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DIOS NO EXISTE (explicación de Subba Row)

 
Subba Row fue un brahmán muy erudito y en este artículo él hace una disertación, basándose en las enseñanzas esotéricas hindúes, para explicar las razones por las que no existe el Dios que profesan las religiones occidentales.
 
 
DIOS PERSONAL E IMPERSONAL
 
Públicamente les pido a mis lectores (al menos a quienes no tienen conocimiento de las teorías cosmológicas de los pensadores idealistas de Europa) que revisen las especulaciones cosmológicas que John Stuart Mills menciona en su análisis de la filosofía de Sir William Hamilton, antes de tratar de comprender la doctrina Adwaita.
 
Asimismo les ruego que se den por enterados de antemano que al explicar los principios básicos de dicha doctrina, voy a usar hasta donde sea conveniente hacerlo, la fraseología adoptada por los psicólogos ingleses de la escuela Idealista de pensamiento.
 
Al tratar con los fenómenos de nuestro plano de existencia presente, John Stuart Mill finalmente llega a la conclusión de que la materia, o los llamados fenómenos externos, no son sino una creación de nuestra mente; meras apariencias de una fase particular de nuestro ego subjetivo, y de nuestros pensamientos, voliciones, sensaciones y emociones que en suma constituyen la base de ese Ego.
 
Entonces la materia es la posibilidad permanente de sensaciones, y las llamadas leyes de la materia son (hablando propiamente) las leyes que gobiernan la sucesión y coexistencia de nuestros estados de conciencia. Más aún, Mill sostiene que no existe un Ego noúmeno. La idea misma de una mente que existe como una entidad aparte, distinta de los estados de conciencia que se supone están inherentes en ella, según su opinión, es una mera ilusión, al igual que la idea de un objeto externo que se supone es percibido por nuestros sentidos.
 
De tal manera, las ideas de mente y materia, de sujeto y objeto, del Ego y del mundo exterior, en realidad surgen de la suma de nuestros estados mentales que son las únicas realidades en las que hasta ahora estamos interesados.
 
La cadena de nuestros estados mentales o estados de conciencia es “un monstruo bicéfalo”, de acuerdo con el Profesor Bain, que tiene dos aspectos distintos, uno objetivo y otro subjetivo. El Sr. Mill hace una pausa aquí para confesar que el análisis psicológico no ha ido más allá; el misterioso eslabón que conjunta el tren de nuestros estados de conciencia y da lugar a nuestro Ahankâram (Ego) en esta forma de vida, todavía sigue siendo un misterio incomprensible para los psicólogos Occidentales, aunque su existencia no es sino vagamente percibida en los fenómenos subjetivos de memoria y atención.
 
Por otro lado, los grandes físicos de Europa gradualmente están llegando a la conclusión (1) de que la mente es producto de la materia, o de que es una de las cualidades de la materia en algunos de sus estados. Por lo tanto a partir de las especulaciones de los psicólogos occidentales, parecería que la materia surgió de la mente y que la mente surgió de la materia.
 
Estas dos proposiciones aparentemente son irreconciliables. Mill y Tyndall han admitido que la ciencia occidental aún es incapaz de profundizar en la cuestión. Ni parece que vaya a resolver el misterio en el futuro, a menos que llame en su ayuda a la ciencia oculta oriental y tenga una comprensión más clara de las capacidades del verdadero ego subjetivo del hombre y de los diversos aspectos del gran universo objetivo.
 
Los grandes filósofos Adwaitas del antiguo Aryavarta han examinado la relación entre el sujeto y el objeto en cada forma de vida de este sistema solar, donde se presenta esta diferencia. Así como un ser humano está compuesto de siete principios, en el sistema solar la materia diferenciada existe en siete estados diferentes. No todos estos diferentes estados de la materia caen dentro del rango de la conciencia objetiva que tenemos, pero pueden ser percibidos objetivamente a través del Ego espiritual del hombre.
 
Desde la mónada espiritual liberada del hombre, hasta los Dhyan-Chohans (o sea los seres divinos que dirigen el universo), todo lo que es material es objeto de percepción. Más aún, la Pragna o capacidad de percepción existe en siete aspectos diferentes que corresponden a los siete estados de la materia. Aunque hablando estrictamente, no hay más que seis estados de la materia, el llamado séptimo estado viene a ser una especie de materia cósmica en su estado indiferenciado original. Asimismo, hay seis estados de Pragna diferenciado, el séptimo estado viene a ser una especie de inconsciencia perfecta.
 
