Testimonio
de la tía de Blavatsky
Cuando
Blavatsky viajó al Tíbet (en 1870, cinco años antes de que fundara la Sociedad
Teosófica), su familia en Rusia estaba muy preocupada porque llevaban tiempo
sin recibir ninguna noticia de ella y temían que algo terrible le había
sucedido, pero entonces un hombre de aspecto oriental visitó a su tía y le
entregó una carta asegurándole que su sobrina se encontraba bien y que dentro
de unos meses ella estaría de vuelta. Y luego el mensajero súbitamente se
desvaneció en frente de la tía, dejándola sola con la carta en la mano.
« Todas nuestras investigaciones habían terminado en
nada y estábamos listos para considerarla muerta, cuando (creo que fue en el
año 1870) que recibí una carta de ese Maestro a quien creo que ustedes llaman Kouth-hoomi [Kuthumi] y esta carta me
fue dada de la manera más incomprensible y misteriosa que se puedan imaginar
por un mensajero de aspecto asiático, quien
luego de entregármela desapareció
ante mis propios ojos.
En su carta, él me pedía que no
temiera nada y me informó que Blavatsky estaba a salvo.
Mi sobrina me había hablado de estos
Mahatmas hace años, y en una ocasión ella me escribió que una vez más se había
encontrado y había renovado su colaboración con varios de ellos, incluso antes
de escribir su libro “Isis Desvelada”.
Y si yo que me considero una
ferviente cristiana, pero que aún así he terminado por creer en la existencia
de estos hombres, aunque me niegue a dar crédito a todos los milagros que se
les atribuyen, ¿por qué los demás no deberían de creer también en su
existencia?
Al menos yo puedo certificar la
existencia de uno de ellos, y puedo
asegurarlo porque yo lo vi con mis propios ojos. »
(Informe del resultado de una investigación sobre los cargos
contra Madame Blavatsky presentada por los misioneros de la Iglesia Libre
Escocesa de Madrás, y examinado por un comité designado para ese fin por el
Consejo General de la Sociedad Teosófica. Madrás, India: Theosophical Society,
1885, p.94-95)
Testimonio
de Alice y William Gordon
William Eglinton fue un médium
inglés que viajó a la India para investigar sobre la Teosofía, y después de un
tiempo de permanecer allá, cuando él estaba regresando a Inglaterra, el maestro
Kuthumi se le apareció en el barco en el que él estaba viajando, y esto fue
alrededor de las diez de la noche del 22 de marzo de 1882.
Y antes de terminar la conversación
que ellos tuvieron, el maestro le ofreció a Eglinton que si él le escribía una
carta a su amiga Alice Gordon mientras que él se encontraba todavía viajando en
el barco, el maestro llevaría esa carta a Howrah, que es un suburbio de Calcuta
en la India donde la Sra. Gordon se encontraba viviendo con su esposo.
William Eglinton en sus memorias
indicó que él escribió esa carta dos días después, y la manera como la Sra.
Gordon recibió esa carta al día siguiente, y ella lo narró en un artículo el
cual a continuación se los transcribo:
« Estábamos a la expectativa de recibir la carta del
señor Eglinton que Kuthumi señaló que me la iba a enviar por métodos ocultos.
Ese mismo día nos llegó un telegrama
de Madame Blavatsky en donde nos pedía que fijáramos una hora para efectuar una
sesión, así es que decidimos el viernes 24 a las nueve en punto, hora de
Madrás.
Y al día siguiente cuando llegó esa
hora, nosotros tres, el coronel Olcott, mi esposo y yo, nos sentamos en la
habitación que había sido ocupada por el señor Eglinton. La habitación estaba
bien iluminada y nos sentamos con nuestras sillas colocadas de tal forma que
hiciéramos un triángulo y cuyo ápice estaba dirigido hacia el norte.
Y al cabo de unos pocos minutos, el
coronel Olcott vio a los dos Maestros en frente de la ventana abierta y nos lo
avisó; luego los vio pasar a la otra ventana cuyas puertas de vidrio estaban
cerradas. Y vio a uno de ellos apuntar su mano hacia el aire sobre mi cabeza, y
sentí que algo en el mismo momento caía directamente desde arriba hacia mi
hombro y luego hacia mis pies.
Yo sabía que era la carta, pero en
ese momento me encontraba tan ansiosa por ver a los "Hermanos" que no
la quise recoger. El coronel Gordon y el coronel Olcott vieron y escucharon
caer la carta. El coronel Olcott había girado su cabeza desde la ventana por un
momento para ver hacia el lugar a donde señalaba el Maestro, y se dio cuenta de
que la carta se materializaba y caía desde un punto situado a unos 60 cm del
techo. Y cuando miró de nuevo hacia la ventana, los dos Maestros ya habían
desaparecido.
Y hay que remarcar que no hay una
terraza exterior y la ventana está a varios pies del suelo.
Así es que viendo que ya se habían
ido, entonces me di la vuelta y me agaché y encontré una carta con la letra del
señor Eglinton en donde señalaba que la había escrito en el barco Vega y la
fecha era del 24.
Abrimos la carta con cuidado,
cortando un lado, ya que vimos que alguien había puesto en la solapa tres
cruces latinas escritas con lápiz, por lo que las mantuvimos intactas para su
identificación. [Nota: esas tres cruces las puso el Sr. Eglinton] »
(Psychic News de
Calcuta, el 30 de marzo de 1882, p.60-61)
Testimonio de Laura Holloway
Laura Holloway fue una teósofa
americana y sobre
este tema ella relató lo siguiente:
« Interrumpí a Madame Blavatsky mientras ella escribía
su artículo semanal para el periódico ruso y le dije que era mi gran deseo
comunicarme con el Mahatma y que escribirle era el único método que conocía.
