BLAVATSKY Y LOS TEÓSOFOS por Vera Zhelikhovsky


 
En mayo de 1884 Madame Blavatsky estuvo residiendo unos días en Paris, hospedándose en un departamento ubicado en la calle Notre Dame des Champs, N 46, que amablemente la condesa Caithness le había prestado.
 
La hermana de Blavatsky, Vera Petrovna Zhelikhovsky, vivía en Rusia y aprovechó junto con su tía, para ir a visitar a Blavatsky a quien no habían visto en muchos años.
 
Y el 25 de mayo de 1884, Vera le escribió una carta desde París al editor del Odesskiy Vestnik (un periódico de Odessa) en donde le contó los fenómenos que ella había presenciado durante su visita. Y esa carta fue publicada por ese periódico en el número 123 del 6 de junio de 1884, p.1-3, con el título "Helena Petrovna Blavatsky y los Teósofos".
 
Posteriormente esa carta se reimprimió en el Rebus (una revista semanal de San Petersburgo) en dos partes: el 15 de julio de 1884, p. 263-266, y el 22 de julio de 1884, p. 273-275.
 
Y más tarde, el Sr. Sinnett citó parcialmente esa carta en su libro "Incidentes en la Vida de Madame Blavatsky" (1886), y a continuación transcribo el texto citado por el señor Sinnett:
 
 
 
TEXTO PARCIAL DE ESA CARTA
 
 
« Madame de Jelihowsky, cuyos escritos se han citado ampliamente en los primeros capítulos de este libro, volvió a tomar la pluma en la mano para describir algunos fenómenos que Blavatsky produjo y que ella presenció cuando la visitó a Paris.
 
Y en un artículo publicado en un periódico ruso, ella mencionó lo siguiente:
 
« Cuando, a mediados de mayo de 1884 llegamos a París, para una entrevista con mi hermana, la encontramos rodeada por un grupo de miembros de la Sociedad Teosófica que se habían reunido en París, procedentes de Alemania, Rusia e incluso de los Estados Unidos, para verla después de cinco años de ausencia en Occidente por encontrarse ella viviendo en la India.
 
Y también había una multitud de curiosos que habían oído hablar de la atmósfera taumatúrgica que siempre la rodeaba y ellos estaban ansiosos por convertirse en testigos oculares de sus poderes ocultos.
 
Pero Blavatsky era muy reacia a satisfacer la curiosidad ociosa. Ella tenía su propia manera de mirar con mucho desprecio a cualquier fenómeno paranormal y odiaba desperdiciar sus poderes de una manera inútil. Además que se encontraba bastante enferma en ese momento y cada fenómeno que producía por ella misma le costaba invariablemente varios días más de convalecencia.
 
Y digo “por ella misma” porque los fenómenos independientes de ella ocurrieron con mucha más frecuencia que los fenómenos producidos por ella misma. Y ella atribuyó esos fenómenos a ese ser misterioso al que se le conocía como su ‘Maestro’. Y tales manifestaciones de fuerzas (para nosotros) desconocidas, no la afectaban sino que por el contrario la dejaban ilesa.
 
Cada vez que un acorde o arpegio de unos acordes invisibles resonaba en el aire, donde quiera que ella estuviera y sin importar lo que estuviera haciendo, ella solía apresurarse hacia su habitación de donde poco después salía con alguna orden o noticia. Y la mayoría de los dirigentes de la Sociedad Teosófica recibieron con mucha frecuencia este tipo de convocatorias con bastante independencia de ella.
. . .
Doy un ejemplo. El 18 de mayo, el coronel Olcott regresó de Londres y nos mostró un curioso sobre chino con un papel similar a los que Blavatsky recibía. El coronel nos contó que se trataba de una carta que él había recibido personalmente de uno de los Maestros, el 6 de abril, mientras se encontraba viajando en un ferrocarril y en presencia de testigos.
 
La carta había caído en sus rodillas y le advertía de una grave traición que se estaba preparando en Adyar para todos ellos, por personas en las que ellos habían confiado y que les debían su bienestar durante los cinco años que esos individuos habían estado habitando en el cuartel general de Madrás. [Se refiere a los Coulombs].
 
Cada detalle de la carta fue corroborado dos meses después, y aunque en ese momento Blavatsky solo le prestó poca atención, posteriormente cuando llegó la noticia que corroboraba la profecía, ella se sintió extremadamente herida.
. . .
En cuanto a los fenómenos producidos a voluntad, esto es lo que el profesor Thurmann escuchó en compañía de varias personas, incluida yo misma.
 
Él nos estaba contando la experiencia que tuvo una noche en una sesión espiritista en donde escucharon algunos sonidos musicales que habían surgido de la oscuridad.
 
