LISTA DE CAPÍTULOS

APARICIONES Y DESAPARICIONES ASOMBROSAS DEL MAESTRO MORYA

 

 
 
Los maestros transhimaláyicos y sus discípulos avanzados tienen la capacidad de proyectar su doble sutil y materializarlo ante las personas, y en este capítulo les voy a ir recopilando por orden cronológico los testimonios que voy encontrando de las personas que vieron aparecerse y desaparecer al maestro Morya frente a sus ojos:
 
 
 
APARICIÓN EN 1870 EN ODESA
 
La primera aparición del maestro Morya que se conozca fue en 1870 en la casa de la tía de Blavatsky (la Señora Nadyéjda Andréewna Fadeew) cuyo hogar se encontraba situado en la ciudad de Odessa, que en ese tiempo pertenecía al imperio ruso y actualmente se encuentra en Ucrania.
 
La familia de Blavatsky estaba muy preocupada porque llevaban tiempo sin recibir ninguna noticia de ella y temían que algo terrible le había sucedido, pero entonces un hombre de aspecto oriental visitó a su tía y le entregó una carta asegurándole que su sobrina se encontraba bien y que dentro de unos meses ella estaría de vuelta. Y luego el mensajero súbitamente se desvaneció en frente de la tía, dejándola sola con la carta en la mano.
 
Y sobre este evento, la Sra. Fadeew narró lo siguiente:
 
« Si estos datos les pueden servir, hace dos o tres años le escribí al Sr. Sinnett en respuesta a una de sus cartas que me había enviado, y recuerdo haberle contado sobre lo que me sucedió acerca de una carta que recibí de una manera muy fenomenal, cuando mi sobrina estaba al otro lado del mundo y nadie de nosotros tenía noticias de ella, lo que nos preocupaba mucho.
 
Todas nuestras investigaciones habían terminado en nada y estábamos listos para considerarla muerta, cuando (creo que fue en el año 1870) recibí una carta de ese Maestro a quien creo que ustedes llaman Kouth-hoomi y esta carta me fue dada de la manera más incomprensible y misteriosa que se puedan imaginar por un mensajero de aspecto asiático [el maestro Morya] quien luego de entregármela desapareció ante mis propios ojos.
 
En su carta [el maestro Kuthumi] me pedía que no temiera nada y me informó que Blavatsky estaba a salvo ... pero la forma en que su carta me fue entregada fue completamente fenomenal y pienso que solamente un experto en las ciencias ocultas podría haberlo efectuado así. Y además ese Adepto me prometió el regreso de mi sobrina y su promesa se cumplió cabalmente. »
 
(Informe del resultado de la investigación sobre los cargos en contra Madame Blavatsky presentados por los misioneros de la Iglesia escocesa libre de Madrás, y examinados por un comité designado para ese propósito por el Consejo General de la Sociedad Teosófica en Madrás, India, 1885, p.75-80)
 
 
 
 
 
 
APARICIÓN EN 1878 EN NUEVA YORK
 
El coronel Olcott narró el primer encuentro que tuvo con el maestro Morya, y como éste se apareció y desapareció en frente de él mismo:
 
« Una noche después de que había terminado nuestro trabajo con el libro “Isis Develada”, ya me había despedido de Blavatsky y me había retirado a mi habitación, le había puesto el seguro a la puerta como siempre, y me había sentado a leer y fumar, cayendo pronto absorto en mi libro; el cual, si recuerdo correctamente era “Viajes en Yucatánde Stephens; en todo caso no era un libro sobre fantasmas, ni tampoco alguno que hubiese podido estimular mi imaginación para que estuviese viendo espectros.
 
Mi silla y mesa estaban a la izquierda frente a la puerta, mi abrigo de campaña a la derecha, la ventana veía hacia la puerta, y sobre la mesa había una lámpara de gas. ... Yo estaba leyendo tranquilamente, con toda mi atención concentrada en mi libro. Nada en los incidentes de la noche me había preparado para ver un Adepto en su cuerpo astral; yo no lo había deseado, no traté de invocarlo en mi imaginación y era lo menos que esperaba.
 
Pero de repente, estando leyendo con mi hombro un poco volteado de la puerta, me llegó un resplandor de algo blanco en el rabillo derecho de mi ojo derecho; voltee mi cabeza, y debido a la sorpresa dejé caer mi libro, y vi elevándose sobre mí, en su gran estatura, a un Oriental vestido con ropajes blancos que llevaba un tocado o turbante de color ámbar rayado, bordado a mano en borra de seda amarilla.
 
