La
cuestión de la estadía de Blavatsky en el Tíbet está envuelta en un gran misterio
y es probable que nunca vayamos a conocer exactamente cuándo ni cuántas veces
ella penetró en ese territorio.
Sobre
ese asunto ella aseguró que:
« Viví
en diferentes períodos tanto en el Pequeño Tíbet como en el Gran Tíbet, y la
suma de esos períodos forman más de siete años. Sin embargo, nunca afirmé, ya
sea verbalmente o bajo mi firma que haya pasado siete años consecutivos en un
convento. Lo que yo dije, y ahora lo
repito, es que me alojé en conventos de Lamas; que visité Tzi-gadze, el
territorio de Tashi-Lhunpo y sus alrededores y que estuve más bien en el
interior, y en ciertos lugares del Tíbet que nunca fueron visitados por otros
europeos. »
(CW
VI, 272)
DETRACTORES
El argumento que acostumbran dar los detractores para negar
la posibilidad de que Blavatsky haya vivido en el Tíbet, es porque ese país estuvo
cerrado para los extranjeros durante varios siglos y es solamente a principios
del siglo XX (cuando Blavatsky ya había fallecido) que comenzó a abrirse.
Y además de eso, había que considerar también las azarosas condiciones
del viaje y los difíciles pasos de montaña que debían de atravesarse.
Entonces,
¿Cómo podría haber sobrevivido una mujer
sola?
Ahora bien, para contrarrestar la primera objeción es
importante conocer algunos pequeños sucesos:
En el libro “Tíbet,
el Reino Sagrado” (cuyo prefacio fue escrito por el Dalai Lama) su autor,
Dobsang Lhalungpa, escribe:
« Aunque el Tíbet se encontraba bastante
aislado, su historia y tradiciones lo volvieron muy interesante para los
extranjeros y su capital Lhasa fue conocida en Occidente durante siglos como “La
Ciudad Prohibida”, pero si bien efectivamente la ciudad estuvo prohibida para los
occidentales, en cambio siempre estuvo abierta para los pueblos vecinos y había
continuos grupos de visitantes, peregrinos y comerciantes desde Mongolia,
China, Bután, India y Ladakh.
Al grado que durante las principales festividades budistas,
la ciudad contenía más de dos veces su capacidad y las carpas de miles de
monjes y peregrinos se apilaban dentro de la antigua ciudadela. »
Por lo tanto, Blavatsky con su rostro un poco mongol y su
piel oliva-amarilla, podría haber podido fácilmente haberse hecho pasar por una
oriental y por consiguiente haber tenido poca dificultad en vivir en Lhasa o en
cualquier otro lugar del Tíbet.
En cuanto a la segunda objeción, Blavatsky jamás afirmó
que ella viajara sola o a pie (como suponen sus críticos) y es más probable que
ella estuviera acompañada por sus maestros, quienes acostumbraban viajar a caballo. Y el
montañista Heinrich Harrer, autor del libro “Siete Años en el Tíbet”, afirma que las mujeres jinetes era algo
común de observar en el Tíbet” [1]. Y
resulta que Blavatsky fue una soberbia jinete.
Y también Heinrich Harrer menciona que es posible entrar al Tíbet por una ruta menos
agotadora que la elevada escarpa y la cual él tomó viajando hacia la
fuente del río Indo. Y además la disponibilidad de mercados de alimentos hace
innecesaria la necesidad de transportar provisiones masivas.
Por lo tanto es muy factible que Blavatsky haya estado en el Tíbet.
Cabe aclarar que los maestros de Blavatsky
no eran tibetanos sino indios, ya que el Mahatma Kuthumi había nacido en
Kashmir y el Mahatma Morya había nacido en Punjab.
Sobre ellos, Blavatsky escribió:
« Más allá de los Himalayas existe un núcleo de Adeptos,
de varias nacionalidades, y el Teshu Panchen Lama los conoce, y ellos actúan
juntos, y algunos de ellos están con él y permanecen desconocidos en su
verdadero carácter aún para la mayoría de los lamas (quienes en su mayoría son
algo tontos ignorantes).