Entonces Blavatsky que estaba sentada en su sillón, mostrando tranquilamente una paciencia rusa, se rió de la narración y comentó:
 
-      "¿Por qué debería ser necesaria la oscuridad para tales manifestaciones? Ya que cuando no hay engaño, no hay necesidad de tinieblas."
 
Y al decir esto, con una mano sobre la mesa, levantó la otra en el aire como si arrojara alguna corriente y dijo:
 
-      "¡Ahora escuchen!"
 
Y en ese mismo instante oímos en ese rincón de la habitación hacia el que ella había hecho ese gesto con la mano, un sonido armonioso como de un arpa o cítara.
. . .
La escala de la melodía resonó clara y aguda, y luego se desvaneció en el aire. Pero nuevamente Blavatsky levantó la mano, moviéndola en dirección opuesta, ¡y se produjo el mismo fenómeno!
. . .
Todos salimos de nuestros asientos sorprendidos. Y entonces ella por tercera vez movió la mano hacia una tercera dirección (como si cortara el aire con el brazo) y esta vez hacia un gran candelabro de bronce sobre nuestras cabezas, y en ese mismo instante el candelabro emitió un sonido, como si en cada uno de sus orificios hubiera oculto un acorde musical que había vibrado en respuesta a su orden. »
 
 
Y Madame Jelihowsky también relató el siguiente fenómeno:
 
« Éramos cuatro en el departamento situado en la Rue Notre Dame des Champs, No 46: Madame N.A. Fadeyef, Madame Blavatsky, el eminente autor ruso M. Soloviof y yo, tomando el té en la misma mesa del pequeño salón, y eran alrededor de las 11 de la noche.
. . .
Cuando se le pidió a Blavatsky que narrara algo de su 'Maestro' y cómo es que ella había adquirido de él sus talentos ocultos. Y mientras nos contaba muchas cosas que estarían fuera de lugar en la impresión pública, ella nos ofreció ver un retrato de su maestro en un medallón de oro que ella llevaba colgado por una cadena alrededor del cuello.
 
Es un relicario perfectamente plano, hecho para contener una sola miniatura y no más. Ella lo abrió y el relicario pasó de mano en mano, y todos vimos el retrato de un hombre hindú.
 
De repente, nuestro pequeño grupo se sintió perturbado por algo muy extraño, una sensación que apenas es posible describir. Fue como si el aire hubiera cambiado repentinamente, se enrareciera, la atmósfera se volvió positivamente opresiva y los tres apenas podíamos respirar.
. . .
HPB se tapó los ojos con la mano y susurró:
 
-      “¡Atención! ... Siento que algo va a pasar. ... Algún fenómeno. ... Él se está preparando para hacerlo. …”
 
Por "él" ella se refería a su gurú-maestro a quien ella considera que es muy poderoso.
. . .
En ese momento el señor Soloviof clavó los ojos en un rincón de la habitación, diciendo que veía algo parecido a una bola de fuego, de forma ovalada, que parecía un huevo dorado y azulado radiante.
. . .
Apenas él había pronunciado estas palabras cuando oímos desde el extremo más alejado del corredor, un sonido largo y melodioso, como si alguien hubiera tocado las cuerdas de un arpa. Era una melodía mucho más completa y definida que cualquiera de los sonidos musicales que habíamos escuchado anteriormente.
 
Luego una vez más se repitieron las notas claras y luego se extinguieron y el silencio reinó de nuevo en las habitaciones.
 
Dejé mi asiento y entré en el pasillo el cual estaba brillantemente iluminado con una lámpara. Es inútil decir que todo estaba en silencio y que el pasillo estaba vacío.
 
Cuando volví al salón encontré a Blavatsky sentada en silencio, como antes, en la mesa entre la señora Fadeyef y el señor Soloviof. Y al mismo tiempo vi tan claramente como podía ser la figura de un hombre. Era una forma grisácea, pero bastante clara, de pie cerca de mi hermana, y que al mirarlo se alejó de ella, luego la forma palideció y finalmente desapareció en la pared opuesta.
 
Este hombre (o quizás su forma astral) era de complexión delgada y de un tamaño medio, envuelto en una especie de manto y con un turbante blanco en la cabeza. La visión no duró más que unos segundos, pero tuve todo el tiempo para examinarla y decirles a todos lo que acababa de ver claramente, aunque en cuanto desapareció, me sentí terriblemente asustada y nerviosa.
. . .
Apenas volvimos a nuestros sentidos, nos sorprendió otra maravilla, y esta fue palpable y objetiva. Blavatsky abrió repentinamente su medallón, y en lugar de un solo retrato, ahora había dos: ¡el suyo frente al de su maestro!
 
Firmemente colocada dentro de la otra mitad del medallón, bajo su cristal ovalado, estaba su propia imagen en miniatura, que acababa de mencionar casualmente.
 