Su cabello negro lustroso caía por debajo del turbante hasta los hombros; su barba era negra, partida verticalmente sobre sus mejillas a la usanza rajput, y estaba trenzada en las puntas, y llevada hasta las orejas; sus ojos estaban vivos con fuego del alma; ojos que al mismo tiempo eran benignos y de mirada penetrante; ojos de un mentor y de un juez, pero suavizados por el amor de un padre que mira a un hijo que necesita consejo y guía.
 
Él era un hombre tan imponente, tan imbuido en la majestuosidad de la fuerza moral, tan espiritualmente luminoso, evidentemente tan por arriba de la humanidad común, que me sentí avergonzado en su presencia, e incliné mi cabeza y me arrodillé como uno hace ante un personaje divino.
 
Sentí su mano ligeramente sobre mi cabeza, una voz dulce pero firme me pidió que me sentara y cuando levanté mis ojos, la Presencia estaba sentada en la otra silla más allá de la mesa.
 
Él me dijo que había venido en el momento de crisis cuando lo necesitaba; que mis acciones me habían llevado hasta este punto; que sólo en mí estaba si él y yo nos encontraríamos frecuentemente en esta vida como colaboradores por el bien de la humanidad; que había que hacer un gran trabajo por la humanidad, y que yo tenía el derecho de compartirlo si quería; que una misteriosa liga, que no me la explicaría ahora, nos había juntado a mi colega y a mí; una liga que no podía ser rota, no obstante lo tirante que pudiese llegar a estar algunas veces.
 
Me dijo cosas sobre Blavatsky que no repetiré, al igual que cosas acerca de mí que no le interesan a terceros. No puedo decir qué tanto tiempo estuvo ahí: pudo haber sido media hora o una hora; aunque me pareció sólo un minuto, ya que no me di cuenta del paso del tiempo. Finalmente él se levantó, mientras que yo me admiraba de su gran estatura y observaba la especie de esplendor en su semblante – que no era una brillantez externa, sino el suave fulgor de una luz interna – que proviene del espíritu. Súbitamente llegó a mi mente el pensamiento:
 
-        “¿Qué tal si todo esto no es más que una alucinación? ¿Qué tal si Blavatsky lanzó una fascinación mesmérica sobre mí? ¡Ojala y tuviese algún objeto tangible que me pruebe que él estuvo realmente aquí, algo que pueda tener cuando él se haya ido!”
 
El Maestro se sonrió amablemente como si leyera mi pensamiento, desenvolvió el fehtâ [turbante] de su cabeza, me saludó benignamente despidiéndose y se fue. Su silla estaba vacía y yo estaba solo con mis emociones. Sin embargo no completamente solo ya que sobre la mesa yacía el turbante bordado; una prueba tangible y perdurable de que no había sido engañado psíquicamente, sino que había estado cara a cara con uno de los Hermanos Mayores de la Humanidad, uno de los Maestros de nuestra insulsa raza de pupilos. »
(Las Hojas de un Viejo Diario I, p.377-380)
 
 
 
 
 
 
APARICIÓN EN 1879 EN KARLI
 
Karli (o Karla) es una pequeña ciudad que está ubicada al sureste de Bombay y que es famosa por sus cuevas que fueron transformadas en templos.
 
Blavatsky, Olcott y Mulji Thackersey (quien fue uno de los primeros miembros de la Sociedad Teosófica en la India) fueron a visitar esas cuevas en abril de 1879, y el coronel Olcott narró el siguiente acontecimiento que le sucedió a Mulji:
 
« H.P.B., Mulji y yo dejamos Bombay por tren el 4 de abril de 1879, para viajar a las cavernas de Karli. Y también nos acompañaba nuestro sirviente Babula.
. . .
Para agradecerle al Adepto por las cortesías que él había tenido hacia nuestro grupo, le informé a Blavatsky que si podía conseguir que le entregaran mi mensaje, deseaba escribirle.
 
Blavatsky asintió, por lo que le escribí una nota al Adepto y se la entregué a Blavatsky. Ella se la dio a Mulji y le pidió que bajara por la vía pública antes que nosotros y se la entregara.
 
-        "¿Pero a quién y dónde ya que no lleva ni nombre ni dirección?" – preguntó Mulji.
 
-        "No importa, toma la carta y verás a quién debes dársela." – le respondió Blavatsky.
 
Así hizo Mulji, se alejó por el camino, pero después de diez minutos regresó corriendo sin aliento y mostrando todos los signos de estar muy asustado.
 
-        "¡Se fue!" – exclamó Mulji.
 
-        "¿Qué?" – le pregunté.
 
-        "La carta, él la tomó" – respondió Mulji.
 