Recuerdo cómo ella me miró como si
de repente yo me hubiera vuelto loca, pero yo impertérrita le pregunté acerca
de la carta que había escrito para el Mahatma:
- "¿Dónde la pondré?"
Mi carta era voluminosa en un sobre
cuadrado y ella se rió cuando la saqué de mi bolso y la coloqué frente a ella
en el escritorio. Me esperaba recibir una andanada de reproches, pero ella se
sentó tranquilamente recostada en su sillón mirándome.
Luego abrí el pequeño cajón superior
al costado del escritorio y le dije:
- "¿Aquí?" – pregunté
- "Sí quieres" – ella
me respondió.
Volví a abrir el cajón al instante y
la carta ya había desapareció. Mi alegría fue tan grande que no pude decidir
qué hacer.
A la mañana siguiente, mientras me
vestía en mi habitación, tuve una repentina sensación de una señal eléctrica;
algo inesperadamente me sorprendió, dejé el cepillo de pelo que sostenía en mi
mano y me dirigí hacia la puerta. Nadie había llamado a la puerta pero yo
estaba en un estado de expectativa y sentí que debía ver a alguien o escuchar
algo.
La cama estaba en el lado de la
habitación, entre la cómoda y la puerta. Miré por encima mirando hacia la
puerta, y de repente un impulso me impulsó a acercarme hacia la cama. Así lo
hice y por alguna razón que no puedo explicar claramente levanté la pequeña
almohada que había usado y debajo de ella había un sobre sellado dirigido a mí.
¿Había estado
allí toda la noche?
No lo sé, pero creo que no. La
empleada domestica había preparado la cama como de costumbre por la noche y yo
no había cambiado la posición de la almohada por lo que recordaba, pero no
pensé entonces y no lo hago ahora, que podría haberme acostado con la carta
debajo de mi rostro sin darme cuenta de su presencia. »
(The Word, mayo y julio de 1912)
Testimonio
de Keshava Pillai
R. Keshava Pillai fue Secretario de la Sociedad Teosófica en
la ciudad de Nellore (ubicada al sureste de la India), él se volvió un
discípulo en aprobación del maestro Kuthumi, y acerca de este tema él relató lo
siguiente:
« A petición de los miembros ahí presentes, Madame Blavatsky
y el Coronel Olcott llegaron a Nellore y se abrió una logia. Y mientras los
Fundadores estaban ahí, recibí por primera vez una carta de Mahatma Morya
dirigida a mí y a algunos teósofos, que contenía ciertas instrucciones sobre la
gestión de esta nueva sección.
Yo, el Sr. Narayana Swamy Naidu,
FTS, G. Subbia Chetty Garu, (FTS de la logia de Madrás) y Singaravelu Mudalyar,
BA, (FTS de la logia de Guntar) estábamos presentes en el Salón Apstani.
Madame Blavatsky estaba escribiendo
en la mesa y nosotros estábamos sentados, cuando ella nos dijo que sentía la
presencia de su Gurú [el
maestro Morya] en la habitación. Todos miramos hacia arriba, y luego de uno o
dos minutos, una carta cayó ante nosotros desde el techo a plena luz del día,
alrededor de las 3 de la tarde. No había ni artilugios ni trampillas para
realizar esos fenómenos.
Mientras Madame Blavatsky y el
Coronel Olcott se dirigían a Nellore desde Guntur, después de haber abierto una
logia teosófica allí, se recibió otra carta dirigida a ella misma de parte del
Mahatma Morya en presencia de algunos miembros de Nellore, Guntar y Madrás,
cayendo por así decirlo, desde lo alto del barco; la carta todavía está en
posesión de uno de los miembros de la logia de Nellore.
.
. .
Llegué a la sede de la Sociedad
Teosófica en Bombay el 13 de septiembre [de 1882]. Ese día fui presentado como
"R. Casava Pillai, Secretario de la Rama de Nellore" por la Señora
Coulomb a otros teósofos que casualmente llegaron allí.
El día 14, la Señora Coulomb y yo
viajamos en el carruaje de la Sociedad Teosófica hasta la oficina del Sr.
Tukaram Tatya, FTS, y ella me lo presentó. Luego, el Sr. Tukaram Tatya y yo
fuimos a la Compañía de Seguros de Vida Oriental.
Ese día por la tarde, en presencia
de Madame Blavatsky, la Sra. Coulomb, el Sr. Tukaram Tatya, Damodar K.
Mavalankar y otro teósofo cuyo nombre desconozco, recibí una carta que cayó del
techo justo sobre mi cabeza. Era de mi Gurú
Deva.
La carta que escribí en respuesta la
puse en presencia de las personas mencionadas (excepto Tukaram Tatya que había
abandonado el lugar en ese momento) justo cerca de la estatua del Señor Buda
sobre el estante del salón. Y en nuestra presencia la carta desapareció
. . .
El día 17 cuando me encontraba unas
pocas estaciones al sur de Allahabad, con sólo dos o tres pasajeros en el
compartimento, tuve la suerte de ver caer sobre mí una carta desde lo alto del
vagón. Madame Blavatsky en ese momento debía haber estado en algún lugar entre
Sahagpore y Jabbalpore, a unas 250 millas de distancia de mí.
Esta carta estaba en la caligrafía
familiar de mi Mahatma, haciendo referencia a una carta que le había escrito en
Bombay y que desapareció de la estatua del Señor Buda.
. . .
