Esta es una carta que
Blavatsky le escribió al editor de la revista espiritista “Religio-Philosophical Journal” explicando el significado cabalístico de la palabra
elementario y los errores que cometen los espiritistas; y esta carta se publicó
en esa revista en la edición del 17 de noviembre de 1877, con el título:
"ELEMENTARIOS"
Carta de
la Secretaria corresponsal de la Sociedad Teosófica
(Nota: para una mejor
comprensión del texto, les recomiendo que primero lean lo que son los
elementarios en este otro capitulo link.)
Estimado
señor,
Percibo
que recientemente el tema desterrado de los “elementarios” cabalísticos está empezando
a aparecer a menudo en los periódicos espiritistas ortodoxos.
Esto
no debería sorprendernos ya que el espiritismo y su filosofía están progresando
y adelantarán a pesar de la oposición de algunos ignorantes “muy eruditos”
inclinados a imaginar que el Cosmos gira dentro del cerebro académico.
Pero
si se admite en la discusión un nuevo término, lo menos que podemos hacer es
averiguar primero su significado. Nosotros los teósofos, los estudiantes de la
Filosofía Oriental, consideramos como un claro beneficio el hecho de que las
revistas espiritistas de Europa y de América estén empezando a discutir el
tópico de los seres sub-humanos y vinculados a la tierra, no obstante que
ridiculicen esa idea.
¿Pero los
escarnecedores acaso saben de lo que están hablando dado que jamás ellos han estudiado
a los escritores cabalísticos?
Es
evidente para mí que estos individuos están confundiendo los “elementarios” que
son los espíritus humanos desencarnados, viciosos y vinculados a la tierra, con
los “elementales” o sea los espíritus de la naturaleza.
Con
su permiso contestaré un artículo del doctor Woldrich que apareció en su
revista el 27 del mes corriente y que el autor titula “Elementarios”. Admito
cándidamente que debido a mi conocimiento imperfecto del inglés, cuando por
primera vez escribí sobre los elementarios, pude haber contribuido a la
confusión actual, precipitando así sobre mi cabeza la ira condenada de los
espiritistas, los médiums y sus “espíritus guías”. Pero ahora trataré de
aclarar lo que quise decir.
Eliphas
Levi usa el término “elementario” tanto en el caso de los espíritus humanos
vinculados a la tierra como en el de las criaturas de los elementos (que son
los espíritus de la naturaleza). Esta negligencia de su parte se debe al hecho
de que según los cabalistas, los elementarios humanos han perdido
irreversiblemente toda oportunidad para la inmortalidad, entonces después de un
cierto lapso se convierten en nada mejor que “elementales”, los cuales nunca
tuvieron un alma.
(Nota
de Cid: esta idea de los cabalistas es incorrecta porque los elementarios están
destinados a la desintegración, mientras que los elementales —al igual que los
demás reinos de la naturaleza— se encuentran en un proceso de evolución, aunque
todavía no tengan un alma bien definida como es el caso de los humanos.)
Para
desenmarañar este tema, en mi libro “Isis Develada” en el preámbulo titulado
“Ante el Velo” mostré que sólo los espíritus humanos vinculados a la tierra
deberían denominarse “elementarios”; mientras que las criaturas de los elementos
deberían denominarse “elementales.
Los
errores que comete el doctor Woldrich
El
doctor Woldrich, emulando a Herbert Spencer, trata de explicar la creencia
popular que acepta la existencia de los espíritus de la naturaleza, los
demonios y las deidades mitológicas, como un producto de una imaginación no
educada por la ciencia y afectada por los fenómenos naturales incomprendidos.
Él
tribuye al efecto de la imaginación a las sílfides, las ondinas, las
salamandras y los gnomos, los cuales en realidad son cuatro grandes familias
que engloban innumerables subdivisiones de seres sutiles.
Y
el doctor Woldrich llega al extremo de decir que “por medio de una larga
práctica, uno puede adquirir el poder que tienen los espíritus desencarnados
para materializar las apariciones mediante la voluntad.”
Es
cierto que los “espíritus desencarnados” a veces, tienen ese poder.