-        "¿Quién la tomo?" – yo le pregunté.
 
-        "No lo sé coronel, a menos que fuera un fantasma: salió del suelo, o eso me pareció. Yo iba caminando lentamente, mirando a la derecha y a la izquierda, y sin saber qué hacer para cumplir con las órdenes de Madame Blavatsky.
 
No había árboles ni arbustos para que una persona se escondiera, solo el camino blanco y polvoriento. Sin embargo de repente como si hubiera salido de la tierra, había un hombre a unos pocos metros que venía hacia mí.
 
¡Él era el hombre del búngalo con las rosas hermosas, el hombre que me dio las flores para usted en la estación de Khandala, y a quien había visto irse en el tren hacia Pune!" – Me exclamó Mulji.
 
-        "Tonterías", le contesté, "lo has de haber imaginado."
 
-        "No, yo estaba más despierto que nunca en mi vida", me respondió Mulji. "El caballero me dijo: 'Tienes una carta para mí, la que tienes en la mano, ¿no es así?'
 
Yo apenas podía hablar, pero le contesté: 'No lo sé, Maharaj, no tiene dirección'. Y el caballero me comentó: 'Es para mí, dámela'. La tomó y me dijo: 'Ahora regresa con ellos'.
 
Le di la espalda por un instante pero rápidamente miré para ver si estaba allí, pero había desaparecido. ¡El camino estaba vacío! Asustado me di la vuelta y corrí, pero no me había alejado cincuenta metros cuando una voz en mi oído dijo: 'No te asustes, mantén la calma, todo está bien'. Pero eso me asustó todavía más porque no veía a nadie, así es que huí y aquí estoy."
 
Tal fue la historia de Mulji que yo repito exactamente como él me la contó. Y si las apariencias sirven para algo, debió de decir la verdad pues su susto y su excitación eran demasiado evidentes para haber sido simulados por un actor tan torpe como él.
 
Además que cierta solicitud que había puesto en esa carta fue posteriormente respondida en una carta de ese mismo Adepto, que recibí más tarde, en el búngalo dâk en Bhurtpore, Rajputana, a más de mil millas de distancia del lugar donde sucedió ese acontecimiento con Mulji. »
(Las Hojas de un Viejo Diario II, capítulo 4)
 
 
 
 
 
 
APARICIÓN EN 1881 EN BOMBAY
 
Martundrow Babaji Nagnath fue uno de los primeros miembros de la Sociedad Teosófica cuando esta se instaló en la India, y él relató el siguiente acontecimiento que sucedió en la sede central que en ese entonces se encontraba en Bombay:
 
« En el mes de abril de 1881, en una noche oscura, mientras hablaba en compañía de otros teósofos con Madame Blavatsky en la terraza abierta del búngalo superior, sobre las 10 de la noche un hombre de más de seis pies de altura [probablemente el maestro Morya] y vestido con una túnica blanca y un turbante blanco en la cabeza apareció de repente y caminó hacia nosotros a través del jardín adyacente al búngalo y desde un lugar en donde solo había vacio ya que no había ahí ningún camino por donde pudiera pisar.
 
Entonces Madame Blavatsky se levantó y nos pidió que entráramos en el búngalo, y así lo hicimos, pero aun así pudimos escucharla a ella y a ese hombre misterioso hablar entre ellos durante un minuto en un idioma oriental desconocido para nosotros. Y cuando ella nos llamó, salimos nuevamente a la galería, pero el Adepto ya había desaparecido»
(Sugerencias sobre la Teosofía Esotérica, N°1, p.103-106)
 
 
 
 
 
 
APARICIÓN A INICIOS DE 1882 EN BOMBAY
 
Siete personas vieron al maestro Morya aparecer y desaparecer el 5 de enero de 1882 en la sede central, y ellas lo certificaron con la siguiente carta:
 
« Eran alrededor de las nueve en punto y estábamos sentados todos juntos a la luz de la luna en el balcón que sobresale del frente del búngalo. El Sr. Scott estaba sentado frente a la casa por lo que podía mirar a través de la galería intermedia y la biblioteca, y también al otro lado de la habitación.
 
La habitación estaba brillantemente iluminada mientras que la biblioteca estaba en una oscuridad parcial, lo que hacía que los objetos en la habitación más lejana fueran más distintos.
 
De repente el señor Scott vio la figura de un hombre que entraba en el espacio, frente a la puerta de la biblioteca. Ese hombre estaba vestido con un traje blanco de un Rajput y llevaba un turbante blanco. Y el Sr. Scott inmediatamente lo reconoció por su parecido con el retrato del Maestro Morya que el Coronel Olcott tiene en su posesión.
 
