A continuación les voy a poner los testimonios que he ido
encontrando:
ISABELLE MITCHELL
Fue la hermana del coronel Olcott, ella convivió estrechamente
con Blavatsky cuando HPB residió en Nueva York entre 1976 y 1978, y sobre este asunto
ella comentó:
« Desde
la madrugada hasta que el sueño cerraba sus ojos, ella no dejaba de fumar, pero
no como se ha mencionado, de un tabaco misteriosamente obtenido, sino del
tabaco que se puede conseguir en cualquier momento, y la gracia con la que su
preciosa mano podía enrollar estos cigarrillos demostraba que ella estaba bien
acostumbrada a esa actividad. »
(Word, enero de 1905, p.182-187)
HENRI
OLCOTT
El coronel Olcott fue
el primer presidente de la Sociedad Teosófica y él afirmó lo mismo:
« HPB era –como todo el mundo lo sabe– una fumadora inveterada.
Ella consumía un número inmenso de cigarros por día, y para enrollarlos ella poseía
la mayor de las destrezas. Ella podía hasta incluso enrollarlos con la mano izquierda
cuando ella estaba escribiendo con la mano derecha. »
(Viejas hojas de un
diario I, p.452)
WILLIAM
JUDGE
Fue el principal
colaborador de Blavatsky y en 1884 él estuvo con ella en el castillo de Enghien
situado al sur de Paris.
« A
veces ella estaba tan absorbida y concentrada en su trabajo que automáticamente
ella encendía sus cigarrillos y luego se olvidaba de ellos, y así una noche
prendió tantos que dejé de seguir contándolos. »
(Reminiscencias de HPB y la DS, p.102-104)
LAURA
HOLLOWAY
Fue una teósofa
americana que conoció a Blavatsky en ese periodo de 1884.
« Armada con una carta de presentación que me dio un
amigo estadounidense, la busqué en Londres solo para enterarme de que se había
ido a París, y fue en París donde la conocí. La encontré fumando cigarrillos, y
meses después, cuando me despedí de ella en Londres antes de partir hacia Nueva
York, ella estaba fumando de nuevo.
Durante ese tiempo, cada vez que la
veía ella fumaba, y como nunca antes había visto fumar a una mujer, su hábito
me impresionó profundamente. Debo agregar que me impresionó dolorosamente al
principio, pero me volví tolerante con ese vicio más tarde, considerando que
era su manera de calmar sus nervios enfermos, como se demostró posteriormente.
. . .
Durante toda la noche Madame
Blavatsky fumó cigarrillos, afortunadamente usó un tabaco egipcio muy suave y
el olor continuo de su cigarrillo no fue ofensivo. De haber sido así, sus
amigos antitabaco habrían sufrido el martirio. Sus hermosas manos estaban
manchadas por la hierba del tabaco y las cenizas estaban en su vestido y
esparcidas sobre la alfombra a su alrededor. La vi muchas veces, pero nunca sin
su tabaco, papel para enrollar sus cigarrillos y fósforos.
Los extraños que la conocían por
primera vez, se sentían como yo lo había hecho y se sorprendieron de ese hábito
suyo, pero sus compañeros diarios se alegraban de que fumara porque siempre era
entretenida cuando fumaba, y yo estaba segura de que ella se pondría irritable
cuando la privaban de su precioso cigarrillo. Fumar era para ella un hábito que
se había convertido en una segunda naturaleza; no podría vivir sin tabaco.
Conocerla era conocerla a través de
nubes de humo de tabaco; escuchar su maravilloso fluir de conversación era
escucharlo en los intervalos de silencio cuando estaba soñando y fumando
suavemente su cigarrillo.
A ninguna otra cosa era la mitad de
devota que a su cigarrillo y era una fumadora fascinante. Su disfrute de esta
ocupación era tan intenso que los demás se entretuvieron al ver su manera
serena y tranquila de fumar, y su complacencia al hacerlo tranquilizó incluso a
los que se oponían al tabaco.
Su temperamento requería un
narcótico; su naturaleza era tan tempestiva que sin el cigarro ninguna persona
común podría haber soportado su estado por un día. Ella era un volcán en
enaguas; una mujer, pero masculina en sus atributos mentales.
. . .
Recuerdo una ocasión en la que me
senté con ella durante una tempestad de conversaciones airadas por unas
noticias desagradables que había recibido de la India. Su ira me deprimió y me
senté muda y miserable, deseando en mi corazón que como no podía calmarla,
pudiera escapar de su presencia. De repente ella se volteó hacia mí y me miró
como una madre miraría a una niña recatada, y dijo de la manera más
encantadora:
- "Querida,
¿quieres fumar un cigarrillo?"
