Blavatsky en las dos
grandes obras que ella escribió, seguido citó las palabras de muchos libros que
ella no poseía, e incluso varios de esos libros ni siquiera se encontraban en
la ciudad donde ella habitaba. Y esto
lo atestiguaron varias personas:
ISIS
DEVELADA
William Judge
William Quan Judge fue el principal colaborador de Blavatsky y
él comentó la siguiente:
« Su obra Isis Develada
llamó extraordinariamente la atención, y todos los periódicos de Nueva York hicieron
su crítica, y todos decían que representaba una inmensa labor de investigación.
Lo raro es como yo puedo afirmar (al
igual que otros muchos que también fueron testigos) que la autora no disponía
de biblioteca alguna donde consultar, y no poseía notas de investigaciones o
lecturas previas. Todo lo escribió de corrido. Y sin embargo, su obra está
llena de referencias a libros en el Museo Británico y otras grandes
bibliotecas, y todas las referencias son correctas.
Por lo tanto, en lo que se refiere a
este libro, o nos hallamos ante una mujer capaz de almacenar en su memoria una
cantidad de datos, fechas, números, títulos y asuntos, de manera descomunal
para todo otro ser humano, o su pretensión de haber sido ayudada por seres
invisibles es cierta. »
(Boletín de la ST Española, enero de 1935, p.6-12)
Isabelle Mitchell
Isabelle Olcott Mitchell fue la hermana del coronel Olcott, y
sobre este tema ella comentó:
« Durante
nueve meses [entre 1877 y 1878] ocupé un apartamento en el mismo edificio que Madame
Blavatsky (la "Lamasería" situada en Nueva York) y por el contacto
diario y la asociación estoy quizás bastante capacitada para expresar mi
opinión sobre esta mujer.
Los
logros intelectuales de Madame Blavatsky se encontraban más allá y por encima de
cualquier ser humano común, por ejemplo durante ese tiempo ella estuvo
escribiendo su obra Isis Develada, y
ella citaba y registraba material de libros que no estaban disponibles en Nueva
York, y también ella citó de otros libros que ella no poseía pero que
posteriormente se descubrió que esos libros si contenían el texto citado en la
página, el capítulo, o el versículo mencionado. »
(Word, enero de 1905, p.182-187)
Henry
Olcott
El coronel Olcott ayudó a Blavatsky en la elaboración de Isis Develada, y sobre este asunto él
comentó:
« Ayudé a HPB en la
primera de sus maravillosas obras, Isis
Develada, y vi escritas o editadas todas las páginas del manuscrito y cada
galera de las hojas de prueba. La producción de ese libro con sus innumerables
citas y su extraña erudición, fue lo suficientemente milagrosa como para
convencerme de una vez por todas de que ella poseía dones psíquicos del más
alto nivel. »
(The Theosophist, julio de 1891, p.573-580)
« Ella me mencionó que estaba escribiendo sobre temas
que jamás había estudiado, y que hacía citas de libros que jamás en su vida
había leído. Y que el profesor Corson para comprobar su exactitud, verificó
esas citas en las obras clásicas de la biblioteca de la Universidad y el
profesor las encontró exactas.
. . .
Viendo las numerosas citas de Isis Desvelada, podría creerse que ella
lo escribió en un rincón del British Museum, o de la Astor Library de Nueva
York, pero lo cierto es que nuestra biblioteca no contenía más que un centenar
de volúmenes de referencias. Y de tiempo en tiempo, los señores Sotheran,
Marble, o cualquier otro amigo, le traían un libro, y al terminarlo pidió
algunos prestados al señor Bouton.
Ella hizo gran uso de algunas obras
como de: The Gnostics de King, The Rosicrucians de Jennings, The Sod y The Spirit History of Man de Dunlop, The Hindu Pantheon de Moor, los furiosos ataques des Mousseaux
contra la magia, el magnetismo, el ocultismo, etc., a los que trataba de
diabólicos; las diversas obras de Eliphas Levi, los 27 volúmenes de Jacolliot,
las obras de Max Muller, de Huxley, de Tyndall, de Heriberto Spencer y otras de
autores más o menos célebres, pero que no excedían de un centenar de volúmenes.
Entonces, ¿Qué biblioteca frecuentó
y qué libros pudo haber consultado? »
(Las Viejas Hojas de un
Diario I, capítulo 13)
LA
DOCTRINA SECRETA
En
su segunda gran obra, varias personas atestiguaron el mismo fenómeno.