¿Pero si lo tienen
los desencarnados, por qué no lo tendrían también los espíritus que están encarnados?
Es
decir una persona aun viva que ha llegado a ser un Adepto en el Ocultismo a
través del estudio.
Pues
bien, según la teoría del doctor Woldrich, un Mago encarnado puede sólo crear
subjetivamente, citando sus palabras:
-
"Tiene la costumbre de evocar o suscitar
en su imaginación, sus espíritus familiares, los cuales, al haber contestado a
su voluntad, él los considera como existencias reales."
No
me detendré para investigar las pruebas de su afirmación debido a que esto sólo
nos conduciría a una interminable discusión. Solo señalaré que si una pléyade
de espiritistas europeos y americanos han visto formas objetivas materializadas
que les aseguran que eran los espíritus de personas anteriormente vivas. Del
otro lado del mundo millones de orientales en las eras pasadas han visto a los
Hierofantes de los Templos y aun los ven en la India, los cuales, sin ser en lo
más mínimo médiums, también evocan las formas objetivas y tangibles que no
ostentan ninguna pretensión de ser las almas de los seres humanos
desencarnados.
Sólo
añadiré que estas formas a pesar de que sean subjetivas e invisibles a los
demás, como nos dice el doctor Woldrich, son palpables y por ende objetivas
para el clarividente.
Hasta
la fecha ningún científico ha dominado suficientemente aun los misterios de las
ciencias físicas para permitirle contradecir con algo de pruebas plausibles o
incontrovertibles, la suposición según la cual si un verdadero clarividente ve
una forma que queda subjetiva para los demás, dicha forma no es una
“alucinación” ni el fruto de la imaginación.
Porque
si las personas presentes tuviesen la misma facultad clarividente, ellas verían
también esa criatura, lo cual administraría una prueba suficiente de que a
pesar de ser sutil si tiene una existencia real.
Y
es así como se conducen los experimentos en ciertas escuelas de entrenamiento
psicológico, término que uso para designar a estas instituciones en el Oriente.
Jamás
se confía en un solo clarividente porque aunque este puede ser sincero, honrado
y tener el más intenso deseo por captar sólo lo que es real en el mundo sutil.
Pero a pesar de ello puede mezclar la verdad inconscientemente, aceptando a un elemental
por un espíritu desencarnado y viceversa.
Por
ejemplo,
¿Qué aval puede
darnos el doctor Woldrich de que “Hoki” y “Thalla” que son los guías de la
señorita May Shaw, no eran más que simples criaturas producidas por el poder de
la imaginación?
Woldrich
tendrá la palabra de su clarividente como prueba, y puede ser que confíe
implícita y muy merecidamente en su honradez cuando está en su estado normal. Pero
el simple hecho de que un médium es un instrumento pasivo y dócil en las manos
de algunos poderes invisibles y misteriosos, debería hacer a la señorita Shaw
irresponsable a los ojos de todo investigador concienzudo. Por lo tanto el
doctor Woldrich debería examinar principalmente a estos espíritus o poderes
invisibles y no al clarividente.
¿Qué
prueba tiene él de que dichos poderes son fidedignos, al punto de inducirle a
pensar que es necesario constituirse en el adversario de una Filosofía basada
en millares de años de experiencia práctica, convirtiéndose así en el
iconoclasta de los experimentos llevados a cabo por generaciones enteras de
egipcios, hierofantes, gurús, brahmanes, adeptos de los santuarios expertos y
una constelación más o menos erudita de cabalistas que eran, todos, videntes
entrenados?
Además
tal acusación es un terreno peligroso para los mismos espiritistas porque si
admitimos, aunque sea una vez, que un mago crea sus formas sólo en la
imaginación y como resultado de la alucinación, entonces ¿qué acontece con
todos los espíritus guías, los espíritus amigos y los que están en la Tierra de
Verano revoloteando sobre los médiums y los videntes en trance?
El
por qué estas presuntas entidades desencarnadas deben considerarse más
identificadas con la humanidad que los elementales del Mago o “elementarios”,
según la definición de Woldrich, es algo que no vale la pena investigar.
