LISTA DE CAPÍTULOS

BLAVATSKY Y SU MISIÓN EN EL MUNDO por Franz Hartmann


(El siguiente texto es un artículo que el esoterista Franz Hartmann escribió en homenaje a Blavatsky cuando ella falleció.)


H.P. Blavatsky ha muerto, pero la gran alma que estuvo encarnada en ese cuerpo, vive aún. La mujer que por no haber sido entendida sino solamente por muy pocos, fue llamada “la Esfinge del siglo XIX”, y aunque ella ha fallecido, la gran alma (Maha Atma) que habitó aquella forma mortal usándola como instrumento para difundir en esta era de oscuridad mental los rayos de la luz espiritual, abandonó su cuerpo para volver a otra morada más celestial.

Es dudoso que haya existido algún gran genio y salvador de la humanidad, cuya personalidad, aun en su paso por la Tierra no haya sido mal comprendida por sus amigos, difamada por sus enemigos, mentalmente torturada y crucificada, y finalmente ser objeto de idolatría o de desprecio para las siguientes generaciones.

Y H.P. Blavatsky no parece ser una excepción a esa regla.

Ofuscado el mundo por la luz de sus doctrinas, que la mayoría no ha conseguido asir porque le eran completamente nuevas, la miraron con recelo; y los representantes de la ignorancia científica saturados de pomposa vanidad, la llamaron “la mayor impostora del siglo” porque sus mentes estrechas no pudieron elevarse a la comprensión de la grandeza de su espíritu.

No es difícil profetizar que en un futuro próximo, cuando se hayan olvidado los nombres de sus enemigos, el mundo trabajará para conocer la verdadera misión de Blavatsky, y la gente verá en ella a un mensajero de luz enviado para instruir a este mundo pecador, para redimirle de la ignorancia, locura y superstición; labor cumplida en cuanto que su voz fue oída y sus enseñanzas aceptadas.

Los historiadores del futuro escudriñarán los archivos con el propósito de encontrar algún trozo de historia de la vida de Blavatsky, y a menos que las calumnias que sobre ella se escribieron no hayan desaparecido en el montón de basura de donde salieron, no es imposible que los escritorzuelos del futuro manchen su memoria, al igual que los irresponsables escritorzuelos modernos mancharon la memoria de Cagliostro, Teofrasto, Paracelso y otras grandes almas.

Por esta y otras razones que se evidencian, es muy de desear que se publique algo digno de confianza respecto a la vida de Blavatsky, por alguna persona competente que haya estado bien relacionada con ella y que no sea un adorador de personalidades, sino capaz de estudiar y describir la vida del ser interno, porque deben de saber que la verdadera vida de todo ser humano espiritualmente despierto, no es su vida externa, sino su vida interna la que interesa.

Relatar simplemente los acontecimientos de la vida terrestre de un genio que estuvo en la Tierra y no hacerlo de su vida interior, de sus pensamientos y de sus sentimientos, es describir la casa que aquel genio habitó en su paso por el mundo y no hacer caso del habitante.

Así que aunque muy buenos textos acerca de la vida de Blavatsky ya han sido publicados, estos se parecen más a la pintura de un pájaro del paraíso, pero habiendo despojado al pájaro de su plumaje.

Esos textos son como el tratado de un sujeto altamente poético, pero vaciado cuidadosamente de toda poesía. Y resulta que las plumas son partes tan esenciales para un pájaro como sus músculos y huesos, y de la misma manera el lado poético e ideal de una persona es algo tan o incluso más esencial para su naturaleza que la estructura de su cuerpo físico o el corte de su cabello.

Por lo tanto es la vida interna de Blavatsky, en su modo de pensar y sentir, lo que es de importancia y debe de ser comprendido, mientras que lo restante pertenece a las cosas externas que no merecen la atención del verdadero ocultista.

Cada hombre es doble en su naturaleza, posee una vida externa y otra interna. H.P.B. no fue una excepción a esta regla y H.P.B. ni fue completamente humana, ni completamente divina.

    Un poeta ha dicho:

                         Dos naturalezas hay en todo ser humano:
                      Una es hija de la clara luz del día,
                      Nada oscuro hay en ella, todo es claridad
                      Allí, todo es resplandeciente, nada oculto,
                      Lo más íntimo, tu ojo puede penetrar,
                      No hay allí misterio ni secreto;
                      En ella gobiernan: la sabiduría, justicia, amor y fe;
                      Sin motas, como el cristal en su pureza.