Mi Maestro Morya y Kuthumi y varios más que conozco personalmente
allí, van y vienen, y todos están en comunicación con Adeptos en Egipto, en
Siria y hasta en Europa. »
(Revista The Theosophist, “Echoes from the Past”, octubre
1907)
El Teshu Panchen Lama
vivía en el monasterio de Tashilhunpo.
El cual se encuentra
cerca del pueblo de Shigatse.
Y aparentemente fue allí donde Blavatsky residió durante
su estadía en el Tíbet. La ciudad de Lhasa
estaba más lejos de la frontera India. Sin embargo, ya sea que su destino haya
sido Lhasa o Shigatse, algunos de los pasos que era necesario cruzar estaban a
más de 4’260 metros de altura y el viaje debe de haber sido extenuante al extremo.
Sven Hedin, explorador sueco del Tíbet y Asia Central, menciona en sus relatos que “viajó a través de las gloriosas montañas gigantes con nieve,
picos nevados y laberintos de valles escondidos” ofreciendo el más magnífico
escenario del mundo:
« Penetramos más y más profundo en lo desconocido,
dejando detrás de nosotros una tras otra cadena de montañas.
Después de cada paso se abría ante nosotros una nueva tierra
desplegada en su panorama desolado y salvaje, hacia un horizonte nuevo y
misterioso; una nueva línea de picos nevados, algunos puntiagudos y otros redondos.
Sin embargo, aquellos que imaginan que esa jornada en
soledad y desolación es tediosa están en un error, ya que ningún
espectáculo puede ser más sublime, debido a que cada día de la marcha, cada recodo trae consigo descubrimientos
de una inimaginable belleza. »
¡Por lo tanto no es
raro que Blavatsky exclamara alguna vez que ella preferiría vivir en una cueva del Tíbet
que en un país llamado “civilizado” del mundo!
UN EXTRAORDINARIO CONOCIMIENTO
DEL BUDISMO TIBETANO
Otro aspecto a considerar como evidencia existente para apoyar
la afirmación de que Blavatsky vivió en Tíbet, es que su conocimiento del Budismo
Tibetano era mucho mayor de lo que en ese momento estaba disponible al público,
e incluso a los eruditos Occidentales.
Por ejemplo, el Dr. G. P. Malamalasekera, presidente
fundador de la Fraternidad Budista Mundial, dice sobre Blavatsky en su monumental
Enciclopedia de Budismo que:
-
“Su familiaridad con el Budismo Tibetano y
las prácticas esotéricas budistas parecen estar fuera de toda duda.” [2]
Y el filósofo japonés y maestro D. T. Suzuki, quien trajo
el Budismo Zen al Occidente, considera que:
-
“Sin duda Madame Blavatsky fue de alguna
manera iniciada en el lado más profundo de la enseñanza Mahayana.” [3]
Y en lo que concierne a las credenciales de Suzuki para
hacer tal evaluación, el London Times escribió en 1966 (cuando ese sabio falleció
a la edad de 95 años):
« El Dr. Suzuki fue una figura destacada en el campo
de la filosofía oriental, porque era al mismo tiempo un erudito de rango
internacional, un maestro espiritual que había logrado la iluminación por la
que había luchado, y un escritor que en alrededor de 20 volúmenes, enseñó a
Occidente la naturaleza y propósito del Budismo Zen. Y como erudito fue maestro
de textos sánscritos y budistas chinos, con un conocimiento actualizado del
pensamiento europeo en varios lenguajes. »
El Dr. Suzuki no sólo influyó a la generación Zen, sino también
a muchos profesionales cuando condujo seminarios en la Universidad de Columbia
en la década de 1950. Y sus estudiantes incluyeron a psicoanalistas y
terapeutas tales como Erich Fromm y Karen Horney, así como a artistas,
compositores y escritores. [4].