Por Pragna diferenciado quiero dar a entender el estado en que Pragna se despliega en los diversos estados de conciencia. Así pues, por el momento tenemos seis estados de conciencia, sea objetiva o subjetiva, según sea el caso, y un estado perfecto de inconsciencia, que es el principio y el fin de todos los estados de conciencia concebibles, que se corresponden con los estados de materia diferenciada y su base indiferenciada original, que son el principio y el fin de toda evolución cósmica.
 
Se verá fácilmente que la existencia de la conciencia es necesaria para diferenciar entre sujeto y objeto. Por lo tanto estas dos fases se presentan en seis estados diferentes, y en el último estado, al no haber conciencia como se dijo antes, la diferencia en cuestión deja de existir.
 
El número de estos diversos estados varía en los diferentes sistemas de filosofía, pero cualquiera que sea el número en que se dividan, todos quedan entre la inconsciencia perfecta a un extremo y nuestro presente estado de conciencia o Bahirpragna en el otro extremo.
 
Para comprender la verdadera naturaleza de estos diferentes estados de conciencia les pido a mis lectores que comparen la conciencia del hombre ordinario con la conciencia del hombre astral, y de nuevo comparen esta última con la conciencia del Ego espiritual del hombre.
 
En estos tres estados el universo objetivo no es el mismo, sin embargo la diferencia entre el Ego y el no-ego es la misma en todos estos estados. Por consiguiente si admitimos que Mill está en lo correcto al razonar en lo que se refiere al sujeto y al objeto de nuestro estado de conciencia actual, los grandes pensadores Adwaitas de la India aplicaron el mismo razonamiento a otros estados de conciencia, llegando a la conclusión de que los diversos estados del Ego y del no-ego no son sino las apariencias de la misma entidad — o sea del último estado de inconsciencia.
 
Esta entidad no es materia ni espíritu; ni Ego ni no-ego; y no es objeto ni sujeto. En idioma de los filósofos hindúes es la combinación original y eterna de Purusha y Prakriti. Aunque los Adwaitas afirman que un objeto externo meramente es el producto de nuestros estados mentales, Prakriti no es más que la ilusión, y Purusha es la única realidad; es la única existencia que permanece eterna en este universo de ideas. Por lo tanto esta entidad es el Parabrahmam de los Adwaitas.
 
Incluso si existiera un Dios personal con algo parecido a una Upadhi (base física de cualquier forma) material, desde el punto de vista de un Adwaita habrá mucha razón para dudar de su existencia como noúmeno, porque en ese caso tendría existencia como cualquier otro objeto. En su opinión, un Dios consciente no puede ser el origen del universo, porque su Ego sería el efecto de una causa previa, si es que la palabra consciente conserva su significado común.
 
Ellos no pueden admitir que la suma de todos los estados de conciencia en el universo sea su deidad, porque dichos estados están en constante cambio y porque la actividad cósmica cesa durante el Pralaya. Sólo hay un estado permanente en el universo que es el estado de inconsciencia perfecta, la Chidâkâsam (base de la conciencia) desnuda, de hecho.
 
Cuando mis lectores lleguen a comprender el hecho de que este gran universo en realidad no es sino un gran agregado de diversos estados de conciencia, no se sorprenderán al encontrar que el último estado de inconsciencia es considerado como Parabrahmam por los Adwaitas.
 
La idea de un Dios, Deidad, Iswar, o un Dios impersonal (si la conciencia es una de sus cualidades) involucra la idea de Ego y no-ego, en una forma o en otra, y como cada Ego o no-ego concebible surge de este elemento primitivo (utilizo esta palabra a falta de una mejor), la existencia de un dios extra-cósmico que posea semejantes cualidades, previas a este estado, es absolutamente inconcebible.
 
Y aunque me he referido a este elemento como un estado de inconsciencia, es, hablando propiamente, el Chidâkâsam o Chinmâtra de los filósofos hindúes, que contiene en sí la potencialidad de cada estado “Pragna”, y que resulta por una parte como conciencia, y por otra parte como universo objetivo por acción de su Chichakti (poder que genera el pensamiento) latente.
 
 
Antes de proceder a analizar la naturaleza de Parabrahmam. Debe aclararse que la opinión de los Adwaitas, de los Upanishads y del Brahmasutra apoyan absolutamente sus puntos de vista sobre este tema. Se encuentra perfectamente establecido en los Upanishads que Parabrahmam no es sino la potencialidad al desnudo de Pragna (2), no es un aspecto de Pragna o Ego de ninguna manera, y que no tiene vida ni conciencia.
 
El lector será capaz de determinar si en verdad ese es el caso, si revisa el Upanishad Mundaka y el Upanishad Mandukya. El idioma usado aquí y allá en los Upanishads es capaz de inducir a uno al error creyendo que dicho idioma señala la existencia de un Iswar consciente, pero la necesidad de tal idioma quizá se aclare mediante las siguientes consideraciones.
 