                         Mientras que la otra es un ser nacido de la noche,
                      Llena de negras nubes que cambian una y otra vez,
                      Confunde la razón e ignora la luz;
                      Es un extranjero en sus propios dominios;
                      Insensiblemente llena nuestra vida diaria
                      De burlescos duendes; su reino discorde
                      Engendra errores y contiendas;
                      Enredando los hilos y dañando al designio.


Y así cada persona tiene bajo su mando una vida terrestre y otra celestial. Y para la gran mayoría de la gente se encuentra enredada en las mallas de este mundo de ilusiones, estas ilusiones parecen ser la realidad, y la vida celestial meramente un sueño. Pero hay otros en quienes la vida interna despierta y conocen la vida celestial como la verdadera, mientras que esta vida terrestre sólo una ilusión o una pesadilla.

Este hecho de la doble existencia fue reconocido de todo sabio y santo y es conocido de quien esté en posesión de la sabiduría divina. Se hace mención de ello en muchas partes del texto sagrado hindú el Bhagavad Gita y también en la Biblia.

Y a esta doble vida que tienen sobretodo los iniciados es a la que los apóstoles aluden cuando ellos dijeron:

-      Vivimos sobre la tierra, pero nuestra conciencia está en el cielo.”

Y los iniciados son aquellos en quienes la luz divina ha disipado las tinieblas; aquellos en quienes no existe ya el “cuerpo de pecado”. Y así hay Adeptos completamente desarrollados, y como uno de éstos se presenta en la Biblia a San Pablo en su Epístola a los Romanos, cap. VII, versículos 5 y 6 donde dice:

« Porque mientras estábamos en la carne, los efectos de los pecados que eran por la ley, obraban en nuestros miembros fructificando para muerte; mas ahora estamos libres de la ley, habiendo muerto a aquella en la cual estábamos detenidos, para que sirvamos en novedad de espíritu, y no en vejez de letra. » (1)


Tales sabios y santos son conocidos en el Oriente como los Buddhas y Arhats y en el Occidente como los “Maestros de Sabiduría”. Y es con estos grandes iniciados que Blavatsky afirmaba haber adquirido su conocimiento, y a los que cada quien puede conocer también si crece más allá de su estrecho y pequeño “yo” y se eleva al plano en que Ellos viven.

El que la sociedad moderna no conozca nada de la existencia de estos santos seres, y que la ciencia moderna no haya descubierto aún ninguno de ellos, eso no destruye la teoría de que haya seres humanos en quienes el germen de la divinidad (el cual existente en todos los hombres) pero en estos maestros ha evolucionado tanto que ellos han accedido aun reino más elevado de conocimiento espiritual.

Inalcanzable para quienes se ocupan de cosas terrenales, y que las almas de estos humanos mucho más avanzados, por haber alcanzado la auto-conciencia en la luz del Espíritu, ellos están en posesión de extraordinarias facultades.

De estos regenerados dice la Biblia que no pueden pecar porque “son nacidos de Dios(Juan 3:9). Y en Pedro 1:22 leemos que estas almas habiendo sido purificadas en obediencia de la verdad, por el Espíritu de amor sincero, “renacen, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la  Palabra de Dios” obrando en ellos.


H.P. Blavatsky nunca deseó ser mirada como un santo o adepto, y en una carta que me escribió, ella rechaza expresamente tales pretensiones diciendo que aunque marcha por el Sendero, no ha alcanzado todavía la meta.

En ella había aún una naturaleza humana, lo que le permitía regocijarse con el alegre y simpatizar con el triste, y esta parte de la naturaleza de Blavatsky fue objeto de una continua crítica por los “investigadores psíquicos” quienes no conociendo nada acerca de la divinidad en la humanidad, sólo vieron su propia imagen animal reflejada en ella.

Cada punto nebuloso fue así por tales críticos investigadores y exagerado en sus imaginaciones mórbidas, pero del lado luminoso de Blavatsky, ellos no percibieron nada porque en ellos no había luz.

