NUEVA ACRÓPOLIS EXPUESTA POR EL PERIÓDICO “LA HORA POPULAR”

 

 

 

El siguiente artículo se publicó en el periódico uruguayo “La Hora Popular” del 10 de septiembre de 1989:

 

 

 

 

 

 

 

Y a continuación se los transcribo:

 

 

 

 

 

EL CUERPO DE SEGURIDAD ACROPOLITANO

 

 

¿Es un grupo paramilitar que venera a la legión romana?

 

Una de las acusaciones más frecuentes que los estudiosos de las sectas le realizan a Nueva Acrópolis, es su conformación de un grupo paramilitar con finalidades no del todo claras, y la exaltación de ejércitos imperiales como las legiones romanas o las huestes de Napoleón.

 

Esta pregunta era escabrosa, pero como a cada una de las interrogantes que le hice a Víctor Cuenca, representante de Nueva Acrópolis, él con una sonrisa me respondió diciendo: “No es para tanto”.

 

Explicó que “si bien hay toda una fábula que ha llevado a hablar del Cuerpo de Seguridad como de extrema peligrosidad, le puedo asegurar que no es peligroso, ya que todo es peligroso según en manos de quien lo utilice”.

 

Se trata “de un grupo que tiene entrenamiento en las artes marciales, seguridad y primeros auxilios, que tiene a su cargo la custodia de las escuelas grandes de Nueva Acrópolis”.

 

Claro que “como en todo movimiento, todavía nos falta el momento en que empecemos a ser perseguidos y que tendremos nosotros mismos que contestar esa persecución. Es inevitable que un parto va a salir como un parto, no podéis decir: mira va a salir así como una emanación gaseosa”.

 

“Será una confrontación que se dará dentro de cada país contra el poder establecido o algún movimiento internacional de los que están manejando el mundo” … “tal vez algunas religiones fanáticas o grupos fundamentalistas” … “porque los más reaccionarios, en su decadencia, siempre se las agarran con los más chicos, es como los malones que cuando llegan a viejos se pelean con los gurises”.

 

 

En un libro sobre sectas se hace referencia a una afirmación un tanto inquietante de un boletín del Cuerpo de Seguridad de Nueva Acrópolis, allí dice:

 

“Todavía estamos muy lejos de la Guardia Imperial de Roma o el Ejercito de Napoleón, somos muy conscientes de ello, pero si debemos saber que somos el embrión de una y otro, y que llegará el día en que el Cuerpo de Seguridad será también un gran ejercito, una gran fuerza.”

 

Cuando le pregunto a Víctor Cuenca sobre ese texto, él me responde: “Eso no sé de donde salió, puede ser de algún boletín interno donde la gente escribe y cada uno pone lo que tiene ganas de poner, por supuesto sin escribir barbaridades, entonces vos escribís algo con lo que estés muy embalsado”.

 

Pero aclaró que no pretenden ser una gran fuerza “no porque seamos humildes, que no lo somos, pero si porque somos bastante coherentes y no hay esperanza de que eso sea así. Ojalá algún día los ejércitos estén comandados por gente con ideales y no que sus integrantes digan: soy militar como podría ser panadero”.

 

(Nota de Cid: si ustedes leen los textos internos de Jorge Angel Livraga el cofundador de Nueva Acrópolis, se van a dar cuenta que era un hombre muy fascista, muy megalómano, que si quería crear un ejecito compuesto por “idealistas”, y aunque en la práctica eso es inviable, aún así Nueva Acrópolis trata de hacer algo parecido a pequeña escala con su Cuerpo de Seguridad.)

 

 

Esa exaltación de lo marcial es una característica de Nueva Acrópolis (“aunque acá como tuvimos dictaduras militares todo lo que huela a eso parece malo”) que se puede leer en algunos artículos de Juan Oscar Torres, director de la escuela en Argentina, quien ensalza la legión romana “cuya férrea disciplina había generado una fuerza de carácter en sus miembros que hacía intolerable el desorden”.

 

“Eso se opone al pueblo de Cartago con ejércitos compuestos de asesinos a sueldo, empedernidos de sensualismo, ocio y faltos de respeto por los dioses, por lo que se justifica la quema y la destrucción de esa ciudad, ya que para el espíritu romano empapado de honor, ese pueblo no merecía existir”.

 

(Nota de Cid: esa forma de pensar es una aberración de la gente fascista y los soldados romanos también fueron unos abominables asesinos que tenían un poco más de disciplina pero que si nos les pagabas dejaban de luchar.)

 

 

Víctor Cuenca comenta: “Hay que asumir que una porción de los seres humanos tienen vocación marcial, la que si no se canaliza por ejemplo a través del karate y otras luchas orientales, entonces el tipo se convierte en un terrorista o en un loco que se hace mercenario”.

 

Esa “vocación” es analizada por la máxima autoridad de Nueva Acrópolis, su fundador Jorge Angel Livraga quien se cuestiona si la guerra no será una especie de “higiene” porque si el hombre es inmortal espiritualmente, pero es inexorablemente mortal físicamente, entonces ¿qué importaría morir joven en combate, si esto favorece al alma?”

 

(Respuesta de Cid: porque eso no favorece al alma ya que vienes a la Tierra para aprender, y si mueres tempranamente por jugar al soldadito, eso reduce mucho tu desarrollo, desperdicias en gran medida esa reencarnación y complicas la siguiente.)

 

Livraga agrega que si bien Buda y Cristo enseñaron el amor al prójimo y amar al enemigo, “esto es válido y práctico a nivel individual o de pequeños grupos, pero en el fenómeno que enfrenta a millones de hombres que no se odian ni se conocen y que no tienen nada que perdonarse pues en nada se han ofendido, las formulas maravillosas pierden su avasalladora validez”.

 

Por lo que Livraga se pregunta: “¿será la guerra un instrumento de la naturaleza para despertar en las adormidas conciencias el sentido de lo heroico y el de la confraternidad, por lo menos en los hombres que luchan del mismo bando?”

 

Y el propio Livraga se respondió: “es posible ya que la guerra convierte al truhan en un hombre disciplinado.”

 

 

 

 

 

 

 

OBSERVACIONES

 

Como Livraga no experimentó los horrores de la guerra, para él es fácil elogiar las batallas y no le importa distorsionar las enseñanzas de los mesías, pero posteriormente cuando la justicia española lo condenó por tenencia ilícita de armas, cobardemente él trato de echarle la culpa a un colega suyo, y Nueva Acrópolis ya ha ocasionado la muerte de un joven por estar jugando a las milicias.

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