Se le llama teleportación cuando una
persona, o un animal, o un objeto desaparecen de forma misteriosa en el lugar donde
se encontraban y reaparecen en otra parte; y sobre
este tema, el conocedor en magia africana, Miad Hoyora Korahon, relató los
siguientes casos:
« En su libro sobre la magia Obeah, el Sr. Bell narró la
historia de un sacerdote católico que contó lo siguiente:
« Hace unos años, el Arzobispo me
envió a Trinidad para encargarme de una parroquia que se encuentra en el
interior de la isla, y que en esa época era todavía muy poco conocida y
desarrollada.
Y como no había un presbiterio, tuve
que desplazarme hasta que pude construir uno con parte de una casita de madera,
de la cual una habitación estaba ocupada por una anciana de color que vivía con
una niña.
La gente miraba a esa mujer con
mucho temor, ya que decían que poseía conocimientos en las artes oscuras, y ellos
esperaban que al haberme puesto cerca de ella, eso le haría bien y la induciría
a ir de vez en cuando a la iglesia, lo cual aquí es considerado como un gran
signo de respetabilidad.
Al tomar posesión de mi parte de la
casa, me mostraron su habitación, y me di cuenta que contenía algunas piezas muy
hermosas del macizo mobiliario tan apreciado por los criollos.
Un enorme cartel familiar con dosel y
pilares muy pesados y bellamente torneados se encontraba en una esquina cerca
de un pesado armario de caoba, y varios otros muebles también pesados llenaban
bastante bien la pequeña habitación.
Y la puerta de su apartamento se
abría a mi habitación, por la que tenía que pasar cada vez que salía de la casa.
La noche siguiente a mi toma de
posesión, escuché un sonido monótono a través del muro, equivalente al de
alguien que estuviera canturreando una melodía. Esto continuó durante más de
una hora, y más de una vez me sentí inclinado a golpear el muro y rogarle a la
anciana que detuviera sus cantos, pero finalmente actuó como una canción de cuna;
y pronto me quedé dormido.
A la mañana siguiente, habiéndome
levantado y vestido, noté que todo estaba en perfecto silencio en la puerta de
al lado, y al escuchar atentamente no oí ningún sonido. Temí que algo le hubiera
pasado, pero noté que la puerta que daba al exterior no se había abierto, ya
que una silla contra la que había colocado estaba exactamente en la misma posición
en la que la había dejado.
Luego llamé a su puerta varias
veces, pero no obtuve respuesta; y temiendo que hubiera ocurrido un accidente,
abrí la puerta, y mientras giraba sobre sus bisagras, me asombré al ver la
habitación completamente vacía. Y al examinar la habitación con más cuidado,
descubrí que solo tenía dos pequeñas ventanas, además de la puerta que da a mi
habitación.
Y desde ese día hasta hoy, nadie que
viva en ese distrito ha vuelto a ver a
esa mujer o a su niña. Y la manera cómo sacó todos sus muebles pesados de esa
pequeña habitación ha permanecido un misterio inexplicable. Yo hubiera
desafiado a cualquiera de mover el armario solo, y aunque la anciana hubiera
tenido fuerzas para mover los muebles, ¡nunca hubiera podido haberlos
arrastrado por mi habitación sin haberme despertado! »
("Obeah", Londres, 1889)
¿Me pregunto si la cercanía de la
vibración de santidad emitida por el sacerdote provocó que la hechicera huyera,
o si más bien ella consideró su intromisión como una profanación a su
habitación?
En cualquier caso en esta historia tenemos
una pista sobre el proceso que probablemente utilizó el hermano del señor Congo
Brown cuando él “desapareció y regresó a África”, y también sobre cómo el propio
señor Brown consiguió transportar esos barriles llenos de azúcar desde la fábrica
hasta la playa. »
(Theosophist, febrero
de 1892, p.304-305)
Esto último que mencionó Miad Hoyora
Korahon, él lo detalló en otro artículo en donde escribió lo siguiente:
« Hace unos sesenta años atrás, fueron traídos a una finca de
la región, entre otros nuevos esclavos, a dos hombres que se distinguían del
resto por su color castaño claro y cabello lacio, y también porque ellos tenían
cabezas inusualmente grandes, narices prominentes y brazos largos.
Pero unos seis meses después de su
llegada, uno de ellos desapareció completamente, y el otro que mientras tanto
se había casado con una mujer negra, explicó que la desaparición de su hermano
se debía porque había volado de regreso hacia África, y que él mismo también lo
habría hecho, si no hubiera comido algo que le impidió hacerlo.
Él hermano que permaneció aquí se
hizo conocido como “Kongo Brown” y fue uno de los practicantes de Obeah más
destacados que se hayan conocido en la región. Y una de las hazañas más
impresionantes que realizó fue cuando movió todo un cargamento de forma
misteriosa.
La finca donde trabajaba era una
plantación de azúcar, y sucedió que hacia el final de la temporada de la
cosecha, se habían obtenido alrededor de unos cien barriles de azúcar ya
preparada para exportar.
Pero el buque que iba a llevar el
azúcar había embarcado en una bahía que se encontraba a unas dos millas de esa
finca, por lo que inmediatamente comenzaron los preparativos para bajar el
azúcar al día siguiente, ya que era un camino muy accidentado y escarpado el
que se tenía que recorrer. Pero Kongo Brown fue a ver al gerente y le propuso
que él llevaría toda esa azúcar a la bahía a cambio de una recompensa.
El gerente se rió por lo inverosímil
de su proposición pero finalmente aceptó apostarle que no lo lograría. Sin
embargo a la mañana siguiente, los cien barriles de azúcar se encontraban en
esa bahía, sin que nadie más aparte de Kongo Brown supiera cómo lo hizo, y el
señor Brown no pudo haber transportado esos barriles durante la noche porque
habría requerido de toda una semana para poder llevarlos él solo.
Esta y otras hazañas realizadas por
Kongo Brown son bien conocidas por los nativos negros de esta región, quienes me
las han relatado en diferentes lugares y por diferentes personas.
Y a ningún otro Obeahman del que yo haya
oído hablar aquí se le atribuyen proezas de tan alto grado, y no parece que los
poderes que el señor Brown haya utilizado, puedan también ser utilizados por el
practicante ordinario de la magia Obreah. »
(Theosophist, abril de
1891, p.412-414)
OBSERVACIONES
Para algunos lectores les parecerá que estas
historias son muy fantasiosas, pero historias parecidas también se han mencionado
en Occidente y en tiempos más recientes (ver link).
Y aunque me mantengo cauto sobre su
veracidad, algunos instructores de esoterismo afirman que esas proezas si se
pueden lograr con la ayuda de los elementales.
Desafortunadamente no he encontrado
todavía que los maestros de sabiduría hayan hablado al respecto y es por eso
que por el momento me limito a considerarlo como algo que tal vez pueda ser
posible.
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