El relicario fue examinado una vez más cuidadosamente por los tres testigos y pasó de mano en mano.
 
Pero este no fue el final de los fenómenos que se produjeron esa noche ya que un cuarto de hora después, el relicario mágico, del que los tres literalmente nunca le quitamos los ojos durante un segundo, se abrió por deseo de uno de nosotros y el retrato de Blavatsky ya no se encontraba en él. ... Había desaparecido. »
 
»
(págs. 264-269)
 
 
(Nota: si alguna vez encuentro el texto completo de esa carta, lo publicaré aquí.)
 
 
¡Lo encontré! Gracias a Daniel Caldwell, y GT quien tradujo el texto del ruso
 
 
 
 
 
TEXTO COMPLETO DE ESA CARTA
 
 
« Paris, 25 de mayo [de 1884].
   Notre Dame des champs, 46.
 
Estoy tomando mi pluma para describir las manifestaciones más asombrosas de la fuerza oculta jamás observadas por mí y quizás por los presentes. Pero primero permítanme decir algunas palabras sobre bajo qué circunstancias y por quién fueron producidas.
 
La dama de la que hablaremos es bastante conocida en Europa y Rusia, por lo que podemos continuar sin largas presentaciones, ya que solo mencionar su nombre es suficiente para suscitar un amplio espectro de reflexiones en la mente de todas y cada una de las personas inteligentes. Sin embargo, y para vergüenza de la prensa y para su desgracia, la mayoría de estas reflexiones que se le han hecho son incorrectas, y esto se debe simplemente porque los relatos publicados por los periódicos sobre ella han sido falsos y con demasiada frecuencia maliciosos.
 
 
 
Comentarios maliciosos en contra de los teósofos
 
La dama en cuestión es nuestra compatriota Helena Petrovna Blavatsky, quien incluso en los últimos días ha sido presentada por el “Novoye Vremya” y muchos otros periódicos, como habiendo venido a París para destruir el cristianismo y erigir un templo para Buda.
 
¡Pero jamás ni ella ni sus compañeros de trabajo, miembros de la Sociedad Teosófica, han soñado siquiera con algo así!
 
Ambos fundadores de esta Sociedad —el coronel Henry Olcott (su presidente) y HP Blavatsky— tienen un respeto demasiado grande por la libertad de conciencia como para infringir a las personas con la propaganda de principios religiosos. Y una de las primeras reglas de la Sociedad Teosófica que se respeta con ahínco, prohíbe cualquier participación en la religión o la política.
 
Su organización es puramente moral, filosófica e investigadora: buscar y luchar por la verdad en todo; perseguir toda la autorrealización al alcance del ser humano; expandir los propios conceptos científicos y filosóficos; refinar los poderes del alma, de todas las facetas psíquicas de la existencia humana, y esforzarse por la hermandad universal en su sentido más amplio, el que implica el ideal supremo (y desafortunadamente casi inalcanzable en la Tierra): el establecimiento de la fraternidad universal, paz y fortalecimiento del amor y la abnegación entre la humanidad, a pesar de todos los sentimientos personales y la autocomplacencia.
 
Al mismo tiempo, aunque todos los miembros de la Sociedad Teosófica son completamente libres de seguir siendo cristianos, musulmanes o simplemente deístas, mientras luchan contra el materialismo grosero, es cierto que las creencias personales de sus fundadores y colaboradores más cercanos (quienes tienen su sede en Adyar (1)) así como la mayoría de los becarios de otras Ramas, especialmente las europeas (2), tienen sus raíces en los principios del Budismo; y este último hecho evidentemente ha provocando los ridículos rumores sobre su supuesta propaganda budista en Europa.
 
Los más altos dirigentes de la hermandad teosófica —Los Mahatmas que viven en las montañas tibetanas— son budistas. Muy pocos tienen acceso a estas individualidades sublimes y misteriosas. Los teósofos los llaman "khozyayeva" que en ingles significa instructores. Pero Madame Blavatsky lo traduce no como "uchitel" [profesor], sino en un sentido más amplio como "khozyain" [maestro, jefe] y esto se debe precisamente porque estos sabios indios poseen un aprendizaje profundo y están dotados de la verdadera magia (en lo que respecta a nuestro simple entendimiento) ya que ellos tienen un enorme dominio sobre los poderes del ocultismo; aunque los elegidos con los que tienen un contacto directo son pocos.
 
Sus chelas, discípulos iniciados por ellos en numerosos misterios de la naturaleza y de los poderes latentes humanos (las fuerzas ocultas) están encontrando personas leales, elegidas y transmitiéndoles su enseñanza e intenciones.
 