Estuve en Gya los días 1 y 2 [de
octubre de 1882] y vi a un gran sabio budista que se encuentra en ese lugar.
Ahí recibí una carta de mi Gurú en la forma ocultista habitual. »
(The Indian Mirror de Calcuta, del 3 y 7
de marzo de 1885, p.2)
Testimonio
de Franz Hartmann
Franz
Hartmann fue un esoterista alemán que residió en la sede central de la Sociedad Teosófica en Adyar
durante dieciséis meses, para investigar más sobre la Teosofía y los Maestros,
y sobre
este tema él mencionó lo siguiente:
« Una o dos semanas después de mi llegada a Adyar,
viendo que otras personas (tanto extraños como miembros de la Sociedad
Teosófica) recibían ocasionalmente cartas de los Maestros, las cuales aparecían
milagrosamente cayendo del aire, o a través de paredes sólidas, o enviadas por
medio de un armario conocido como ‘El Relicario’, le escribí una carta al
Maestro.
Entonces le di mi carta al coronel
Olcott y él la colocó en el Relicario.
Un par de días después, reflexioné
sobre este asunto y concluí que si los Maestros consideraban que valía la pena
comunicarse conmigo, indudablemente lo harían sin que yo se los pidiera, y por
lo tanto le pedí al coronel Olcott que mejor me regresara mi carta.
Y el coronel Olcott lo iba a hacer,
pero cuando abrió las puertas del Relicario mi carta misteriosamente había
desaparecido (y esto a pesar que el Relicario se encontraba cerrado con llave y
cerradura) y en lugar de mi carta recibí otra carta con la letra bien conocida
del maestro Morya, y cuyo contenido mostraba que no solo el Maestro tenía un
conocimiento completo de mí y de algunos de los eventos de mi vida que a nadie
le había contado.
.
. .
En otra ocasión a las once y media
subí a la habitación de la señora Blavatsky y tuve una conversación con ella
sobre asuntos relacionados con la Sociedad Teosófica. Y después de esa
conversación, pensé en preguntarle su opinión con respecto a cierto tema del
que había estado pensando.
Madame Blavatsky me aconsejó que yo
personalmente le presentara esa proposición al Maestro, y que para ello se lo
preguntara mentalmente, y que el propio Maestro seguramente respondería a mi
pregunta.
Pues bien, así lo hice y unos
minutos más tarde ella me mencionó que ella había sentido la presencia del
Maestro, y que lo había visto escribiendo. Y debo precisar que yo también sentí
su influencia e incluso me pareció haber visto su rostro, pero esta
circunstancia, por supuesto, no conllevará convicción a nadie más que a mí
mismo.
Desafortunadamente y para mi gran
molestia en ese momento entró la señora Coulomb que era la encargada de hacer
la limpieza y expresó su deseo de tener un par de pinzas que necesitaba para
algún propósito, y recordando que yo tenía unas pinzas de ese tipo en el cajón
de mi escritorio, fui abajo en mi habitación para dárselas.
Cuando llegué, abrí el cajón, vi las
pinzas y algunas otras cosas que estaban allí, pero no había ningún vestigio de
ninguna carta, ya que yo había quitado mis documentos el día anterior y los
había puesto en otro lugar. Entonces tomé las pinzas y estaba a punto de cerrar
el cajón, cuando percibí que dentro del cajón había un gran sobre dirigido hacia
mí con la conocida letra del Maestro y sellado con un sello con sus iníciales
en caracteres tibetanos.
Y al abrirlo encontré una larga
carta la cual de manera muy amable trataba exactamente sobre las preguntas que
acababa de hablar con Madame Blavatsky, y daba una respuesta tan detallada y
satisfactoria a dichas preguntas que me dejó completamente perplejo, porque
además también me dio una explicación satisfactoria de ciertos asuntos que
durante algún tiempo habían sido los más importantes en mi mente, pero de los
cuales no había dicho nada en absoluto.
Y como un premio extra había en el
mismo sobre una fotografía del rostro del Maestro con una dedicación en la
parte posterior.
Y yo estoy seguro que mi gaveta no
contenía ninguna carta cuando la abrí y que no había nadie visible en mi
habitación en ese momento. Además que esa carta que daba una respuesta
detallada a mi pregunta debió de haber sido escrita, sellada y guardada en el
cajón en menos de cuatro minutos, mientras que yo tardé exactamente cuarenta
minutos en copiarla al día siguiente; y finalmente abordó un problema muy
difícil de una manera tan elaborada y concisa, que solo una inteligencia de un
nivel superior podría haberla escrito.
Por lo que cualquier otro argumento
para demostrar la existencia de los Maestros me parece innecesario. »
(Theosophist de marzo
de 1884, suplemento, p.52-53)
« Las
cartas algunas veces eran escritas por medio de la escritura directa producida
por algún ser invisible. Y cartas enteras escritas de esa manera fueron
encontradas en mi escritorio cerrado. Pero estos fenómenos no eran nada nuevo
para mí, ya que los había visto a menudo en los Estados Unidos durante mi
incursión en el espiritismo. Por lo que no los miré con sospecha de que se tratara
de un engaño.
Mi estancia en Adyar fue el tiempo
de las "cartas ocultas" que habían sido escritas o enviadas por los
Maestros de los Himalayas. Y nosotros vimos cómo tales cartas se formaban
repentinamente en el aire, o se encontraban inesperadamente sobre la mesa o en
cajones cerrados, y contenían órdenes e instrucciones para la gestión de los
asuntos de la Sociedad Teosófica.