El señor Scott nos avisó y toda nuestra atención fue atraída hacia el Adepto, y todos lo vimos muy claramente. El Maestro Morya caminó hacia una mesa, luego giró su rostro hacia nosotros, y se alejó de nuestra vista.
 
Nos apresuramos a ir hacia esa habitación con la esperanza de poder hablar con él, pero cuando llegamos a la habitación el Adepto ya se había ido.
 
No podemos decir de qué manera se fue, pero no fue por la puerta que conduce al complejo porque podemos afirmar positivamente que esa puerta estaba a nuestra vista, y él no salió por ella. Y hacia la dirección en la que él caminó en la habitación no había salida debido a que la única puerta y las dos ventanas que se encontraban en esa dirección habían sido tapadas y cerradas.
 
Sobre la mesa, en el lugar donde el Adepto había estado parado, hallamos una carta dirigida a uno de nosotros. La escritura a mano era idéntica a la de varias cartas recibidas previamente por él de diversas maneras, como cayendo del techo, etc. Y la firma era la misma que en esas otras cartas.
 
Su largo cabello era negro y colgaba sobre su pecho, y sus rasgos y complexiones eran las de un Rajput.
 
La declaración anterior está firmada por:
 
 Ross Scott, B.C.S.
 Minnie J.B. Scott,
 H.S. Olcott,
 H.P. Blavatsky,
 Sr. Moorad Ali Beg,
 Damodar K. Mavalankar, y
 Bhavani Shankar Ganesh Mullapoorkar. »
(Sugerencias sobre la Teosofía Esotérica, N°1, p.75-76)
 
 
 
 
 
 
APARICIÓN A FINALES DE 1882 EN BOMBAY
 
Más de siete personas que se encoentraban en la sede central vieron aparecer y desaparecer al maestro Morya, y Nobin Krishna Bannerji quien fue uno de los primeros miembros teósofos en la India, narró ese evento diciendo lo siguiente:
 
« En 1882, una noche antes de la celebración del séptimo aniversario de la fundación de la Sociedad Teosófica [que se celebró el 7 de diciembre de 1882], eran aproximadamente las 7 pm, y yo estaba sentado en el balcón de la sede central en Bombay, en compañía de Madame Blavatsky, Mohini, Ramaswamier, Norendra Nath Sen, y varios otros.
 
Estábamos hablando cuando Madame Blavatsky dijo:
 
-        "No se muevan de sus asientos hasta que yo os diga", o algo por el estilo.
 
Y eso nos hizo considerar que algo estaba por suceder.
 
Algunos estaban parados cerca de la barandilla del balcón, mientras que otros estábamos sentados un poco atrás. Y después de unos momentos, los que estaban cerca de la barandilla vieron algo e hicieron algunos comentarios que indujeron al resto de las personas que se encontraban en esa reunión, excepto a mí y a Norendra, a ir hacia la barandilla y mirar lo que estaban señalando.
 
Nosotros no nos movimos, ya que Madame Blavatsky no dijo nada más, sino que seguimos girando la cabeza esperando ver algo, pero no percibimos nada.
 
Unos cuatro o cinco minutos después, deducimos por los comentarios que se decían, que los otros habían visto alguna figura astral luminosa caminando de aquí para allá debajo del balcón en la ladera de la colina.
 
No estaba muy oscuro, por lo que los objetos se podían ver a distancia, pero no se distinguían claramente.
 
 
Y en esa misma reunión, y ya con la incorporación del Sr. Ghosal, nos sentamos juntos en el extremo norte del búngalo frente al mar, aproximadamente a las 7:30 pm, cuando otro comentario de Madame Blavatsky nos hizo esperar ver algo de inmediato.
 
Poco después vimos una forma humana que se encontraba de pie en una roca cerca del búngalo contiguo, a unos diez metros de distancia. La luz era casi la misma que en la ocasión anterior, pero esta vez no había ningún árbol cerca y la figura se podía ver claramente.
 
La figura estaba vestida con una prenda blanca que fluía, con un turbante de color claro y una barba oscura. La figura era la de un hombre de tamaño aparentemente normal, pero no podía reconocer quién era.
 
Sin embargo y en base a la descripción que le mencioné, el coronel Olcott reconoció a uno de los Maestros y mencionó su nombre, que luego encontramos era correcto ya que Madame Blavatsky y Damodar lo corroboraron.
 
La figura parecía levemente luminosa, pero ahora no puedo recordar más detalles sobre su descripción. La figura desapareció gradualmente, y durante uno o dos minutos después, el lugar donde había estado parecía brillar con un brillo lechoso.
 
