LISTA DE CAPÍTULOS

LOS ROSACRUCES DESCRITOS POR BLAVATSKY


En este capítulo les voy a poner lo que Blavatsky dijo sobre los Rosacruces.
 
 
 
No todos los ocultistas fueron rosacruces
 
« Hiraf debería agregar a la palabra rosacruces "esa organización en particular", porque después de todo no era más que una de muchas ramas del árbol del Ocultismo. Y Hiraf al olvidarse de especificar esa denominación en particular, y al incluir bajo el nombre de Rosacruces a todos aquellos que han dedicado su vida al Ocultismo, pero se congregaban en diferentes Hermandades, Hiraf comete un error por el cual puede, sin saberlo, hacer creer a la gente que los Rosacruces habiendo desaparecido, ya no hay más esoteristas practicando el Ocultismo sobre la faz de la tierra.
. . .
Denominar indiferentemente “Rosacruces” a todos los ocultistas es cometer el mismo error que si fuéramos a llamar bautistas a todos los cristianos sobre la base de que estos últimos también son cristianos»
(CW I, p.104-5)
 
 
 
 
 
Los rosacruces no vienen de Egipto
 
« Hiraf se vuelve culpable de un anacronismo atribuyendo a los Rosacruces la construcción de las pirámides y otros majestuosos monumentos que exhiben indeleblemente en su arquitectura los símbolos de las grandes religiones del pasado. Porque eso no es así»
(CW I, p.104)
 
 
 
 
 
El fundador de los rosacruces
 
« La Hermandad de la Rosacruz no se fundó sino hasta mediados del siglo XIII, y a pesar de las afirmaciones del erudito Mosheim, su nombre no deriva de la palabra latina Ros (rocío), ni de una cruz, el símbolo de Lux (luz).
 
El origen de la Hermandad puede ser averiguado por cualquier estudiante serio y genuino de Ocultismo que viaje por Asia Menor y decida unirse a algunos de la Hermandad, y si está dispuesto a dedicarse por sí mismo al cansadísimo trabajo de descifrar un manuscrito rosacruz, la cosa más difícil del mundo porque está cuidadosamente preservado en los archivos de la misma Logia que fue fundada por el primer Ocultista de ese nombre, pero que ahora tiene otro nombre.
 
Su fundador, un Reuter [Caballero] alemán de nombre Rosencranz, fue un hombre que después de adquirir una reputación muy sospechosa a través de la práctica de la Magia Negra, en su lugar natal, se reformó a consecuencia de una visión.
 
Renunciando a sus malas prácticas, hizo un voto solemne y fue a pie a Palestina para hacer honrosa su enmienda en el Santo Sepulcro.
 
Una vez allí, el Dios cristiano, el nazareno manso pero bien informado, formado como estaba en la escuela secundaria de los esenios, esos virtuosos descendientes de los caldeos tanto botánicos como astrológicos y mágicos, se le apareció a Rosencranz; un cristiano diría en una visión, pero yo sugeriría que fue en la forma de un espíritu materializado.
 
El significado de esta visita, así como el tema de su conversación, permanecieron para siempre como un misterio para muchos de los Hermanos; pero inmediatamente después el ex-hechicero y caballero desapareció y no se volvió a saber de él hasta que la misteriosa Orden de los Rosacruces se añadió a la familia de los ocultistas, y sus poderes despertaron la atención popular, incluso entre las poblaciones orientales, indolentes y acostumbradas como estaban a vivir entre maravillas»
(CW I, p.105-6)
 
(Observación: el relato que da Blavatsky sobre Rosencranz difiere en ciertos aspectos con el relato contado en la Fama Fraternitatis, pero dado que mi investigación me ha demostrado que muy probablemente Blavatsky si fue la mensajera de los Maestros, confío más en su relato.)
 
 
 
 
 
Los primeros rosacruces
 
« Los Rosacruces se esforzaron por combinar las más diversas ramas del Ocultismo, y pronto se hicieron famosos por la extrema pureza de sus vidas y sus extraordinarios poderes, así como por su profundo conocimiento del secreto de los secretos. Como alquimistas y prestidigitadores se hicieron proverbiales»
(CW I, p.106)
 
 
 
 
 
La séptima regla
 
« Hiraf tiene razón acerca de la séptima regla de la Hermandad de la Rosacruz que dice que “un Rosacruz se convierte [en rosacruz], no nace [siendo rosacruz]»
(CW I, p.103)
 
 
 
 
 