 
 
 
Mensajes enviados por los maestros
 
Al mismo tiempo, no podemos ignorar la evidencia proporcionada por muchas personas (3) en el sentido de que las órdenes de su maestro (uno de los mahatmas antes mencionados, presentado bajo el nombre ficticio de Gulab-Lal-Singh, en las historias sobre la India que Blavatsky compuso y firmó con el seudónimo Radda-Bai), les están llegando directamente a través de mensajes especiales que los teósofos encuentran inesperadamente, no solo en sus habitaciones sino también durante sus viajes, en vagones de tren y en barcos.
 
Estos mensajes, escritos en inglés o en francés, nunca llevan ninguna marca postal, y los sobres son de una forma y papel especiales, siempre con el mismo dibujo jeroglífico realizado en un peculiar color rojo vivo.
 
Me han mostrado muchas letras de este tipo, y aunque nunca las he visto caer del cielo, esto es lo que yo vi con mis propios ojos en dos ocasiones.
 
1) Estábamos todos sentados hace unos días cuando el señor William Judge, secretario de la Sociedad Teosófica, recibió en su correo una carta de América que abrió de inmediato. Y en ese instante prestó atención, no al contenido, sino a varias palabras subrayadas con lápiz rojo y a una frase escrita a lo largo de la letra, también en rojo, firmada con el nombre familiar de maestro.
 
Y hay que tener en cuenta que la carta nunca había estado en la India ni en el Tíbet, y aunque se puede objetar que nada hubiera impedido que el corresponsal del Sr. Judge en Nueva York insertara él mismo la línea roja, como si procediera del maestro. Y estoy de acuerdo con eso, y admito que al principio yo misma tuve ese pensamiento, pero otro acontecimiento me hizo cambiar de opinión.
 
2) Aproximadamente dos días después, a la hora habitual, el cartero trajo el correo. Aunque primero debo mencionar que al mismo tiempo Madame Blavatsky estaba atendiendo las quejas de un muchacho muy joven, nuestro invitado, sobre su madre.
 
Verán, el Sr. Keightley había venido a París con el único objetivo de conocer más a los miembros de la Sociedad Teosófica después de estudiar sus doctrinas a través de sus libros. Él se había convertido en un ardiente teósofo e incluso había renunciado por completo a la comida de origen animal y al alcohol para ser digno de aquellos a quienes tenía como ejemplo y para que los maestros tibetanos le concedieran una manifestación personal (todos los teósofos son vegetarianos convencidos debido a su creencia de que la sangre animal afecta negativamente al espíritu humano y los poderes superiores; y también ellos se abstienen del alcohol).
 
En resumen, el Sr. Keightley se estaba quejando amargamente de su madre, quien le exigía que regresara con ella a Liverpool o que continuara con su “viaje continental” emprendido por razones de recuperación.
 
-      "¡Mi madre tiene un miedo mortal de que abandone mis asuntos y me vaya a la India!" él le dijo a Blavatsky. “¡Pero eso es egoísmo y desconfianza de su parte! Yo le respondí que no la dejaría mientras esté viva, sin embargo ella sabe muy bien que para mí el verdadero significado de la existencia lo he descubierto en la Teosofía, en sus enseñanzas, y que deseo ardientemente vivir en el lugar donde viven y trabajan sus principales representantes."
 
En ese momento llegó el cartero y una de las numerosas cartas era de Liverpool, de la señora Keightley a su hijo. El joven Keightley la abrió sin mucha prisa, pero de repente una expresión de miedo y asombro cubrió su rostro y se puso carmesí debido a que en la carta las palabras de su madre sobre el deber de los hijos de respetar a sus padres y ser obedientes a ellos estaban subrayadas en rojo con la bien conocida firma del maestro.
 
Y hay que admitir que no era probable que la madre que se oponía a la pasión de su hijo por la Teosofía, intentara ella misma convencerlo a través de los fenómenos que producen los Mahatmas.
 
Sin embargo el Sr. Keightley hubiera estado dispuesto a desobedecer a su madre si el Coronel Olcott no hubiera regresado de Londres y lo hubiera convencido de que volviera a su casa, insistiendo en que cumpliera con las demandas de su madre.
 
Por otra parte, Madame de M***, secretaria de la rama parisina de la Sociedad Teosófica (la presidenta de esa rama es Lady Caithness, duquesa de Pomar, famosa por su riqueza), me dijo personalmente que una carta del maestro que encontró dentro de otra carta que ella recibió completamente ajena, sin duda la había salvado del suicidio y la había llevado a dedicarse a la causa de la Teosofía con todo su corazón y alma.
 
Estos son hechos. Ahora hablemos de otros hechos no menos maravillosos.
 
 
 
 
Sonidos musicales producidos por Blavatsky
 
No les contaré sobre lo que otras personas me han relatado acerca de los fenómenos producidos por los adeptos (que son los discípulos de los mahatmas) a través del poder del conocimiento oculto que ellos han desarrollado, y solo hablaré de lo que yo misma he presenciado y de lo que otros testigos pueden confirmar.
 