Yo, al igual que otros, recibí
numerosas cartas de ese tipo, algunas escritas en tinta roja, otras en azul y
otras en verde. Por lo general, aparecían cuando se necesitaba algún consejo, y
los siguientes extractos pueden servir como ejemplo.
Una carta la encontré en mi
escritorio el 5 de febrero de 1884, mientras el Coronel Olcott y Madame
Blavatsky estaban a punto de viajar hacia Europa. Madame Coulomb pudo haberla
dejado allí subrepticiamente; pero si yo tenía alguna duda con respecto a la
posibilidad de la "precipitación" de tales cartas desde el plano
astral o de la formación de objetos físicos por medio de los poderes mágicos,
el siguiente incidente sirvió para destruir mis dudas.
H.P. Blavatsky comenzó su viaje a
Europa y la acompañé a Bombay. Fui con ella a bordo del barco de vapor y luego
regresé a mi habitación. Y antes de dejar Adyar, ella me había entregado un regalo
por parte del Mahatma, que era una especie de amuleto en forma de moneda con
inscripciones en letras tibetanas.
Mientras estaba solo en mi
habitación en Bombay, pensé en comprar una cadena de oro o algo con lo que
ponerme ese amuleto alrededor del cuello. Y en ese momento, pensé que una cinta
de seda respondería mejor para ese propósito. Y mientras meditaba sobre eso,
algo revoloteó en el aire y cayó al suelo ante mis pies. Era una cinta de seda
color rosa de exactamente la longitud requerida, con los extremos retorcidos y
lista para usarse. Y esa cinta no fue un espejismo y no desapareció después, ya
que la usé durante muchos meses.
.
. .
Durante todo ese tiempo llegaron
"cartas ocultas" que cayeron del techo o se encontraron en cajones y
escritorios cerrados, y en una de estas cartas con fecha del 27 de abril de
1884, y ante cualquier sospecha sobre la autenticidad del fenómeno, se me
escribió lo siguiente:
“Durante
algún tiempo la mujer [Coulomb] ha abierto una comunicación con los enemigos de
la causa. Por lo tanto ella insinúa la existencia de trampas y trucos. Además,
cuando sea necesario, se encontrarán trampas construidas por ellos, ya que han
estado elaborándolas durante algún tiempo. Ellos [los Coulomb] tienen plena
entrada y control de las instalaciones. El señor es inteligente y astuto, un
hábil artesano, un buen mecánico y carpintero, y también es bueno con las
paredes. . . .— M. C.”
Ahora bien, no tiene sentido que
Madame Blavatsky hubiera redactado esta carta ya que en ese momento ella se
encontraba ausente. Y tampoco tiene sentido que si ella hubiera tenido algo que ver con la
fabricación de esas trampas, nos hubiera dado esa pista, y tengo más la
convicción de que esas trampas fueron hechas por los Coulomb con el propósito
de ser utilizadas para acusar a Blavatsky después del regreso del coronel
Olcott. »
(The Occult Review de enero de 1908, p.7-35)
Testimonio
de William Brown
William
Tournay Brown fue un joven buscador escocés que impresionado por el libro “El Mundo Oculto” de Alfred Sinnett,
decidió ir a la Sede Central de la Sociedad Teosófica en Adyar, para descubrir
más sobre la Teosofía y los Maestros.
« Con respecto a los "fenómenos" de los que
tanto se han hablado en la prensa pública, yo he experimentado varios
"fenómenos" cuando Madame Blavatsky estaba a mil millas de distancia.
Por ejemplo, el 19 de noviembre de
1883, yo percibí en la ciudad de Lahore a un hombre que me pareció ser el
maestro Kuthumi, y en la mañana siguiente me despertó la presencia de alguien
en mi tienda. Una voz me habló y encontré una carta y un pañuelo de seda en mi
mano.
Estoy consciente de que la carta y
el pañuelo de seda no se colocaron en mi mano de la manera habitual, sino que
se crearon "de la nada". Sentí una corriente de
"magnetismo" y de repente esos dos objetos se habían materializado.
Me levanté para leer la carta y
examinar el pañuelo. Mi visitante ya se había ido. El pañuelo es blanco de la
seda más fina, con las iníciales K.H. marcadas en azul, y la letra también está
en azul.
. . .
También experimenté
"fenómenos" cuando Madame Blavatsky estaba cerca. Por ejemplo, al
regresar a Madrás, a mediados de diciembre, le escribí una carta a Kuthumi
pidiéndole el favor de otra entrevista personal con él. Y esta carta Damodar la
colocó en mi presencia dentro del "relicario", que era un armario que
servía como una especie de oficina de correos astral y que se encontraba en la
sede de la Sociedad Teosófica en Madrás.
Damodar cerró la puerta del
relicario y en menos de medio minuto la volvió a abrir y la carta había
desaparecido. No había ningún rastro de ella.
¿Había alguien
oculto en la pared detrás y quién abrió una puerta oculta desde atrás y extrajo
mi carta?
Eso dicen los detractores, pero de
ser así, esa persona debe haberse contentado con pasar su vida encerrada allí,
porque las cartas a menudo e inesperadamente (como la mía) eran puestas en el
relicario a todas horas, en la mañana, a mediodía y en la noche.
Damodar escuchó, o pretendió
escuchar una voz de manera clariaudiente, y me informó que su maestro Kuthumi
me pedía que fuera paciente.
La noche siguiente (el 17 de
diciembre) estaba en presencia de Blavatsky y amigos, incluido un general del
ejército, un abogado y un médico, y al dar la vuelta en mi asiento, me encontré
detrás en una repisa, la carta que había escrito, y al parecer el sobre no se
había abierto y solo el nombre del destinatario había sido cambiado, ya que en
vez de estar escrito para "Koot Hoomi Lal Singh" ahora estaba escrito
para "W. Brown FTS", o sea mi nombre.