Algunos psiquiatras y psicólogos de los años 50 pasaron
una semana con él durante el verano de 1957. Y el volumen “Psicoanálisis y Budismo Zen” (publicado por Harper y Row) fue uno
de los resultados de la conferencia dada por Fromm, Suzuki y DeMartino.
Al revisar el contacto que tuvo el Dr. Suzuki con los
escritos de HP Blavatsky, debe mencionarse que hasta 1927, cuando sus ensayos aparecieron
por primera vez, prácticamente todas las escrituras budistas que Occidente
conocía y estudiaba, se traducían de la escuela Theravada del Budismo del Sur.
Consecuentemente cuando en 1919, el Dr. Suzuki se cruzó con
la traducción que Blavatsky hizo de los preceptos de oro del misticismo oriental y
que publicó por primera vez en 1889 con el título de “La Voz del Silencio”, él se sorprendió enormemente, al grado que le
relató a un amigo:
« Vi el libro “La
Voz del Silencio” por primera vez en Oxford. Y me impresionó tanto que conseguí
una copia y la envié a la Sra. Suzuki (entonces Señora Beatriz Lane) en la
Universidad de Columbia, escribiéndole: “¡Aquí está el verdadero Budismo
Mahayana!” »
(Buddhist News, agosto 1965)
Muchos eruditos occidentales no aceptan “La Voz del Silencio” como genuino,
porque jamás han visto el trabajo original del cual es tomado. Pero el Dr.
Suzuki que conocía el Budismo Mahayana desde sus raíces, inmediatamente supo
que la enseñanza era genuina.
Y otra evidencia de la alta estima que tenía el Dr.
Suzuki por Blavatsky se evidenció cuando él visitó los Estados Unidos en 1935.
El
investigador teosófico Boris de Zirkoff había estado en contacto con Suzuki
sobre algunas escrituras budistas y al saber que le era imposible visitar el
país, hizo los arreglos necesarios por medio de Nyogen Senzaki (un monje budista y maestro en
Los Ángeles) para que el Dr. Suzuki pudiera visitarlo a en su oficina
en el Cuartel Internacional de la Sociedad Teosófica en Point Loma, California.
Pues bien, Zirkoff menciona que cuando el filósofo japonés entró, fue
inmediatamente atraído por un retrato de Blavatsky que se encontraba sobre la
pared, y luego de permanecer en silenciosa meditación, se volvió a su huésped y
dijo:
-
“Ella fue
alguien que lo logró.” [5]
Otra persona destacada del budismo que mostró aprecio
hacia Blavatsky fue el propio Dalai Lama.
En 1989, fue celebrado el centésimo aniversario de “La Voz del Silencio” y se imprimió una
edición especial de la obra, a la cual el presente Dalai Lama escribió un prefacio [6].
Este era el año en que el Dalai Lama había recibió el Premio Nobel
de la Paz y El Premio Raoul Wallenberg de los Derechos Humanos.
Y el prefacio dice:
« El Sendero del Bodhisattva.
Encontré a los miembros de la Sociedad Teosófica por primera
vez hace 30 años atrás, cuando visité la India para participar de las celebraciones
del 2’500 aniversario del Señor Buda. Y desde entonces, he tenido el placer de
compartir mis pensamientos con los teósofos de varias partes del mundo en
numerosas ocasiones. Y tengo mucha admiración por sus propósitos espirituales.
Creo que los individuos pueden volverse buenos seres humanos sin
necesidad de ser espirituales. Y también acepto su derecho de no querer ser
espirituales o creer en una religión en particular. Aunque al mismo tiempo, siempre
he considerado que el desarrollo interno espiritual es necesario para una mayor
felicidad humana y para incrementar nuestra capacidad para beneficiar a los demás.
