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LA LUCHA QUE HUBO ENTRE RANDOLPH Y BLAVATSKY SEGÚN KRUMM-HELLER




El siguiente artículo fue escrito por Arnold Krumm-Heller y añadí comentarios míos en morado.


« El gran escritor teósofo Mario Roso de Luna prestó un servicio relevante, reuniendo en un interesante libro, varios trazos biográficos de la Sra. Blavatsky, trabajo en que aparte de datos curiosos, él narra los sucesos más notables de la vida ejemplar y torturada de la Maestra.

(Si bien, Roso de Luna fue un gran teósofo, la biografía que él escribió sobre Blavatsky deja mucho que desear debido a que ahí él mezcla acontecimientos históricos con inventos suyos.)


Desconociendo sus últimos escritos, no se si ofrezco, como algo nuevo, un hecho ya relatado, aunque ninguna inconveniencia surge de esta repetición.

Repasando notas tomadas por Franz Hartmann, que convivió con la Maestra Blavatsky y participó de varios acontecimientos de su vida, notas auténticas y debidas al conocimiento íntimo y amistad que me unió al eminente autor de la obra “Magia Blanca y Negra”.


He aquí el hecho:

A mediados del siglo XIX, vivió en los Estados Unidos un hombre extraordinario, ocultista de extrañas capacidades, a quien se le atribuían conocimientos no vulgares de maravillosa y desconocida ciencia.

Entre sus ascendentes se contaban armenios, indios, egipcios, africanos y germanos. Y esta mezcla imposible e indefinida daba al héroe de nuestra narrativa una fisonomía sorprendente.

P.R. Randolph, como firmaba, era una especie de Cagliostro que instaló su consultorio en la ciudad de Boston, donde él ejercía la profesión de clarividente y conquistó notoriedad extraordinaria en virtud del acierto de sus pronósticos.

Él se volvió tan famoso que su nombre llegó hasta los oídos de Napoleón III, quien lo llamó a París, garantizándole valiosa contribución. Y en la capital francesa, él guió, de hecho, a Napoleón en sus deliberaciones de Estado, y siendo discípulo de Eliphas Levi, el Maestro de Papus, y espiritualmente, mi antecesor.

Antes de esto, él visitó en Nueva York a la Sra. Blavatsky, con quien trabó relaciones, que fueron, más tarde, la base de una estrecha amistad que los ligó.

Con todo, las personas, íntimamente ligadas a la Maestra, ignoraban porque ésta no lo quería recibir en su casa, prefiriendo encontrarlo en medio de la calle. Nadie sabe lo que ella percibiría en el alma de Randolph. Lo cierto es que acabó apartándose de él, procurando incluso evitar al mago, a quien como se decía, dispensara una amable fraternidad.



En la India, ya había sucedido a la Sra. Blavatsky un hecho bien curioso. En el momento de tomar el té, cierta tarde, ella se levantó precipitadamente gritando:

-      ¡¿QUÉ QUIERE ESE NEGRO MALVADO?!

(Esto no suena a Blavatsky, porque aunque ella a veces podía tener un vocabulario fuerte, nunca he visto que ella fuera condescendiente.)


Y cuentan, también, que, en los Estados Unidos, la Maestra evitando la curiosidad de sus íntimos, realizaba entrevistas con el mago. Y apenas regresaba a su residencia, ella se encerraba en su cuarto y tomaba notas.

¿Qué escribiría la Maestra?

Franz Hartmann refiere que las facultades de Randolph eran, efectivamente, extraordinarias y su clarividencia superior a la de la Sra. Blavatsky y de todos los iniciados de la época, considerándolo un fenómeno dentro de la Magia.

Randolph conocía todos los secretos iniciáticos de los Rosacruces, pero nunca fue iniciado. Y cuando le preguntaban de dónde había obtenido tan prodigiosos conocimientos, él encogía sus hombros y él daba una formidable carcajada…


Dicen que le bastaba concentrarse por algunos momentos para hablar cualquier idioma, por más desconocido que este fuese. Y la Sra. Blavatsky, cuando pretendía resolver cualquier problema muy intrincado, a despecho de su repugnancia, ella recurría a Randolph…

(No veo para qué Blavatsky recurriría a solicitar la ayuda de ese mago, cuando ella disponía de la ayuda de los Maestros transhimaláyicos, quienes son mucho mas poderosos.)


Un señor, que asistía cierta noche, a una representación teatral, en Nueva York, en compañía del mago Randolph, le preguntó:

-      “¿Es verdad que usted puede llamar, mentalmente a cualquier persona, sin que esa persona pueda desobedecerlo?”