Y al abrir el sobre, encontré mi
propia carta, y además una carta de ocho páginas que parecía provenir del
maestro Kuthumi.
¿Cómo se
compara esta carta con la carta que se materializó en mi mano en Lahore, cuando
Blavatsky estaba en el otro extremo de la India?
La escritura es la misma y esto
prueba que su autor, pero también el autor de la carta de Lahore, no es ni el
coronel Olcott, ni Damodar, ni los Coulomb, ni Madame Blavatsky, no es otro más
que el verdadero K.H., el Iniciado Brahmán.
. . .
El 2 de agosto de 1884 se recibieron
dos cartas con la letra bien conocida de Kuthumi, la primera era para el Dr.
Hartmann y el Sr. Lane Fox conjuntamente, y la segunda era solo para el Sr.
Lane Fox. Y copias de estas cartas efectuadas por mí en ese momento están en
mis manos.
La carta para el Dr. Hartmann y el
Sr. Lane Fox se refiere a una disputa que había surgido entre Damodar y yo. Ahora
bien, es interesante preguntar:
¿Dónde estaba
Madame Blavatsky cuando se recibieron estas cartas?
Y la respuesta
es que ella estaba en Europa.
¿Y dónde estaba
el coronel Olcott?
Él también
estaba en Europa.
¿Y dónde
estaban los Coulomb?
Los Coulomb ya
habían sido expulsados.
¿Pudo Damodar
haberlas escrito?
Damodar no es
capaz de admitir que él tiene fallas y debilidades como aparece en esa carta.
Así es que todas esas acusaciones
que se han hecho de que ellos escribieron las cartas de los maestros son falsas. »
(The Religio-Philosophical Journal del 29 de enero de 1887, p.2)
Testimonio
de Hübbe-Schleiden
El Dr. Wilhelm Hübbe-Schleiden fue
un destacado investigador y académico alemán, y él recibió una carta del
maestro Kuthumi el 1 de agosto
de 1884, cuando él y el coronel Olcott viajaban en el tren
de Elberfeld a Dresde, en Alemania.
Ese día Blavatsky se encontraba en
Londres, y al enterarse de ese acontecimiento ella le escribió una carta al Dr.
Wilhelm para pedirle que le detallara cómo había sucedido, y el Dr. Wilhelm le informó
lo siguiente:
« En la mañana del 1 de este mes, el Coronel Olcott y yo
viajábamos en un tren expreso desde Elberfeld a Dresde, y unos días antes yo
había escrito una carta a los Mahatmas que el Coronel Olcott la incorporó junto
con una carta que él le había enviado a usted, para que usted enviara mi carta
a los Maestros, pero como después supe, la carta fue interceptada por los
Maestros mientras todavía se encontraba en manos de los funcionarios del correo
[los Maestros la sacaron del sobre].
Y en el momento en que se apareció
la carta del Mahatma KH, yo no estaba pensando al respecto, sino que estaba
relatándole al Coronel Olcott algunos eventos de mi vida, expresando también el
hecho de que desde mi sexto o séptimo año nunca había conocido la paz o la
alegría, y le preguntaba su opinión al Coronel Olcott sobre el significado de
algunas dificultades sorprendentes que he vivido.
Y estábamos en esa conversación
cuando fuimos interrumpidos por el guardia ferroviario que nos solicitaba
nuestros boletos, y cuando me moví hacia adelante y me levanté un poco del
asiento para entregar los boletos, el Coronel Olcott notó que algo blanco
estaba detrás de mi espalda del lado opuesto al que estaba sentado.
Y cuando tomé lo que había aparecido
allí, resultó ser un sobre tibetano en el que encontré una carta de Mahatma KH,
escrita con lápiz azul en su letra bien conocida e inconfundible.
Como había varias otras personas
desconocidas para nosotros en el compartimiento, supongo que el Maestro eligió
ese lugar para depositar la carta cerca de mí, donde era lo más adecuado para
no atraer la atención no deseada y la curiosidad de los extraños.
El sobre estaba claramente dirigido
a mí, y la comunicación contenida en la carta era una consoladora reflexión
sobre la opinión que había tenido solo unos cinco o diez minutos atrás sobre el
triste acontecimiento de mi vida pasada y también me respondió algunas de las
preguntas que había formulado en la carta que le había escrito. »
Y posteriormente cuando un miembro
de la Sociedad para las Investigaciones Psíquicas de Londres lo interrogó sobre
ese suceso, el Dr. Wilhelm le contestó lo siguiente:
« En respuesta a su pregunta sobre la carta de Mahatma KH que
recibí en un vagón de tren expreso mientras estaba en movimiento, le comento
que me parece absolutamente imposible que la carta pudiera haber sido traída al
tren por cualquier supuesto agente de Madame Blavatsky.
Es cierto que no habíamos cambiado
carruajes desde que salimos de Elberfeld, pero la carta no se cayó del aire,
sino que se encontró detrás de mi espalda cuando me levanté, y por lo tanto
debe de haber sido depositada entre mi espalda y el cojín del asiento contra el
cual estaba apoyado.
No había posibilidad de llegar allí
de las maneras conocidas por nuestra ciencia occidental. Además que Madame
Blavatsky no podía tener nada que ver con esta carta, que era una respuesta a
las preguntas que había escrito el martes 29 de julio ya que ella dejó
Elberfeld ese día o el siguiente para ir a Londres.