En consecuencia, estoy feliz de esta larga asociación con los teósofos y de
enterarme sobre la edición del centenario:
Sobre “La Voz del
Silencio” considero que este libro ha influenciado a muchos buscadores y aspirantes
sinceros con la sabiduría y compasión del Sendero del Bodhisattva. Y doy una
calurosa bienvenida a esta Edición Centenario y confío en que beneficiará a
muchos más.
El 14º Dalai Lama, 26 de abril de 1989. »
Y a continuación de este prefacio de la edición
centenario, sigue un mensaje del 9º Panchen Lama (1883-1933) la cual él escribió
especialmente para “La Voz del Silencio” publicada
en inglés en 1927 por la Sociedad Chino Budista de Investigación en Beijing [7].
El mensaje (o sutra como se le llama en el budismo) fue originalmente
escrito en la caligrafía del Panchen Lama en tibetano y se incluyó a su petición
en la edición china de 1927.
Y a continuación les traduzco el texto:
« Todos los seres desean la liberación de la
miseria.
Busca, por lo tanto, las causas de la miseria para
bórralas.
Pues resulta que al entrar en el sendero se logra la
liberación de la miseria.
Exhorta entonces a todos los seres a entrar en el sendero. »
Pues bien, hay que remarcar que el prólogo de la edición
de 1927 establece que la edición fue impresa por solicitud del Panchen Lama y
que su grupo junto con varios eruditos chinos, verificaron la traducción de Madame
Blavatsky de las palabras tibetanas. Y el prefacio también menciona que ella
estudió durante varios años en Tashilhunpo y conocía previamente muy bien al
Panchen Lama.
Otro
experto en budismo es el Lama Tibetano Lozang Jampsal quien había vivido y estudiado
en Aashilunpo antes de escapar del Tíbet y laboraba como maestro de sánscrito
en la Universidad de Columbia. Pues
bien, hace algunos años fue invitado a la casa de los escritores Jerome y
Roseva Muratore, y durante su visita ellos le mostraron el libro “La
Voz del Silencio”. Y ellos mencionan
que el venerable Lama quedó ‘electrificado’
al hojear ese libro, prestando particular atención a las notas que Blavatsky
había añadido para una mejor comprensión del texto y les confesó que él se
encontraba muy sorprendido que esa información estuviera disponible en
Occidente. Y respecto a Blavatsky, él dijo:
- “Ella
debe ser un bodhisattva” (o sea una persona cercana a la iluminación).
TESTIMONIOS FÍSICOS
Aunque
ya se imaginarán que por la lejanía del acontecimiento (estamos hablando del
siglo XIX) así como por la distancia (ya que en esa época ir al Tíbet era tan complicado
para los occidentales como lo es en la actualidad los viajes espaciales), es
muy difícil encontrar a personas que atestigüen de la estadía de Blavatsky en el Tíbet.
Sin embargo ha habido algunos casos:
1) Uno
de ellos fue la carta recibida por la Sociedad Teosófica de Adyar, nueve años
después del fallecimiento de Blavatsky, y la cual fue publicada en la revista The Theosophist del mes de agosto de
1900 con esta introducción:
- “Por medio de la generosidad de un Príncipe
Indio, hemos recibido desde Simla una carta escrita para un caballero indio que
viajaba hacia la China. Y la publicamos porque la referencia a Blavatsky la
hace particularmente interesante. Por respeto a la privacidad de las personas,
omitimos los nombres de la carta original que se encuentra en nuestro poder.”
« Rung
Jung Mahan, China, Enero 1 de 1900
Mi estimado ___,
Tu
carta enviada por medio de Su Alteza, Rajá Sanhib Hira Singh, me alcanzó
mientras viajaba por las montañas Spiti. Ahora he cruzado estas montañas y
estoy en el territorio de Mahan, en China. Este lugar es conocido por el nombre
de Rung Jung y se encuentra dentro del territorio del imperio chino.