Todo lo que descubrieron (si desechamos lo que sus fantasías añadieron) fue que Blavatsky era amable y generosa hasta el exceso, que era impulsiva y enérgica, y a veces se dejaba llevar por los extremos en sus nobles impulsos.

Encontraron que fumaba cigarrillos y que exteriorizaba sus pensamientos sin gran ceremonia y que rehusaba en absoluto a ser como esos hipócritas, socarrones y santos de cara adulzada, que van continuamente disfrazados y que son para el mundo como los pilares de la Iglesia y del Estado, mientras que detrás de su beatería está oculta su afectación y podredumbre.

Los chillones búhos de la sofistería científica que vinieron a preguntar al águila de los Himalayas, como no pudieron seguir su vuelo hasta las cimas de las montañas, fuera del alcance de su limitada visión, y no pudieron cortarle sus alas, creció en ellos la envidia y chillaron y arrojando calumnias sobre el pájaro real.

En muchos casos estos calumniadores se excedieron en su trabajo, y la extraordinaria virulencia de las calumnias evidenciaron suficientemente el carácter de la personalidad que inspiró tales escritos y hacen completamente innecesaria la refutación.

Algunos de estos escritores la imputaron el haber cometido prácticas inmorales, y semejantes historias, tan pronto como fueron inventadas se imprimieron y fueron siempre rápidamente tomadas y puestas en circulación por aquellos intrépidos periodistas, que ansiosos de aumentar la circulación de sus periódicos, estaban siempre alerta para dar a sus lectores algo sazonado y sensacional.

Estas historias fueron frecuentemente absurdas y causaron no poca hilaridad entre aquellos que conocían los hechos. Así, yo recuerdo que mientras estuve en la India circuló una noticia entre algunos periódicos ingleses y americanos que decían que se había suscitado una pendencia entre los Teósofos de Adyar, porque Madame Blavatsky estaba celosa del Coronel Olcott por causa de la Sra. Coulomb, y que el Sr. Coulomb enfurecido, había rehusado el suministrar más fondos para sostener los asuntos de la Sociedad Teosófica.

Los que conocen las personas a que se hace referencia en esos periódicos, saben muy bien que los Coulomb no tenían un céntimo, y que se les soportaba su permanencia en Adyar por caridad.

Este es un ejemplo pero no tendrían fin los escritos ni la pérdida de tiempo, si todas las calumnias contra Blavatsky que fueron circuladas por los “píos” misioneros de Madras y de otros sitios, hubiesen de ser refutadas, especialmente, porque es más fácil sostener una calumnia que refutarla.

Algunas de estas calumnias pueden sin embargo haber sido hechas con la mejor de las intenciones, por ejemplo: ciertas personas dudaron de la veracidad de Blavatsky por la misma razón que un rey africano está pronto a mandar decapitar a un viajero europeo, porque este último dijo al rey que en algunos sitios de Europa y en ciertas estaciones, el agua de los ríos y lagos se vuelve tan dura, que se puede andar sobre ella; y por tal razón el rey decidió que no debía tolerarse que viviese semejante embustero.

Ahora bien, prestaría poca atención a la verdad si pretendiese que ninguna de las acusaciones que nacieron contra Blavatsky se fundaban en hechos, pero las causas que originaron tales molestias sin fin fueron:

-      su deseo de juzgar el modo cómo los negocios mundanos deberían ser hechos,
-      o que a la manera de un niño, ella confiaba que el mundo miraría las cosas del mismo modo en que estas aparecían para ella; o sea una completa indiferencia a lo que el público pudiese decir o pensar de ella;
-      o el deseo de proteger a sus partidarios de las consecuencias de las estupideces que cometían, etc., etc.

Lo que Blavatsky deseaba, eso pensaba; lo que pensaba, decía; y lo que decía, hizo sin mirar las consecuencias. En ella, como en un niño inocente, pensamientos, palabras y actos, eran una sola cosa y en completa armonía.

Si intentásemos solucionar el misterio de la “Esfinge del siglo XIX” y presentar la historia del verdadero Ego de H.P.B., deberíamos ante todo conocer la individualidad, la “nueva criatura” (2) encarnada en la forma de H.P.B., y saber algo de sus vidas anteriores, para que nos fuese posible comprender las causas por las que apareció en esta Tierra en forma de mujer.

