Sobre esta
región sutil el libro El Kybalión mencionó lo siguiente:
« ¿Qué es lo que podríamos decir? ¿Cómo
podríamos explicar esos elevados estados del ser, de la vida y de la mentalidad
a mentes que todavía son incapaces de comprender las subdivisiones más elevadas
del plano de la mente humana?
Esa tarea es
imposible, por lo que sólo podemos hablar en los términos más generales. ¿Cómo
podría describirse la luz a un hombre que ha nacido ciego? ¿Cómo podría
explicarle lo que es el azúcar a quien nunca ha probado algo dulce? ¿Cómo
hablar de las melodías armoniosas a un sordo?
Todo lo que
podemos decir es que los siete planos menores del gran plano espiritual
(teniendo cada plano menor sus siete subdivisiones) comprenden seres tan
superiores al hombre actual como este último es superior al gusano y a otras formas
aún más inferiores.
(Nota
de Cid: esto es falso porque la Teosofía explica que los tres planos menores
del mundo divino corresponden al Devachan donde los humanos descansan entre dos
reencarnaciones.)
La vida de esos
seres trasciende tanto a la nuestra a tal grado que no podemos pensar ni
siquiera en sus detalles. Y sus mentes son tan elevadas, que para ellos,
nuestra forma de pensar es muy rudimentaria, y nuestros procesos mentales les
parecen procesos muy materiales.
Y la materia de
la que están compuestas sus formas es de los
planos más elevados, y algunos dicen que incluso están envueltos de pura energía.
Entonces,
¿Qué puede decirse de tales seres?
Pues bien, se
puede decir también que en los siete planos menores del gran plano espiritual
existen seres a los que se les conoce como ángeles, arcángeles y semi-dioses. Y
en los planos menores inferiores viven aquellos a quienes damos el nombre de
maestros y adeptos.
Por encima de
ellos están las grandes jerarquías de las huestes angélicas, inconcebibles para
el hombre; y por encima de ellas están los que sin irreverencia alguna
podríamos llamar “dioses”, pues su grado de elevación en la escala de la
vibración es tan alto, y su poder e inteligencia son tan grandes, que
sobrepasan a todas las concepciones que el hombre se ha formado sobre la
Deidad.
Estos seres
están más allá incluso de los más elevados vuelos de la imaginación humana,
siendo la palabra “divinidad” la única aplicable hacia ellos. Y muchos de estos
seres, así como la hueste angélica, se toman el más grande interés en los
asuntos del Universo y desempeñan un papel importantísimo en sus procesos.
Esas
divinidades invisibles y auxiliares angelicales extienden su influencia libre y
poderosamente en el proceso de evolución y progreso cósmico. Y su intervención
y asistencia ocasionales en los asuntos humanos han dado origen a muchas
leyendas, creencias, religiones y tradiciones de las razas pasadas y presentes.
Ellos han
superpuesto su conocimiento y poder sobre el mundo, una y otra vez, pero desde
luego todo bajo la ley del TODO.
Sin embargo,
aún esos elevadísimos seres existen meramente como creaciones de la mente del
TODO y están sujetos a los procesos cósmicos y a las leyes universales. Y por
consiguiente ellos son todavía mortales.
Podemos
llamarlos “dioses” si queremos, pero no son más que los Hermanos Mayores de la raza; las almas avanzadas que han
sobrepasado a sus compañeras y que han renunciado temporalmente al éxtasis de
la absorción en el TODO, para así poder ayudar a la raza en su ascendente viaje
por el sendero. Pero ellos también pertenecen al Universo y están sujetos a sus
condiciones — ellos son mortales y su plano es inferior al del Espíritu
Absoluto.
Sólo los
hermetistas más avanzados son capaces de captar las enseñanzas ocultas
concernientes al estado de existencia y los poderes manifestados en los planos
espirituales. Los fenómenos que se producen ahí son tan superiores a los
fenómenos que se producen en los planos mentales, que resultaría con seguridad
una confusión de ideas a partir de un intento por describirlos.
(Nota
de Cid: esto es incorrecto porque el plano mental es el plano más inferior del
mundo divino.)
Por lo que
solamente aquellos cuyas mentes han sido cuidadosamente entrenadas a lo largo
de las líneas de la filosofía hermética durante años enteros, y los que han traído
consigo de encarnaciones anteriores, el conocimiento adquirido previamente,
pueden comprender adecuadamente lo que significan las enseñanzas referentes a
los planos espirituales. »
(Capítulo
8)
OBSERVACIONES
El Kybalión
llama esta
región sutil “el gran plano espiritual”, pero dado que está hablando del lugar donde viven
los seres divinos, sería más correcto denominarlo el mundo divino. Desafortunadamente el autor del Kybalión hizo su descripción basándose
en sus creencias católicas en donde:
Abajo en la tierra están los humanos, en medio en el cielo está la jerarquía
angelical y en la parte de arriba están los dioses, que en el Cristianismo son:
Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo
Y el autor del Kybalión habla de los dioses como si se
trataran de seres con forma, ya que él dice que son “los Hermanos Mayores de la
raza humana”.
Pero eso es una visión muy simplista de la Divinidad, ya
que los hermanos mayores de la raza humana son en realidad los Maestros, o sea
humanos que se han adelantado mucho en la evolución.
En cambio a los seres celestiales yo no los llamaría
“hermanos mayores” porque para que lleguemos a su nivel estamos hablando de
miles de millones de años. O sea que aunque efectivamente si son nuestros hermanos
en un sentido muy amplio de la palabra, la diferencia de desarrollo que existe
entre ellos y nosotros es tan descomunal, que sería lo mismo que llamar
hermanos a los minerales.
Y los dioses están a un nivel todavía más elevado, y es
por eso que yo prefiero mejor hablar de Conciencias Cósmicas en vez de hablar
de dioses, porque la palabra “dioses” está muy tergiversada.
Entonces imaginen una Conciencia Cósmica que no tiene
forma, que es pura esencia, pero que abarca a todo un sistema solar con sus planetas,
o a toda una galaxia con sus miles de millones de estrellas, o incluso a todo
el Universo con sus cientos de miles de millones de galaxias.
A esa Conciencia Cósmica para nada yo la llamaría
“Hermano Mayor” porque ya está mucho más allá de nuestra comprensión.
CONCLUSIÓN
La visión demasiado simplista y con errores en su descripción
que el autor del Kybalión hizo del mundo divino muestra que él no era un gran esoterista
ni tampoco un iniciado hermetista como lo pretendió.
Ese sujeto creyó que esos seres disponen de un cuerpo de carne!
ResponderBorrarPero el religioso y sus "fantasías"
Como sí la carne del ser humano fuese perfecto.Saludos