Sobre este asunto, en el capítulo 16 de su libro Shambala, Nicolás Roerich escribió lo
siguiente:
«
Aquellos que han conocido a los
Maestros en la vida, saben cuán simples, armoniosos y hermosos son.
La misma atmósfera de belleza debe
impregnar todo lo que se acerque a Su región.
¡Las chispas de Su Flama deben penetrar en las vidas de
aquellos que esperan la Pronta Venida!
¿Cómo conocerlos?
Sólo los más dignos.
¿Cómo esperar?
Haciendo fusión en la Belleza.
¿Cómo abrazar y retener?
Al estar lleno de esa valentía
otorgada por la conciencia de la belleza.
¿Cómo adorar?
Como en presencia de la belleza que
encanta incluso a sus enemigos. »
(La estrella de la
Madre del Mundo)
OBSERVACIONES
Nicolás Roerich estaba obsesionado con la belleza estética, y
probablemente por eso él creyó que los Maestros iban a atribuirle también la misma
importancia a la belleza estética, pero la realidad es que los Maestros le dan
muy poco valor a la belleza estética, y es por eso que el maestro Kuthumi le
dijo al señor Sinnett:
« Nuestros mejores y más instruidos y más santos adeptos
pertenecen a las razas de los “grasientos tibetanos” (como ustedes los
denominan); pero tú sabes que el león es un animal proverbialmente sucio y
maloliente, no obstante su fuerza y valor.
Tú dices: “que felices seríamos si
quien nos guiara fuera usted”, refiriéndote a tu humilde corresponsal. Pero mi
buen Hermano, ¿estás seguro de que la agradable impresión que puedas tener
ahora de mi, a través de nuestra correspondencia, no quedaría destruida
instantáneamente al verme?
¿Y cuál de nuestros santos sabios
orientales ha tenido siquiera el beneficio de la poca educación universitaria y
alguna que otra noción de modales europeos que yo tuve la oportunidad de
adquirir?
Te daré un ejemplo: le pedí a la
señora Blavatsky que entre dos o tres Punjabis
aryos que estudian el Yoga Vidyâ y que son nuestros místicos naturales, que
eligiera a uno quien pudiera ser el intermediario entre tú y nosotros.
Pues bien, la señora Blavatsky
eligió a uno pero le pidió en términos muy diplomáticos que cambiara su
vestimenta y su turbante antes de acompañarla porque éstos estaban muy sucios y desaliñados.
Este sabio que ya había dado su
consentimiento, escribió después esta curiosa carta:
“Señora, usted que predica las más altas
normas de moralidad, de veracidad, etc., quiere hacerme representar el papel de
un impostor. Usted me pide que cambie mis vestimentas por el riesgo de dar una
idea falsa de mi personalidad, y por lo tanto de engañar al caballero hacia el
que me manda.”
Entonces, como lo puedes constatar,
el prejuicio de la raza es intenso, incluso en la libre Inglaterra donde se nos
considera como una “raza inferior”. Y este mismo tono vibra en tu propia
observación cuando te referiste a este sabio como “un hombre del pueblo, no
acostumbrado a modales refinados”.
Por consiguiente, repito una vez más
que para la mayoría de los occidentales — entre los cuales el término de
“hindú” o “asiático” está generalmente unido a la noción de alguien que usa sus
dedos para comer, y que renuncia al jabón — preferiría mucho más a un americano
como guía que a un “grasiento tibetano”.
Pero no necesitas temblar por mí, ya
que cada vez que me presentaré astral o físicamente, no olvidaré de vestirme
con seda china de lo más fina y crear una atmósfera de sándalo o de rosas de
cachemira para que te sientas cómodo con mi presencia. »
(CM4, p.15 y CM5,
p.18)
Entonces como ustedes mismos lo pueden constatar (y contrario a lo que
pretende Nicolás Roerich) a los Maestros no les interesa la belleza estética.
* * *
Y a los Maestros tampoco les interesa que los adoren (contrario a lo que
promueve Nicolás Roerich), y es por eso que el maestro Kuthumi le escribió a
Annie Besant:
« La adoración hacia nosotros debe de ser reprimida
calladamente pero firmemente. Deja que la devoción y el servicio sean solamente
para ese Espíritu Supremo del que uno es una parte. Nosotros trabajamos
calladamente y sin que se nos nombre, y la continúa referencia a nosotros, y la
repetición de nuestros nombres, hace surgir un aura confusa que obstaculiza
nuestro trabajo. »
(Theosophist, mayo de 1937, p.108)
_ _ _
Estos
grandes errores que Nicolás Roerich cometió acerca de los Maestros muestran que
en realidad él no estuvo en contacto con ellos.
Eso del contacto con los maestros..
ResponderBorrarSerá muy fácil para el hombre que ha alcanzado el rango/nivel evolutivo de Platón o Confucio....