INVESTIGACIÓN GENÉTICA DE LAS POBLACIONES DE AMÉRICA



(Observación: esta es la séptima parte de la investigación de David Pratt sobre el continente americano y cuyo inicio lo pueden encontrar aquí, y le agradezco enormemente a Nicolás por haber traducido un artículo tan grande pero a la vez tan cautivante de leer.)


  ÍNDICE

    1.  Los rastros genéticos
    2.  Contactos transoceánicos
    3.  Haplogrupo X




1 - LOS RASTROS GENÉTICOS

En la actualidad, los estudios de ADN son utilizados ampliamente para arrojar luz sobre la ancestralidad y los patrones migratorios. Sin embargo, las conclusiones obtenidas de tales estudios a menudo son inconsistentes y contradictorias, y una razón para ello ese debe porque los análisis se focalizan frecuentemente en sólo unos pocos marcadores genéticos – desde el ADN mitocondrial (ADNmt), cromosomas y (ADN-Y) o cromosomas somáticos (asexuados) – que pueden no ser representativos del genoma como conjunto.

Y otros problemas que complican la interpretación de los datos de ADN son:

-      Las mutaciones genéticas no tienen lugar en una tasa fija, o sea que el “reloj molecular” no corre en una razón constante.
-      La selección natural y la deriva genética pueden eliminar mutaciones.
-      Generalmente se admite que mientras más grande sea la deriva genética en un grupo de población, más antigua debe ser, pero la diversidad es afectada por muchos otros factores, incluyendo el incremento o descenso de la población, el desarrollo de genes particularmente favorables y el flujo génico con otras poblaciones (1).

Aún así se suele citar evidencia genética para respaldar la teoría imperante de que los humanos modernos (Homo sapiens) evolucionaron en África hace unos 200’000 años.

No obstante, diferentes análisis han propuesto fechas que varían desde unos 33’000 a 1.9 millones de años atrás, y algunos estudios de ADNmt sugieren que los humanos modernos tienen raíces asiáticas o afroasiáticas más que orígenes sólo del continente negro.

La opinión convencional es que los humanos dejaron África hace unos 70’000 años y se habían expandido a través de Europa, Asia y Australia 40’000 años atrás, mientras que las migraciones hacia América tuvieron lugar hace unos 30’000 a 14’000 años, y muchas de las islas del Pacífico fueron colonizadas hace unos 2’000, aunque esta versión ridículamente comprimida de la historia humana es refutada por abundante evidencia arqueológica.

Los estudios genéticos han dado origen a escenarios considerablemente desiguales para el poblamiento de América, pues algunos de ellos aprueban una oleada de migración, mientras que otros dos y otras teorías mencionan tres o más migraciones.

La fecha para la migración más remota varía de 14’000 hasta más de 30’000 años atrás (2).  Sin embargo, la evidencia presentada en la sección anterior muestra que pueden haber existido muchas olas migratorias en los pasados 30’000 años, y cualquiera que sea su cronología, deben de haber tenido lugar desplazamientos aún más antiguos.

El ADNmt, que según la ciencia es heredado solamente por vía de la madre (aunque esto todavía se discute), está dividido en diferentes haplogrupos que se usan para trazar los orígenes ancestrales de las poblaciones actuales.

Los haplogrupos principales en América son llamados A, B, C, D y X, y los tipos A y D son frecuentes en Asia, lo cual se cita como respaldo a un origen del noreste asiático para estos linajes.

Algunos investigadores creen que el haplogrupo B vino más tarde que el A, C y D y posiblemente por medio de alguna ruta en el Pacífico.

Y también en ocasiones se afirma que el haplogrupo X representa una migración separada, quizá desde Europa, ya que este tipo está virtualmente ausente en Siberia.


Basados en un estudio de dos haplogrupos raros de ADNmt (D4h3 y X2a), A. Torroni et al. (2009) concluyeron que dos de ellos habían viajado del noreste de Siberia a través del estrecho de Beringia hacia Norteamérica hace unos 15’000 ó 17’000 años atrás.

Luego uno de ellos siguió por el litoral pacífico libre de hielo, mientras que otro atravesó un pasadizo de tierra abierta entre dos calotas glaciales para llegar directamente a la región este de las Montañas Rocallosas (3) y en general, se piensa que los na-dené y esquimo-aleutianos representan una migración posterior hacia la parte septentrional de Norteamérica.