Entonces tendríamos que aceptar la teoría de que el alma del regenerado es capaz de vivir y obrar más allá de los límites del cuerpo físico, el cual solo es su morada e instrumento para su manifestación exterior, y que el alma espiritual de tal persona en una forma astral etérea puede estar en un país lejano (por ejemplo en el Tíbet) en tanto que el cuerpo físico vive aún y actúa consciente e inteligentemente en Europa y América.

Pero el mundo no está aún en disposición de recibir una historia como esta, y que contenga hechos todavía desconocidos para la ciencia, cuya inteligencia se encuentra sólo en el Acta Sanctorum, hoy día mirado aún por la Iglesia como “leyenda y fábula” o para expresarlo con menos delicadeza, como un conjunto de mentiras.

Tal historia requeriría lectores conocedores de las doctrinas de la Reencarnación y el Karma; lectores que hubiesen conquistado su propia naturaleza, y por su propia experiencia les fuese posible realizar lo que ello significa estar en el mundo, pero no ser parte de él.

Pero aunque la Biblia dice: “el que no naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3), sin embargo los términos “renacimiento” y “regeneración” se han convertido en palabras sin sentido para el fanático moderno y en absurdos para el hombre de ciencia.

El religioso visionario se adula a sí mismo con la creencia de que ya se ha regenerado y alcanzado la inmortalidad. Pero no sabe que la regeneración en el espíritu es acompañada del despertamiento de los sentidos espirituales, y que esta “regeneración” no puede tener lugar mientras se es ciego a la luz de la verdad y sordo a la “voz del silencio”.

La palabra “regeneración” es hoy es una palabra sin sentido para el mundano; y para el clérigo, a lo sumo significa un cambio de creencia y un progreso moral. El moderno “Cristiano” no comprende pasajes de su Biblia como los siguientes:

-       Hijos míos, que vuelvo otra vez a estar de parto de vosotros, hasta que Cristo sea formado en vosotros.” (Gálatas 4:19)

-       En Cristo Jesús, ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino la nueva criatura.” (Gálatas 6:15)

-       etc., etc.

Ellos no creen que su maestro dice de sus verdaderos discípulos, que los regenerados, aquellos en quienes “el Hijo de Dios ha llegado a la medida de la edad de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13), harán las mismas cosas maravillosas realizadas por él mismo.

No quieren creer que nadie más puede entrar en posesión de la conciencia inmortal, a menos que la “nueva criatura” haya nacido en él; y se envanecen presumiendo que su espíritu es ya inmortal. Pero la inmortalidad espiritual del Espíritu de Dios no volverá inmortales a sus almas, si estas almas rehúsan ser fertilizadas por el Espíritu de Dios y dar a luz a la divina criatura.

Por lo tanto que los “Cristianos” reflexionen sobre el significado de las palabras de la Biblia, donde dice:

« El que no naciere de agua y Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de carne, carne es; y lo que es nacido de espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: os es necesario nacer otra vez. » 
(Juan 3:5)

Por consiguiente poco le servirá al devoto creer que su espíritu es inmortal en tanto que no exista espíritu que pueda propiamente llamarle suyo, porque su alma no contiene al divino amor o espíritu, y por lo tanto no puede engendrar a “la nueva criatura” que pueda pretender la inmortalidad en el Cristo.

Esta unión del alma mortal con el Espíritu inmortal es el objeto y fin de todo Ocultismo y Teosofía. Y esta regeneración fue lo que Blavatsky enseñó porque “regeneración espiritual” e “iniciación” son términos sinónimos.


La Teosofía es una doctrina que no adula la vanidad humana, haciéndole creer a los hombres que ya son ya inmortales gracias a los méritos de una persona que vivió en el pasado, sino que pretende que la inmortalidad es un don ganado exclusivamente por heroicos esfuerzos personales combatiendo con los elementos más bajos de nuestra naturaleza, y que hace posible la acción de la divina gracia dentro de nosotros.

Y por lo tanto es comprensible que esta enseñanza no sea bien recibida por los que prefieren correr tras el dinero y los placeres, y piensan que después de su muerte entrarán en el cielo cargados sobre las espaldas de otro hombre; y por consiguiente la historia de un alma regenerada pudo ser creída y entendida por unos pocos.