Y estas preguntas no podrían haber
sido entregadas en Londres antes del jueves o el viernes de esa semana, y una
respuesta a través del correo no habría llegado a Elberfeld antes del sábado o
el domingo.
Sin embargo, la respuesta del
Mahatma ocurrió el viernes por la mañana, el 1 de agosto, y puedo añadir que
cuando le pregunté a Madame Blavatsky de mi carta, ella me aseguró que nunca
encontró mis preguntas incluidas en la carta del Coronel Olcott, y estas deben
haber sido tomadas mientras estaban en las manos del correo.
Pero para mí, la mejor prueba de la
autenticidad de este fenómeno, es el contenido mismo de la carta, ya que no era
solo una respuesta a las preguntas que yo había escrito en mi carta, sino que
también se refería a la conversación que estaba teniendo en ese momento con el
Coronel Olcott.
No puedo dudar por lo tanto que esa
carta del Mahatma debió de haber sido precipitada por él en ese mismo instante
y transmitida a mí por un proceso mágico que está más allá del poder del hombre
ordinario. »
(http://www.blavatskyarchives.com/schleidenlettersspr.htm)
Unos años después el Dr. Wilhelm
Hübbe-Schleiden fue a visitar a Blavatsky en enero de 1886 a Würzburg,
Alemania, después de que Blavatsky había sido expulsada de la India por el
coronel Olcott y la junta directiva de Adyar, y enviada a vivir exiliada a
Europa.
Y el último día de su visita, el Dr.
Wilhelm recibió dos cartas de los maestros Kuthumi y Morya, y posteriormente
cuando la Condesa Constance Wachtmeister le escribió para solicitarle que le
detallara lo que había sucedido, el Dr. Wilhelm le contestó lo siguiente:
« La noche de mi última despedida de Blavatsky, me fueron
dados los dos certificados que fueron impresos por primera vez en el último
número de abril de 1893 de la revista The
Path, vol. III, p.2. Y esos certificados los encontré materializados en mi
copia del Reporte S.P.R. de Hodgson después de que la había dejado. »
(Reminiscencias de H.P. Blavatsky y la
Doctrina Secreta, Apéndice 1, nota 6)
Testimonio
de Vsevolod Solovyov
Vsevolod Solovyov fue un escritor
ruso y él narró el siguiente acontecimiento:
« Aquí hay una prueba más [de la existencia de los Maestros
transhimaláyicos] y esta prueba la recibí en Wurzburgo, ante los grandes celos
de todos los teósofos, y se trata de una carta autografiada por el Mahatma
Kuthumi. ¡E incluso está en ruso!
No me sorprendió en lo más mínimo
cuando encontré esta carta precisamente en el libro que tenía en la mano,
porque tenía un presentimiento de que iba a suceder: ¡lo sabía de antemano!
Lo que sí me sorprendió fue que en
esa carta se explicaba de un modo claro y conciso sobre las cosas que poco
antes estaba discutiendo [con Blavatsky] y dándome una contestación precisa a
las preguntas que en ese momento había formulado. Y esto, a pesar que cuando se
apareció la carta, yo me hallaba algo apartado de los demás.
El individuo que lo hizo debió poder
captar mi pensamiento y escuchar las palabras que yo había dicho, para poder
dar la contestación exacta. Y este fenómeno lo he observado varias veces en mi
propio caso y en el de otras personas. »
(Un esbozo biográfico
de Helena Petrovna Blavatsky)
Y en una discusión que tuvo
Blavatsky sobre ese suceso, ella dijo lo siguiente:
« Piensa solo en el caso que sucedió con Solovyov, cuando se
encontraba conmigo en Alemania, yo estaba enferma y postrada en la cama, y de
repente se rematerializó una carta suya frente de mí, era una vieja carta que
había recibido en Londres y que había desgarrado.
Y al mirarla, observé cinco o seis
líneas en idioma ruso escritas con la letra del Maestro Kuthumi en color azul.
Las palabras habían sido tomadas de
mi cabeza, y la vieja carta la vi desplazándose lentamente por el aire (y es
que debido a la debilidad en la que me encontraba no pude ver la mano astral
del discípulo del Maestro Kuthumi que estaba llevando), y luego la vi
deslizarse dentro y entre los papeles de Solovyov, quien se encontraba en ese
momento escribiendo en el pequeño salón, corrigiendo mis manuscritos.
Olcott estaba de pie junto a él y
acababa de organizar los papeles, revisándolos con Solovyov. Y en ese instante
Solovyov descubrió la carta. »
(“The
Brothers of Madame Blavatsky” por Mary K. Neff)
Testimonio
de la hermana de Blavatsky
Vera
Petrovna Zhelikhovsky, sobre este asunto escribió lo siguiente:
« En lo que a mí concierne, jamás recibí carta alguna de
los Adeptos, pero esto no es obstáculo para que también les mencione las
experiencias que otros (más afortunados ó mejor dotados que yo) me han
referido.
Sin embargo sería demasiado relatar
todas las historias que me han contado, y además sería innecesario puesto que
todas las revistas teosóficas han publicado artículos acerca de lo que los
señores Olcott, Sinnett, Judge y muchos otros han testificado.
Muchos otros teósofos han recibido
sus cartas en la ausencia Madame Blavatsky, como por ejemplo el Dr.
Hübbé-Schleiden.