Wilhelm Schleiden
El Doctor Wilhelm
Hübbe-Schleiden fue un prominente académico alemán que comentó lo siguiente:
« Cuando visité a Madame Blavatsky en octubre de 1885,
ella acababa de comenzar a escribirla, y cuando la volví a visitar en enero de
1886, ella ya había terminado una docena de capítulos.
Y algo que me impresionó mucho es
que ella casi no tenía libros, ni media docena, y tuve que conseguirle una
Biblia en inglés, ya sea para citar un texto correctamente o para controlar la
exactitud de una cita.
Por lo que en muchos aspectos su
trabajo ella lo llevó a cabo de manera muy similar a como el Coronel Olcott lo
describió en su biografía Viejas Hojas de
un Diario en donde él menciona que Blavatsky para elabora su anterior libro
Isis Desvelada, ella parecía tomar
muchos apuntes de libros invisibles. Y yo también la vi escribir frases como si
las estuviera copiando de un libro que se encontrara en frente de ella, aunque
cuando me asomaba no veía nada. »
(Reminiscencias de HPB
y la DS, p.110-114)
Archibald
Keightley
Posteriormente Archibald Keightley, quien era un teósofo inglés, fue a
visitarla y atestiguó lo mismo:
« Por
diversas razones yo fui a Ostende para visitarla, y allí la encontré viviendo
con la condesa Wachtmeister, trabajando duro en su obra y escribiendo desde las
seis de la mañana hasta las seis de la tarde, y solo omitiendo intervalos muy
cortos para las comidas.
.
. .
Lo
que más me impactó en la parte que pude leer durante mi corta estadía fue la
enorme cantidad de citas de varios autores. Y eso me impresionó mucho porque no
había ninguna biblioteca en ese lugar para consultar esos libros, y pude ver claramente
que los libros que tenía Blavatsky apenas llegaban a treinta y de los cuales
varios eran diccionarios y varias obras contaban dos o más volúmenes. »
(Reminiscencias de HPB y la DS, p.96-100)
Luego en 1887 Blavatsky se fue a vivir a Inglaterra, y ella le
reveló la técnica oculta que empleaba para poder citar esos libros:
« Muchas de las citas que ella usó tuvieron que
verificarse, y aquí nos hubiéramos perdido si no fuera porque una noche
Blavatsky nos precisó que ella utilizaba la Luz Astral para obtener esas citas,
y a veces se le olvidaba que debía invertir las cifras, por ejemplo: la página
123 la escribía 321 y así sucesivamente.
Y con esto en mente, la verificación
fue más fácil ya que al principio me quedé perplejo al examinar todas las ediciones
en el Museo Británico para encontrar en varios casos que las citas no se
encontraban en la página mencionada, pero con la inversión de los números el
asunto se arregló y las citas se encontraron en los lugares señalados. »
(Reminiscencias de HPB y la DS, p.96-100)
Bertram
Keightley
Esto también lo atestiguó Bertram Keightley, quien era un
teósofo inglés y tío de Archibald Keightley:
« Sobre los fenómenos paranormales relacionados con La Doctrina Secreta tengo poco que
decir, pero si me acuerdo de numerosas citas que aparecían completas de libros
que nunca estuvieron en la casa. Citas que posteriormente verifiqué su
autenticidad después de horas de búsqueda en el Museo Británico, a veces con
dificultad para encontrar un libro raro.
Y al verificar las citas, encontré
ocasionalmente el curioso hecho de que las referencias numéricas se encontraban
invertidas, por ejemplo Blavatsky había escrito ‘p.321’ en vez de ‘p.123’, que
ilustra la inversión de los objetos cuando se ve por medio de la luz astral. »
(Reminiscencias de HPB y la DS, p.89-95)
Constance
Watchmeister
La
condesa Watchmeister cuidó a Blavatsky en Alemania y en Bélgica mientras que
Blavatsky estaba escribiendo su obra, y ella comentó lo siguiente:
« La
circunstancia que posiblemente más atrajo mi atención y excitó mi admiración
cuando comencé a ayudar a Madame Blavatsky como su amanuense, y me permitió
obtener algunos atisbos de la naturaleza de su trabajo con La Doctrina Secreta, fue la pobreza de sus libros de viaje.
Sus
manuscritos estaban repletos hasta desbordarse con referencias, citas y
alusiones tomadas de un gran conjunto de trabajos raros y recónditos que trataban
de los más diversos conocimientos.