Mucho más fácil sería cubrir tal historia con la forma ficciosa de novela, sin pretensiones de ser creída, y que cada cual acepte lo que sea capaz de comprender y abandone el resto. (3)



Para comprender el verdadero misterio que rodea a Madame Blavatsky, primero será necesario comprender el misterio llamado “Hombre”: porque el humano iniciado comparado con el humano vulgar, es como un pájaro comparado con un huevo. El pájaro conoce los huevos y sus historias, pero los huevos nada saben de la existencia de los pájaros.

Y para resolver ese gran misterio, la humanidad tendrá que deslizarse fuera del “huevo filosófico”, y convirtiéndose en libre, alcanzar el noble auto-conocimiento de la Divinidad en la Humanidad; pero en los tiempos presentes, parecen ser pocos los que (incluso entre los llamados teosofistas) tiene el más débil concepto de lo que significa el “divino autoconocimiento”.

Debido al universal error existente con respecto a la naturaleza del hombre, y la ignorancia de lo que es divino en esta naturaleza, Helena Blavatsky ha sido universalmente mal comprendida y desnaturalizada.

Y después de una larga y paciente observación, se ha reforzado una convicción que yo mismo insistentemente he rehusado en aceptar, pero es la constatación que mucho más daño ha sido hecho por los celosos amigos y admiradores de H.P.B. que por sus enemigos.

Blavatsky jamás pidió que la deificaran y negó la posesión de poderes milagrosos, pero hubo muchos de sus partidarios que rindieron a su persona una adoración fetichista, haciendo las más rudas y extravagantes relaciones en su favor, y la cuales sólo trajeron el descrédito sobre ella y la Sociedad Teosófica, en tanto que con muy pocas excepciones, estos amigos entusiastas fueron los primeros en abandonarla convirtiéndose en sus enemigos, cuando las ilusiones que ellos mismos creaban se desvanecían.

Conforme a las historias inventadas, creídas y circuladas por estos admiradores, ellos decían que H.P.B. estaba continuamente acompañada de espíritus, invisibles “Maestros del Tíbet”, esperando servirla, y verbatim le dictaban sus escritos o “precipitaban” manuscritos mientras ella echaba la siesta. (4)

Gnomos, silfos, ondinas y salamandras estuvieron siempre bajo su mando, llevando sus cartas e inspeccionando la cocina. No ocurría nada en cualquier parte del mundo que según tales historias, ella no conociese; pero fue perfectamente evidente para los observadores neutrales, que Blavatsky no lo sabía todo y que igualmente en sus más grandes turbaciones, el bello correo no funcionaba; y que para recibir noticias ella se valía, como los demás mortales, de los terrestres correos y telégrafos.

Ello es que en la base de tales aserciones había una cierta cantidad de verdad, pero los hechos fueron exagerados más allá de todo límite por sus entusiastas amigos.

Blavatsky según su propia confesión, no era instruida. Y tampoco era muy inteligente. Las grandes cosas que hizo, lo fueron con la ayuda de alguno de sus asociados, del modo más torpe, y frecuentemente perjudicó al buen resultado.

Por lo tanto al ser llamada “el más grande impostor del siglo” por el agente de la Sociedad para las Investigaciones Psíquicas, y presentarla con ese título, eso certifica simplemente la incapacidad de ese individuo para juzgar a Blavatsky, porque todos los que la conocieron pueden atestiguar que ella nunca fue capaz de disfrazarse, y cualquier impostura, grande o pequeña, que hubiese intentado, habría sido inmediatamente sido descubierta, aun por un niño.

Blavatsky no fue ni inteligente ni ingeniosa, pero estuvo en posesión de aquello que la mayoría de sus críticos tristemente ignoran, y eso es sabiduría del alma, un apartado de la “ciencia” aún no descubierto por los modernos científicos y filósofos. El alma que vivió en ella fue una gran alma, un Mahatma (de Maha, grande, y Atma, alma).

Esta gran alma y no la vestidura que Blavatsky usó, será el objeto de nuestra investigación, no con el fin de regalar la curiosidad científica, sino para beneficiar con el ejemplo.


Porque seguramente muchos de ustedes se han de estar preguntando:

¿Qué es la sabiduría del alma y cómo puede ser obtenida?