Y desde la muerte de mi hermana, se
han recibido cartas idénticas en Londres en la sede de los Teósofos. La señora
Annie Besant, la condesa Wachtmeister, el Sr. Judge y otros han hablado en
todas las revistas teosóficas, y una de estas cartas de Mahatma Morya (el
maestro de Blavatsky) le pide a sus seguidores continuar con su trabajo, lo que
producido una gran sensación en el mundo teosófico. »
(Un esbozo biográfico
de HPB)
Y
en otro artículo Vera Zhelikhovsky dio más información sobre este tema:
« Al mismo tiempo, no podemos ignorar la evidencia
proporcionada por muchas
personas en el sentido de que las órdenes de su maestro les están llegando directamente a través de mensajes
especiales que los teósofos encuentran inesperadamente, no solo en sus
habitaciones sino también durante sus viajes, en vagones de tren y en barcos.
Estos mensajes, escritos en inglés o
en francés, nunca llevan ninguna marca postal, y los sobres son de una forma y
papel especiales, siempre con el mismo dibujo jeroglífico realizado en un
peculiar color rojo vivo.
Me han mostrado muchas letras de
este tipo, y aunque nunca las he visto caer del cielo, esto es lo que yo vi con
mis propios ojos en dos ocasiones.
1) Estábamos todos sentados hace
unos días cuando el señor William Judge, secretario de la Sociedad Teosófica,
recibió en su correo una carta de
América que abrió de inmediato.
Y en ese instante prestó atención, no al contenido, sino a varias palabras
subrayadas con lápiz rojo y a una frase escrita a lo largo de la letra, también
en rojo, firmada con el nombre familiar de maestro.
Y hay que tener en cuenta que la
carta nunca había estado en la India ni en el Tíbet, y aunque se puede objetar
que nada hubiera impedido que el corresponsal del Sr. Judge en Nueva York
insertara él mismo la línea roja, como si procediera del maestro. Y estoy de
acuerdo con eso, y admito que al principio yo misma tuve ese pensamiento, pero
otro acontecimiento me hizo cambiar de opinión.
2) Aproximadamente dos días después,
a la hora habitual, el cartero trajo el correo. Aunque primero debo mencionar
que al mismo tiempo Madame
Blavatsky estaba atendiendo las quejas de un muchacho muy joven, nuestro
invitado, sobre su madre.
Verán, el Sr. Keightley había venido
a París con el único objetivo de conocer más a los miembros de la Sociedad
Teosófica después de estudiar sus doctrinas a través de sus libros. Él se había
convertido en un ardiente teósofo e incluso había renunciado por completo a la
comida de origen animal y al alcohol para ser digno de aquellos a quienes tenía
como ejemplo y para que los maestros tibetanos le concedieran una manifestación personal (todos los
teósofos son vegetarianos convencidos debido a su creencia de que la sangre
animal afecta negativamente al espíritu humano y los poderes superiores; y
también ellos se abstienen del alcohol).
En resumen, el Sr. Keightley se
estaba quejando amargamente de su madre, quien le exigía que regresara con ella
a Liverpool o que continuara con su “viaje continental” emprendido por razones
de recuperación.
"¡Mi madre tiene un miedo mortal de que
abandone mis asuntos y me vaya a la India!" él le dijo a Blavatsky. “¡Pero
eso es egoísmo y desconfianza de su parte! Yo le respondí que no la dejaría
mientras esté viva, sin embargo ella sabe muy bien que para mí el verdadero
significado de la existencia lo he descubierto en la Teosofía, en sus
enseñanzas, y que deseo ardientemente vivir en el lugar donde viven y trabajan
sus principales representantes."
En ese momento llegó el cartero y
una de las numerosas cartas era de Liverpool, de la señora Keightley a su hijo.
El joven Keightley la abrió sin mucha prisa, pero de repente una expresión de
miedo y asombro cubrió su rostro y se puso carmesí debido a que en la carta las
palabras de su madre sobre el deber de los hijos de respetar a sus padres y ser
obedientes a ellos estaban subrayadas
en rojo con la bien conocida firma del maestro.
Y hay que admitir que no era probable
que la madre que se oponía a la pasión de su hijo por la Teosofía, intentara
ella misma convencerlo a través de los fenómenos que producen los Mahatmas.
Sin embargo el Sr. Keightley hubiera
estado dispuesto a desobedecer a su madre si el Coronel Olcott no hubiera
regresado de Londres y lo hubiera convencido de que volviera a su casa,
insistiendo en que cumpliera con las demandas de su madre.
Por otra parte, Madame de M***,
secretaria de la rama parisina de la Sociedad Teosófica (la presidenta de esa
rama es Lady Caithness, duquesa de Pomar, famosa por su riqueza), me dijo
personalmente que una carta del maestro que encontró dentro de otra carta que
ella recibió completamente ajena, sin duda la había salvado del suicidio y la había llevado a dedicarse a la causa
de la Teosofía con todo su corazón y alma. Estos son hechos. »
(Blavatsky y los Teósofos)
Testimonio de Constance Watchmeister
La condesa Watchmeister
cuidó a Blavatsky de 1885 a 1888, y sobre este asunto ella escribió lo siguiente:
« Me
encontraba caminando en una de las partes más frecuentadas de la población y al
pasar frente a la tienda de un perfumista vi en la vidriera unos jabones dentro
de un recipiente de vidrio. Recordando que necesitaba comprar uno, penetré en
el comercio y escogí un jabón de los que allí había. Vi cómo el comerciante lo
envolvía, tomé el paquetito de su mano, lo puse en mi bolsillo y continué mi
paseo.
Cuando
retorné al departamento fui directamente a mi habitación sin ir antes a ver a H.P.B.,
y me quité el sombrero y el abrigo. Saqué el paquetito del bolsillo comencé a
desatar el hilo y a desenvolverlo y al hacerlo noté que allí había adentro una
pequeña hoja de papel doblada.