El
lugar tiene una gran cueva y está rodeado por altas montañas. Es un refugio
principal de Lamas y el punto de reunión de los Mahatmas. Grandes Rishis lo han
elegido por su antigüedad, belleza y encanto. El lugar está acondicionado para
la contemplación divina. Un hombre no puede encontrar un lugar mejor adaptado
para enfocar la mente.
El
gran Lama aquí es Kut Te Hum... quien
es el gurú de todos los Lamas... Sus chelas (discípulos) también están siempre
meditando y tratando de absorberse en la Gran Divinidad. Y conversando con
ellos, llegue a enterarme que Madame Blavatsky había visitado este lugar y
meditado aquí durante algún tiempo. Antes, tenía dudas de su llegada, pero
todas han desaparecido ahora y me siento confiado de su divina contemplación en
este santo y sagrado lugar. La lección y Updesha que recibí de estos Lamas me
mostraron que los objetivos de la Sociedad Teosófica no son simplemente
visionarios y teóricos, sino que también son esquemas prácticos... »
2) Otro
testimonio fue dado por Margaret Cousins, quien obtuvo un gran reconocimiento a
finales de 1920, por lograr visitar la sagrada cueva de Amarnath en los
Himalayas, situada a 4270 m sobre el nivel del mar.
Y
sobre su expedición, la revista World
Theosophy escribió lo siguiente:
« Cuando
la Sra. Cousins regresó con seguridad a la ciudad de Srinagar (que es la capital
del estado de Kashmir), ella fue invitada por un prominente sadhu (maestro
espiritual) a visitarlo ya que él estaba muy impresionado por la valentía que
la dama mostró al realizar el largo y peligroso viaje casi sola y fuera de la
estación acostumbrada para el peregrinaje.
Durante
la conversación, la cual versó sobre religión, filosofía y arte, la Sra. Cousins
le preguntó al sadhu si había conocido a algún europeo que hubiese penetrado en
los sitios internos de los Himalayas y se hubiese contactado con los grandes
Rishis y su sabiduría.
Él
contestó que “había conocidos muy pocos porque aquellos que venían a las
montañas no venían en una búsqueda superior y no estaban física o espiritualmente
preparados”.
Pero
entonces recordó que “en los primeros tiempos de su vida de discípulo en los
Himalayas, una dama había encontrado a los Maestros superiores y recibido la
Sabiduría Antigua. Y retrocediendo retrospectivamente en su memoria, recordó que
ella no era británica sino rusa, y por último también logró recordar su nombre el
cual era Blavatsky.
Él
no la había conocido personalmente, pero había escuchado de su logro por comentarios
de sus compañeros ascetas. »
(Artículo
“En los Himalayas”, Los Ángeles, California, agosto 1931, p.591)
¿ESTUVO BLAVATSKY EN
LHASA?
Ahora bien, si como vimos, es muy probable que Blavatsky
haya vivido en el Tíbet antes que cualquier otra mujer occidental, un lugar que
ella jamás mencionó haber visitado, es la ciudad prohibida de Lhasa. La cual,
desde la breve estadía de Abbe Huc en 1847 y hasta 1904 (cuando los británicos
invadieron el Tíbet durante un breve período) no se conoce ninguna persona de
Occidente que haya estado allí.
La primera mujer que se pueda comprobar fue la
exploradora francesa Alexandra David-Neel, quien, en su quinto viaje al Tíbet
(1923-1924) logró lo que hasta entonces se había considerado como imposible.
Sin embargo la hermana de Blavatsky asegura que:
« Es auténtico que Helena estuvo en Lhasa, la
capital del Tíbet, y también en su centro principal religioso, Shigatse... y en
las Montañas de Korakoram en los Kunluns. Ya que sus vívidas historias sobre esos
lugares comprueba todo esto la mayoría de las veces. »
(Vera Zhelihovsky “Pravda o Yelena Petrovne Blavatsky” Rebus,
1883, p.56)
Hay que considerar que si HPB estuvo en el Tíbet durante casi tres años durante ese
período, sería increíble que no hubiera ido a Lhasa, que es la gran Meca del
mundo budista. Y sus maestros podrían haberla llevado, escondiéndola
fácilmente con los peregrinos, lo que no hubiera llamado la atención a causa de sus
facciones asiáticas. Pero en cambio que ella dijera posteriormente que había
estado allí, eso podría causar inconvenientes a sus guardianes. Y probablemente
por eso lo mantuvo en secreto.