Partiendo de un minucioso análisis de la teoría cosmológica de Mill, se verá claramente la dificultad, como se refirió antes, de responder satisfactoriamente a la generación de estados conscientes en cualquier ser humano, desde el punto de vista de dicha teoría.
 
Generalmente se establece que las sensaciones surgen en nosotros a partir de la acción de los objetos exteriores a nuestro alrededor: ellas son los efectos de las impresiones que hace en nuestros sentidos el mundo objetivo en que vivimos. Esto puede resultar muy simple para una mente ordinaria, sin embargo lo difícil es responder cómo se transforma una corriente cerebral nerviosa en un estado de conciencia.
 
Pero desde el punto de vista de la teoría de Mill, no tenemos prueba alguna de la existencia de cualquier objeto exterior; ni siquiera estamos seguros de la existencia objetiva de nuestros propios sentidos.
 
Entonces,
 
¿Cómo vamos a considerar y a explicar el origen de nuestros estados mentales, si son las únicas entidades que existen en este mundo?
 
 
En todo caso, no daremos ninguna explicación en realidad si decimos que un estado mental da lugar a otro estado mental, hasta cierto punto bajo la acción de las llamadas «Leyes psicológicas de Asociación». La psicología occidental admite honestamente que su análisis no ha ido más allá. Puede inferirse sin embargo de dicha teoría que no habría razón alguna para decir que se necesita una upadhi (base) material para que exista la mente o los estados de conciencia.
 
Como ya se señaló, los psicólogos Âryos rastrearon esta corriente de estados mentales hasta su fuente — la eterna Chinmâtra que existe por todas partes. Y al comenzar un período de evolución, esta simiente de Pragna se abre de por sí, surgiendo finalmente como idea Cósmica.
 
Las ideas Cósmicas son las concepciones de todas las formas de vida que existen en el Cosmos en lo que puede llamarse la Mente Universal (la mente del demiurgo de los Kabalistas Occidentales).
 
Este Chinmâtra existe en cada punto geométrico de la Chidâkâsam infinita. Por lo tanto, este principio tiene dos aspectos generales:
 
1)   Considerado como algo el objetivo es la eterna Asath — Mûlaprakriti o Materia Cósmica Indiferenciada.
2)   Y desde un punto de vista subjetivo puede considerarse de dos maneras. Es Chidâkâsam si se considera como la base de las ideas Cósmicas; y es Chinmâtra si se considera como la simiente de las ideas Cósmicas.
 
Estos tres aspectos constituyen la más elevada Trinidad de los filósofos Adwaitas Âryos. Se verá enseguida que el último aspecto mencionado del principio en cuestión es mucho más importante para nosotros que los otros dos aspectos; pues, cuando se analiza bajo esta perspectiva el principio que estamos considerando, parece encarnar la gran Ley de Evolución Cósmica, y por eso los filósofos Adwaitas lo han considerado principalmente bajo esta luz, y han explicado su cosmogonía desde un punto de vista subjetivo.
 
Sin embargo al hacerlo de esta manera no pueden evitar la necesidad de hablar de una mente universal (y ésta es Brahma, el Creador) y de sus ideas. Más no debe inferirse a partir de ello que esta mente universal necesariamente pertenece a un Creador omnipresente, consciente y vivo, simple y sencillamente porque en lenguaje inteligible, siempre que nos referimos a la mente lo hacemos en relación con un ser vivo particular.
 
No puede argüirse que es indispensable una Uphadi material para que exista la mente o los estados mentales, si el propio universo objetivo es, en lo que hasta ahora estamos interesados, el resultado de nuestros estados de conciencia. Por consiguiente las expresiones que implican la existencia de un Iswar consciente que pueden encontrarse aquí y allá en los Upanishads no deben traducirse literalmente.
 
 
Queda ahora por ver cómo responden los Adwaitas al origen de los estados mentales en un individuo en particular. Al parecer, la mente de un ser humano en particular no es la mente universal. No obstante, la idea Cósmica es la fuente real de los estados de conciencia en cada individuo. Las ideas Cósmicas existen en todas partes, pero cuando están restringidas por una Upadhi material, actúan como la conciencia inherente individual en dicha Upadhi.
 
Hablando estrictamente, un Adwaita no admitirá la existencia objetiva de esta Upadhi material. Desde este punto de vista es Mâyâ o ilusión, que existe como una condición necesaria de Pragna. Pero para evitar la confusión, usaré palabras sencillas, y para permitir que mis lectores capten claramente lo que quiero decir, daré el ejemplo siguiente.
 