No
pude menos que pensar cuán inclinados son los comerciantes a distribuir avisos
hasta el punto de ponerlos aunque sea en una pastilla de jabón. Sin embargo
recordé de inmediato que había visto cómo el comerciante envolvía el jabón y no
vi que pusiera ningún papel en el paquetito.
Eso
me pareció extraño y como el papel había caído al suelo me agaché, lo recogí y
lo desdoblé encontrando en él algunas observaciones dirigidas a mí en la
escritura del Maestro de H.P.B. que yo había tenido ocasión de ver
anteriormente. Eran explicaciones de acontecimientos que me habían preocupado
durante los últimos días, y me daba algunas instrucciones relativas al futuro
curso de mis acciones.
Ese
fenómeno fue peculiarmente interesante para mí por haber acontecido sin el
conocimiento de H.P.B. independientemente de ella, pues ella estaba
escribiendo, despreocupada, en ese momento, sentada frente a su mesa de trabajo
en el escritorio, tal como pude comprobarlo más tarde.
Desde
el fallecimiento de H.P.B. Varias personas han recibido cartas del mismo
Maestro, mostrando así su actuación independiente de H.P.B. Pero fue
interesante ser testigo de ello durante su vida, y recuerdo otro incidente
relacionado con un fenómeno de igual naturaleza.
El
doctor Hartmann me había escrito una carta rogándome que me cerciorara por el
Maestro mismo, de algo que tenía conexión con él. Mostré la carta a H.P.B. y le
pregunté si ella haría la comunicación.
Ella
me contestó:
-
"No, vea lo que usted puede hacer.
Póngala en el retrato del Maestro y si el Maestro desea contestar a Hartmann la
carta será tomada."
Cerré
la puerta de la habitación de H.P.B. y me dirigí hacia el escritorio, sobre el
cual había un retrato al óleo del Maestro; coloqué la carta en el marco, tomé
un libro y leí durante una media hora sin que nadie entrara en la habitación
durante todo ese tiempo. Cuando volví mi mirada hacia la carta, ya había
desaparecido.
Pasaron
algunos días durante los cuales no supe nada. Pero un atardecer, al recibir la
correspondencia, vi una carta del doctor Hartmann y pensé para mí misma qué
voluminosa era y que era extraño que no hubieran exigido más franqueo.
Cuando
abrí el sobre saqué primero la carta del doctor que había colocado en el
cuadro, luego una carta del Maestro que contestaba las preguntas de Hartmann, y
finalmente la nueva carta de Hartmann en cuyo margen había anotaciones de mano
del Maestro, relativas a los asuntos contenidos en la carta. Y en el sobre de
la carta de Hartmann había un sello con la firma del Maestro precipitada en el
sobre.
Fenómenos
como ese ocurrían constantemente. Las cartas recibidas se encontraban
frecuentemente anotadas de la mano del Maestro; se hacían en ellas comentarios
sobre lo escrito. En otras ocasiones, las cartas desaparecían por varios días y
cuando eran devueltas se habían anotado observaciones sobre su contenido.
La
primera vez que esto me aconteció fue causa de gran sorpresa para mí. Una
mañana temprano, durante el desayuno (pues las cartas eran a menudo traídas por
el primer correo) H.P.B. recibió varias cartas entregándose de inmediato a su
lectura.
Yo
encontré una de Suecia que me causó cierta perplejidad. No sabiendo cómo contestarla,
la coloqué sobre la mesa a mi lado y continué con mi desayuno, reflexionando
sobre su contenido. Pronto terminé el desayuno, me levanté y extendí la mano
para recoger mi carta, pero ya no estaba donde la había dejado. La busqué
debajo de mi plato, sobre el piso, en mi bolsillo, pero no la encontré.
H.P.B.
levantó la vista del periódico ruso que estaba leyendo diciéndome:
-
"¿Qué está buscando?"
Le
contesté:
-
"Una carta que recibí esta mañana."
Ella
me respondió tranquilamente:
-
"Es inútil buscarla, el Maestro estaba a
su lado y le vi tomar un sobre."
Pasaron
tres días sin noticias de mi carta, cuando una mañana mientras estaba ocupada
escribiendo en el comedor, vi de pronto el sobre encima del papel secante y en
el margen de la carta había comentarios con la indicación de cómo habría de
actuar, y la posterior experiencia me probó qué sabia fue la indicación. »
(Reminiscencias)
Testimonio
de Annie Besant
El 22 de agosto de 1900, un miembro de la
Sociedad Teosófica en la India, el Sr. B.W. Mantri, le escribió desde Bombay
una carta a Annie Besant que en ese entonces residía en Londres. Y cuando la Sra. Besant abrió la carta del Sr. Mantri,
encontró aparte del texto del Sr. Mantri, también un texto en letra azul del
maestro Kuthumi.
El
maestro Kuthumi aprovechó la carta que el
señor Mantri le había enviado a Annie Besant para precipitar su mensaje dentro
de esa carta (mientras que la carta se encontraba en tránsito a través del
correo de la India hacia Inglaterra) por medio de una técnica oculta que los
maestros transhimaláyicos conocen y que les permite materializar su texto a
distancia sobre papeles sin la necesidad de escribir físicamente en esos
papeles.
Y existen numerosos mensajes de los
maestros que se produjeron de esta forma debido a que es más fácil para ellos
materializar solo su texto que materializar toda una carta con papel y sobre.
OBSERVACIÓN
Disponemos del contenido
y de los facsímiles de varias de esas cartas, lo que demuestra que si son
reales y no inventos de esas personas.
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