La roca en sí tiene algo de hierba y otros arbustos, pero el lugar donde la figura apareció estaba despejado y la figura estaba parada cuando la vimos. »
 
("Account of Personal Investigations in India, and Discussion of the Authorship of the Koot Hoomi Letters", 1885, vol. III, apendice 7, p.348-351)
 
 
 
 
 
 
OTRA APARICIÓN A FINALES DE 1882 EN BOMBAY
 
Unos días después del 7 de diciembre de 1882, una decena de personas volvieron a ver aparecer y desaparecer al maestro Morya en la sede de Bombay, y Mohini Mohun Chatterji quien fue un discípulo del maestro Kuthumi, relató lo siguiente:
 
« Fue en el mes de diciembre de 1882 en Bombay cuando vi por primera vez la aparición de uno de los Maestros. No recuerdo la fecha exacta, pero se puede determinar fácilmente, ya que fue pocos días después de celebrarse el aniversario de la Sociedad Teosófica en ese año.
 
Era una noche brillante por la luna, y ocho o diez de nosotros estábamos sentados en el balcón de la Sede Central de la Sociedad Teosófica que en ese entonces se encontraba en Bombay. Y yo me encontraba inclinando sobre la barandilla, cuando de repente a cierta distancia vislumbré una sustancia brillante que después de un corto tiempo tomó la forma de un ser humano.
 
La aparición pasó varias veces por el lugar en donde nosotros nos encontrábamos. Y por lo que me acuerdo, fue visible durante cuatro o cinco minutos a una distancia de aproximadamente 20 o 30 yardas.
 
Y apareció en un lugar donde había un declive en la colina, mientras que la casa se encontraba en la cima de la colina. Y también había una curva en el lugar, de modo que si un ser humano común hubiera estado caminando allí, habría sido imposible que lo pudiéramos ver. Sin embargo yo vi toda la figura, por lo que debe de haber estado flotando en el aire.
 
Y otras personas además de mí también lo vieron. Uno de ellos fue Novin Grishna Bannerji, quien es coleccionista adjunto en Berhampore, Moorshedabad, en Bengala. Y otro testigo fue S. Ramaswamier, quien es secretario de distrito en Madura, Madrás. Y otro testigo fue Pundit Chandra Sikir, quien vive en Bareilly, N.W.P.
 
Primero lo observamos Ramaswamier y yo, y nos pareció que su rostro se asemejaba con el retrato que tiene el coronel Olcott en su habitación y que está asociado con uno de los Mahatmas [Morya].
 
Y esto ocurrió alrededor de las nueve y media, o a las diez en punto de la noche. Y la figura caminó hacia arriba y hacia abajo y luego pareció derretirse y desapareció. »
(Interrogatorio que la SPR le hizo a Mohini en junio de 1884)
 
 
 
 
 
 
APARICIÓN A FINALES DE 1883 EN JAMMU
 
El 26 o 27 de diciembre de 1883 en la ciudad de Jammu (situada al norte de la India) el maestro Morya tomó la apariencia de un mensajero para entregarle un telegrama al coronel Olcott y luego desapareció, y el coronel Olcott lo narró de la siguiente manera:
 
« Justo cuando la noche se acercaba y yo me encontraba sentado solo escribiendo en nuestro búngalo (ya que los otros se habían ido a montar a caballo), oí un ruido en la gravilla y al mirar a mi alrededor, vi a un peón de Cachemira que me traía un telégrafo.
 
Y al abrirlo, descubrí que era un mensaje que Blavatsky me había enviado en respuesta al telégrafo que yo le había mandado previamente. Ella dijo que un Maestro le había dicho que Damodar regresaría y que no debía dejar que ningún tercero tocara su equipaje, especialmente su ropa de cama. Y eso fue extraño porque fue exactamente lo que yo había hecho anteriormente.
 
Y es que es bastante curioso que ella, quien se encontraba en Madrás, o sea a más de 2’000 millas de distancia, me dijera que hiciera exactamente lo que había sido mi primer impulso al descubrir la partida del muchacho. ¿Fue telepatía a larga distancia?
 
No lo sé, pero había algo más extraño aún por venir, y es que después de abrir y leer el telegrama (lo cual me había tomado menos de un minuto), el peón ya no estaba, y este no había tenido el tiempo suficiente para cruzar el pasillo al interior del complejo, pero aún así había desaparecido como un relámpago.
 