Supongan que una luz brillante se coloca en el centro, con una cortina a su alrededor. La naturaleza de la luz que penetra a través de la cortina y se hace visible a una persona que está de pie afuera, depende de la naturaleza de la cortina. Así pues si se colocan sucesivamente varias cortinas alrededor de la luz, tendrá que penetrar a través de todas ellas; y una persona que está de pie afuera sólo percibirá tanta luz como no sea interceptada por todas las cortinas.
 
La luz central se vuelve más y más opaca en tanto se colocan cortina tras cortina delante del observador; y cuando se retira cortina tras cortina la luz se vuelve más y más luminosa hasta que alcanza su brillo natural.
 
De igual manera, la mente universal o idea Cósmica se limita y se modifica más y más por las múltiples Upadhis que componen al ser humano; y cuando la acción o influencia de estas múltiples Upadhis son dominadas sucesivamente, la mente del ser humano individual se pone en relación con la mente universal y sus ideas se pierden en la idea Cósmica.
 
Como ya dije, estas Upadhis están hablando estrictamente de las condiciones del desarrollo gradual o evolución de la Bahipragna —o conciencia, en nuestro actual plano de existencia— a partir del Chinmâtra original y eterno, que es el séptimo principio en el hombre, y del Parabrahmam de los Adwaitas.
 
Por lo tanto esto es lo que da a entender la filosofía Adwaita respecto al tema puesto a consideración, y está en mi humilde opinión en armonía con la doctrina Arhat relativa al mismo tema. Esta última doctrina postula la existencia de materia Cósmica en un estado indiferenciado a través de la infinita extensión del espacio.
 
El espacio y el tiempo no son sino sus aspectos, y Purusha, el séptimo principio del universo, tiene su vida latente en este océano de materia Cósmica. La doctrina en cuestión explica la Cosmogonía de un punto de vista objetivo.
 
Cuando comienza el período de actividad, partes del mismo se diferencian conforme a la ley oculta. Cuando esta diferenciación comienza, la sabiduría oculta o Chichakti latente actúa en la mente universal, y la energía Cósmica o Fohat forma el universo manifestado de acuerdo con las ideas que, generadas en la mente universal, surgen de los principios diferenciados de la materia Cósmica.
 
Este universo manifestado constituye un sistema solar. Pero cuando llega el período de Pralaya, el proceso de diferenciación se detiene y las ideas Cósmicas dejan de existir; y en el período de Brahmapralaya o de Mahapralaya las partículas de materia pierden toda diferenciación, y la materia que existe en el sistema solar vuelve a su estado indiferenciado original.
 
El plan existe en estado de latencia en un átomo eterno nonato, o centro que existe en todas partes y en ninguna; y ésta es la única vida que existe por todas partes.
 
Ahora, se verá fácilmente que la materia Cósmica indiferenciada, Purusha, y la ÚNICA VIDA de los filósofos Arhat, es Mûlaprakriti, Chidâkâsam, y Chinmâtra de los filósofos Adwaitas.
 
Según refiere la Cosmogonía, el punto de vista Arhat es objetivo, y el Adwaita subjetivo. La Cosmogonía Arhat da cuenta de la evolución del sistema solar manifestado a partir de la materia Cósmica indiferenciada, y la Cosmogonía Adwaita da cuenta de la evolución de la Bahipragna a partir del Chinmatra original. Porque los diferentes estados de la materia Cósmica diferenciada no son sino diferentes aspectos de las diversas condiciones de Pragna, la Cosmogonía Adwaita no es sino el complemento de la Cosmogonía Arhat. El principio eterno es exactamente el mismo en ambos sistemas, y concuerdan al negar la existencia de un Dios extra-cósmico.
 
Los Arhats se llaman a sí mismos Ateos, y están justificados al hacerlo puesto que el teísmo inculca la existencia de un Dios consciente que gobierna el universo por su fuerza de voluntad. En circunstancias iguales, la Adwaita caería en la misma denominación. Ateísmo y teísmo son palabras de origen incierto, y hasta que se establezca definitivamente su significado sería mejor no usarlas en relación con cualquier sistema de filosofía.
 
 
 
 
 
Notas
 
1.   Véase el Discurso Pronunciado Ante la Asamblea de la Asociación Británica en Belfast (Address Delivered Before the British Association Assembled at Belfast) de Tyndall. — S. R.
2.   El poder o capacidad que da lugar a la percepción.
 
 
(Theosophist, febrero y marzo 1883)

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

6 comentarios:

  1. Disculpe,cid,quisiera pedirle todo tipo de argumentos,sobre el tema de visualizar porno,ocasiona algún problema.A largo plazo.Por favor.

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  2. Le por favor que responda a mi duda,no soy muy bueno para escribir comentarios largos

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    1. No he investigado el tema por lo que no sabría decirte.

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  3. Como hago,para autoconocerme.Pues no soy el de las ideas

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