Durante la tarde del 8 de mayo nos reunimos todos en la sala de recepción del pequeño local que ocupaban los fundadores de la Sociedad Teosófica y su séquito en París. Como de costumbre hubo decenas de visitantes, pero después de la medianoche solo permaneció el profesor Turman, Ph.D., el cual se tomó su tiempo para contar su descontento con los médiums parisinos, y sobre la futilidad de las sesiones del círculo espiritista de Leymarie en donde nada extraordinario había estado sucediendo allí desde hace mucho tiempo.
 
En su opinión, la manifestación más interesante que presenció recientemente durante una sesión espiritista fueron los sonidos musicales que se escucharon en la oscuridad.
 
Entonces Madame Blavatsky que estaba sentada en su sillón se rió y preguntó qué tenía que ver eso con la oscuridad.
 
-      "¡Donde no hay engaño, la oscuridad no es necesaria!" ella exclamó.
 
Y dicho esto, levantó la mano como si fuera a tirar algo y dijo:
 
-      "¡Escuchen!"
 
Y al instante se escuchó un sonido armonioso como de un arpa o una cítara proveniente de la habitación hacia la que ella había hecho un gesto con la mano.
 
El sonido sonó y se apagó suavemente en el aire.
 
Entonces Blavatsky volvió a levantar su brazo, agitando la mano en otra dirección. ¡Y ocurrió el mismo fenómeno! Todos nos levantamos de un salto, asombrados, con la respiración contenida. Y una vez más, por tercera ocasión ella hizo un gesto con la mano, pero esta vez hacia el candelabro de bronce que colgaba del centro del techo, e inmediatamente el candelabro respondió con un acorde como si hubiera cuerdas invisibles en su interior.
 
Posteriormente Blavatsky repitió este fenómeno varias veces, una vez el 19 de mayo en presencia de varios representantes de la prensa y círculos científicos parisinos, entre ellos: el profesor Olivier de una universidad local y un psicólogo empedernido.
 
¡Pero esto no es nada en comparación con otras manifestaciones de su poder oculto!
 
 
 
 
Blavatsky leyó una carta cerrada
 
Por ejemplo, la mañana del 23 de mayo estábamos de nuevo en la sala de recepción. En el centro de la sala estaba sentada Madame de Morsier charlando con el Sr. Judge y el Brahman Mohini (el principal predicador de la doctrina teosófica, así como mentor de aquellos que querían familiarizarse con el budismo), discutiendo asuntos de la Sociedad Teosófica, firmando diferentes trabajos, diplomas de nuevos miembros, etc.
 
Blavatsky y yo (su hermana) estábamos sentadas a la derecha, y unos pasos a la izquierda, el coronel Olcott estaba hablando con un conocido escritor ruso, el señor Vsevolod Sergeyevich Solovyev. Ellos hablaban del efecto del magnetismo, con el que el honorable presidente de la Sociedad Teosófica había tratado al escritor durante varios días.
 
Y como de costumbre en ese momento se trajo el correo y una de las cartas estaba dirigida a Madame Nadezhda Andreyevna Fadeyeva, la tía de Blavatsky, quien también había venido visitarla y en esos días se estaba hospedando con ella.
 
Blavatsky tomó la carta y nombrando a su autor (eso fue una tarea fácil ya que la letra del sobre le resultaba bastante familiar para ella y para mí) ella dijo:
 
-      “Sería interesante saber qué escribió”.
 
-      “¡Bueno! Eso no debería ser difícil para ti”, le respondí.
 
-      "¡Lo intentaré!" contestó, y se puso la carta sellada en la frente.
 
La gente de los alrededores hablaba en voz alta en inglés y francés, pero a pesar del ruido, Madame Blavatsky casi de inmediato comenzó a contarme en ruso lo que había estado leyendo mentalmente de la carta.
 
Yo luego llamé la atención de los presentes sobre lo que ella estaba haciendo y le di un papel pidiéndole que escribiera el contenido de la carta.
 
-      “¡Ajá! ¡No me crees!" dijo Blavatsky riendo. "¡Está bien, ahora mismo lo escribo!"
 
Y habiendo puesto su mano izquierda al mismo tiempo sobre la carta sellada y el trozo de papel que le había dado, ella comenzó con su mano derecha a escribir rápidamente en el papel, con el primer lápiz que encontró y que era de color rojo en un extremo y azul en el otro.
 
Ciertamente todos los presentes, especialmente el Sr. Solovyev, prestaron mucha atención a lo que estaba sucediendo, y escuchó lo que su compatriota se dictaba en voz alta, leyendo y reescribiendo mentalmente.
 