A lo que Randolph le respondió:

-      “Póngame a prueba.”

Y le ordenó al señor que inmediatamente eligiese a alguien en el lugar. El amigo recorrió con la mirada la multitud que llenaba el teatro y dijo:

-      “Aquella rubia que está sentada al lado de la columna.”

-      Así será”. Respondió Randolph, “espere un instante.”

El mago cerró los ojos durante algunos segundos, mientras el compañero observaba a la persona indicada.

Y la pobre muchacha, como si hubiese recibido un extraño choque, se estremeció, se levantó y se dirigió hacia el lugar en que se encontraba Randolph y el otro señor.

-      “¡Por Dios!”, clamó el señor. “¡Sáquela del hechizo y déjela libre! ¡Usted tiene un poder fuera de lo común y es un peligro!”

Y en respuesta a estas insinuaciones Randolph se limitó a encoger sus hombros y dar su habitual carcajada…

(Esto suena muy caricaturesco y es muy poco creíble.)



Todos los amigos de la Sra. Blavatsky consideraban a Randolph un verdadero enigma. Ella misma evitaba aludir a él y a su esposa… El caso, sin embargo, del té, al que ya me referí en Adyar tuvo su repercusión en los medios teosóficos.

Hacía un intenso calor y la conversación giraba sobre asuntos triviales. Un poco de pereza y laxitud reinaba en el ambiente y todo acusaba esa calma característica de las horas estivales. Pero de repente la Sra. Blavatsky empalideció y gritó:

-      “¡MALDITO NEGRO!”

Y luego ella exclamó con todas las fuerzas de sus pulmones:

-      “¡QUIERE MATARME CON UN REVOLVER!”

Y después de un instante de inquietud y silencio por parte de todos los presentes, la
Maestra dio un profundo suspiro y articuló:

-      “¡YA SE LO LLEVÓ EL DIABLO!”

Todos los asistentes, entonces, presurosos, indagaron sobre el suceso y la Maestra les explicó:

-      “Imaginen que ese maldito negro de Randolph quiso matarme a distancia, pretendiendo desmaterializar la bala y materializarla al penetrar en mi cuerpo. Pero como no logró su intento, volteó el arma contra sí mismo y se suicidó. Él perdió la razón… Y eso es lo que le sucede generalmente, a los que se apartan del verdadero camino.”

(Esto suena muy disparatado porque desmaterializar una bala en los Estados Unidos, para luego volverla a materializar al otro lado del planeta, en la India, para así tratar de matar a una persona. Eso es tremendamente incongruente y por eso en ninguna otra parte he leído algo semejante.)


Y más tarde, se supo por la propia viuda de Randolph, que el hecho ocurrido con la Maestra Blavatsky, en Adyar, correspondía exactamente a la experiencia puesta en práctica, en ese momento, por el ocultista Randolph, que se encontraba en ese entonces, en América.

(Y esto es completamente falso porque Randolph murió en 1875, mientras que Blavatsky solo se instaló en Adyar ocho años después en 1883. Así que un consejo a los que van a inventar historias: verifiquen que al menos las fechas se correspondan!!!)


En efecto, Randolph disparó su revolver, dirigiendo el proyectil a un blanco imaginario, pero la bala, en vez de seguir la trayectoria natural, volvió y lo atacó, matándolo.

(Esto suena tremendamente fantasioso y en ninguna enseñanza esotérica genuina he leído algo parecido. Además que se considera que en realidad Randolph no se suicidó, ya que en sus escritos él expresaba una profunda aversión hacia el suicidio, y se sospecha que en realidad él fue asesinado y que el asesino disfrazó su crimen como suicidio.)


Y si yo, con estas anotaciones contribuyo a enriquecer los trazos biográficos de la Sra. Blavatsky, me sentiré satisfecho.

(Desafortunadamente varios investigadores creen que este relato es verídico.)


Y me sirvo de este ensayo para recomendar los trabajos de este mago, y sus conocimientos sobre los Rosacruces. Sus libros son muy curiosos y en sus páginas se encuentran informaciones que no están al alcance de todos.

Yo poseo varios, pero debo señalar el libro “Dhoula Bel”, ya que es uno de los más interesantes. Y debo agregar que sus libros fueron escritos cuando Randolph todavía no se había apartado del buen camino.

R + HUIRACOCHA»

(Este testo se publicó en la revista brasileña “Gnose”, del Año II, el 27 de mayo de 1937, en Rio de Janeiro, N° 10.)







CONCLUSIÓN

Este artículo que escribió Arnold Krumm-Heller está lleno de falsedades y me hace perder mucha confianza en su credibilidad.
















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