompañaba.
Cuando me las dio, me ordenó que no permitiera que las pusiera en ningún
otro cuello que no fuese el mío, asegurándome que si lo hacía entonces las
cuentas se derretirían. Pasaron días y semanas y la advertencia fue olvidada, o
si no olvidada, al menos si desatendida. Y en una ocasión a un niño que estaba
enfermo se las puse en su cuello para entretenerlo. Esa noche un célebre médium
que había venido desde St. Louis, para gratificarme efectuó una sesión
espiritista, y para mi asombro, una voz india dijo:
-
"Mejor no poner cuentas alrededor del
cuello del niño o se derretirán".
El médium no sabía nada sobre las cuentas. La señora Blavatsky no sabía
que el niño las estaba usando, pero cuando las examiné, descubrí que varias se
habían derretido de un lado.
Materializó y replicó un
pañuelo
Madame Blavatsky usaba a veces un pañuelo peculiar parecido a un crepé pero con rayas de satén alrededor
del borde. Y un día un visitante lo admiró y al expresar el deseo de poseer uno
similar, ella lo tomó por la esquina y por así decirlo le quitó otro de la
cara. Pero antes de entregárselo a su invitado, le pidió que le prometiera que
nunca se lo debería dar a nadie. El pañuelo aún existe, no ha sido presentado a
nadie, ni ha desaparecido.
Hacía crecer muy rápidamente
una planta
Trucos de los que los prestidigitadores se enorgullecen como plantar una
semilla en una maceta de tierra arenosa y hacer crecer una planta, como por
ejemplo un rosal en plena floración, le resultaban tan fáciles hacer a ella
como a ellos.
Producía música sin
instrumentos
Pero en cambio algo que los prestidigitadores no pueden y que ella si
podía, era poner su mano en el marco de una puerta, en la parte de atrás de los
hombros o en cualquier mesa o silla, y sacar de allí la música más dulce. Y
para que nadie pensara que ella tenía un instrumento en la mano, ella se movía
de un lugar a otro, y sin importar a donde fuera ella hacía brotar música de
los objetos.
Hizo aparecer un animal
Madame Blavatsky siempre decía que se requería una preparación previa de
la mente y el cuerpo para escudriñar los secretos de los adeptos, y ella
advirtió a quienes deseaban investigar a esos misteriosos seres que era mucho
mejor abstenerse de hacerlo. Pero un alumno aventurero completamente persuadido
de su capacidad para soportar cualquier cosa, se mofó de esa advertencia y le
solicitó a Blavatsky de convertirlo a él en una excepción.
-
"Muy bien", dijo ella, "sobre
tu propia cabeza deja caer la conmoción, si la hay; tira tu pañuelo sobre la
mesa y luego vuelve a tomarlo con cuidado".
Así lo hizo el hombre, pero cuando tomó el pañuelo había una pequeña
serpiente enroscada, lista para saltar. La risa de Blavatsky fue tan alegre
como la de un niño cuando relató cómo el aspirante a adepto estaba tan asombrado
que cayó de espaldas al suelo, llevando la silla con él.
Joyas
Un día dijo que me mostraría algunas cosas bonitas y acercándose a una
pequeña cómoda que estaba debajo de una de las ventanas, sacó de ahí muchas
piezas de joyería impresionante: había broches, relicarios, brazaletes y
anillos que brillaban con todo tipo de piedras preciosas, diamantes, rubíes,
zafiros, etc. Los sostuve y examiné, pero al pedir verlos al día siguiente solo
encontré cajones vacíos.
Percepción extrasensorial
Una familia estaba a punto de mudarse a una ciudad vecina en una casa
que se negaron a alquilar hasta que el propietario les aseguró de que se
encontraba perfectamente seca. Pero Madame Blavatsky me dijo que si esa familia
no tenía mucho cuidado, una enfermedad mortal seguiría a la mudanza debido a
que el suelo debajo de la casa estaba muy húmedo.
Y efectivamente vino una enfermedad que casi causa la muerte y se
descubrió que el suelo debajo del piso inferior estaba tan húmedo que el bastón
de un hombre en toda su longitud no podía tocar la tierra dura.
Tenía mucha erudución
aunque no había estudiado
Alrededor de la habitación había muchos sillones para sus constantes visitantes.
Estos visitantes consistían principalmente de profesores, maestros, abogados,
comerciantes, clérigos; algunos iban solo por curiosidad, pero muchos de ellos
iban en busca de conocimientos, conocimientos que ella sabía impartir si le
agradaban.
Citó libros que no había en
Nueva York
Los logros intelectuales de Madame Blavatsky estaban más allá y por
encima de cualquier ser humano común, por ejemplo cuando ella estuvo
escribiendo su obra "Isis Develada",
ella citaba y registraba material de libros que no estaban disponibles en Nueva
York (que es la ciudad donde ella estaba escribiendo esa obra), y también citó
de otros libros que ella no poseía, pero que se descubrió posteriormente que si
contenían en la página, capítulo y versículo mencionado las palabras que ella
había citado.
~ * ~
No habiéndola visto durante los últimos ocho
años, ha habido tiempo suficiente para olvidar la impresión que en ese momento
me causaron sus poderes mágicos, pero también para poder ofrecer una opinión
basada en un juicio sereno, lo que no era posible en ese entonces a causa de
las muchas cosas extrañas que vi y escuché.
(Word, enero de 1905, p.182-187)
NOTA
Radha Burnier mencionó otro fenómeno que presenció Isabelle:
En una ocasión, cuando la Sra. Mitchell
sostenía una banda de oro simple llamada "Anillo rosa", HPB le hizo
cerrar los dedos alrededor del anillo, y unos momentos después aparecieron
tres pequeños diamantes en él. ("El anillo de sello de HPB", The
Theosophist, junio de 2001, p.367-369)
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