Blavatsky terminó con las palabras:
 
-      "¡¡Saludos cordiales para Helena Petrovna!!"
 
A lo que yo la interrumpí exclamando:
 
-      “¡Tonterías, él no puede haber escrito un saludo tan ceremonioso para ti!"
 
A lo que ella me respondió con firmeza:
 
-      "Para demostrar que no estoy leyendo el significado general, sino oraciones auténticas, he escrito varias frases exactamente como él las escribió usando las mismas palabras."
 
Ella firmó su escrito con el nombre del autor de la carta y luego giró el lápiz con el extremo rojo hacia abajo y subrayó su nombre en la oración "Saludos cordiales a Helena", y luego inmediatamente en su propia hoja de papel debajo del nombre del autor auténtico, dibujó una estrella teosófica de seis puntas, agregando en voz alta:
 
-      “¡Quiero que estos signos rojos que acabo de escribir se impriman en la carta original en el mismo lugar!"
 
Y golpeando con fuerza la carta sellada, me la arrojó diciendo:
 
-      "¡Tómala! ¡Ya está hecho!"
 
La carta se pasó inmediatamente a su destinataria, y cuando Madame Fadeyeva la abrió, su contenido resultó ser exactamente como Blavatsky lo había anotado, algunas frases incluso usaban la misma redacción; y en las palabras “Saludos cordiales a Helena Petrovna”, su nombre estaba subrayado con lápiz rojo y había una estrella roja de seis puntas debajo de la firma. E incluso el trazo de su lápiz se reproducía como si se hubiera tomado una foto!!!
 
Este asombroso hecho quedó debidamente registrado y firmado por todos los testigos, y ahora ese documento está en manos del autor de estas líneas.
 
 
 
 
Los fenómenos producidos el 24 de mayo
 
El siguiente fenómeno es igualmente notable, pero desafortunadamente tuvo lugar sin muchos testigos ya que solo se encontraban presentes los familiares de Blavatsky y el Sr. Solovyev, pero quien también certificó con su firma, y este testimonio también fue enviado, junto con el documento anterior, al editor del “Odesskiy Vestnik”.
 
Este fenómeno tuvo lugar en la tarde del día siguiente, el 24 de mayo. H.P. Blavatsky no se encontraba bien y no asistió a la reunión de la Sociedad Teosófica que se celebró en el hotel del Conde de Barro (rue de Varennes, 51).
 
Me pidió que la excusa ante el publico, lo que hice habiendo ido a la reunión junto con el presidente de la Sociedad Teosófica. Pero apenas había comenzado la reunión que sentí un terrible dolor de cabeza, así como un incomprensible pero definitivo deseo de regresar al departamento.
 
Se lo mencioné al Sr. Solovyev, quien estaba sentado a mi lado y quien aprobó plenamente mi deseo de pasar la noche con mi hermana enferma y se ofreció a acompañarme.
 
Salimos sin ser notados, tomamos un taxi y en diez minutos estabamos de nuevo en Notre Dame des Champs, 46. Ambos entramos y el Sr. Solovyev fue invitado por Madame Blavatsky.
 
Los cuatro (también estaba presente la señora Fadeyeva) nos acomodamos en la sala en la mesa de té, y pronto la conversación como era de esperar se centró en temas místicos. En la vida de todos los presentes hubo más cosas “de las que sueña en su filosofía”, especialmente en la vida de Helena Petrovna. Y se le pidió que detallara lo más minuciosamente posible cómo había adquirido sus maravillosas habilidades ocultas y quiénes eran exactamente sus maravillosos “gurús”-maestros.
 
Ella narró cosas que estarían fuera de lugar repetir aquí, y aunque no estuvo dispuesta a mencionar el nombre de su maestro (quien es un sabio brahmán), si estuvo dispuesta a que pudiéramos mirar el retrato de su rostro.
 
Y para ello, ella abrió un medallón plano y bastante liso que siempre usaba como colgante. Y todos lo examinamos y tocamos este medallón que contenía un retrato, a todo color, de un hombre guapo de perfil romano, barba negra azabache y turbante blanco.
 
Este medallón era (y sigue siendo) un medallón para un solo retrato, sin espacio para otro retrato en su tapa plana. Helena Petrovna también lo examinó y luego se lo volvió a poner y nos dijo que en la India ella tenía su propio retrato que había dibujado su maestro.
 
De repente sucedió algo extraño, algo bastante difícil de expresar con palabras. ¡Fue como si el aire se volviera más enrarecido o sofocante! Algo definitivamente nos estaba quitando el aliento. Helena Petrovna se tapó los ojos con la mano y dijo:
 
-      "Siento que algo va a pasar aquí ahora… ¡Va a suceder algún fenómeno! ¡Él lo hará!"
 