Corrí hacia la puerta y miré hacia el otro lado en donde además no había árboles o arbustos que sirvieran de escondite, pero no había nada a la vista. El peón había desaparecido como si el suelo se lo hubiera tragado, por lo que consideré que la forma del peón no era real sino una ilusión, y que pertenecía a la Hermandad de los Maestros.
 
Y eso yo lo presentí y podría casi asegurarlo debido a una cierta perturbación psíquica causada en mí por el acercamiento de uno de esos personajes. Y de hecho, pude identificar en esa ocasión la vibración peculiar creada por la corriente hipnótica de mi propio Maestro [Morya], y quien también es el Maestro de Blavatsky.
 
Me han preguntado, al contar esta historia, cómo se efectúa la transferencia del envío del peón real al simulado, y el asunto es muy simple, siempre que se considere la realidad del poder hipnótico. Y me refiero al hipnotismo perfeccionado del Oriente, y no al hipnotismo rudimentario que han llegado hasta ahora a las Escuelas de Ocultismo del Occidente.
 
En resumen, el Adepto se encuentra con el peón, y por fuerza de voluntad impide que él lo vea y le hace perder el conocimiento. Lo lleva a cualquier lugar conveniente para esconderse y lo deja allí dormido. Y luego el Adepto pone la apariencia ilusoria del hombre sobre sus propias características y persona; me trae el telegrama, toma mi recibo, saluda y se retira.
 
Y al momento siguiente, la emoción nerviosa causada en mí por su magnetismo simpático que reacciona con mi ser, le advierte que estoy alerta y que naturalmente iré a la puerta, por lo que inhibe mi vista para evitar que lo vea.
 
Luego el Adepto vuelve al peón dormido, pone el recibo en su mano y le programa para que recuerde, como si le hubiera sucedido a él mismo, el breve episodio de nuestro encuentro, lo despierta, inhibe su vista, y lo envía de vuelta a la oficina de telégrafos.
 
Entonces, como lo pueden constatar, es una secuencia de eventos muy simple y fácilmente comprensible para todos los hipnotizadores avanzados. »
(Las Hojas de un Viejo Diario III, capítulo 5)
 
 
 
 
 
 
APARICIONES EN 1884 EN LA INDIA
 
Bhavani Shankar Ganesh Mullapoorkar fue uno de los primeros hindús que se unió a la Sociedad Teosófica cuando se instaló en la India, y él tuvo varios encuentros con el maestro Morya:
 
« En el mes de enero de 1884, estaba en Jubbulpore y aguardando al hermano Nivaran Chandra Mookerjee, quien entonces era el Secretario de la Rama Teosófica Bhrigu Kshetra. Una noche, mientras estaba con él, les estaba explicando a unos veintisiete miembros de esa Rama, el artículo "Elixir de la Vida" y ellos me estaban escuchando con gran atención.
 
De repente hubo un silencio profundo durante algún tiempo y entonces sentí la influencia del Maestro de Madame Blavatsky [el maestro Morya] y fue tan fuerte que no pude soportarlo. La corriente de electricidad generada por una batería electromagnética no es nada en comparación con la corriente generada por la voluntad entrenada de un Adepto. Y cuando un Maestro quiere mostrarse ante un discípulo, él envía una corriente de electricidad al discípulo indicando su enfoque, y fue esta influencia la que sentí en ese momento.
 
Unos minutos después, el Maestro de Madame Blavatsky estaba realmente presente en la sala donde se celebró esa reunión con los miembros y fue visto por mí y por el hermano Nivaran mientras algunos de los miembros solo sintieron su influencia. Y todos los miembros lo habrían visto mucho más vívidamente de no haber sido por el hecho de que el Maestro no se había materializado mucho más objetivamente.
 
Y he visto al mismo Mahatma Morya en otras ocasiones en su doble durante mis viajes al norte de la India»
(Informe del resultado de la investigación de 1885, p.75-80)
 
 
 
 
 
 
APARICIÓN EN ABRIL DE 1884 EN LONDRES
 
Mary Gebhard fue una teósofa alemana y ella relató que en una ocasión ella percibió al maestro Morya en Londres:
 
« El 7 de abril de 1884, en una reunión de la Sociedad Teosófica de Londres en las habitaciones del Sr. Finch, en Lincoln's Inn, yo vi al maestro Morya que en ese momento se encontraba escuchando atentamente el discurso de apertura del coronel Olcott.
 
Vi a mi lado derecho, un poco más adelante, una persona muy alta y de aspecto majestuoso, a quien reconocí inmediatamente como el Mahatma Morya por un retrato que yo había visto de él en posesión del Sr. Sinnett.
 