¿Hay algún otro conocimiento que el del cerebro que razona?

¿Puede uno conocer otras cosas que las que se nos enseñó en la escuela, hemos leído en libros o recordamos haber oído?


Y a continuación a esto contestaremos:

Infeliz el pueblo que no sabe por el corazón lo que es bueno y hermoso. Desgraciados aquellos que no poseen percepción interior para la justicia y la verdad; y que por consiguiente que no pueden sentir verdadero amor, esperanza, fé, y que por lo tanto tienen que estudiar la enciclopedia para encontrar el significado de los términos, benevolencia, caridad, generosidad, espiritualidad, virtud, etc., etc.

Todas estas cualidades no son creación de la imaginación ni producto del cuerpo físico, sino poderes espirituales vivientes, dotando con sus facultades al alma que los posee.

Si se permite a estos poderes crecer y desarrollarse, su verdadera naturaleza se presentará clara a la mente, pero el que no los posea no podrá (ni por la especulación intelectual) llegar a realizar lo que son.

El estudio de estos poderes y el arte de desarrollarlos por la práctica, constituyó la ciencia del alma, que la Señora Blavatsky enseñó. El resto de sus doctrinas, en cuanto respecta a la constitución del hombre, evolución de los mundos, etc., etcétera, fueron accesorios para facilitar el auto-conocimiento, destruir el fanatismo y la superstición, para libertar la mente de prejuicios, darla un más ancho campo de ennoblecedor pensamiento y posibilitarla una más grande y elevada concepción de Dios, de la Naturaleza y del Hombre.

Y ahí yo les pregunto:

¿Qué tiene que ver tal estudio con las historias de espíritus, investigaciones psíquicas, cafeteras, trampas y otras frioleras que frecuentan la mente de quienes buscan en las cosas externas la prueba de la existencia de lo que ellos mismos deben poseer, antes de que puedan merecer verdaderamente ser llamados hombres hechos a imagen de Dios?

Y la respuesta es: nada

Y es por eso que muchos de sus admiradores que posteriormente se convirtieron en enemigos es porque no pudieron satisfacer su curiosidad, y estos individuos deben ser vituperados por su porfiada repulsa de la verdad divina.


La primera cosa necesaria para adquirir la sabiduría del alma es la posesión de un alma, que significa el poder del sentir. Y entre los adversarios de Blavatsky es raro el elemento del alma. Parecen existir sólo en el plano de la mente, esa parte del  hombre que especula y razona solamente, pero que no tiene conocimiento real; los antiguos escritores la comparaban con la fría luz de la luna, porque en ella nada hay del solano caliente amor.

El elemento del alma es la voluntad, y la voluntad divina es amor universal como para crear un paraíso, no en la imaginación, sino en el corazón de los que están en posesión de él. Y cuando la estrella matutina del divino amor nace en el alma, la paz entra con él.

Así, pues, no se dice que los Ángeles cantaron en el nacimiento de Cristo dentro del corazón humano:

-       “Gloria a aquel Dios, que es Amor universal, y paz a los hombres de buena voluntad.”

Los Ángeles no cantaron:

-       “Gloria a los que están bien versados en ciencia y sofistería.”


De gran cantidad de enseñanzas puede ser rellenado el cerebro durante una vida, pero cuando llega la muerte, toda esta moralla sin valor será abandonado en el reino de la eternidad.

El desarrollo de la divina flor de loto del alma en el claror del divino amor, puede necesitar muchas sucesivas encarnaciones. Con el primer rayo de este amor, asimilado por el alma y haciéndole consciente de su propia y elevada naturaleza y destino, el “sendero del discípulo” desciende sobre el peregrino en el camino que conduce hacia la iniciación y la inmortalidad.

Cuando el fuego de amor es encendido en el corazón, la luz se eleva e ilumina la mente produciendo ciertos cambios aun en la forma física. (Efesios 4:16)

Sin este amor divino, toda enseñanza es inútil y vanos todos los esfuerzos: porque Dios es Él mismo Amor (Juan 4:8), y no puede haber unión con Dios si es desechado el Amor (Corintios 13:2). Por lo tanto quien encuentra Amor, encuentra Vida espiritual (Proverbios 8:35); pero quien repudia el Amor, repudia la luz y busca la oscuridad y la muerte.