El
concepto budista
Desde
el punto de vista de ciertas escuelas budistas, su corresponsal puede tener razón,
ya que según la enseñanza de la filosofía de estas últimas, hasta nuestro
universo visible asumió una forma objetiva como resultado de la imaginación,
seguida por la volición o la voluntad del Adepto Supremo Desconocido (“Dios”).
Pero
hasta ahí llega la similitud con la teología cristiana, porque según las
enseñanzas de dichas escuelas budistas, el mencionado Adepto en lugar de llamar
el Universo a la existencia de la nada, ejerció su voluntad sobre la Materia
preexistente, eterna e indestructible como Sustancia invisible, aunque temporal
y siempre cambiante en lo que concierne a las formas.
Algunas
Escuelas del Nepal, más elevadas y aun más sutilmente metafísicas, llegan al
punto de afirmar, y sobre bases muy razonables, que esta Sustancia o Materia
(Svabhâvat) preexistente y autoexistente, no tiene ningún otro creador ni
gobernador.
Cuando
se encuentra en un estado de actividad es Pravritti (que es el principio
universal creador); y cuando se halla en estado pasivo, el nombre de esta
fuerza es Nirvritti (que es el principio universal latente).
Es
algo eterno e infinito ya que en eso que no tiene principio ni fin, no puede
haber pasado ni futuro, sino que es todo lo que ha sido y será. Por lo tanto
nunca hubo una acción ni un pensamiento, por simple que fuese, que no se
imprimiera en los anales imperecederos de esta Sustancia que los budistas
llaman Svabhavat y los cabalistas denominan La Luz Astral.
Al
igual que un espejo fiel, esta Luz refleja toda imagen y ninguna imaginación
humana podía ver nada fuera de eso que exista impreso, en algún lugar en la
Sustancia eterna.
Pensar
que un cerebro humano pueda concebir algo que el “cerebro universal” nunca
concibió antes, es una falacia y una presunción altiva. En los mejores de los
casos, el cerebro humano puede columbrar de vez en cuando, las vislumbres
vagantes del “Pensamiento Eterno”, después de que éste ha asumido alguna forma
objetiva tanto en el mundo del Universo invisible como del visible.
Las
equivocaciones que cometen los espiritistas
Entonces
el testimonio unánime de los Videntes entrenados demuestra que hay criaturas
como los elementales, y que si bien los elementarios han sido en algún momento espíritus
humanos, pero que al haber perdido toda conexión con el mundo inmortal más puro
(o sea que se han separado de su triada superior), los elementarios deben
identificarse por medio de algún término particular capaz de trazar una línea
distinta de demarcación entre ellos y las almas desencarnadas verdaderas que prosiguen
en su camino hacia la inmortalidad.
Para
los cabalistas y los adeptos, especialmente en la India, la diferencia entre
los dos es extremadamente importante y sus mentes instruidas jamás les
permitirán confundir el uno con el otro; mientras que para la mente ignorante
del médium, todos son la misma cosa.
Los
espiritistas nunca aceptaron la sugerencia y el buen consejo de algunos de sus
videntes y médiums. Ellos han considerado los “Gadarenes” del doctor Peebles
con indiferencia; han encogido sus hombros al oír las “fantasías rosacrucianas”
de P.B. Randolph y su “Ravalette” no ha hecho a nadie más cuerdo. Han acogido
el “Diakka” de Jackson Davis con enojo y protesta, y al final han declarado una
guerra mortal contra los teósofos y los cabalistas.
¿Y cuáles han sido
los resultados de tanto desdén?
Las
consecuencias han sido una serie de descubrimientos de médiums fraudulentos que
han humillado a los que los apoyan y deshonrado a su causa. Y la identificación
por parte de videntes y médiums genuinos de las pretendidas formas del espíritu
que enseguida se descubrieron ser simples personificaciones de engañadores mentirosos,
dejan constancia de que al menos en estos casos (excepto ejemplos claros de alianza)
las identificaciones derivaron de la ilusión por parte de los videntes homólogos.
