EL ÉTER EN LA CIENCIA EXPLICADO POR MAX HEINDEL




Sobre este tema, en su libro “Los misterios rosacruces”, Max Heindel escribió lo siguiente:

« Además de los sólidos, líquidos y gases que componen la Región Química del Mundo Físico, hay aún un grado más sutil de materia llamado éter, que interpenetra la combinación atómica de la Tierra y su atmósfera del modo como la ciencia lo enseña.

Los científicos nunca han visto, ni pesado, ni medido, ni analizado esta sustancia, pero ellos infieren que debe de existir, dado que por ese medio puede efectuarse la transmisión de la luz y otros fenómenos distintos.

Si fuera posible para nosotros el poder vivir en un cuarto de donde se hubiera extraído el aire, podríamos vocear todo lo que pudiéramos, hacer sonar la mayor de las campanas o bien podríamos disparar el cañón de mayor calibre al lado de nuestro oído. Y ni aún así oiríamos el menor ruido, porque el aire es el medio de transmisión de las vibraciones del sonido al tímpano del oído, y entonces nos faltaría.

Pero si se encendiese una luz eléctrica percibiríamos inmediatamente sus rayos e iluminaría el cuarto a despecho de la falta de aire.

De ahí que deba haber una sustancia capaz de ponerlo en vibración, entre la luz eléctrica y nuestros ojos. Y este medio los científicos lo han llamado éter, pero es tan sutil que no se ha inventado ningún instrumento por el cual pueda ser medido o analizado, y como consecuencia de esto, los hombres de ciencia están muy poco informados de ello, aunque forzados a postular su existencia.

Nosotros no pretendemos censurar o menospreciar los descubrimientos de los científicos modernos, y tenemos la mayor de las admiraciones por ellos, y confiamos que gracias a sus inquietudes llegaremos a realizar grandes cosas. Pero nosotros percibimos una limitación en el hecho de que todos los descubrimientos del pasado han sido hechos mediante el descubrimiento de instrumentos maravillosos aplicados de la manera más ingeniosa para resolver problemas al parecer insolubles y enigmáticos.

El fuerte de la ciencia descansa principalmente en sus instrumentos, pues el científico puede decir a cualquiera:

-      "Procúrese varios cristales unidos de cierto modo, póngalos en un tubo, dirija tal tubo hacia un cierto punto del espacio donde ahora nada aparece a su ojo desnudo. Entonces usted verá una bellísima estrella llamada Urano."

Y si se observan todas estas directivas, cualquiera puede, rápidamente y sin ninguna clase de preparación, comprobar por sí mismo la verdad del aserto científico. Pero si bien los instrumentos de la ciencia son la torre de su fortaleza, también marcan el final de su campo de investigación, porque es imposible ponerse en contacto con el mundo espiritual con instrumentos físicos, de modo que la investigación de los ocultistas empieza donde el científico físico encuentra su límite, y de este modo habrá que llevarlos adelante por medios espirituales»
(Capítulo 3)







OBSERVACIONES

En los siglos XVII y XVIII, los científicos teorizaron la hipótesis de que existía una substancia invisible en el espacio (a la que ellos llamaron “éter”) que permitía propagar la luz. Sin embargo el resultado negativo que dio el experimento de Michelson-Morley en 1887 les sugirió que el éter no existía, y la teoría de la relatividad publicada en 1905 por Albert Einstein terminó provocando que la comunidad científica desechara la teoría del éter.

Y esto muestra lo poco que investigaba Max Heindel porque para cuando él publicó su libro (1911), lo que escribió ya era obsoleto desde hace seis años. Pero además en su profunda ignorancia, Max Heindel creyó que las investigaciones “clarividentes” efectuadas por Leadbeater sobre el éter eran genuinas, cuando en realidad resultaron ser completamente falsas como lo demuestro en este otro capítulo (ver Link).












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