El hombre ha sido llamado un “ser mixto” porque no es completamente material, sino también espiritu en su naturaleza. En él (como dice Jacobo Böhme) está el campo de batalla de tres reinos: el de la luz, el de la oscuridad y el de la naturaleza.

“Continuamente la luz del día brilla en la oscuridad y la oscuridad no la comprende”, pero cuando la oscuridad es disipada por la luz y el Espíritu en el hombre despierta su divina auto-consciencia, entonces aparece en el hombre una nueva colección de facultades interiores, una nueva clase de poderes y percepciones espirituales y la memoria que pertenece al Ego reencarnado asirá la mente terrestre y externa.

Estas enseñanzas que son incomprensibles para la mayoría porque pertenecen a una clase que está por encima de su experiencia, son de la más grande importancia como estímulo de los pocos que desean según el sendero hallado por aquella gran alma que estuvo encarnada en el cuerpo de Helena Blavatsky.

Y nosotros deberíamos por lo tanto, en vez de perder tiempo en investigar trivialidades como las que pertenecieron a su personalidad (por ejemplo: la omisión de citas), intentar el estudio de su vida interna y seguir a su alma en su vuelo hacia el trono de la Divina Sabiduría.





Notas
  1. Las citas bíblicas que contiene este artículo no se hacen como para presentar mis ideas basadas en especulaciones sobre dichos de la Biblia: se ponen simplemente como corroborativa evidencia para aquellos que les conceden alguna importancia.
  2. Galatas, VII 15.
  3. En mi artículo “La imagen hablada de Urur”, tales hechos han sido retratados. Allí el “maestro de la imagen” representa el verdadero Ego, el alma regenerada; mientras que la misma imagen no es sino el cuerpo elemental, la personalidad, por la que el verdadero Ego obra.
  4. Después de haber sido escrito esto, vino a mis manos el número de la revista “Lucifer” del 15 de mayo, en donde encontré esto mismo corroborado por ella misma, en la página 243.


(Este artículo fue originalmente publicado en la revista “Lucifer” de julio de 1891, p.365-373, y el texto original en inglés lo pueden leer aquí; y posteriormente fue traducido al español y publicado en la revista “Sophia” de septiembre de 1909, p.321-332)






OBSERVACIÓN

Y es Interesante constatar que varias cosas que mencionó Franz Hartmann sobre Blavatsky y que son poco conocidas del público, también las señaló la hermana de Blavatsky en la biografía que posteriormente escribió sobre ella, como por ejemplo:

  • Que Blavatsky no era muy instruida y que ella misma se sorprendía de poder discutir con eruditos y ella no sabía de donde le surgía ese conocimiento.
  • O también que mucha gente primero la adulaba pero cuando veían que Blavatsky no les iba a ofrecer lo que ellos querían de ella, entonces se volvían sus acérrimos enemigos.







6 comentarios:

  1. Un humano promedio hasta que nivel puede llegar espiritualmente en esta vida al nivel de blavatsky o a quien?

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    1. No lo sé, pero por lo general el humano promedio evoluciona muy poco durante su reencarnación

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    2. Y si se esfuerza almaximo a evolucionar a que nivel llegaría espiritualmente

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  2. La primera vez que oi hablar de la teosofia, sentí mucho amor por esa mujer no había ni leído el primer libro, no sabía ni de que se trataba, yo era sólo un ignorante más en el mundo, pero lo digo sin exagerar, aunque suene locura. Cuando yo vi su foto y fue en un vídeo en youtube me acuerdo bien. Yo lloré y sin saber por qué. Simplemente no pude evitar contener mis lágrimas y me intereso de inmediato la teosofia, cuando me enteré de las deformaciones que hizo Besant junto con esa pobre alma ignorante de L. Tanto fue mi rabia que lloré. Yo no la idolatro su forma es efímera, lo que me cautivó fue su esencia. Y ya varios años después yo vivo en deuda con ella y con el trabajo que hizo. Tú Cid como inciaste en la teosofia?

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    1. Cuando era niño me interesaba el esoterismo pero los únicos libros accesibles que había eran los de la Sociedad Teosófica y los de Max Heindel.

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