En
un momento ella necesitaba verificar un pasaje de algún libro que sólo se
encontraba en el Vaticano, y en otro momento ella necesitaba verificar de algún
documento del que sólo existía una copia en el Museo Británico.
Con
todos esos documentos, era sólo verificación lo que necesitaba, y el material
que había acumulado en sus escritos no podría ciertamente haberlo procurado de
unos cuantos libros, muy comunes por cierto, que ella llevaba en sus viajes.
Poco
tiempo después de mi llegada a Wurzburg, ella tuvo ocasión de preguntarme si yo
conocía a alguien que pudiera hacerle un favor e ir a la Biblioteca Bodleian.
Coincidió
que yo conocía alguien que podía hacerlo, de forma que mi amigo verificó un
pasaje que H.P.B. había visto en la Luz Astral con el título del libro, página
y cifras correctamente anotadas.
Tales
visiones presentan la imagen original invertida, tal como se vería en un espejo,
y aunque con un poco de práctica y considerando el sentido general las palabras
estas pueden ser leídas con facilidad, es mucho más difícil evitar los errores
cuando se trata de números, y justamente eran números los que había que
verificar en esa ocasión.
En
cierta oportunidad se me asignó una tarea muy difícil que consistía en
verificar un pasaje tomado de un manuscrito guardado en el Vaticano. Habiendo
conocido un caballero que tenía un pariente en el Vaticano, conseguí aunque con
cierta dificultad, la verificación de ese pasaje.
Sólo
dos palabras estaban equivocadas, pero todo el resto estaba correctamente trasladado,
y cosa extraña, se me dijo que esas dos palabras estaban considerablemente
borrosas en el original y había sido difícil descifrarlas.
Estos
son unos pocos ejemplos tomados entre muchos. Siempre que H.P.B. necesitaba
información definitiva sobre cualquier asunto que era de suma importancia en
sus escritos, con seguridad esa información le llegaba de una manera u otra, ya
fuera como una comunicación de un lejano amigo, en un periódico, en una revista
o en el curso de la lectura casual de libros. Y eso acontecía con una
frecuencia y adecuación que situaba la cuestión fuera de la región de una mera
coincidencia.
Sin
embargo siempre que le era posible ella prefería utilizar los medios normales que
los anormales, para así no gastar de manera innecesaria su poder.
Un
día al entrar en su escritorio encontré el piso cubierto por hojas manuscritas,
y cuando le pregunté el significado de ello, ella me contestó:
-
"Sí, he intentado doce veces escribir
esta página correctamente y cada vez el Maestro dice que está mal. Creo que me
voy a enloquecer escribiéndola tantas veces, pero déjeme sola, no me detendré
hasta haberla logrado aunque tenga que pasarme toda la noche en eso."
Le
traje entonces una taza de café para que la aliviara y sustentara y la dejé
sola para que prosiguiera con su tediosa labor.
Una
hora más tarde oí su voz llamándome y al entrar encontré que por fin el pasaje
había sido completado a satisfacción, pero la labor había sido terrible y en
ese tiempo los resultados de su trabajo eran a menudo bastante inciertos.
Mientras
ella se recostaba para gustar de su cigarrillo y de la sensación de alivio
después de tan arduo esfuerzo, me apoyé en el brazo de su gran sillón y le
pregunté cómo era que ella podía cometer errores en aquello que se le
transmitía, y ella me dijo:
-
"Bien, como usted lo ha constatado, lo
que yo hago es lo siguiente: primero efectúo ante mí eso que sólo puedo
describir como una especie de vacío en el aire, y fijo mi vista y voluntad en
él.
Pronto comienza a
pasar ante mí una escena tras otra, como las sucesivas escenas en un diorama, o
si necesito una referencia o información de algún libro, fijo mi mente con
intensidad y aparece la imagen astral del libro y de ella tomo lo que necesito.
Cuanto más
perfectamente libre está mi mente de distracciones y mortificaciones, tanto más
energía e intensidad posee y tanto más fácilmente puedo hacer eso.
Pero actualmente,
después de toda la vejación que he sufrido a consecuencia de la carta de X, no
pude concentrarme apropiadamente, y cada vez que lo intenté obtuve todas las
citas equivocadas.
El Maestro dice que
ahora están bien, de manera que vayamos a tomar un poco de té".
»
(Reminiscencias, capítulo 5)
Anécdota
Las citas que más
impresionan son las que Blavatsky puso de manuscritos que se encuentran en los
archivos del Vaticano, porque esos documentos no existen en otras partes, y
está más que atestiguado que ella no pudo checar esos manuscritos físicamente.
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