Las dos figuras de abajo ilustran otros dos escenarios basados en el ADNmt para el poblamiento de América. El primero muestra tres migraciones diferentes, y el segundo esquematiza cuatro desplazamientos principales.


Mapa de migraciones humanas basadas en ADNmt.

En este estudio se consideran tres desplazamientos a Norteamérica:

-      uno hace 34’000 a 26’000 años que trajo haplogrupos A, C y D,
-      otro de hace 15’000 a 12’000 años que importó el haplogrupo B,
-      y otro de 15’000 años atrás que implantó el tipo X (4).



Otra reconstrucción basada en ADNmt de patrones migratorios. Las fechas están en miles de años atrás (5).


Los haplogrupos A, B, C y D se encuentran en restos humanos antiguos examinados a lo largo de Sudamérica, y cuya interpretación es que los habitantes de América del Norte y del Sur estaban relacionados, pero además otros análisis han hallado evidencia de haplogrupos ADNmt raros en ciertas áreas. Por ejemplo, la tribu yanomami del Amazonas brasileño se caracteriza primariamente por los haplogrupos A, B, C, y D, e incluso se encontraron tres tipologías no identificadas (6).





2 - CONTACTOS TRANSOCEÁNICOS

Algunos investigadores han reportado evidencia genética de contactos transoceánicos precolombinos durante algunos miles de años atrás. Y sobre este tema, James Guthrie escribió:

« Los estudios han demostrado que el número de antígenos leucocitarios humanos [HLA en inglés]* característico de las poblaciones indígenas americanas es relativamente pequeño, y que algunas tribus sudamericanas aisladas poseen sólo unos pocos tipos que son comunes a través de América, pero otros grupos, especialmente aquéllos cercanos a sitios de antiguas sociedades urbanas mesoamericanas y andinas, exhiben alelos HLA que son raros en América y comunes en ciertas poblaciones afroasiáticas, surasiáticas y europeas.

Estos genes inesperados dan cuenta, en el promedio, del 6-7% del HLA americano total, aunque tienen grandes variaciones que llegan al 24%. Se postula que los genes atípicos fueron adquiridos por asimilación de poblaciones foráneas en varias épocas después de la colonización inicial del hemisferio y previamente al influjo de europeos y africanos en el siglo XVI, porque sugieren efusión genética desde lugares que algunos expertos sostienen se hallaban en antiguo contacto con las Américas, tales como el norte de África y el sudeste de Asia. »

Y Guthrie también agrega:

« El HLA del sur asiático parece haber llegado en diferentes etapas: B*22 a los esquimales del oeste y los otros cuatro (A*10, A*11, A*33, B*13) a las costas occidentales de México y Sudamérica en varias épocas, apoyando así las teorías de ingresos remotos polinésicos o indonesios a Ecuador y Perú, y más tarde influencias oceánicas, indias y chinas en las sociedades nahua, maya y araucana.

Los genes de sistemas aparte del HLA también señalan incidencias de India, Indonesia o Arabia en las poblaciones aymaras, quechuas y mayas como también en varios grupos mexicanos y sudandinos para los cuales no existen datos de HLA. » (1)

( * Los HLA son proteínas que se encuentran en la superficie de leucocitos y otras células que desempeñan una parte importante en la respuesta inmune del cuerpo a las sustancias extrañas, y que varían de persona en persona. Los alelos son las diferentes formas de un gen.)





3 - HAPLOGRUPO X

Un enigma para los expertos que sostienen que todos los nativos americanos descendieron de asiáticos nororientales es la presencia del haplogrupo X del ADNmt en un pequeño porcentaje de aquéllos aborígenes, puesto que esta variante génica virtualmente no existe en el noreste de Asia y es mucho más prevalente en Europa y el Cercano Oriente, donde algunos creen que se originó (1).

Y se piensa que este tipo ingresó a América entre unos 36.000 y 12.000 años (2).

El haplogrupo X está compuesto principalmente de dos subgrupos distintos, X1 y X2. El X1 se halla  restringido en gran medida al norte y este de África, mientras que el X2 se extiende en el oeste de Eurasia. Ésta última variante compone alrededor del 2% en los linajes europeos de ADNmt y su presencia es más fuerte en el Cercano Oriente, el Cáucaso y la Europa mediterránea.