Ella se refería a su maestro, a quien consideraba muy poderoso.
 
E inmediatamente le preguntó a su tía si ella deseaba algo: que el maestro le trajera algo o que se presentara en persona... Pero todos nos encontrábamos tan desconcertados que nadie podía pensar en nada. Así que comentamos que él hiciera lo que él decidiera.
 
En ese mismo momento, el Sr. Solovyev mirando hacia un cierto punto de la habitación, dijo que vio una especie de esfera ovalada ardiente, una especie de huevo luminoso azul claro radiante.
 
Y apenas había pronunciado estas palabras, cuando un sonido musical se escuchó desde la antecámara como si alguien hubiera tocado en silencio las cuerdas de un arpa. Era el mismo sonido que todos los presentes habiamos escuchado antes, pero más sonoro.
 
El acorde se repitió una y otra vez, y luego cesó.
 
Yo me puse de pie y entré en la antecámara que estaba brillantemente iluminada por una lámpara. Pero no hace falta decir que allí todo estaba tranquilo ya que a parte de nosotros solo había un criado traído de la India, el cual dormía en la cocina y cuya puerta estaba bien cerrada. Y pueden creer o no lo que ocurrió después pero eso fue lo que sucedió.
 
Cuando regresé a la sala de recepción, encontré a Blavatsky sentada en el mismo lugar entre su tía y el señor Solovyev, pero al mismo tiempo vi claramente una sombra o una imagen de color gris de un hombre que se alejaba de ella hacia la pared y de repente desapareció allí.
 
Este hombre, o su imagen inmaterial, era de mediana estatura y vestía una especie de túnica y turbante. Y esta visión solo duró alrededor de un segundo, pero fue lo suficientemente nítida para observarla bien y poder describió, aunque encontrándome bastante asustada por lo sucedido.
 
 
Los presentes apenas se habían calmado tras estos extraños sucesos cuando volvieron a quedar atónitos por otro fenómeno, esta vez muy evidente y material. Madame Blavatsky abrió su medallón una vez más, diciendo que había sentido algo extraño en él, y al mirarlo quedó muy sorprendida y nos lo mostró.
 
¡Ahora había dos retratos en su interior y ya no solo uno como antes!
 
Uno era el mismo de antes, pero enfrente, firmemente fijado bajo el vidrio en el óvalo de su tapa, estaba el propio retrato de Blavatsky que ella había mencionado un poco antes.
 
Todos a su vez tomamos el medallón y lo examinamos y tocamos para cerciorarnos que la imagen era real y que no había un truco. Pero no cabía duda y era simplemente inconcebible que cuatro personas pudieran tener alucinaciones visuales al mismo tiempo.
 
Sorprendidos fuimos a despertar al sirviente indio y le preguntamos dónde se encontraba el retrato de Blavatsky que el Maestro había dibujado de ella.
 
El muchacho respondió sin dudarlo:
 
-      “Se encuentra en Adyar en el cofre de bronce del tocador de cristal”.
 
Entonces en silencio Helena Petrovna abrió el medallón y el indio casi gritó de sorpresa, pero inmediatamente comentó:
 
-      "¡Es el Maestro quien lo trajo!"
 
Pero ese no fue el final de los maravillosos acontecimientos de esa noche, ya que un cuarto de hora más tarde, Helena Petrovna cumplió con mi deseo de volver a ver los retratos y cuando ella abrió el medallón, el cual todo el tiempo había estado siendo vigilado de cerca por todos los que nos encontrabamos en la habitación, su retrato había desaparecido!!!
 
Había desaparecido sin dejar rastro al igual que el vidrio y el marco. La única señal de la presencia de algún ser invisible que había transformado libremente el contenido del medallón que había estado constantemente a la vista de todos nosotros, fueron los mismos sonidos armoniosos, acordes y escalas que se escuchaban de vez en cuando desde lados diferentes.
 
 
Ahora, debo continuar y contar el resto, aunque debo admitir que personalmente no me gusta la conclusión, porque me recuerda los trucos finales de los prestidigitadores. Hacia el final de la velada, cuando el coronel Olcott y sus secretarios, así como el Brahman Muhini regresaron de la reunión, y todos comenzamos a contarles lo que había sucedido, y cuando el Sr. Solovyev estaba a punto de irse, el retrato fue encontrado en la parte inferior de su sombrero.
 
Y el Sr. Solovyev se lo llevó después de que todos acordamos unánimemente que el gurú (maestro), o el mahatma (sabio), o el “Maestro-khozyain” —quienquiera que fuera— se lo había regalado al Sr. Solovyev (4).
 