Pero esta vez él no estaba vestido de blanco, sino que su vestimenta parecía un material oscuro con rayas de colores que se encontraba enrollado alrededor de su cuerpo.
 
La visión duró solo unos segundos, y hasta donde pude saber, las únicas personas además de mí que también habían visto al maestro fueron el coronel Olcott, el señor Mohini, y por supuesto Madame Blavatsky. »
(Primer informe de la S.P.R. sobre H.P.B., 1884, apéndice 49)
 
 
 
 
 
APARICIÓN EN MAYO DE 1884 EN PARIS
 
La hermana de Blavatsky, la Sra. Vera Petrovna Zhelikhovsky, relató el siguiente acontecimiento:
 
« Cuando a mediados de mayo de 1884, mi tía y yo llegamos a París para entrevernos con mi hermana Blavatsky, la encontramos rodeada de la elite de la Sociedad Teosófica, cuyos miembros habían acudido desde Alemania, Rusia y los Estados Unidos, para verla al cabo de los cinco años de su ausencia por estar en la India.
. . .
Al volver a la sala vi a Blavatsky tranquilamente sentada entre mi tía y el señor Solovioff, tal como antes. Pero al mismo tiempo vi distintamente sin alucinación posible la figura grisácea de un hombre de pié junto a mi hermana, y que al notar mi presencia se apartó de ella desvaneciéndose hasta desaparecer por la pared opuesta.
 
Este hombre (o tal vez su forma astral) era de complexión delgada, de estatura media alta, envuelto en una especie de capa y con un turbante blanco en la cabeza. La visión duró solo unos cuantos segundos, pero tuve tiempo suficiente para examinarla, y decirles a todos que lo había visto distintamente, aunque tan pronto como desapareció me sentí terriblemente asustada y nerviosa. »
(Incidentes de la Vida de la Sra. Blavatsky, capítulo 10, p.264-269)
 
 
 
 
 
 
APARICIÓN EN AGOSTO DE 1884 EN ELBERFELD
 
Vsevolod Sergeyevich Solovyoff fue un novelista ruso quien el 26 de agosto de 1884 fue a Alemania para visitar a Blavatsky, quien en ese entonces se hospedaba en la residencia de la familia Gebhard en la ciudad Elberfeld.
 
Y en la noche en el cuarto del hotel se le apareció y desapareció el maestro Morya, y sobre este suceso Solovyoff escribió lo siguiente:
 
« Me había dormido plácidamente cuando de repente me despertó la sensación de una respiración cálida y penetrante. Entonces abrí los ojos y en esa débil luz que entraba a la habitación a través de las tres ventanas, vi ante mí una figura alta de un hombre, vestido con una larga y blanca prenda flotante.
 
Y al mismo tiempo oí o sentí una voz que me dijo en un idioma que no supe cual era, pero que entendí perfectamente que me pedía que encendiera la vela. Y debo precisar que lejos de tener miedo, permanecí bastante tranquilo y solo sentí que mi corazón latía rápidamente.
 
Entonces encendí la vela, y al encenderla, vi mi reloj que estaba al lado y supe que eran las dos en punto de la mañana. Y la visión no desapareció. Había verdaderamente un hombre vivo frente a mí, y reconocí al instante el hermoso rostro del retrato que había visto la noche anterior [del maestro Morya].
 
Él se sentó cerca de mí en una silla y comenzó a hablar, y él habló por un largo rato, y entre otras cosas, me dijo que para que yo tuviera la capacidad de percibirlo en su cuerpo astral, él había tenido que someterme a mucha preparación, y que la última lección me había sido dada esa mañana cuando vi, con los ojos cerrados, los paisajes que posteriormente tenía que ver en realidad con los aojos abiertos ese mismo día.
 
Y luego me dijo que yo poseo un gran poder magnético, el cual ahora se está desarrollando. Y le pregunté qué debería hacer con esta fuerza, pero sin responder, él desapareció.
 
Estaba solo, la puerta de mi habitación estaba cerrada y comencé a pensar que había tenido una alucinación, y hasta comencé a tener miedo de que estuviera comenzando a perder la cabeza, pero apenas surgió esa idea en mí, que una vez más vi al excelente hombre con túnica blanca. Él sacudió la cabeza y sonriendo me dijo:
 
-        "Te aseguro que no soy una alucinación y que no estás perdiendo la razón. Blavatsky te demostrará mañana ante todos que mi visita contigo fue real."
 
Y entonces desapareció. Vi por mi reloj que eran las tres en punto. Apagué la vela e inmediatamente me dormí profundamente.
 