Por
ejemplo se descubrió que los “espíritus de niños” eran máscaras consumidas y un
acopio de trapos, ya que a los médiums obsesionados, sus guías los llevaron a
la ebriedad y a la conducta inmoral. Los presuntos espíritus inmortales
apoyaban y a veces inducían a las prácticas del amor libre. Hombres libertinos
se separaron de sus esposas en busca de otras afinidades femeninas. Incubos y
sucubos delectaban a las personas, a guisa de maridos o mujeres ángeles que
retornaban.
Los
creyentes sensitivos fueron obligados a cometer homicidios, suicidios,
falsificaciones, fraudes y otros crímenes. Las personas excesivamente crédulas
desperdiciaron su capital en inversiones insensatas y en la búsqueda de tesoros
escondidos. Los médiums fomentaban especulaciones desastrosas en la bolsa de
valores. Dos continentes se inundaron con las calumnias más viles expresadas y
a veces publicadas por los médiums contra otros médiums.
Charlatanes
y malabaristas, protegidos por los científicos y el clero, reúnen mucho público
para que se presencie las imitaciones de los fenómenos de las alacenas (de
donde se supone salían los espíritus materializados) y cuya realidad los mismos
médiums genuinos y los espíritus no pueden reivindicar, pasándola por el tamiz
de las condiciones necesarias de la examinación.
Reuniones
espiritistas, aun en una oscuridad lóbrega donde hasta los fenómenos genuinos
pueden confundirse con los falsos y los falsos con los reales.
Los
ángeles guías han dejado a sus médiums desamparados, los cuales han sido
llevados a la corte, condenados
y encarcelados; mientras aquellos que si son espíritus tienen el poder de
controlar los asuntos mortales, pero no han hecho nada para ayudarles. Deberían
haber solicitado la simpatía de las huestes celestiales a fin de auxiliar a sus
médiums ante una injusticia tan patente.
Otros
conferenciantes espiritistas y médiums tuvieron muchos problemas de salud y los
que se definían sus sustentadores y protectores los dejaron completamente
desamparados.
Estos
son algunos de los aspectos de la situación actual, las manchas negras de lo
que debería convertirse en la más grande y más noble de todas las Filosofías
religiosas, que los escépticos y los materialistas arrojan sin reservas en los
dientes de todo espiritista. Y ninguna persona inteligente entre los espiritistas
necesita irse más allá de su experiencia personal para encontrar ejemplos como
los mencionados.
El
espiritismo no ha progresado, no está progresando y no progresará, hasta que
sus hechos se consideren a la luz de la Filosofía Oriental.
Por
lo tanto le digo a usted señor Editor (del “Religio-Philosophical Journal”) que
su corresponsal, el doctor Woldrich, puede considerarse culpable de una
proposición errónea ya que en la frase conclusiva de su artículo él dice:
-
"No sé si he logrado probar el mito de
los elementarios, sin embargo espero haber irradiado más luz sobre el tema para
algunos lectores de la revista."
A
lo cual yo le contesto que él no ha probado para nada “el mito de los elementarios”
pues ellos (aparte de pocas excepciones) son los guías vinculados a la tierra y
los espíritus en que Woldrich cree, junto a cada otro espiritista.
En
lugar de irradiar luz sobre el tema, el doctor lo ha vuelto aun más obscuro. Y
tales explicaciones y revelaciones descuidadas son muy dañinas para el futuro
del espiritismo y contribuyen a retrasar su progreso.
Esperando
sinceramente no haber cometido una intrusión excesiva en las columnas de su
estimada revista, le envío mis respetos.
H.P.
Blavatsky
Secretaria
corresponsal de la Sociedad Teosófica
New
York.
OBSERVACIONES
Los espiritistas son muy negativos para aceptar la afirmación que hacen los teósofos y los cabalistas de
que la inmensa mayoría de contactos que ellos tienen no son con los “espíritus
de los muertos” sino con los elementarios, que son cascarones astrales que se hacen
pasar por familiares o personajes célebres fallecidos para atraer el interés y
así poder vampirizar energéticamente a las personas que asisten a las sesiones
espiritistas. Y ante los ataques que Blavatsky recibió a causa de esta carta,
ella envió otra carta a esta revista en donde respondió a dichas acusaciones y
la cual pueden leer en el capítulo anterior a este.