 
 
 
Explicaciones
 
Todos estos fenómenos que al común de los mortales les parecen bastante extraordinarios, los teósofos los explican a través de la capacidad que posee el cuerpo astral para separarse del cuerpo físico; y porque esta forma sutil del ser humano (que en su opinión se conserva durante algún tiempo después de la muerte) puede moverse libremente y produce todo tipo de los llamados fenómenos paranormales.
 
No discutiremos si esto es cierto o no; aquí simplemente presentó los hechos reales que no pueden ser fraudulentos ya que ocurrieron de manera bastante abierta y fueron observados atentamente por tres participantes. Y mucho menos pueden ser errores sincrónicos o delirios de los sentidos y pensamientos que de otro modo los pondrían al borde de la locura.
 
En cuanto al fenómeno anterior, la lectura del contenido de una carta y la transmisión de los signos escritos por Blavatsky en lápiz rojo, la enseñanza teosófica lo explica por medios puramente naturales, como una simple demostración de la voluntad humana actuando sobre corrientes magnéticas ocultas en todo el cuerpo humano. Y a continuación les pongo la explicación que dio el coronel Olcott.
 
“En estos casos, lo que actúa como fuerza preeminente es la voluntad humana debidamente desarrollada, principio que según las enseñanzas ocultas, es inherente al ego divino, al alma superior o espíritu inmortal.
 
Para poder analizar fenómenos como estos tenemos que entender que entre los poderes ocultos casi desconocidos y no investigados de la existencia humana, hay una fuerza de atracción y transferencia o movimiento de átomos.
 
Y en este caso, Madame Blavatsky atrajo átomos del color de su lápiz, los mantuvo juntos, los fusionó con su fuerza nerviosa o vital, y los hizo penetrar y correr como una corriente eléctrica a través de su cuerpo desde su mano derecha hasta las extremidades de su mano izquierda, para luego abrirse paso a través de las entradas microscópicas que forman parte necesariamente de todo tipo de papel, y asentarse exactamente donde su voluntad concentrada los había designado.”
 
Esta es la explicación dada por el Presidente de la Sociedad Teosófica que transmito sin ninguna responsabilidad de mi parte. En cuanto a la correcta lectura del contenido de la carta, es un caso tan común de clarividencia que apenas necesita explicación.
 
Vera Zhelikhovsky. »
 
 
 
Notas
 
1.   En India, cerca de Madrás.
2.   En total, la Sociedad Teosófica comprende actualmente 125 secciones.
3.   Aparte de los dos principales fundadores de la Sociedad Teosófica, nombraré algunos otros miembros importantes: el Sr. William Judge de Irlanda; Mohini, el Brahman; Madame de Morsier de París; El Sr. Bertram Keightley, un abogado de Inglaterra, etc., todos ellos han hablado de esto y han corroborado estas cartas y notas recibidas por los Maestros.
4.   Me dijeron que después de su regreso, Mohini inmediatamente fijó sus ojos en la repisa de la chimenea donde estaba el sombrero del Sr. Solovyev y dijo varias veces que vio una mano aparecer allí por un momento, pero yo no estaba ahí en ese momento. Entré cuando el señor Solovyev ya se estaba despidiendo.
 
 
(Fuente: https://blavatskyarchives.com/zhel1884.htm)
 
 
 
 
 
 
 
 
 

9 comentarios:

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    1. Hace mucho que no lo abro pero me imagino que todavía ha de seguir funcionando. Mándamelo y lo revisó el fin de semana.

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    3. Encantado JJZ, pero si me puedes enviar un link para que los lectores lo descarguen directamente como lo hiciste con el documento de los ángeles, aún mejor. Y si tienes otras enseñanzas que te parezcan interesantes, aún todavía mejor.

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    5. Señor Cid a su correo le he enviado lo prometido.

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    6. Señor Cid tengo una pregunta y espero me pueda ayudar,sabes en donde puedo localizar las conferencias de pastor en forma cronologica, no importa si son solo los titulos pero me gustaria es conocer la cronologia. Segun lo que he investigado alguna de sus conferencias se perdieron. Pero me gustaria es saber la cronologia de sus conferencias y los temas,si puede ayudarme le agradeceria.

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    7. Un amigo (Philippe) puso la siguiente lista:

      http://conscienceuniverselle.eklablog.com/liste-des-conferences-numerisees-maj-30-avril-2017-a119218256

      No está completa porque se siguen buscando las conferencias que faltan y tampoco tiene títulos porque Pastor habló de muchos temas diferentes en cada conferencia que dio, pero poco a poco estoy creando tablas de contenido para cada una de ellas.

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    8. Señor Cid le pido que tome por favor en consideración el ultimo email que le envie en este preciso momento ya que tiene el enlace oficial del documento con respecto a la fundación Blavatsky ya que me toco hacer una corrección importante. El enlace que le envie es el definitivo le advierto de ante mano para que no vaya a publicar algun enlace descontinuado. Gracias

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