Y mientras yo me reía para aliviar
mis sentimientos, ella sonrió y se preparó un cigarrillo y luego fumó con tanta
satisfacción como si la vida no fuera más que una canción invariable para ella. »
(The Word, febrero
de 1912, p.262-269)
En ese año el retratista Hermann
Schmiechen pintó los retratos más
famosos de los Mahatmas, y Laura Holloway estuvo presente el primer día que él comenzó a pintar
el retrato del maestro Kuthumi:
« El recuerdo más claramente definido de esa reunión,
siempre en la mente de quien escribe, es la imagen de Madame Blavatsky fumando
plácidamente cigarrillos en su sillón y dos mujeres en la plataforma que
también fumaban.
Blavatsky le
había "ordenado" a una de estas mujeres [a Laura Holloway] que
hiciera un cigarrillo y lo fumara, y la orden fue obedecida aunque con gran
vacilación ya que era su primera vez y temía que el tabaco egipcio usado,
aunque era un tabaco ligero, le produciría náuseas.
Blavatsky le
prometió que no se produciría tal resultado, y alentada por la Sra. Sinnett,
quien también fumaba, el cigarrillo estaba encendido. El resultado fue una
curiosa calma de los nervios, y pronto todo el interés se perdió en el grupo de
personas sobre la habitación, y solo el caballete y la mano del artista
captaron su atención. »
(Word,
julio de 1912, p200-206)
VIOLET
TWEEDALE
Fue una poeta escocesa
que conoció a Blavatsky cuando se fue a vivir a Londres en 1887.
« Nunca
olvidaré la primera entrevista que tuve con una mujer que había sido muy
calumniada, y a quien rápidamente llegué a conocer íntimamente y a amar mucho.
Ella estaba sentada en un gran sillón, con una mesa a su lado sobre la cual
descansaba tabaco y papel para hacer cigarrillos, y mientras ella hablaba, sus
exquisitos dedos cónicos automáticamente elaboraban los cigarrillos que
continuamente fumaba.
Una tarde, yo estaba sentada a solas
con ella, cuando la Señora Jessica Lady Sykes, la difunta duquesa de Montrose y
otra señora que no mencionaré su nombre porque todavía está viva, solicitaron
ser recibidas de inmediato por Madame Blavatsky. Ellas explicaron que habían
oído hablar de su nueva religión y de sus maravillosos poderes ocultos, y deseaban
que se les permitiera ver una pequeña exhibición de lo que Blavatsky podía
hacer. Madame Blavatsky no se levantó de su silla, y mientras conversaba, ella
enrolló cigarrillos también para sus visitantes y las invitó a fumar. »
(Fantasmas que he visto y otras experiencias psíquicas que he
tenido, p.51-61)
CHARLES JOHNSTON
Fue
un erudito de sanscrito y sobre la primera conversación que él tuvo con
Blavatsky, él comentó lo siguiente:
« Conocí por primera vez a
mi vieja querida HPB en la primavera de 1887. Ella me dio un apretón de manos
caluroso. Luego hizo una penetrante llamada a
Louise y su criada suiza apareció para recibir un voluble torrente de
instrucciones en francés, y luego HPB se acomodó cómodamente en un sillón,
confortablemente cerca de su caja de tabaco, y empezó a hacerme un cigarrillo.
. . .
A una de mis preguntas ella me contestó:
-
“Déjame
explicarlo de esta manera”, respondió después de una larga mirada a la punta de
su cigarrillo.
.
. .
Después
de un rato de charla ella me exclamó:
-
“¡Bueno,
Señor! Estoy siendo interrogada esta
noche, al parecer”, respondió con una sonrisa, y me enrolló otro cigarrillo
haciéndose uno para ella también y encendiéndolo con evidente satisfacción.
»
(CW VIII, p.392-408)
OBSERVACIONES
Vemos que Blavatsky era una fumadora compulsiva. En una
carta el maestro Kuthumi explicó que el estado de nerviosismo y arrebatos que sufría
Blavatsky se debían en gran medida por el precipitado entrenamiento oculto que
ella había tenido en el Tíbet.
Podemos suponer que para calmar sus
nervios, Blavatsky comenzó a fumar, pero luego ella se volvió completamente
adicta al cigarro.
Ahora bien, hay que precisar que Blavatsky solo fumó
tabaco, y que las afirmaciones que se hicieron que ella también fumaba cannabis
y opio, lo más seguro es que son falsas (ver
link).
Y también hay que señalar que los instructores teosóficos
dicen que el tabaco no es perjudicial para el desarrollo espiritual, y
probablemente eso sea cierto (ver link).
Aun así esta es la mayor debilidad que tenía Blavatsky:
su enorme adicción e incapacidad para controlar su vició de fumar.
FOTOS
Abajo les pongo las fotografías donde Blavatsky aparece con
un cigarro:
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