Las ramas ocultistas que surgieron de los rosacruces
 
« Más tarde los Rosacruces dieron nacimiento a los teósofos más modernos, a cuya cabeza estaba Paracelso, y también a los alquimistas occidentales, de los cuales uno de los más célebres fue Tomás Vaughan (siglo XVII) quien escribió las cosas más prácticas sobre Ocultismo, bajo el nombre de Eugenius Philalethes»
(CW I, p.106)
 
 
 
 
 
El último verdadero rosacruz
 
« Estrictamente hablando los rosacruces ya no existen debido a que el último de esa Fraternidad partió en la persona de Cagliostro»
(CW I, p.104)
 
 
 
 
 
 
El símbolo del pelicano y sus crías
 
 
« Hay un símbolo de los Rosacruces que nunca ha sido entendido hasta ahora ni siquiera por los místicos modernos, y es el del Pelícano que se abre el pecho para alimentar a sus siete pequeños.
 
Este símbolo es el verdadero credo de los Hermanos de la Rosa-Cruz y un resultado directo de la Doctrina Secreta Oriental.
 
Brahma (neutro) se llama Kalahansa, que significa como lo explicaron los orientalistas occidentales: el cisne o ganso eterno (ver el comentario 8 de la estrofa III de las Estancias de Dzyan), pero también se designa con ello a Brahma, el Creador.
 
De este modo se generó un gran error; es Brahma (neutro) a quien se debe referir como Hansa-vahana (que significa Aquel que usa el cisne como su Vehículo) y no Brahma el Creador, quien es el verdadero Kalahansa, mientras que Brahma (neutro) es hamsa, y “A-hamsa”, como se explicará en el comentario.
 
El "cisne o ganso" (Hansa) es el símbolo de esa deidad masculina o temporal, ya que él, la emanación del Rayo primordial, está hecho para servir como un Vahan o vehículo para ese Rayo divino, que de otra manera no podría manifestarse en el Universo, siendo antifrásticamente en sí mismo una emanación de "Oscuridad" — para nuestro intelecto humano, en todo caso. Es Brahma, entonces, quien es Kala-Hansa, y el Rayo, el Hansa-Vahana.
 
(En resumen: el ave acuática representa al Dios creador, quien es la emanación del Dios inmanifestado, y quien da de su esencia para nutrir a los siete rayos que permiten la creación del Universo.)
 
En cuanto al extraño símbolo elegido (un ave acuática) es igualmente sugerente, ya que el verdadero significado místico es la idea de una matriz universal figurada por las aguas primordiales del "abismo", o la apertura para la recepción, y posteriormente para la emisión de ese rayo único (el Logos), que contiene en sí mismo a los otros siete rayos o poderes procreadores (los logoi o constructores).
 
Y de ahí la elección por parte de los Rosacruces de las aves acuáticas, ya sean cisnes o pelícanos, con siete crías como símbolo, modificadas y adaptadas a la religión de cada país.
 
Ya sea que, como símbolo, se utilice un cisne, un ganso o un pelicano, eso no importa puesto que en todos los casos se trata de un ave acuática que flota o se mueve sobre las aguas como el Espíritu, y luego sale de esas aguas para dar a luz a otros seres.
 
El verdadero significado del símbolo del décimo octavo grado de la Rosa-Cruz es precisamente este, aunque más tarde poetizado en el sentimiento maternal del Pelícano que se rasga el pecho para alimentar a sus siete pequeños con su sangre.
 
En la Cábala, en-Soph se llama el "Alma Ardiente del Pelícano" en el Libro de los Números. (Ver Parte II. "La Deidad Oculta y sus Símbolos y Glifos.")
 
Y la razón por la que Moisés prohibió comer pelícanos y cisnes, clasificándolos entre las aves inmundas, y en cambio permite comer "langostas calvas, escarabajos y saltamontes según su especie" (ver Levítico xi y Deuteronomio xiv) es puramente fisiológica, y tiene que ver con la simbología mística sólo en la medida en que la palabra "inmundo", como cualquier otra palabra, no debe leerse y entenderse literalmente, ya que es esotérica como todas las demás, y puede significar tanto "santo" como no.
 
Es un hecho muy sugerente en relación con ciertas supersticiones, por ejemplo la del pueblo ruso que no usa la paloma como alimento; no porque sea "inmundo", sino porque se le atribuye al "Espíritu Santo" haber aparecido bajo la forma de una paloma. »
(DS I, p.19-20 y 80)
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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