A la mañana siguiente, al ir acompañado con la señorita Justine a visitar a Madame Blavatsky, lo primero que nos dijo con una sonrisa enigmática fue:
 
-        "¡Bueno! ¿Cómo pasaste la noche?"
 
Le respondí:
 
-        "Muy bien. ¿No tienes nada que decirme?"
 
Y ella contestó:
 
-        "No, solo sé que el Maestro estuvo contigo y con uno de sus alumnos."
 
Y esa misma tarde, el Sr. Olcott encontró en su bolsillo una pequeña nota que todos los teósofos atestiguaron que estaba escrita con la letra del Maestro Morya y que decía lo siguiente: "Ciertamente yo estuve allí, pero quien puede abrir los ojos de aquel que no quiere ver."
 
Y esta fue la respuesta a mis dudas, porque todo el día había estado tratando de persuadirme a mí mismo de que era solo una alucinación. »
(Solovyoff's Fraud, p.27-29)
 
 
 
 
 
 
APARICIÓN EN ABRIL DE 1889 EN LONDRES
 
Archibald Keightley fue uno de los principales colaboradores de Blavatsky, cuando ella estuvo en Londres, y sobre este encuentro que él tuvo con el maestro Morya, el señor Keightley narró lo siguiente:
 
« Las reuniones de la Logia Blavatsky fueron algo fuera de lo común, ya que seguido las discusiones salían de lo ordinario.
. . .
Recuerdo que en una ocasión la habitación se fue llenando gradualmente de gente hasta que ya no quedó ningún asiento libre. Y en el sofá estaba sentado un distinguido hindú con su traje tradicional y su turbante.
 
La discusión continuó y aparentemente nuestro distinguido invitado estaba muy interesado, ya que parecía seguir inteligentemente los comentarios de cada orador.
 
Y el presidente de la Logia esa noche llegó muy tarde, y al entrar buscó un asiento. Entonces se acercó al sofá y se sentó ¡justo donde se encontraba el distinguido hindú, quien de inmediato y con cierta sorpresa, desapareció! »
(Revista The Theosophical Quarterly de octubre de 1910, p.109-122)
 
 
 
 
 
 
APARICIÓN EN JULIO DE 1889 EN FONTAINEBLEAU
 
Annie Besant se volvió la segunda presidenta de la Sociedad Teosófica de Adyar y ella narró lo siguiente:
 
« Les voy a contar sobre la primera ocasión en que vi al Maestro. Poco después de unirme a la Sociedad Teosófica, sucedió que yo me encontraba en Inglaterra en un momento en que Blavatsky se hallaba en Fontainebleau, Francia, en donde ella estaba escribiendo el libro “La Voz del Silencio”.
 
Ella me mandó una carta pidiéndome que fuera a verla. Allá ella se encontraba residiendo en una encantadora casa antigua en el campo, y me pusieron en una habitación cerca de la suya, con una puerta que conectaba los dos cuartos.
 
Era el mes de julio de 1889, y una noche me desperté repentinamente debido a una sensación extraordinaria que había en la habitación. El aire latía con fuerza, y parecía como si toda la habitación estuviera electrizada.
 
Yo me encontraba muy asombrada debido a que era mi primera experiencia de ese tipo, así que me senté en la cama preguntándome qué podía estar pasando. Estaba bastante oscuro y en esa época todavía yo no era clarividente.
 
Cuando de repente al pie de la cama apareció una figura luminosa, que permaneció allí de medio minuto a un minuto. Era la figura de un hombre muy alto, y pensé por las imágenes que había visto, que se trataba del Maestro de Blavatsky.
 
Cerca de él había otra figura, más débilmente luminosa, que no pude distinguir claramente.
 
La brillante figura se quedó quieta, mirándome, y yo estaba tan asombrada que ni siquiera se me ocurrió saludarlo. Simplemente me quedé completamente quieta mirándolo. Luego gradualmente la figura desapareció.
 
 
Al día siguiente le conté lo sucedido a Blavatsky y ella me respondió: "Sí, el Maestro vino a verme durante la noche y entró a tu habitación para observarte."
 
Esta fue mi primera experiencia de ver a un Maestro y debe de haber sido claramente un caso de materialización, ya que como lo he precisado, en ese momento todavía yo no era en absoluto clarividente. »
(Revista The Theosophist de mayo de 1910, p.1098-1100)
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

2 comentarios:

  1. Hola Cid. Gracias por los articulos que ha sacado en las ultimas semanas; se aprecia mucho sus esfuerzos.
    Aprovecho de consultarle: Existe algun metodo esoterico para repeler insectos, ratones, y evitar que crezca la maleza? Para así, no tener que recurrir a metodos mas desagradables. Saludos

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