El Panchen Lama y el Dalai Lama en aquellos días no
estaban de acuerdo con la política de aislar al Tíbet del resto del mundo. Y el
explorador Sven Hedin afirma que: aunque visitó al Panchen Lama y fue recibido
calurosamente, jamás pudo entrar en Lhasa y ver al Dalai Lama [8].
Ahora bien, si Blavatsky realmente fue la primera
occidental desde que Huc visitó Lhasa, eso no menoscabaría la magnífica proeza
que logró Alexandra David-Neel, y cuyo libro “Mi Viaje a Lhasa”, el Times Literary Supplement de Londres clasificó como:
-
“una de
las jornadas más épicas de nuestro tiempo”.
(Y más considerando que David-Neel no tuvo la ayuda de
los Maestros para entrar.)
ALEXANDRA DAVID-NEEL
Y LA TEOSOFÍA
En su diario, en un registro sin fecha, David-Neelen menciona la siguiente anecdota que tuvo con su amiga británica Elisabeth Morgan:
-
“Un día
mientras me escribía Elisabeth, ella dejó caer la palabra Teosofía con el nombre
Blavatsky. … Esto abrió una nueva fase en mi vida” [9].
Y de otra fuente se sabe que de allí en adelante ella
concurrió a las conferencias sobre religiones orientales que se daban en la Sociedad Teosófica, y en especial sobre Budismo en la Sociedad
Teosófica de París, lo cual desarrolló su ardiente ansiedad por explorar el Oriente [10].
Alexandra David-Neel recibió su diploma de miembro de la Sociedad
Teosófica de Londres el 7 de junio de 1892. Y según una carta de Annie Besant fechada
el 17 de marzo de 1893, ella también solicitó entrar a la Escuela Esotérica [11].
Notas
- Heinrich Harrer: “Seven Years in Tibet”, E.P. Dutton, Nueva York, 1954.
- G.P. Malasekera: Blavatsky en “Encyclopedia of Buddhism”, vol. 3.
- D.T. Suzuki: “The Field of Zen”, Sociedad Budista, Londres, 1969.
- Rick Fields: “How the Swans Came to the Lake”, Shambala, Boston, 1981.
- Archivos de Zirkoff, Sociedad Teosófica, Wheaton, Illinois.
- Blavatsky: “The Voice of the Silence”, Concord Grue Press, Santa Bárbara, 1989.
- Blavatsky: “The Voice of the Silence”, Sociedad China de Investigaciones Budistas, Beijing, 1927.
- Sevn Hedin, Conquista del Tibet, Nueva York, NY. E. P. Dutton 1934, p.380; Trans-Himalaya vol I, p.317,322-323, 325-326
- Barbara M. Foster y Michael Foster, “Viaje Prohibido: la Vida de Alexandra David-Neel”, San Francisco, California, Harper & Row, 1989, p.57
- Alexandra David-Nell, “Mi Viaje a Lhasa”, Boston, Massachustts, Beacon Press, 1986, xi
- Daniel Caracostea, “Primeros conocimientos de la Teosofía de Alexandra David-Neel”, París 1892 por Diana Chapotin-Dunningham, “Historia Teosófica”, julio-octubre 1991, p.209-213).
OBSERVACIÓN
El texto de arriba es una traducción de los artículos que
escribió Sylvia Cranston y para quienes quieran profundizar más sobre este
tema, les recomiendo que lean el libro “Los
Viajes Iniciáticos de H.P. Blavatsky” escrito por José Rubio Sánchez y José
Miguel Cuesta Puertes (y el cual lo pueden descargar aquí.)