Las concentraciones particulares ocurren en Georgia (8%), las Islas Orcadas (7%) y entre la comunidad israelita de los drusos (26%), lo cual se atribuye a un "efecto fundador", es decir, al establecimiento de una nueva población por algunos fundadores originales que llevan sólo una pequeña parte de la variación genética total en la población procreadora.

El haplogrupo X aparece en una frecuencia total de un 3% entre la población indígena actual de las Américas. No obstante, en los indígenas algonquinos esta frecuencia llega a un 25%, en los sioux al 15%, 11-13% en los nuu-chah-nulth, 7% en los navajo y entre los yanomami de Brasil 12%. La rama del haplogrupo X encontrada en estos grupos de aborígenes americanos es el X2, el cual está casi ausente en el este de Asia.

El X2 sólo ha sido identificado en la República de Altai, pero se piensa que se originó en esa zona hace menos de 7000 años, mientras que en el Nuevo Mundo tiene un origen mucho más antiguo. Sin embargo, esto no ha sido obstáculo para que muchos investigadores especulen de que fue importado a América por migrantes de Siberia (3).

Algunos argumentan que individuos con el haplogrupo X migraron hacia el este desde Europa a Asia y luego a través del puente de Beringia, y que sus descendientes en Asia se extinguieron posteriormente.

¡Lo cual es una hipótesis que parece ser más preferible que un desplazamiento a través del Atlántico!

Según la "hipótesis solutrense", el haplogrupo X llegó a Norteamérica con una oleada de migración europea alrededor del 20.000 AP por los solutrenses. Algunos autores sugieren que el haplogrupo X puede haberse originado en Poseidonis (la Atlántida de Platón), que de acuerdo a la tradición se hundió en un gran cataclismo hace unos 9600 años (4).




Referencias

Los rastros genéticos
  1. Ver "Human origins: the ape-ancestry myth", sección 2, http://davidpratt.info.
  2. B. Bower, "Migrants settled New World in tandem", Science News, 31 enero 2009, www.sciencenews.org; N.J. Fagundes et al., "Mitochondrial population genomics supports a single pre-Clovis origin with a coastal route for the peopling of the Americas", American Journal of Human Genetics, vol. 82, 2008, págs. 583-92; M.C. Bortolini et al., "Y-chromosome evidence for differing ancient demographic histories in the Americas", American Journal of Human Genetics, vol. 73, 2003, págs. 524-39.
  3. A. Torroni et al., "Distinctive Paleo-Indian migration routes from Beringia marked by two rare mtDNA haplogroups", Current Biology, vol. 19, 2009, págs. 1-8, www.cell.com.
  4. http://en.wikipedia.org/wiki/File:Human_mtDNA_migration.png.
  5. http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Map-of-human-migrations.jpg.
  6. Gregory L. Little, John Van Auken y Lora Little, Ancient South America: Recent evidence supporting Edgar Cayce’s story of Atlantis and Mu, Memphis, TN: Eagle Wing Books, 2002, pág. 54.


Contactos transoceánicos
  1. James L. Guthrie, "Human lymphocyte antigens: apparent Afro-Asiatic, Southern Asian, & European HLAs in indigenous American populations", Pre-Columbiana, vol. 2, diciembre 2000 y junio 2001, www.neara.org.

Haplogrupo X
  1. https://genographic.nationalgeographic.com/genographic/atlas.html; http://genealogy.wikia.com/wiki/Haplogroup_X_(mtDNA).
  2. M.D. Brown et al., "mtDNA haplogroup X: an ancient link between Europe/Western Asia and North America?", American Journal of Human Genetics, vol. 63, 1998, págs. 1852-61, www.pubmedcentral.nih.gov.
  3. E.g. Fagundes et al., ibid.; www.explore-qatar.com/imglib/spencer_4.jpg; www.cambridgedna.com/genealogy-dna-ancient-migrations-slideshow.php.
  4. Leonard, "Atlanteans in America: Paleolithic Cro-Magnons in America"; Gregory L. Little, John Van Auken y Lora Little, Mound Builders: Edgar Cayce’s forgotten record of ancient America, Memphis, TN: Eagle Wing Books, 2001, págs. 60-8, 148-9.





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