Y ellos también hicieron un pequeño video describiendo
los viajes que efectuó Blavatsky durante su discipulado y remarcan que fue sólo
al tercer intento que por fin ella logró ingresar al Tíbet.
VARIOS INTENTOS Y
VARIOS FRACASOS
Y
aquí hay una duda que nos surge:
¿Por qué Blavatsky intentó entrar en el Tíbet en varias
ocasiones y en las que por cierto fracasó?
Si
tan devota era de sus maestros y si tan sagradas eran las indicaciones que le
daban. Entonces,
¿Por qué Blavatsky ignoró esas indicaciones y quiso
acceder a donde no se le estaba todavía permitido entrar?
Y
la respuesta es que no lo sabemos.
Quizás era todavía demasiado joven, o impetuosa, e incluso soberbia y pensó que ya estaba
lista para su iniciación oculta; o tal vez era una prueba más de las muchas que
tuvo que experimentar en su vida.
Pero
dado que Blavatsky había nacido con poderes paranormales (pero no sabiendo todavía controlar esos poderes) y siendo una gran sensitiva
de forma natural, lo más probable es que para poder cumplir con su misión, se hizo
imprescindible que primero ella se volviera la dueña de
sí misma; como finalmente lo consiguió en Tiflis hacia el año 1865.
Y por
lo tanto, es muy posible que ella sólo pudo entrar en el Tíbet cuando ella por
fin alcanzó ese dominio interior.
¿POR QUÉ BLAVATSKY
VIAJÓ AL TÍBET?
Cuando
Blavatsky se encontró por primera vez físicamente con su maestro (el Mahatma
Morya) en Londres en 1851, él le dijo que ella iba a emprender una preparación especial
para un trabajo muy importante en el futuro, y para ello se requería que ella
pasara tres años en el Tíbet.
Y
uno se preguntará:
¿Por qué en el Tíbet?
Y
en una carta en donde se le posó esa cuestión, Blavatsky respondió:
« En
verdad no hay ninguna necesidad de ir al Tíbet o a la India para encontrar
algún conocimiento o poder que “se encuentran latentes en toda alma humana”.
Pero la adquisición del conocimiento y el poder superior, no sólo requieren de muchos
años del más severo estudio iluminado por una inteligencia superior y una
audacia que ningún peligro doblegue, sino también (y también paralelamente) de
muchos años de retiro en soledad y la asociación con estudiantes que persiguen
el mismo objetivo, en un lugar que preserve naturalmente para el neófito el
absoluto silencio y la quietud. Donde el aire es libre a millas a la redonda de
toda influencia mefítica, donde la atmósfera y el magnetismo humano son
completamente puros y ninguna sangre de animal se derrama. »
(CW,
III, p.268)
O
sea que se necesita vivir en un lugar aislado del mundo mundano, en donde la
espiritualidad prevalezca y sus miembros sean guiados por un gran sabio. Y a
esos lugares especiales se les llama “conventos” en el Occidente y “ashrams” en
el Oriente. Y desafortunadamente ese
concepto se ha ido corrompiendo con el tiempo, al grado que muchos ashrams
están siendo dirigidos en la actualidad por charlatanes y en la mayoría de los
ashrams se imparten enseñanzas en donde la verdad se distorsiona y se mezcla
con muchas fantasías.
Y
es por eso que yo les recomiendo a los buscadores de espiritualidad que mejor
eviten esos lugares (y más que ahora las enseñanzas se han abierto al publico).
Pero en el siglo XIX, eran lugares necesarios para adquirir el conocimiento
oculto superior y desarrollar los poderes internos.
Y
ya se imaginarán que hay grados de nivel en los ashrams. Desde los ashrams
abiertos para todos aquellos que quisieran entrar, hasta los más secretos y solo
reservados para los discípulos más avanzados de los Maestros transhimaláyicos.